Compartir un mate es un ritual social, un momento de conexión entre amigos, familiares y colegas; es una tradición, una costumbre arraigada y un símbolo de la cultura nacional. La yerba mate logra eso: una comunión argentina. Este valioso cultivo, presente en casi todos los hogares del país, requiere de un cuidado minucioso para garantizar su calidad y producción. Y se lo tenemos que dar.
En este contexto, la investigación en sustratos para plantines de yerba mate se vuelve crucial para mantener y mejorar estos estándares. Un equipo de la Estación Experimental Agropecuaria Cerro Azul de INTA ha puesto el foco en este aspecto, explorando formulaciones de sustratos que optimicen el crecimiento y desarrollo de los plantines.
La cuna del mate
No hay hogar en Argentina donde no se consuma esta infusión, ya sea en reuniones familiares, laborales o como una compañía en soledad. Según estadísticas, cada argentino consume un promedio de 6,4 kg de yerba mate al año, lo que resalta su importancia en la vida cotidiana.
Ahora, imaginemos el recorrido de un plantín de yerba mate. Todo comienza con una semilla que, al germinar, despliega sus primeros cotiledones. Estas diminutas hojas representan el origen de un largo viaje.
Lorena Alejandra Barbaro, investigadora del INTA Cerro Azul, destaca que los plantines de yerba mate inician su vida en los viveros a partir de esquejes, miniesquejes o semillas. Desde el momento en que la plántula despliega sus cotiledones hasta que cuenta con un máximo de cuatro hojas, se trasplanta a macetas, tubetes o bandejas alveoladas con sustrato.
A medida que crece, la plántula es trasplantada a un sustrato cuidadosamente formulado, donde recibe el cuidado necesario para fortalecerse. Bajo la sombra protectora del vivero, es regada y fertilizado hasta alcanzar el vigor suficiente para enfrentar el mundo exterior. Finalmente, tras varios meses de dedicación, está listo para ser llevado al campo.
Ahí arranca otra historia: el plantín de yerba mate se planta en el suelo, donde enfrentará las condiciones climáticas y del terreno. Durante este período, se adapta y desarrolla un sistema radicular más robusto. La planta continuará creciendo, desarrollando hojas más grandes y ramificaciones.
Este proceso puede llevar varios años, durante los cuales es esencial el manejo adecuado del suelo, el control de plagas y enfermedades, y la fertilización apropiada. Sólo después de este cuidado intensivo, las plantas de yerba mate estarán listas para la cosecha, con producción de hojas verdes y saludables que serán secadas y procesadas para convertirse en la infusión que tanto valoramos.
La fórmula del éxito: la Importancia de un buen sustrato
El sustrato es el material en el que se cultivan las plantas en viveros y su papel es fundamental. Actúa como anclaje para las raíces y debe proporcionar las condiciones físicas y químicas necesarias para un correcto desarrollo.
Para mejorar la calidad de los plantines, el equipo de INTA evaluó diferentes formulaciones de sustratos con el objetivo de encontrar las propiedades físicas óptimas que garanticen el suministro adecuado de agua, aire y nutrientes. “El sustrato debe estar formulado con uno o más componentes que proporcionen las propiedades químicas y físicas adecuadas”, explica Barbaro.
Entre las propiedades químicas más importantes se encuentran el pH y la conductividad eléctrica. Un pH ligeramente ácido, entre 5,3 y 6,5, asegura la disponibilidad de nutrientes, mientras que una baja conductividad eléctrica previene problemas de toxicidad por sales.
El sustrato más comúnmente utilizado en los viveros de yerba mate es el compost de corteza de pino, al que se le pueden añadir diferentes proporciones de turba de Sphagnum para mejorar la retención de agua. Alternativamente, la turba puede ser sustituida por fibra de coco u otros tipos de compost que ofrezcan propiedades similares.
Hallazgos Clave
Las conclusiones del estudio realizado por el INTA Cerro Azul proporcionan una guía precisa para la producción de plantines de yerba mate. Las propiedades físicas ideales del sustrato incluyen un espacio poroso total superior al 85%, una capacidad de retención de agua (CRA) igual o menor al 55%, una porosidad de aireación (PA) igual o superior al 35%, una relación CRA/PA de entre 1 a 1,6, un índice de grosor mayor o igual al 60% y una densidad aparente menor o igual a 200 kilos por metro cúbico.
Estos resultados permiten una mejor interpretación de los análisis de sustratos realizados en laboratorio, lo que facilita un manejo adecuado en el vivero en términos de riego y fertilización. En última instancia, esto se traduce en plantines de yerba mate de mayor calidad, listos para ser plantados en el campo y asegurar una producción óptima.
Un Símbolo Cultural y merece calidad
El cultivo de la yerba mate no solo es una costumbre nacional,es también una industria que sustenta a miles de familias en las provincias de Misiones y Corrientes.
Mantener la calidad de la yerba mate es esencial no solo para satisfacer la demanda de los consumidores, sino también para preservar una tradición agraria que es parte integral de la identidad argentina.
La investigación en sustratos, como la llevada a cabo por el INTA Cerro Azul, es un paso importante hacia este objetivo. Al garantizar las condiciones óptimas para el crecimiento de los plantines, se asegura una producción sostenible y de alta calidad, mientras se preserva así una tradición que nos une y nos representa.
FUENTE: Inta