En un contexto donde la agricultura enfrenta desafíos cada vez más complejos debido al cambio climático, la salud del suelo se ha convertido en un aspecto crucial para asegurar la sostenibilidad y productividad de los sistemas agrícolas. La degradación del suelo no solo disminuye la productividad, sino que también contribuye a la liberación de carbono almacenado, exacerbando el problema climático. Es aquí donde los cultivos de servicio se presentan como una solución prometedora para restaurar y mantener la salud de este ecosistema.
Un reciente estudio llevado a cabo por investigadores del INTA Salta y el Conicet ha revelado los beneficios significativos de los cultivos de servicio, en particular de la vicia, en la mejora de suelos degradados.
La investigación destaca cómo la inclusión de estos cultivos puede incrementar la materia orgánica del suelo, mejorar su fertilidad y promover actividades microbianas beneficiosas, esenciales para la estructura y restauración del suelo.
Cultivos recuperadores
La degradación del suelo tiene múltiples consecuencias negativas. La pérdida de fertilidad reduce la capacidad de los agricultores para producir alimentos, lo que puede llevar a la inseguridad alimentaria. Además, los suelos degradados son más propensos a la erosión, lo que puede causar la pérdida de valiosas capas superficiales de suelo y llevar a la desertificación. La erosión del suelo también puede afectar la calidad del agua, ya que los sedimentos pueden transportar contaminantes hacia los cuerpos de agua.
La inclusión de cultivos de servicio son fundamentales para mejorar la estructura del suelo y proteger la biodiversidad agrícola. Al reducir la dependencia de un solo cultivo, los agricultores pueden mejorar la resiliencia de sus sistemas de producción frente a plagas, enfermedades y condiciones climáticas adversas.
Resultados prometedores
Los efectos a corto plazo de la inclusión de diferentes cultivos de servicio en la dinámica de agregación del suelo fueron reveladores: la vicia, (una leguminosa anual que crece durante el otoño e invierno y cumple con propósitos agrícolas como ganaderos) como cultivo de servicio, representó la mejor alternativa para mejorar la calidad y salud de suelos de monocultivo degradados. Su inclusión, junto a otros cultivos de cobertura (avena, melilotus, triticale y brachiaria) durante dos ciclos de crecimiento, arrojó resultados que entusiasman:
- Aumento de la estabilidad de los agregados del suelo: incrementan en un 43% la estabilidad de los agregados, lo que protege al suelo contra la erosión y mejora su estructura física.
- Mejora en la distribución de macro y microagregados: estos cultivos mejoran en un 28% la distribución y disposición espacial de los agregados del suelo, facilitando un entorno más saludable para los microorganismos.
- Promoción de actividades microbianas: la inclusión de los mencionados cultivos incrementa en un 30% las propiedades microbiológicas del suelo, como las funciones microbianas, esenciales para la descomposición de materia orgánica y la formación de agregados.
- Diversificación y reducción de dependencia: la diversidad de cultivos ayuda a reducir la dependencia de un solo cultivo, aumentando la resiliencia del sistema agrícola frente a plagas, enfermedades y condiciones climáticas adversas.
- Incremento de la materia orgánica y fertilidad del suelo: los cultivos de servicio, al descomponerse, aportan una cantidad significativa de materia orgánica al suelo, mejorando su fertilidad y capacidad para retener nutrientes y agua.
Carbono Orgánico: un aliado en peligro
Además de incrementar significativamente la estabilidad de los agregados del suelo, los cultivos de servicio contribuyeron a un aumento del 32% en las reservas de carbono orgánico, lo cual es crucial para mantener la fertilidad y mejorar el rendimiento de los cultivos principales.
¿Tan importante es el carbono orgánico? Muy: el secuestro de carbono mejora la estructura y fertilidad del suelo, aumentando su capacidad para retener humedad y nutrientes, y reduciendo la erosión. Además, ayuda a mitigar el cambio climático al capturar el CO2 atmosférico y almacenarlo en el suelo.
Según datos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), los suelos de la Argentina almacenan el 2 % de la reserva mundial de carbono. Esto significa que almacenan 13,3 mil millones de toneladas de carbono orgánico en los primeros 30 centímetros de profundidad. No hay dudas: nuestros suelos poseen un gran potencial para modificar el balance de CO2 del país y contribuir a la mitigación del cambio climático a escala global.
Pero la situación es compleja: a su vez, los suelos agrícolas argentinos operan sólo al 46% de su capacidad de secuestro de COS. Esto implica que, debido a prácticas agrícolas y otras influencias, el potencial de los suelos para absorber CO2 y almacenarlo como carbono orgánico se encuentra subutilizado o limitado.
Para un futuro productivo, debe haber un presente sustentable
La investigación del INTA Salta y el Conicet subraya la importancia de los cultivos de servicio en la agricultura moderna. La vicia, en particular, se ha destacado como una opción valiosa para restaurar suelos degradados, mejorar la estructura del suelo y aumentar las reservas de carbono orgánico.
Estos beneficios no solo mejoran la productividad agrícola, sino que también contribuyen a la mitigación del cambio climático, ofreciendo una solución sostenible para los desafíos actuales de la agricultura.
Fuente: Inta