La aparición del spiroplasma, enfermedad que transmite la chicharrita del maíz (Dalbulus maidis), y la perspectiva de la repetición del fenómeno La Niña, abrieron una nueva oportunidad para el cultivo de sorgo, que con tecnología y manejo pretende recuperar una producción que fue perdiendo terreno desde hace décadas en el país.
Un dato a considerar es que, en la campaña agrícola pasada, el rendimiento promedio fue de 3.000 kilos por hectárea, lo que representó un incremento del 60% en el marco de un escenario de estabilidad a lo largo de los últimos ciclos, incluidos los que fueron atravesados por la sequía.
El sorgo, coincidieron los especialistas, tiene un importante potencial por la creciente demanda de China, la incorporación de nuevas tecnologías y el cambio climático, entre otros factores como la presencia de la chicharrita, dado que este cultivo hace su aporte a través de la diversificación, que es una de las herramientas del productor frente a algunas adversidades.
En ese contexto, el analista de mercados y consultor agropecuario, Nicolás Udaquiola, señaló que, en el mundo, la producción de sorgo llega a 60 millones de toneladas, contra 1.200 millones de toneladas de maíz. Agregó que se trata de un mercado abastecido a nivel global “por dos grandes jugadores: Estados Unidos y Australia, con Argentina corriendo lejos en el tercer lugar. Mientras tanto, China es el gran demandante”.
Sin embargo, la disputa entre Estados Unidos y China por los aranceles “puede impactar en el mercado, ya que los chinos podrían comenzar a buscar orígenes alternativos”, como ocurrió con el maíz, y allí la Argentina puede encontrar un lugar, analizó Udaquiola. Y explicó que, en el país, el sorgo es “competitivo desde el punto de vista de los costos”, pero no lo es en términos de precios, sino “por su estabilidad de rendimientos”.
El analista subrayó que por ahora el sorgo se estabilizó en una superficie de 950.000 hectáreas, y ese es “un escenario base”, pero estimó que en poco tiempo podría alcanzar 1,35 millón de hectáreas.
“La meta de los 2 millones de hectáreas no es alcanzable para el año que viene, pero sí es muy probable en el mediano plazo”, dijo, y para eso deben cumplirse algunas condiciones, como que haya “mayor capacitación, para que el productor adopte los nuevos sorgos disponible, pero fundamentalmente exportando con la calidad que buscan nuestros compradores”.
Por su parte, el consultor en comercio internacional y exconsejero agrícola de la Embajada Argentina en China, Omar Odarda, destacó que Argentina llegó al mercado chino luego de varias idas y vueltas, hasta que en 2021/22 se colocaron allí 2 millones de toneladas. “Hoy -aseguró- estamos consolidados como el tercer exportador hacia China, luego de Estados Unidos y Australia”, y explicó que contribuyeron a eso dos situaciones externas: la guerra comercial entre las dos principales potencias mundiales y una sequía en territorio australiano.
El consultor detalló que China abrió el mercado para el sorgo forrajero, que se paga un menor precio, cuando en rigor el que tiene mayor contenido de tanino es mejor recibido por las destilerías para fabricar el tradicional licor chino, el “baijiu”.
Odarda apuntó que, si bien los precios FOB del sorgo son competitivos, los altos costos de flete y los derechos de exportación le quitan atractivo para el productor argentino.
De todos modos, el desafío es reducir esos costos, entre otras cosas, retrotrayendo una normativa del BCRA del año 2023, que fijó condiciones de pago para los proveedores de servicios marítimos; pero, además, comenzando a exportar maíz y “combinar cargas” que permitan reducir los precios de la logística. Y agregó que “tenemos que mentalizarnos que hay que cumplir los protocolos sanitarios con China, y allí toda la cadena es responsable”.
En tanto, el director de Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario, Julio Calzada, advirtió que “los 2 millones de hectáreas están cerca, aunque parezca una meta difícil de alcanzar”, y añadió que la presencia del país exportando el 85% de su producción “es un indicador de su potencial en los mercados externos, pero también un desafío puertas adentro, para seguir sumando valor agregado en origen, la nueva meta para los próximos años”.