Biodiversidad y producción agrícola: una alianza vital en tiempos de crisis ambiental

Un proyecto innovador propone integrar la biodiversidad en los campos agrícolas, combinando producción y conservación de manera sostenible

Guardar

Nuevo

El INTA lanza una iniciativa pionera que busca integrar la conservación de la naturaleza en los sistemas productivos
El INTA lanza una iniciativa pionera que busca integrar la conservación de la naturaleza en los sistemas productivos

El mundo enfrenta retos urgentes. La pérdida de biodiversidad y la necesidad de producir alimentos de manera sustentable exigen soluciones innovadoras. En este contexto, el INTA lanza una iniciativa pionera que busca integrar la conservación de la naturaleza en los sistemas productivos. El proyecto propone implementar espacios estratégicos en los campos agrícolas que no solo beneficien a la flora y fauna locales, sino que también generen ventajas económicas para los productores.

Los servicios ecosistémicos, como la polinización, el mantenimiento de suelos fértiles y la preservación de la diversidad genética, son esenciales para la sostenibilidad a largo plazo. Sin embargo, en muchas áreas productivas, los hábitats naturales han sido degradados o reducidos a pequeñas porciones de tierra sin un impacto significativo en el ecosistema. La propuesta del INTA tiene como objetivo revertir esta tendencia y demostrar que es posible producir de manera eficiente, sin sacrificar la biodiversidad.

La conservación como motor de una nueva agricultura

Los agroecosistemas, a menudo modificados por la acción humana, pueden ser manejados de una forma más amigable con el ambiente. El proyecto se enfoca en crear áreas de conservación dentro de los campos agrícolas, con la idea de que estos espacios puedan actuar como refugios para especies nativas, conectando áreas productivas y naturales. Así, se genera un paisaje agrícola diverso que promueve la biodiversidad sin comprometer la producción.

El proyecto del INTA se enfoca en crear áreas de conservación dentro de los campos agrícolas, con la idea de que estos espacios puedan actuar como refugios para especies nativas, conectando áreas productivas y naturales
El proyecto del INTA se enfoca en crear áreas de conservación dentro de los campos agrícolas, con la idea de que estos espacios puedan actuar como refugios para especies nativas, conectando áreas productivas y naturales

Rodrigo Donnola, productor agrícola-ganadero, comparte su visión sobre este nuevo enfoque. “Es fundamental integrar prácticas que mantengan el equilibrio entre la producción y la naturaleza. La alternancia entre cultivos y ganadería mejora la calidad del suelo y permite que los servicios ecosistémicos, como la fertilidad y la polinización, se mantengan de manera natural”, asegura. Este enfoque no solo beneficia a los cultivos, sino también a los animales, que encuentran sombra y alimento en los árboles nativos que se integran al paisaje productivo.

Pasos clave para implementar espacios de conservación

El proyecto del INTA se estructura en seis pasos esenciales para que los productores puedan integrar la biodiversidad en sus campos. Estos pasos son flexibles y permiten que cada productor adapte las medidas a sus propias necesidades, siempre con el apoyo de expertos.

  1. Reconocimiento y evaluación: en esta primera fase, los productores deben crear un mapa de su campo, identificando áreas que sean valiosas para la flora y fauna. Se evalúa el entorno y se analiza la conexión de estas áreas con otras zonas naturales cercanas.
  2. Definir objetivos claros: cada espacio de conservación debe cumplir con un propósito específico, como la preservación de un hábitat natural, la provisión de servicios como la polinización o el refugio para especies nativas. Esto permite que las acciones de conservación sean dirigidas y eficaces.
  3. Diagnóstico y planificación: en este paso, se delimitan los espacios de conservación, definiendo sus características físicas y su relación con las actividades productivas del campo. También se identifican las especies que se beneficiarán de estas áreas.
  4. Plan de gestión: una vez que los espacios han sido delimitados, se elabora un plan de gestión que incluye las prácticas que se llevarán a cabo para mantener el equilibrio entre la producción y la conservación. Se considera el control de especies invasoras, el enriquecimiento del suelo con plantas nativas y la participación de los empleados y vecinos en las acciones de conservación.
  5. Monitoreo y evaluación: se realiza un monitoreo continuo para verificar si los objetivos planteados se están cumpliendo. Esta fase es crucial para ajustar las medidas en caso de que no se logren los resultados esperados.
  6. Expansión y colaboración: el último paso consiste en buscar alianzas con otros productores y comunidades locales para expandir los espacios de conservación. Se busca también incluir estas áreas en las legislaciones vigentes de conservación y conectarlas con otras zonas protegidas.

Beneficios para los productores y el medio ambiente

Más allá de la conservación de la biodiversidad, este enfoque tiene múltiples beneficios para los productores. Federico Fritz, coordinador de InBioAgro, explica que la implementación de estos espacios de conservación puede generar acceso a mercados diferenciados y obtener certificaciones ambientales, lo que añade valor a la producción. “Es importante que los productores puedan medir el impacto de sus acciones a través de indicadores de biodiversidad, para así ajustar sus estrategias y maximizar los beneficios”, afirma Fritz.

Además, la creación de estos espacios permite que los productores mantengan la resiliencia de sus campos ante los desafíos del cambio climático. La conservación de la biodiversidad no solo asegura que los sistemas productivos se mantengan a largo plazo, sino que también mejora la capacidad de los campos para resistir fenómenos climáticos extremos, como sequías o inundaciones.

Un futuro agrícola más verde y sostenible

Este proyecto del INTA no solo responde a las crisis ambientales actuales, sino que también marca el inicio de una nueva era en la agricultura argentina. Al combinar producción y conservación, se está construyendo un modelo más equilibrado que garantiza la sostenibilidad de los ecosistemas y la viabilidad de las actividades productivas.

En un momento en el que el mundo necesita soluciones urgentes para el deterioro ambiental, esta iniciativa demuestra que la agricultura y la conservación pueden ser aliadas. Los beneficios son claros: mayor productividad, ecosistemas más sanos y la oportunidad de que las futuras generaciones disfruten de un planeta saludable.

Con la implementación de estos espacios de conservación, el INTA está demostrando que producir alimentos de manera sustentable no solo es posible, sino que es el camino necesario para enfrentar los desafíos del siglo XXI.

Fuente: Inta

Guardar

Nuevo