¡Verde que te quiero verde! Cómo transformar los espacios con jardines verticales

En un mundo cada vez más gris, entre rascacielos y cemento, la naturaleza encuentra su camino en las alturas. Los jardines verticales, conocidos también como paredes naturadas o muros verdes, se alzan como soluciones creativas para integrar la vida vegetal en los entornos urbanos.

Estas estructuras no solo embellecen y renuevan los espacios, sino que también ofrecen una serie de beneficios ambientales y para la sociedad que vale la pena explorar.

Especialistas del Instituto de Floricultura del INTA Castelar brindan pautas para poder crear estos paredes naturadas que tienen el potencial de trasmutar la dinámica entre ciudad y naturaleza.

En medio del concreto y el acero, los jardines verticales no solo son un alivio visual, sino que actúan como auténticos pulmones verdes en las ciudades: reducen el efecto de isla de calor urbano, purifican el aire al capturar contaminantes y mejoran la calidad del mismo. Además, mantienen temperaturas más frescas y disminuyen el ruido ambiental, ofreciendo así un respiro natural en el bullicio citadino.

Paula Leva, investigadora del Instituto de Floricultura del INTA Castelar, destaca que estos jardines no solo son estéticamente agradables, sino que también promueven el bienestar emocional de las personas al brindarles un entorno más armonioso y relajante. “Son como pequeños oasis urbanos que ofrecen calma y conexión con la naturaleza”, comenta la especialista.

Una de las claves para un jardín vertical exitoso radica en la elección de las plantas. Según Santiago Stancanelli, especialista del mismo instituto, las especies seleccionadas deben adaptarse a las condiciones específicas del entorno: ya sea en interiores con luz limitada o en exteriores expuestos al sol directo.

Entre las más recomendadas se encuentran los cubresuelos, helechos diversos como los del género Plectranthus, Tradescantia y Chlorophytum, y herbáceas florales como el Pelargonium.

“Estamos investigando nuevas especies nativas que puedan prosperar en jardines verticales”, agrega Leva. Esto incluye helechos nativos para áreas sombreadas y especies de la región pampeana que toleren condiciones más soleadas.

La construcción de un jardín vertical puede realizarse mediante dos métodos principales: el sistema hidropónico y el basado en sustratos.

¿Cuál es la diferencia? En el sistema hidropónico, las plantas crecen sin tierra, recibiendo nutrientes a través de una solución acuosa administrada por un sistema de riego automatizado. Este método es ideal para quienes desean un control preciso sobre el suministro de nutrientes y agua.

Por otro lado, el método basado en sustratos utiliza materiales como turba, compost y fibras vegetales para proporcionar soporte y nutrientes a las plantas. Este enfoque es más tradicional y puede ser más adecuado para quienes prefieren una solución menos técnica pero igualmente efectiva.

Ambos métodos requieren una estructura vertical que sostenga los paneles o contenedores, un sistema de riego eficiente, un sustrato adecuado y, por supuesto, las plantas seleccionadas. El mantenimiento es clave y no difiere demasiado del de un jardín tradicional: riego adecuado, fertilización, poda ocasional y control de plagas.

Mantener un jardín vertical no es tan diferente de cuidar cualquier otro jardín. Requiere atención regular para asegurar que las plantas estén saludables y el sistema de soporte funcione correctamente. Además de regar y fertilizar adecuadamente, es importante realizar podas periódicas para mantener la forma y la vitalidad de las plantas y un control de plagas.

“Los jardines verticales pueden instalarse tanto en interiores como en exteriores”, señala Stancanelli. Esto los convierte en opciones versátiles para hogares, edificios comerciales e institucionales. La elección de las plantas y los sistemas de riego debe adaptarse a las condiciones específicas de cada espacio, así como al presupuesto y diseño disponibles.

Los muros verdes no solo embellecen y refrescan los entornos urbanos, sino que también promueven un estilo de vida más sostenible y consciente. Son testigos de cómo la naturaleza puede integrarse armoniosamente en la vida moderna, ofreciendo beneficios tanto para el ambiente como para las personas que los disfrutan.

FUNETE: INTA