La imagen que ilustra la función de los bosques es conocida: un inmenso pulmón verde que, día tras día, absorbe el dióxido de carbono del aire, contribuyendo silenciosamente a la lucha contra el cambio climático.
Este es el poderoso rol de los bosques nativos, cuya capacidad de almacenamiento de carbono ha sido recientemente cuantificada en un estudio monumental. Un equipo de investigación internacional, que involucró a más de 200 instituciones de ciencia y tecnología de 45 países, reveló que estos bosques almacenan actualmente 328 gigatoneladas de carbono.
Un estudio global para medir el carbono forestal
“El objetivo del estudio fue evaluar cuánto carbono pueden almacenar los bosques en todo el mundo y cómo ha sido afectado por las actividades humanas”, explica Pablo Peri, coordinador del Programa Nacional Forestal del INTA y participante del estudio.
Publicado en la prestigiosa revista Nature, su realización fue una hazaña científica que abarca la recopilación de datos de más de 1.188.771 parcelas forestales en todo el mundo. “El INTA aportó información a través de parcelas permanentes en bosques de lenga y ñire de la Red ‘Parcelas de Ecología y Biodiversidad de ambientes naturales en Patagonia Austral’ (PEBANPA)”, afirmó el especialista.
¿Qué se analizó? Los investigadores midieron diversas variables de los árboles: diámetro, densidad y biomasa, utilizando modelos avanzados que combinan estas mediciones con datos climáticos, de suelo, topografía, cobertura forestal y perturbaciones humanas.
Más bosque, más calidad de vida
Los bosques, que representan entre el 80 % y el 90 % de la biomasa vegetal mundial, desempeñan un papel crucial en la mitigación y adaptación al cambio climático.
Funcionan como sumideros de carbono, absorbiendo grandes cantidades de dióxido de carbono y almacenándolo en su biomasa. Esta capacidad de captura de carbono es esencial para reducir la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, lo que ayuda a frenar el calentamiento global cuyas consecuencias están causando estragos en todo el planeta.
La necesidad por restaurar y conservar los bosques es crucial: la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación determinó que el mundo perdió 178 millones de hectáreas de bosque entre 1990 y 2020. La mayoría de esta destrucción ha ocurrido en regiones tropicales, donde los bosques son más densos y, por ende, tienen una mayor capacidad de capturar y almacenar carbono.
32 millones de Torres Eiffel
El resultado del estudio es sorprendente: se estimó que el almacenamiento actual de carbono forestal es de 328 gigatoneladas (Gt).
Repasemos: una gigatonelada (Gt) equivale a 1.000 millones de toneladas. Una tonelada son 1.000 kilos.
Para poder visualizarlo mejor, se calcula que 328 gigatoneladas equivalen al peso de aproximadamente 32.475.247 Torres Eiffel, 898.630 Empire State Buildings, 65.6 mil millones de elefantes o 218.7 mil millones autos.
Todo eso almacenan nuestros queridos bosques nativos.
“Este valor es menor que el potencial natural total que podrían tener los bosques -destacó Peri- . Se estima, además, que todos los animales del mundo pesan aproximadamente 4 gigatoneladas (Gt), mientras que todo el plástico del mundo equivale a 8 Gt”.
Resultados según la región
El estudio destaca que el 61 % del carbono almacenado en los bosques se encuentra en áreas donde la gestión y conservación sostenibles pueden promover una mayor captura de carbono.
El 39 % restante se halla en sectores donde los bosques han sido eliminados o fragmentados. Del total del potencial de almacenamiento de carbono en los bosques, 123 gigatoneladas corresponden a regiones tropicales, 55 gigatoneladas a regiones templadas, 14 gigatoneladas a regiones boreales y 25 gigatoneladas a regiones secas.
Los resultados de este estudio sobre la capacidad de los bosques nativos para almacenar carbono subraya la importancia de proteger y restaurar estos ecosistemas vitales que no, solo pueden aumentar significativamente la cantidad de carbono capturado, sino que también protegen proporcionan hábitats vitales para innumerables especies de plantas y animales, juegan un papel fundamental en la regulación del ciclo del agua -evitando la erosión del suelo y reduciendo el riesgo de desastres naturales como inundaciones y deslizamientos de tierra-.
Es urgente cuidar y recuperar estos tesoros naturales para asegurar un futuro sustentable.
FUENTE: INTA