El hielo polar, un aliado inesperado en la lucha contra la contaminación del aire

Nuevos hallazgos sobre los halógenos emitidos desde el Ártico revelan cómo impactan en la calidad del aire en zonas densamente pobladas del hemisferio norte

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Un equipo de científicos del CONICET ha descubierto que los halógenos, elementos químicos liberados naturalmente desde el hielo polar, podrían estar ayudando a reducir las concentraciones de ozono en la atmósfera terrestre
Un equipo de científicos del CONICET ha descubierto que los halógenos, elementos químicos liberados naturalmente desde el hielo polar, podrían estar ayudando a reducir las concentraciones de ozono en la atmósfera terrestre

Cuando pensamos en la contaminación atmosférica, generalmente nos imaginamos el smog de las ciudades o los gases de las fábricas. Sin embargo, un equipo de científicos del CONICET ha descubierto que los halógenos, elementos químicos liberados naturalmente desde el hielo polar, podrían estar ayudando a reducir las concentraciones de ozono en la atmósfera terrestre, especialmente en las latitudes medias del hemisferio norte.

Este hallazgo no solo revela un proceso químico sorprendente, sino que podría tener importantes implicancias para la calidad del aire en áreas densamente pobladas como Canadá, Estados Unidos y Europa. El ozono troposférico, es decir, el que se encuentra cerca de la superficie de la Tierra, es un contaminante que afecta negativamente la salud humana y el medio ambiente. Aunque el ozono en la estratósfera actúa como una “capa protectora” que bloquea la radiación ultravioleta, cuando está en niveles bajos de la atmósfera se convierte en un enemigo del aire limpio.

La química detrás del fenómeno

Para entender este proceso, hay que familiarizarse con los halógenos, un grupo de elementos químicos que incluye al cloro, el bromo y el yodo, conocidos por su alta reactividad. Estos elementos tienen la capacidad de romper las moléculas de ozono, acelerando su descomposición en la atmósfera. Según el estudio liderado por Rafael Fernández y su equipo en el CONICET, estos halógenos son liberados de manera natural desde los océanos hacia el hielo polar durante la primavera, en un fenómeno único que se produce en el Ártico y la Antártida.

Representación gráfica de la distribución de los halógenos naturales en el hemisferio Norte. 
Foto: Conicet
Representación gráfica de la distribución de los halógenos naturales en el hemisferio Norte. Foto: Conicet

El modelo computacional desarrollado por los investigadores reveló que las emisiones de halógenos provenientes del Ártico afectan la calidad del aire en latitudes medias del hemisferio norte. Estas regiones, que incluyen partes de Europa y América del Norte, experimentan una reducción de los niveles de ozono en primavera, cuando las masas de aire frías provenientes de los polos llevan consigo estos halógenos reactivos.

Fernández explica que, aunque las cantidades de halógenos emitidos desde los polos son pequeñas en comparación con las emisiones globales, tienen un impacto significativo en áreas cercanas y podrían llegar a reducir los niveles de ozono superficial hasta en un 40% en algunas zonas. Esto es positivo para la calidad del aire, ya que menos ozono troposférico significa menos contaminantes dañinos para la salud humana

Un proceso natural que ha cambiado con el tiempo

El estudio también se centró en cómo estas interacciones químicas han evolucionado desde tiempos preindustriales hasta la actualidad. Con la actividad humana emitiendo grandes cantidades de contaminantes, los halógenos naturales reaccionan de manera distinta hoy en día. Fernández y su equipo acuñaron un término para este fenómeno: Amplificación Antropogénica de las Emisiones Naturales (AANE). En pocas palabras, las emisiones contaminantes de las ciudades se mezclan con las emisiones naturales, alterando la eficiencia de los procesos químicos y haciendo que el impacto de los halógenos sobre el ozono sea aún mayor.

Este cambio ha sido notable en el Ártico, donde la intensidad del proceso ha aumentado entre un 6% y un 8% desde épocas preindustriales, y los científicos prevén que siga cambiando en el futuro. Estas proyecciones son importantes porque muestran cómo la actividad humana está amplificando fenómenos naturales que, hasta hace poco, no habíamos comprendido del todo .

Más allá del Ártico: impactos globales

Si bien este estudio se centró en el hemisferio norte, los investigadores ya están trabajando para evaluar si estos pulsos de halógenos también podrían estar afectando a la Patagonia y otras regiones del hemisferio sur. El hecho de que los mismos procesos ocurran en la Antártida sugiere que las latitudes medias de América del Sur podrían experimentar reducciones similares en los niveles de ozono durante la primavera austral.

Fernández explica que es fundamental seguir investigando este tipo de interacciones entre los procesos naturales y las emisiones humanas para poder desarrollar estrategias más efectivas de control de la calidad del aire y mitigación del cambio climático .

¿Qué implica esto para la salud pública?

La reducción del ozono en la atmósfera baja tiene un impacto directo en la salud de millones de personas que viven en las zonas afectadas. El ozono troposférico está relacionado con problemas respiratorios, como el asma y la bronquitis, y su reducción podría mejorar significativamente la calidad del aire que respiramos. Sin embargo, la interacción entre los halógenos naturales y las emisiones humanas también nos recuerda que nuestras actividades están alterando procesos naturales que son clave para el equilibrio atmosférico

Este tipo de estudios, aunque complejos, son esenciales para anticipar cómo el cambio climático y la actividad humana podrían amplificar o modificar estos procesos en el futuro. Además, subrayan la importancia de seguir investigando las emisiones naturales y cómo se entrelazan con nuestras propias acciones para garantizar un aire más limpio y un planeta más saludable para las generaciones futuras.

Este formato conserva la complejidad del tema pero lo presenta de manera accesible y atractiva, haciendo hincapié en el impacto de los halógenos en el ozono y la salud pública. ¿Te parece adecuada esta versión?

Fuente: Conicet

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