El Recinto de Operaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) fue sede de la presentación del Banco Mundial denominada: “El sector agropecuario como motor de cambio”, en la cual se plantearon acciones y estrategias para impulsar “la competitividad, la inclusión y la resiliencia en Argentina”.
Durante la apertura de la jornada, el titular de la BCR, Miguel Simioni, resaltó la importancia de escuchar las voces de cada región para articular el trabajo entre el sector público y privado y superar los desafíos del sector.
Simioni, llamó a construir “un nuevo federalismo”, donde las voces de cada región sean escuchadas. “Debemos trabajar juntos para crear un entorno normativo estable y previsible, que fomente la inversión, la innovación y la adopción de tecnologías que impulsen la productividad y la sostenibilidad”, aseguró Simioni, quien se refirió al campo argentino como el motor de la economía y del desarrollo para el país.
El titular de la Bolsa también subrayó la necesidad de fortalecer la coordinación con los diferentes niveles de gobierno, y promover la colaboración público-privada “para asegurar que las políticas y programas que implementamos, sean efectivos y generen un impacto real en el territorio”.
En tanto, la directora País para Argentina, Paraguay y Uruguay del Banco Mundial, Marianne Fay, señaló que el reporte presentado por el organismo internacional contiene un análisis sobre el estado de situación de la actividad agroalimentaria en Argentina y sugiere opciones para superar los desafíos y mejorar la competitividad y sostenibilidad del sector.
“Los desafíos son importantes: cómo seguir impulsando la competitividad y, al mismo tiempo, proteger los recursos naturales; trabajar en la resiliencia de las comunidades y cómo alimentar a una población creciente”, señaló Fay.
“Creemos que las acciones y soluciones para avanzar en el desarrollo sostenible tiene que surgir de un dialogo del sector público, privado y de toda la sociedad”, añadió la directora del Banco Mundial.
Devolver la captura de renta
Por su parte, el secretario de Bioeconomía de la Nación, Fernando Vilella, ponderó la sostenibilidad en materia económica y ambiental del sector productor de alimentos en Argentina. “Lo vemos cuando analizamos la huella de carbono, algo que aún no terminamos de aprovechar y valorizar”, indicó el secretario.
Y reiteró lo expresado por el presidente Javier Milei la semana pasada en Armstrong durante una exposición agropecuaria: “Nuestro objetivo es devolverle la captura de renta a los productores. En la medida que se ordene la macroeconomía se van a eliminar las retenciones y el Impuesto País”.
Recuperar la sostenibilidad fiscal
A su turno, Diego Arias, Gerente de la Práctica de Agricultura y Alimentos para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, quien fue el responsable de la presentación, señaló que “el sector agroalimentario puede generar beneficios compartidos entre las provincias, los consumidores, los productores y el medio ambiente” y lograr “retomar su posición de liderazgo”, si se alcanza un “entorno normativo previsible y consensuado”.
Arias destacó los que el Banco Mundial considera ejes centrales para impulsar la recuperación, la seguridad alimentaria y la sustentabilidad en la Argentina:
- el apoyo a los productores familiares
- el desarrollo de un marco regulatorio para el sector, que le otorgue previsibilidad
- la innovación tecnológica
Los datos del informe muestran que el agro sigue siendo clave para motorizar el desarrollo y la inclusión, y -aunque crece en términos absolutos- ha perdido competitividad, siendo el único país líder del agro que decreció su participación en el mercado global.
Resiliencia climática
El análisis del Banco Mundial señala que en los últimos años disminuyó la inversión relativa en I+D del sector, que los productores agropecuarios y la producción de alimentos son hoy más vulnerables, por la dependencia de los recursos naturales y la falta de acciones para aumentar la resiliencia climática, especialmente en lo que refiere a las sequías.
Arias, explicó que no sólo se requiere “destrabar” o desactivar políticas públicas que impactaron al sector, sino que además es importante reenfocar las inversiones y crear consensos a futuro fomentando la colaboración público privada. Con esas reformas, el sector puede reencauzarse como un motor de desarrollo y liderazgo global.
Productividad y nuevas tecnologías
Las principales conclusiones del Informe indican que el sector agroalimentario es fundamental para la prosperidad, la reducción de la pobreza y el desarrollo sostenible de Argentina.
En 2021, las cadenas de valor agrícola y agroalimentaria representaron el 15,7% del producto interno bruto (PIB) total, el 10,6% de los ingresos tributarios, entre el 17% y el 24% del empleo en el sector privado, y el 61% de las exportaciones, lo que convirtió a la Argentina en el tercer exportador neto de alimentos del mundo.
El crecimiento de la productividad total de los factores en el sector agroalimentario ha superado el aumento general del PIB con un incremento del 3,7% anual desde 1973 debido a la adopción de nuevas tecnologías. Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por unidad de producción han disminuido, principalmente por la adopción generalizada de prácticas de siembra directa en la producción de cereales.
El ecosistema de innovación de Argentina ha desempeñado un papel clave en el apoyo al crecimiento de la productividad impulsado por la tecnología en el sector agroalimentario, lo que ha aumentado la eficiencia en el uso de los recursos.
El desafío ambiental
A pesar del potencial del país, los impactos climáticos que sufre la producción agroalimentaria tienen efectos en cadena para la economía en general. Por ejemplo, la sequía de 2023 acentuó la escasez de dólares en el país y generó más inflación a través del aumento de los precios de los alimentos. La disminución de las precipitaciones provocó una caída del 45% en la producción de los tres principales cultivos, una disminución del 40% en los ingresos por exportaciones de soja y pérdidas totales por USD20.000 millones, equivalentes al 3% del PIB. Las sequías de 2018 y 2009 se asociaron de manera similar con la depreciación del peso y la contracción del PIB.
Inversión y políticas públicas
Un sector agroalimentario resiliente es fundamental para el desempeño macro-fiscal de Argentina, señaló Arias al detallar el informe.
Las limitaciones relacionadas con el marco de políticas públicas, los patrones de desarrollo y las prácticas de producción insostenibles están creando desigualdades y limitando el crecimiento del sector. En la última década, las exportaciones agroalimentarias han caído un 1,3% anual, y la participación de Argentina en los mercados agroalimentarios internacionales disminuyó del 2,7% en 2011 al 2,2% en 2021. El apoyo que se brinda a los productores en el país es menor en comparación con el de sus competidores internacionales: alrededor del 20% de los ingresos agropecuarios brutos entre 2019-2021.
Algunas medidas, como las restricciones a las exportaciones y los impuestos a la exportación elevados y variables, afectan específicamente al sector agroalimentario. Otras políticas, como los tipos de cambio diferenciados, las restricciones a las importaciones y el impuesto a los ingresos brutos, repercuten en todas las áreas de la economía. Mientras tanto, el sector muestra un bajo nivel de inversión en bienes y servicios públicos, como la investigación, el fortalecimiento de las capacidades, la gestión de los recursos naturales y la infraestructura rural.
Hacia un sector agroalimentario competitivo, inclusivo y resiliente
El informe puntualiza que los patrones de crecimiento actuales han tenido consecuencias en la deforestación, las emisiones de GEI, la disponibilidad de agua, la salud del suelo, el desarrollo regional y la desigualdad de ingresos, lo que ha puesto en tela de juicio la sostenibilidad ambiental y social de los enfoques actuales.
Las políticas distorsivas han dañado especialmente a los pequeños productores de zonas más remotas, con márgenes más bajos de rentabilidad y un menor acceso a servicios. Dado que los gravámenes al sector ganadero de Argentina se ubican entre el 49% y el 57%, las ganancias de los productores de carne vacuna (principalmente de pequeña escala) se han visto duramente afectadas, lo que ha reducido su capacidad de inversión y los incentivos para mejorar las prácticas de producción.
El informe destaca que es “urgente recuperar la sostenibilidad fiscal en términos generales” en la Argentina, y en ese marco, se establece la necesidad de eliminar gradualmente los impuestos a las exportaciones, y modificar tributos actuales por otros menos distorsivos para incentivar la inversión en tecnología.
Entre 2001 y 2014, Argentina también perdió más del 12% de su superficie forestal, y los productores y el sector público no han invertido lo suficiente en la gestión de los recursos hídricos. Si no se implementan medidas de adaptación, los daños causados por las inundaciones podrían reducir el PIB en un 0,5% al año para 2060, y las sequías persistentes podrían provocar una disminución del PIB de un 4% anual para 2050.
Aproximadamente el 50% del consumo doméstico de alimentos es producido por las pequeñas unidades de agricultura familiar en todo el país. A pesar de la importancia de este segmento en el desarrollo territorial, la pobreza rural se mantiene elevada, en especial entre las comunidades indígenas. Con una nueva visión y un entorno normativo más adecuado, el sector agroalimentario puede consolidar su rol como generador de ingresos, empleos, seguridad alimentaria y resiliencia.
El estudio del Banco Mundial subraya que con un nuevo enfoque se podrían abordar tres esferas prioritarias:
- Competitividad agroalimentaria y rendimientos económicos
- Inclusión socioeconómica
- Resiliencia y sostenibilidad ambientales
El avance en estos tres frentes implica la adopción de reformas que aborden los apoyos distorsivos y negativos al sector; ofrezcan redes de seguridad para los consumidores nacionales de alimentos y los productores agropecuarios más vulnerables; mejoren el acceso al financiamiento para inversiones de mediano y largo plazo, y reduzcan la exposición a los riesgos climáticos y económicos que afectan al sector, con énfasis en los bienes públicos y en el impulso a la inversión privada.
“La mejora de la resiliencia en el sector agroalimentario allanará el camino hacia la recuperación económica”, aseguró Diego Arias.