Este año, la campaña maicera en el Noroeste Argentino (NOA) comienza con una excelente noticia: las bajas temperaturas del invierno han reducido drásticamente las poblaciones de la chicharrita (Dalbulus maidis), una plaga que amenazaba seriamente los cultivos.
Los primeros datos de la Red de Trampas de Monitoreo confirman que las heladas de junio y julio han tenido un impacto mucho mayor de lo esperado, eliminando no solo a los insectos sino también a los maíces voluntarios que estaban a punto de brotar.
El rol crucial del monitoreo
La aparición de la chicharrita y el complejo de achaparramiento del maíz que esta transmite llevó a la creación de una Red Nacional de Trampas de Monitoreo. Esta iniciativa, desarrollada en colaboración con la Estación Experimental Obispo Colombres, Maizar, el INTA, Aapresid, CREA, la AAPCE y la UNNOBA, incluye 450 puntos de monitoreo en todo el país. Las trampas cromáticas adhesivas utilizadas en esta red tienen como objetivo obtener datos sobre la dinámica poblacional y la infectividad de la plaga, proporcionando información vital de manera gratuita a los productores y otros actores del sector.
Resultados que alivian
El pronóstico de un invierno frío en 2024 generó expectativas positivas entre los especialistas, quienes anticipaban que las bajas temperaturas no serían favorables para la chicharrita. Sin embargo, había dudas sobre cómo se comportaría la plaga en regiones como el NOA, donde las condiciones climáticas pueden ser más variables. Ahora, los resultados confirman que las heladas han tenido un efecto devastador sobre las poblaciones de chicharritas en zonas críticas como el sur y el este de Tucumán.
Impacto de las Heladas
Alejandro Vera, investigador de la sección de Zoología Agrícola de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), ha estado analizando semanalmente y quincenalmente las trampas cromáticas instaladas en diferentes regiones. Según Vera, las heladas registradas a finales de junio y principios de julio “resetean el sistema” al eliminar las chicharritas y los maíces voluntarios.
En áreas como Los Altos, en el sur de Tucumán y Catamarca, y San Justo, en el norte de Santa Fe, las poblaciones de chicharritas han caído a cero. Vera explica que, aunque tenían antecedentes bibliográficos sobre cómo las bajas temperaturas afectan a estos insectos ectotérmicos (incapaces de regular su propia temperatura), ahora están obteniendo pruebas empíricas locales. “En Los Altos, hubo heladas intensas de -5°C durante al menos siete horas. Lo mismo sucedió en San Justo, donde las trampas ahora muestran cero capturas”, señala Vera.
Efectos en regiones vecinas
Este patrón se repite en otras zonas problemáticas como Isca Yacu, Santiago del Estero. Hasta la segunda quincena de junio, se capturaban en promedio 250 chicharritas por trampa. Sin embargo, tras las heladas del 26 al 30 de junio, donde las temperaturas llegaron hasta -2.5°C, la población cayó en un 92%, reduciéndose a solo 20 chicharritas por trampa. Estos datos indican un cambio significativo en el escenario, proporcionando a los productores una ventaja inicial considerable en la campaña 2024/25.
Beneficios adicionales
Las heladas no solo han afectado a las chicharritas, sino también a los maíces voluntarios, conocidos como guachos, que son muy sensibles a las bajas temperaturas. Esta situación reduce la necesidad de controles químicos en barbecho, permitiendo a los productores reservar estos tratamientos para momentos más críticos. “La temperatura ha contribuido enormemente, ya que se pensaba que habría un gran remanente de Dalbulus maidis, pero las poblaciones se están diezmando, junto con el maíz guacho, que es el foco de inóculo principal”, afirma Vera.
La importancia del monitoreo continuo
A pesar de estas buenas noticias, Vera advierte que no se debe bajar la guardia. “Si las condiciones cambian y el maíz comienza a brotar, es crucial mantener el control. El potencial reproductivo del Dalbulus maidis es alto, y su crecimiento puede ser exponencial”, advierte. La experiencia de Brasil, que ha lidiado con esta plaga durante años, demuestra que el éxito en el manejo de la chicharrita radica en mantener baja su población mediante un monitoreo constante y en la utilización de herramientas como la Red de Trampas de Monitoreo. Los datos obtenidos no solo ayudan a comprender la dinámica poblacional de la plaga, sino que también permiten a los productores tomar decisiones informadas para proteger sus cultivos.
La colaboración entre diferentes instituciones y la disponibilidad de información precisa y oportuna son claves para enfrentar los desafíos del agro y aprovechar al máximo las oportunidades que se presentan.
Fuente: Maizar