Mientras el bloque europeo genera medidas que castigan a sus agricultores y recaen inevitablemente sobre quienes producen granos y carne vacuna en otras partes del planeta, un especialista en alimentación llama a premiar a quienes día tras día contribuyen con sus prácticas a mitigar las emisiones que fundamentalmente generan la industria y el transporte.
Durante el último Congreso de Aapresid, Rattan Lal reclamó una compensación en este sentido. Lal es Premio Mundial de Alimentación en 2020, embajador de Buena Voluntad del IICA y un especialista en ciencias del suelo respetado en todo el planeta. Conoce sobremanera la existencia de productores que en esta parte del mundo han realizado un profundo aprendizaje en eso de cuidar el ambiente y capturar carbono a través de la fotosíntesis de cultivos comerciales, praderas y otras estructuras vegetales.
“Si queremos que la agricultura se consolide como parte de la solución al cambio climático, es imprescindible que los productores reciban un pago que los incentive a seguir haciendo las cosas bien –reclama el científico-. De esa manera, pueden cultivar carbono en el suelo de la misma manera que lo hacen con distintos commodities”. Por cierto, cualquier observador independiente no puede menos que coincidir con sus palabras.
Lal cree que debería destinarse un presupuesto de 100.000 millones de dólares al año para el pago a agricultores, de modo de animarlos a que contribuyan de manera activa a la mitigación del cambio climático. Y podrían hacerse cargo de esta erogación la industria del tabaco o los países exportadores de combustibles fósiles, ya que considera que tienen obligaciones morales que asumir.
Este paquistaní nacionalizado estadounidense, de origen extremadamente humilde, impulsa una nueva transformación de la agricultura, que debe basarse en la salud del suelo, la resiliencia, la conservación de los ecosistemas y las herramientas que brinda la ciencia. A esto aportan la innovación, el uso de combustibles no fósiles, la apuesta a la economía circular, la infraestructura verde y la recarbonización de la biósfera. “No debemos ir hacia una agricultura carbono neutral, sino negativa en emisiones”, pontifica.
Lal es director fundador del Centro de Gestión y Secuestro de Carbono de la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos Su enfoque se basa en la premisa de que “la salud del suelo, las plantas, los animales, las personas y el ambiente es una e indivisible”. Sus investigaciones muestran que el cultivo en suelos saludables produce más alimentos con menos superficie, menos uso de agroquímicos, menos labranza, menos agua y menos energía. Dado que los suelos también proporcionan servicios ambientales esenciales, como retener el agua de lluvia, filtrar contaminantes y proporcionar hábitat para todo tipo de organismos, es aún más importante que las sociedades los utilicen de manera sostenible. “Todo ser vivo tiene derechos. Por lo tanto, el suelo también los tiene. Mientras consumamos los recursos que provienen de él, tenemos la obligación de devolverle al menos algo de lo que tomamos”.
El manejo importa. La eliminación de los residuos de cosecha priva al suelo de nutrientes, materia orgánica y carbono orgánico, lo que hace que en cada temporada sea más difícil obtener un cultivo viable. Lal encabezó una investigación que demostró que la materia orgánica y el carbono del suelo son cruciales para sostener y mejorar la cantidad y calidad de la producción de alimentos. No sirve tener materiales genéticos de punta si se utilizan en perfiles degradados, ni siquiera con la aplicación de fertilizantes minerales.
La mayoría de los suelos del mundo han perdido entre el 25 y el 75 por ciento de su carbono original. Se prevé que la degradación de la tierra dará lugar a cientos de miles de refugiados en Asia y África en las próximas décadas. De hecho ya está sucediendo. “Todos los seres vivos del planeta dependen del suelo, y sin embargo está subestimado, no se lo reconoce”.
El especialista aspira a que los agricultores desvíen su atención del paquete NPK hacia el CNPK (carbono, nitrógeno, fósforo, potasio) como los elementos del suelo más importantes para el crecimiento de las plantas. Los modelos de Lal indican que restaurar la salud del perfil puede generar múltiples beneficios para el año 2100, incluyendo más del doble de la producción anual global de cereales, mientras que la superficie de tierra utilizada se reducirá en un 30 por ciento y el uso total de fertilizantes a la mitad.
La clave para resolver muchos de los problemas actuales es el carbono contenido en el suelo, dado su potencial para actuar como un enorme sumidero de este elemento, de modo de frenar el aumento del carbono atmosférico y el cambio climático global. Es que la restauración de suelos degradados mediante el aumento del carbono y la materia orgánica del suelo no solo mejora su salud, sino que además ayuda a combatir los niveles crecientes de dióxido de carbono en el aire secuestrando el carbono atmosférico. Lal demostró que es posible secuestrar carbono a un ritmo de hasta 2,6 gigatoneladas al año.
Esta investigación revolucionaria transformó la forma en que el mundo ve a los suelos. Ahora no solo son la base para aumentar la calidad y la cantidad de alimentos y preservar los ecosistemas naturales, sino también una parte importante de la mitigación del cambio climático. En función de esta premisa, el asunto es hacer valer el manejo utilizado por los agricultores argentinos en los foros internacionales y ante los principales compradores de nuestros granos y carnes.