Brian Sarmiento: “Me sacaron hasta las millas de los viajes”

Brian Sarmiento es un exfutbolista que se desempeñaba como mediocampista ofensivo. Comenzó su carrera en el club Bartolomé Mitre de la Liga Rosarina de Fútbol y se formó en las inferiores de Estudiantes de La Plata hasta su controvertido paso al fútbol europeo.

Por malas decisiones de su representante, abandonó Estudiantes por patria potestad con la promesas de un contrato de 9 años con el Racing de Santander de España, razón por la cual no le permitieron participar de la selección argentina sub-17 que jugó el campeonato sudamericano en 2007. La patria potestad es una herramienta legal mediante la cual los padres o responsables legales de un jugador pueden romper la unión de un futbolista con un club.

En Europa jugó en clubes como Xerez, Girona y Salamanca antes de regresar a Argentina en 2011 para sumarse a Racing, Arsenal y All Boys. En Sudamérica, Sarmiento vivió uno de sus mejores momentos en Banfield, donde se destacó en la Primera División y clasificó a la Copa Libertadores 2018.

Posteriormente, pasó por clubes de Perú, Grecia, y Bolivia, mostrando su talento en equipos como Real Garcilaso y Club Aurora. Finalmente, en 2023, tras jugar en el Club Atlético San Miguel, se retiró oficialmente del fútbol profesional y se unió al equipo sénior de Independiente, donde sigue activo en competencias.

Además de su carrera futbolística, es conocido por su carisma y presencia mediática. Popularizó la frase “Tamo’ Activo” y participó en el Bailando por un Sueño 2017, luego concursó en 2023 y este año se sumó al panel del programa deportivo Súperfútbol de TyC Sports, consolidando su faceta como figura pública. Además, tiene una banda de música A Toda Máquina con la que realiza shows privados, giras y se presentan en festivales.

Leo: — Te retiraste oficialmente hace pocos tiempo.

Brian: — Sí, hace un año y medio estoy alejado de las canchas. Casi ni miro fútbol, pero a veces juego unos partidos en Senior en Independiente.

Leo: — ¿Tenés 34 años?

Brian: — Sí.

Leo: — ¿No te dolió retirarte joven? ¿Podrías volver a jugar?

Brian: — Si quiero puedo porque soy joven y mi físico no cambia. Si me pongo a entrenar, enseguida agarro el ritmo. Pero la verdad que lo que me dolió fue el transcurso en el que decidí dejar el fútbol, que fueron tres años más o menos.

Leo: — ¿Qué te dolió?

Brian: — Que me dediqué toda la vida a un deporte que cuando llegás a un cierto nivel ya no piensan más en la persona o en lo que vos creías desde chico cuando te impulsaba la ilusión a jugar. Pasas a ser un número y si no metés goles o no jugás, no entrenás, no servís. Cuando me di cuenta de todo eso, y que desde los 8 años que me dedico al fútbol, dije: “Me tengo que apartar porque esto no vale la pena”.

Leo: — ¿Qué fue lo que más te dolió de tus años como profesional?

Brian: — Que para los dirigentes, para los hinchas y hasta para muchos amigos o familiares sos bueno hasta que tenés una lesión. Sos un producto que si no das el rendimiento que desean, no vales nada. Eso me dolió un montón y después todos los negocios que hay atrás...

Leo: — ¿Vos sabías que el fútbol era así?

Brian: — A mí me gusta decir estas cosas porque hay chicos que quieren ser futbolistas, pero nadie te dice las cosas malas que te van a pasar y son muy malas. Te dicen: “Vas a llegar a Primera, vas a tener un montón de guita”. Pero no te preparan para enfrentar cuando erras un penal en el último minuto y te putean toda la semana. Querés ir a comer a un restaurante y te cruzan los hinchas y te quieren moler a palos. No te dicen nada de eso. Te muestran lo bueno: que podés tener plata, fama, mujeres, un country, un BM, pero para llegar a eso ¿sabés la mierda que tenés que comer? Es muy grande.

Leo: — Y te pasaron las dos cosas.

Brian: — Sí, todas. Cuando llegó la mala, me hizo entrar en un estado que no conocía. Después me di cuenta que era depresión. La pasé muy mal y ahí decidí agarrar una mochila e irme, retirarme del fútbol en mi mejor momento.

Leo: — ¿Cómo llegas a esa decisión?

Brian: — Me rompo el tobillo y de las 50 personas que tenía atrás, que estaban con la vaca que daba leche, cuando la vaca se cansó o no pudo largar más leche, de esas 50 personas quedaron dos.

Leo: — Lo que le pasa a muchos: los amigos del campeón.

Brian: — Ahí me cayó la ficha de que el futbolista es aprovechado por todos, por todo el ambiente, hasta por la familia. No quiero decir en mi caso puntual porque mis hermanos, mi viejo y mi vieja, siempre estuvieron. Pero sí pasa con ciertos familiares, amigos e incluso las parejas que uno elige.

Leo: — ¿Gastaste más en los otros que en vos?

Brian: — Totalmente. Toda, toda la guía.

Leo: — ¿No quedó nada?

Brian: — Nada.

Leo: — Pero ahora podés hacer plata con la música.

Brian: — A mi hay veces que me gusta ir al fondo para salir con más fuerza. No me gusta estar cómodo. Yo con lo que tengo estoy muy cómodo y por suerte puedo vivir bien. Al irme de Newell’s a México me di cuenta que la burbuja en la que te meten siendo futbolista no vale nada, no es la realidad de la vida. Yo al tener un plato de comida, una ducha caliente y un lugar donde vivir, no necesito más. No necesito lujos y eso lo aprendí de grande. Ahora soy muy feliz con poco.

Leo: — Nadie te enseña a ser futbolista famoso, manejar dinero y tomar decisiones cuando tenés 20 años.

Brian: — No y aparte de que nadie te enseña, no les conviene. Por eso cuando hablo con los chicos les digo que aprendan de números, a saber leer contratos y que hagan cursos porque cuando vos te dedicas al fútbol no tenés tiempo de estudiar, pero así te informás. El contrato mío en España era como en las películas, lo firmé en un bar.

Leo: — Ni lo leíste.

Brian: — Mi viejo me dijo: “Firmá acá” y él también firmó. Cuando se cobraron los 2 millones y medio de euros en 2006, que plata de ahora serían como 20 palos, lo que firmamos era que alguien tenía el poder de cobrar los cheques y a mi viejo no le dieron un mango.

Leo: — ¿Un mánager?

Brian: — Sí. Me sacaron hasta las millas de los viajes. Se pasaban ellos las millas de mis viajes. Es una locura, pero es hermoso a la vez. Es bueno que viví todo eso porque ahora apenas me saludan, ya sé por qué lado quieren salir.

Leo: — Aprendiste a los golpes.

Brian: — Sí.

Leo: — ¿Odias el fútbol hoy después de todo esto que viviste?

Brian: — ¡No! Es lo más lindo que hay y te forma como persona, los códigos que te enseña…

Leo: — La cancha es una cosa y lo que desencanta es lo que rodea al negocio, pero la magia de la pelota sigue intacta.

Brian: — Sí, el vestuario, los entrenamientos, la vida sana que te hace llevar todo el tiempo. Eso es lo más lindo que hay. Saca un montón de chicos de la calle.

Leo: — ¿Qué cosas sí disfrutaste del fútbol profesional?

Brian: — Yo me fui de Banfield a Newell’s y me llegó una oferta de Boca y de España para irme otra vez a Europa. Era muy buena guita, pero yo me fui a Newell’s por el corazón. No había un peso, el club estaba quebrado y he dejado muchas cosas por ir a cumplir un sueño, con el corazón y con amor.

Leo: — ¿No te arrepentís de haber dejado mucho dinero en el camino?

Brian: — No. Todo lo que yo viví al firmar el contrato con Newell’s, al ver a mi viejo y a mi vieja en el primer partido contra Chacarita cuando meto el gol, no tiene comparación con todo lo malo que pude haber vivido o lo que describo del fútbol. Describí una parte que es la más desconocida, pero tiene cosas muy bellas que me llenan el corazón. Yo jugué con la 10 de Newell’s y para mí es todo eso.

Leo: — Cuando sufriste “las malas” dentro del fútbol, ¿lo charlaste con compañeros?

Brian: — No. En el fútbol no podés mostrar debilidad. Eso es lo triste y lo que hay que cambiar.

Leo: — ¿No podías compartirlo con amigos dentro del equipo?

Brian: — No, ni a tu compañero ni al técnico ni al dirigente porque dicen: “Este está mal, no juega”. Encima que estás mal, no te ponen y eso es peor. Con tu círculo no podés hablar nada, tenés que estar siempre perfecto y no es así.

Leo: — ¿Hiciste terapia?

Brian: — Sí, empecé a ir al psicólogo en ese momento. Me dijo: “Fijate qué querés hacer de tu vida. No podés seguir así”. Agarré una mochila y me fui a ver a Los Ángeles Azules a Cancún y cuando estaba ahí me encontré con argentinos que me dijeron que iban a viajar y me enganché con ellos. Fuimos recorriendo toda la zona.

Leo: — ¿Estabas en actividad?

Brian: — Sí, yo estaba en Newell’s y rescindí el contrato. Estuve un año en México viviendo ahí. Paraba en hostels, hacía empanadas y las vendía. Tenía la tarjeta black igual, pero no la quería usar (risas). No quería usar la plata que había ganado con todo eso que me había hecho mal. No quería saber nada. Lo tenía como una emergencia, pero quería vivir el día a día.

Leo: — ¿Fuiste feliz en esa búsqueda?

Brian: — Sí. Ya no tenía dolor de tobillo, dormía super relajado. Yo seguía entrenando y hacía spinning, me mantenía espectacular. Habíamos hecho una bandita de música, tocábamos en los hostels. Un busca (risas). Hasta que un día yo corría en una pista de atletismo y en el medio había una cancha. Estaban jugando y me quedé mirando la pelota y dije: “¡No! Volvió”. Volvió la ex que te mueve el piso (risas). Ahí llamé a mi representante Carlitos Granero, que fue el único que estuvo, que me ayudó, que fue mi representante durante varios años y le digo: “Quiero jugar otra vez”. A los cinco días me dice: “Viajamos a Grecia”. Me llevó a un club de Primera. Fui, pero fue duro. Al poco tiempo volví a México y me llamó Nicolás Cambiasso para ir a All Boys. Empecé a jugar de nuevo y de repente empezó la pandemia. Ahí dije: “Ya está. No va más”.

Leo: — O sea que estos años fueron un ida y vuelta entre “quiero lo que siempre tuve, pero cuando lo empiezo a tener vuelvo para atrás”.

Brian: — Sí, después de la pandemia. Me llamaron los chicos de San Miguel. Es otro fútbol completamente diferente en la B Metro.

Leo: — Y ahora estás con la música.

Brian: — Sí, tocamos el otro día en Uribelarrea en un festival con 2 mil personas. La banda es A Toda Máquina, son todos ferroviarios, conductores de trenes. Ya tenían el grupo armado y un día me mandan un mensaje diciendo que el que cantaba se iba y era igual a mí, hasta tenía mí mismo apellido. Me junté con ellos en una fiesta, me subí a cantar y hubo una química bárbara. Así arranqué. Empezaron a salir giras y hacemos más que nada eventos privados. Nos está yendo muy bien y soy feliz haciendo esto.