Solución verde: los cultivos de cobertura le ganan la batalla a la erosión hídrica

Una estudio del INTA revela que estos cultivos pueden reducir en más de un 70% la pérdida de materia orgánica del suelo, mejorando la sustentabilidad y productividad agrícola

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Como la erosión es un proceso de superficie, las características físicas de la capa superficial del suelo son las que definirán las pérdidas totales de suelo y agua
Como la erosión es un proceso de superficie, las características físicas de la capa superficial del suelo son las que definirán las pérdidas totales de suelo y agua

En el sur de la provincia de Santa Fe, la erosión hídrica es una amenaza constante para los suelos agrícolas: arrastra valiosos nutrientes y materia orgánica esenciales para el crecimiento de los cultivos, reduciendo significativamente la calidad del suelo y, por ende, la productividad agrícola.

Una reciente investigación del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) ha revelado una estrategia efectiva para mitigar estos efectos: los cultivos de cobertura. Este enfoque no solo reduce significativamente la pérdida de suelo, sino que también contribuye a la sustentabilidad de los sistemas productivos.

La erosión hídrica: villana de los suelos

En este proceso las lluvias arrastran las partículas del suelo, llevándose nutrientes vitales y materia orgánica.

Este fenómeno afecta especialmente a las parcelas sin cultivos de cobertura, causando un impacto devastador para la productividad agrícola debido a la pérdida de suelo (la erosión reduce la capa arable del suelo, fundamental para el cultivo), pérdida de nutrientes (elementos esenciales como el nitrógeno y el fósforo son arrastrados junto con el suelo, disminuyendo la fertilidad y afectando el rendimiento de los cultivos) y a la disminución de la materia orgánica (crucial para mantener la estructura del suelo, mejorar su capacidad para retener agua y actuar como un reservorio de nutrientes; la erosión hídrica disminuye la cantidad de este recurso, debilitando la estructura del suelo y su capacidad productiva).

El suelo se pierde de acuerdo a la potencia que tiene la lluvia para erosionarlo y a su capacidad para soportar esa lluvia. Como la erosión es un proceso de superficie, las características físicas de la capa superficial del suelo son las que definirán las pérdidas totales de suelo y agua”, explica Julia Capurro, especialista en cultivos de cobertura del INTA.

La implementación de cultivos de cobertura es una estrategia clave para enfrentar los desafíos del cambio climático y la erosión hídrica
La implementación de cultivos de cobertura es una estrategia clave para enfrentar los desafíos del cambio climático y la erosión hídrica

Benditos cultivos de cobertura

Los cultivos de cobertura, (en este estudio se utilizó una mezcla de Vicia sativa y Avena sativa), desempeñan un papel crucial en la protección del suelo. Sus raíces anclan la tierra, reducen la formación de escurrimientos superficiales y, en consecuencia, disminuyen la pérdida de sedimentos y nutrientes. Además, la cubierta vegetal evita la formación de costras superficiales, facilitando la infiltración del agua de lluvia y mejorando la retención de agua en el suelo.

Los resultados del estudio del INTA son contundentes: en parcelas de soja sin cultivos de cobertura, las pérdidas de suelo alcanzaron los 1042 kilos por hectárea. En contraste, en parcelas con cultivos de cobertura, estas pérdidas se redujeron a 165 kilos por hectárea.

Esto se traduce en una reducción del 77 % en las pérdidas de materia orgánica, del 82 % en las pérdidas de nitrógeno total y del 58 % en las de fósforo extractable.

En la investigación, se observó que en un ambiente de media loma con una pendiente del 0,9%, las parcelas de soja sin cultivos de cobertura perdieron 71,17 kilos de materia orgánica por hectárea, mientras que las parcelas con cultivos de cobertura solo perdieron 16,6 kilos por hectárea.

Esta reducción significativa demuestra el impacto positivo de los cultivos de cobertura en la conservación de la materia orgánica del suelo.

Implementación y Resultados

La investigación del INTA aplicó una lluvia simulada de 60 mililitros por hora a los 30 días de la implantación de un cultivo de soja de primera, y los resultados fueron reveladores. En parcelas sin cultivos de cobertura, los escurrimientos superficiales comenzaron en promedio a los 8 minutos, mientras que en parcelas con cobertura vegetal, los escurrimientos se demoraron hasta los 35 minutos.

Esto demostró una mayor infiltración de agua en las parcelas con cultivos de cobertura, destacando la capacidad de estos para mejorar la retención de agua en el suelo.

Solución verde para el futuro de la agricultura

La implementación de cultivos de cobertura es una estrategia clave para enfrentar los desafíos del cambio climático y la erosión hídrica. En la actualidad, la agricultura se enfrenta a condiciones climáticas cada vez más impredecibles, con episodios de lluvias intensas y sequías prolongadas que afectan la productividad y la sustentabilidad de los sistemas agrícolas.

Julia Capurro concluye: “La incorporación de cultivos de cobertura en secuencias agrícolas de cultivos de verano permitiría disminuir significativamente esas pérdidas, apuntando a una mayor productividad de los cultivos y a la sustentabilidad de los sistemas productivos predominantes”.

No caben dudas: los cultivos de cobertura representan una solución eficaz y sostenible para combatir la erosión hídrica y sus efectos negativos en la agricultura. Al mejorar la retención de agua, aumentar la materia orgánica y proteger los nutrientes del suelo, aseguran la viabilidad y el éxito de la producción agrícola en un mundo cada vez más afectado por el cambio climático. La adopción generalizada de estas prácticas podría transformar la agricultura, promoviendo sistemas productivos más resilientes y sostenibles para las generaciones futuras.

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