Las condiciones climáticas, el desconocimiento de la plaga en zonas templadas, la falta de monitoreo, así como de tareas de prevención y de fitosanitarios apropiados fueron la génesis de la tormenta perfecta que provocó el Dalbulus maidis, más conocido como chicharrita, y le permitió avanzar masiva y cómodamente sobre las hectáreas maiceras, llevándose más de 13 millones de toneladas en la campaña 2023/24.
Pero ninguna de esas condiciones favorecería al insecto para el ciclo agrícola 2024/25: ni el clima, ni lo que se ha aprendido este año, a partir de la construcción de una estrategia colectiva para controlar el spiroplasma en el cultivo de maíz. Tal fue el corolario de uno de los paneles del Congreso Maizar 2024, que apelaba a liberar el talento colectivo del agro frente a la adversidad.
La génesis
En ese marco, y para poder entender y dimensionar cómo se expandió la plaga, Laura Carabaca, asesora del CREA San Patricio, describió cómo comenzó en el NOA. Señaló que el Dalbulus se presentaba más que nada al final del ciclo de cultivo del maíz, y se lo veía en cultivos de invierno como el trigo, el centeno, el rabanito, la colza, o los cultivos de servicio. Sin embargo, en la campaña 2022/2023, explicó “se lo empezó a ver en algunos casos aislados en zona sur, de maíces semilleros, y en zona norte”.
“Como región CREA del NOA, firmamos un convenio de trabajo con la Estación Experimental Obispo Colombres, para hacer seguimiento poblacional y algunas pautas de manejo. Veíamos la plaga, la conocíamos y estábamos medianamente preparados, pero nunca nos imaginamos que iba a llegar a tal magnitud”, agregó. Y remarcó que es muy importante no solo la población, sino su nivel de infectividad.
Carabaca detalló que, en el sur del NOA, la enfermedad comenzó a aparecer con importancia a partir de V2, con síntomas severos a partir de estado vegetativo. Explicó que hubo lotes perdidos en prefloración y cultivos cosechados con productividades muy por debajo de los rendimientos de indiferencia. “Hoy es una zona muy complicada, donde los productores seguramente no quieren hacer maíz la próxima campaña”, dijo.
Un año de aprendizaje
La experta destacó que “el maíz en el NOA es muy importante para el sistema porque aporta salud al suelo, cobertura; además, el maíz se rota con soja y con poroto y da estabilidad en el rendimiento, porque de algún modo funciona como un amortiguador de los baches hídricos durante el desarrollo de los cultivos de verano y de las altas temperaturas. Necesitamos el maíz en el sistema”, enfatizó
Hacia el este de la región, contó la experta, “los maíces venían bárbaros. La población de chicharrita recién empezó a crecer a fines de febrero. En una semana, con altas temperaturas, los maíces más susceptibles quedaron en el piso. Los síntomas severos empezaron a crecer a partir de R3. Esperábamos 8.000 kg/ha y fue una desilusión”, dijo. “Cuando las trampas empezaron a indicar una alta población ya habíamos superado V8 o V10, y no hicimos nada. Si los niveles poblacionales son altos, sí hay que hacer”, explicó.
Más allá de las consecuencias negativas, la asesora CREA admitió que fue un año de aprendizaje, “y lo más importante es que no tenemos sólo una herramienta para poder salir de esta situación. En nuestra zona, es muy importante hacer un vacío sanitario, además de eliminar las plantas guachas, porque estamos con un nivel de población muy alto. Necesitamos hacerlo para después comenzar a trabajar con otras herramientas y tener éxito”, concluyó.
El clima, un factor condicionante
Por su parte, desde las empresas semilleras destacaron que el clima en 2023 fue anómalo, considerado el año más caliente desde 1961, por lo que el invierno no tuvo las características propias de ese período del año y en el que debería haber controlado la población. Y a ello se le sumaron vientos del norte, que favorecieron la migración de la chicharrita hacia el sur de la zona subtropical. En se sentido, coincidieron en que este año, el primer trimestre de invierno va a ser mucho más frío que el de 2023.
Los especialistas destacaron el armado de un monitoreo a nivel nacional desde las instituciones públicas y privadas para entender la dinámica del sistema, y enumeraron las principales recomendaciones de buenas prácticas para el manejo del complejo, a las que arribaron por consenso a partir de todo lo aprendido.
Recomendaciones de manejo
En todos los casos, recomendaron la regionalización: por ejemplo, en Balcarce, el control del “maíz guacho” debería ser a la salida de la primavera; pero más al norte, donde la frecuencia de heladas deja de ser el control primario durante el invierno, debería haber más compromiso en el manejo de voluntarias, que es una de las grandes llaves para destrabar este problema, explicaron.
Para lotes en barbecho:
- enfocarse en la eliminación de todo el maíz guacho (o triguero, o voluntario) para que el Dalbulus no se pueda alimentar
- mantenerlos libre de cualquier maleza
- monitorear y, en caso de encontrar presencia en maíz guacho, aplicar los productos que se aprobaron para su control, siempre contactando al agrónomo de referencia
Para la siembra:
- uso de semilla certificada
- se está trabajando en el registro de insecticidas en el tratamiento de semillas, y ya hubo aprobaciones
- se están planificando estrategias de tratamiento doble en las semillas para asegurar el periodo de emergencia
- reducir la ventana de siembra al máximo, hablarlo en los consorcios de productores para sembrar lo más cercano posible
Durante el cultivo:
- en estado vegetativo se debe monitorear la presencia del vector
- trabajar con un umbral de control y, ante su presencia, rotar principios activos, para evitar la resistencia
Para los técnicos:
- es fundamental la calidad de la aplicación, además del uso adecuado de dosis
Para la postcosecha:
- aplicar herbicidas residuales, para evitar el maíz voluntario
- rotar los cultivos evitando siembras sucesivas de gramíneas
Los expertos concluyeron en que la chicharrita “nos está obligando a ponernos de acuerdo, a generar información, a trabajar en conjunto para mitigar los riesgos” y a abordar todos los aspectos: genética, curasemillas, insecticidas, nutrición, vacío sanitario. Y concordaron en que la solución no depende en particular de ninguno de ellos.