La colza es uno de los cultivos considerados “bioenergéticos”. A nivel global, en volumen de producción ocupa el segundo lugar, y se utiliza tanto para consumo humano (a través de aceites, harinas y pellets), como para alimentación animal así como también para producción de biocombustibles.
En ese marco, y en función del potencial que la Argentina tiene para el crecimiento de este cultivo, el INTA y la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) firmaron un convenio en el que destacan que “esta cadena muestra enormes potencialidades para crecer en la Argentina y uno de principales desafíos que transita esta cadena para su expansión es la necesidad de profundizar el desarrollo de tecnología de insumos y procesos”.
Qué prevé el acuerdo
- Establecer las Principales Zonas Agroecológicas en nuestro país para el cultivo de colza y su potencial
- Evaluar cultivares disponibles en el país para cada zona y época de cultivo. Limitantes y objetivos de mejora genética
- Determinar las prácticas de manejo más adecuadas a las principales zonas agroecológicas (como por ejemplo, las fechas de siembra óptimas según ciclo, las densidades óptimas, fechas y dosis de fertilizantes, manejo fitosanitario adecuado, cosecha, almacenamiento, etc.)
- Evaluar su uso como cultivo de cobertura (mediciones carbono en suelo, fijación de nutrientes, capacidad hídrica, etc.) que permitan determinar también la capacidad del cultivo de colza como cultivo de cobertura
En base a ésto, informan desde Ciara, “se podrán establecer planes de extensión específicos para el desarrollo de mejora genética, difusión de prácticas de manejo más adecuadas a cada zona, desarrollo de tecnologías de laboreo, aplicación de fertilizantes y fitosanitarios”, entre otros.
Potencial
En el marco del convenio, que busca impulsar el desarrollo de este cultivo, desde Ciara informaron que en 2022 el mercado mundial de biodiesel fue de 46,7 millones de toneladas, mientras que en la última década, se duplicó su producción.
Gustavo Idígoras, presidente de Ciara, consideró que “los cultivos bioenergéticos son el futuro de la agroindustria. Hay que alimentar a todas las aeronaves y barcos del mundo con bioenergías sustentables”.
Las previsiones indican que el consumo de biocombustibles para aviación traerá un aumento de la demanda de materias primas sustentables para su elaboración.
Al respecto, Idígoras señaló que “colza, carinata y camelina representan oportunidades para productores, para la nutrición de suelos, para combatir el cambio climático y para ser proveedores sustentables. Si no recorremos este camino, seremos un país dependiente de importaciones”.
Tecnología disponible
Hoy, la tecnología más difundida a nivel mundial para la producción de Biocombustible Sustentable de Aviación (HEFA) se genera a partir del uso de aceites vegetales, con un proceso de hidrotratado, ligado a la producción de diesel renovable (HVO), explican desde Ciara.
En 2022, la producción mundial de biodiesel renovable fue de 10 millones de toneladas, con una participación del 20% en el total de biodiésel. Se espera que en 2024 este porcentaje aumente hasta el 25%.
El convenio rubricado con el INTA permitirá una serie de beneficios para comenzar a expandir la superficie de esta oleaginosa en nuestro país. De esta manera, se podrán establecer planes de extensión específicos para el desarrollo de mejora genética, difusión de prácticas de manejo más adecuadas a cada zona, desarrollo de tecnologías de laboreo, aplicación de fertilizantes y fitosanitarios, entre otros.
Tolerante a la inundación
En otro orden, se conoció un estudio desarrollado por la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) en la Región Pampeana, que comparó cultivos extensivos invernales y señaló que el trigo es el que más toleró el anegamiento temprano y tardío; y la arveja, el que más los sufrió. La cebada y la colza, se ubicaron en el medio.
Las lluvias intensas e impredecibles van a ser cada vez más frecuentes en el contexto de cambio climático, detalla el informe. Y agrega que cuando ocurren en zonas con suelos de poca pendiente o infiltración, producen inundaciones que dañan los cultivos y producen grandes pérdidas económicas.
Rocío Ploschuk, egresada de la Escuela para Graduados de la FAUBA, explicó que analizaron “qué pasaba con trigo, cebada, colza y arveja cuando se inundaban en etapas vegetativas y reproductivas. Los ensayos duraron dos años y los hicimos en contenedores de 1 metro cúbico en la Región Pampeana”, agregó. ¿Sobreviven, se recuperan, cuánto rinden? El principal resultado fue un ranking de tolerancia.
“El trigo fue el que más toleró el anegamiento temprano y tardío. Después, cebada y colza toleraron mucho más el temprano que el tardío. Por último, la arveja fue el más sensible, no se pudo recuperar ni del anegamiento temprano ni del tardío”, resaltó Ploschuk a partir de un trabajo publicado en la revista científica Agronomy Journal.