Trigo: ideas para pensar el cultivo

Ciertos conceptos vinculados con la fisiología del cereal tienen íntima vinculación con los resultados finales que se obtendrán de él. La importancia del agua a la siembra y la elección de la variedad

La distribución de lluvias provoca un impacto muy grande en la generación de rendimientos en trigo (Revista Chacra)

La campaña de fina entra en la recta final. En principio interesa la recarga de perfiles en otoño y las lluvias de septiembre/octubre. La distribución de precipitaciones tiene un impacto muy grande en la generación de rendimiento en trigo.

Cuando el trigo emerge se fija uno de los componentes del rendimiento, concretamente las plantas por metro cuadrado. No es tan importante como en otros cultivos porque esta gramínea tiene gran capacidad de compensación, que se va a expresar plenamente si cuenta con agua y nutrientes en la proporción adecuada.

Se sabe, el trigo genera macollos hasta el momento en que comienza a encañar. A partir de ahí empieza a crecer la vaina de la ultima hoja. La aparición de la espiga marca el comienzo de la espigazón y a partir de ahí se determina cuantos granos va a generar el cultivo. “Lo que resta es el llenado de los granos originados y la acumulación de fotoasimilados”, define la Dra. Fernanda González, investigadora de la EEA INTA Pergamino.

Avanzado el ciclo, primero vira al amarillo el pedúnculo y luego la espiga. Es la madurez fisiológica; indica que ya está definido el rinde. Solo resta que el cultivo se seque para empezar a cosechar, pasando de 36-40% de humedad a no más del 16%.

Puntos críticos

¿Claves? A partir de la cuarta hoja va a aparecer el primer macollo. Si cuenta con agua y nitrógeno el trigo tiene la capacidad de generar muchos macollos. “En el inicio de la encañazón es importante detectar que se trate del tallo verdadero, porque a partir de este momento la aplicación de algunos herbicidas queda limitada e incluso desaconsejada. Ese tallo empieza a demandar muchos fotoasimilados y comienzan a morir varios de los macollos que se han generado, en especial los últimos en aparecer”.

Ya en espigazón podemos contar cuantas espigas por metro cuadrado tenemos. Deberíamos tratar de llegar a entre 500 y 600 espigas para aspirar a un buen rendimiento Hacia el último tercio de la encañazón empieza a crecer la espiga, lo que determinará cuántos granos contendrá cada una.

Recuerde que cuando se ven las anteras afuera, la fecundación ya ocurrió. Cada flor fecundada tiene 90% de probabilidades de generar un grano. El cultivo de trigo diferencia 10 o 12 flores, y de esas flores en condiciones normales se pierde el 50%. Si a eso le sumamos algún contratiempo climático nos estaremos quedando con el 30% de las flores, lo cual reducirá el número de granos por espiga.

Importa sembrar temprano, ya que aumenta la probabilidad de rindes más altos (REUTERS/Vincent Kessler)

Todo esto está ocurriendo durante lo que se conoce como periodo crítico del cultivo. Es muy importante la definición de cantidad de flores por espiga. Diez días después de la antesis se estarían fijando los granos por espiga. Tenga en cuenta que si el número de granos es bajo, el peso no podrá compensarlo.

El periodo crítico discurre entre la aparición de la hoja bandera-1 hasta 10 días después de la antesis. Nos interesa que en ese momento el cultivo crezca lo máximo posible. “Luego, entre grano lechoso y pastoso se da un periodo importante para el llenado de granos; es clave sostener el flujo de agua que migra hacia ellos, relevante para asegurar este proceso.

“En función de las condiciones ambientales en general y dentro del periodo crítico en particular vamos a tener distintos niveles de rendimiento. Por un lado el rinde potencial (sin ninguna limitante, definido por alta radiación, temperaturas frescas y alta genética). Luego corresponde citar el rendimiento alcanzable, que está mayormente limitado por la disponibilidad de agua, siempre que tenga nutrientes y buen control de malezas”.

En función de todo lo indicado, importa sembrar temprano, ya que aumenta la probabilidad de rindes más altos. También interesa que la vaina embuchada coincida con la última helada. Habrá que manejar con cuidado el tema, depende del riesgo de helada que cada uno quiera asumir. Una siembra tardía reduce el techo de rindes, ya que estamos ubicando el llenado de granos en diciembre. Con temperaturas más altas los granos van a pesar menos.

Agua bendita

Respecto de la sensibilidad del trigo al estrés hídrico, si no tenemos agua en el perfil no es concebible sembrar. Eso nos está diciendo que los periodos de siembra y emergencia son vulnerables a una deficiencia de este tipo. Luego, durante el macollaje, esa sensibilidad baja, para volver a crecer notablemente en el periodo crítico. “Tenemos que tratar de llegar a este periodo con máxima intercepción de radiación, es decir no se debe ver el entresurco”.

Para nuestro país la segunda quincena de septiembre y la primera de octubre son clave. Y si se da un noviembre fresco se cierra con un buen llenado un proceso exitoso. Por eso, si se ha fertilizado y empieza a llover se puede hacer un refuerzo aplicando nitrógeno (N) para que el lote pueda entrar a ese periodo crítico con buena área foliar”.

Queda claro que no da lo mismo un estrés hídrico en un momento u otro. Además interesa la duración de ese proceso. Conviene recordar que si no hay agua suficiente el trigo no podrá utilizar el N que aportemos. Este nutriente hace que las hojas se expandan y puedan capturar más radiación.

También puede haber condiciones de estrés térmico que perjudiquen al cultivo, especialmente sensible en el periodo crítico. Se refiere a varias horas con registros por arriba de 30ºC; el polen y las flores son muy vulnerables. Si la temperatura media en el periodo crítico o en el llenado de granos es alta pero sin llegar a un estrés térmico, eso hace que estas etapas se acorten y anticipen. Con un octubre y noviembre fresco se potencia el rendimiento, de allí las ventajas del sur de Buenos Aires.

Una siembra tardía reduce el techo de rindes (Revista Chacra)

Buenos consejos

Se habla de un año Niña. En escenarios similares a este la recomendación desde la EEA INTA Marcos Juárez ha sido medir y conocer la cantidad de agua almacenada en el perfil de suelo y la profundidad y calidad de la capa freática, para diseñar pautas de manejo que optimicen su uso en los sistemas de producción.

Analizar el agua útil es clave, porque determina el piso del rendimiento del cultivo. Por otro lado, en un escenario de lluvias acotadas interesa incorporar el fertilizante nitrogenado lo antes que se pueda, especulando con un refuerzo si aparece el agua en el momento justo del ciclo. Entre uno y otro sellan la suerte de los rendimientos. Si nos toca un julio-agosto llovedor y hay nitrógeno para el cultivo los resultados pueden ser buenos.

Desde el INTA aseguran que una correcta selección de la variedad y su fecha de siembra, sumada a una adecuada fertilización hacen a una correcta estrategia que ayudará a mejorar los resultados del cultivo. La cuestión pasa por escoger un cultivar de trigo y su fecha de siembra para cada ambiente, y discutir asimismo sobre la calidad que se desea producir.

El momento de espigazón-antesis del trigo debería ocurrir inmediatamente después de la última helada meteorológica en cada región. Esto tiene que ver con la necesidad de posicionar el período crítico del cultivo a temperaturas lo más frescas posibles en ausencia de heladas importantes, y el llenado de los granos con temperaturas no tan altas. Pero además, la fecha de espigazón-antesis, marcas térmicas mediante, influye sobre la oportunidad de cosecha del trigo y la siembra de soja de segunda, pudiendo modificar el resultado del doble cultivo.