Raúl Esteban Sánchez Lamothe, conocido como Esteban Lamothe, es un actor destacado en cine y televisión. Su carrera cinematográfica tomó relevancia en 2011 con la película El estudiante, donde interpretó a un joven que se infiltra en la política universitaria. Con ese papel ganó el Premio Cóndor de Plata a la Revelación Masculina.
En televisión ha participado en diversas producciones, incluyendo Sos mi hombre, Farsantes, Guapas y El Marginal, entre muchas otras. Trabajó también en proyectos independientes como director, guionista y coproductor.
En 2024, junto a Griselda Siciliani, protagonizó el éxito de Envidiosa, una serie de Netflix que se destacó entre las más vistas del año. Además, participó en Cromañón que recapitula la tragedia ocurrida en el local bailable el 20 de diciembre de 2004.
Este año también debutó en el streaming Blender con el programa Galanes en temporada baja y Un futuro sin vos, una serie de amor, drama y humor que grabó junto a Galia Moldavsky y Gonzalo Heredia, que se transmitió por el mismo canal a través de YouTube.
En cuanto a su vida personal, Esteban es padre de Luis Ernesto, fruto de su relación con la actriz Julieta Zylberberg. Actualmente, está de novio con Débora Nishimoto, quien fue su compañera de elenco en Envidiosa.
Pollo: — Si hay algo que te representa es que sos un pibe de barrio, sencillo. Por momentos, ¿te cuesta ser galán, el actor reconocido? ¿O nunca te resultó difícil asumir ese rol?
Esteban: — Creo que tiene que ver con la educación que tuve de mi mamá y también de mi papá, pero también con que empecé a actuar de chico, pero me hice famoso o entré en la industria de grande. Entiendo que ser un tarado es transversal a cualquier edad, pero creo que algo de la experiencia de trabajar de un montón de cosas antes de ser actor me hizo que no me coma la película. De repente hice una película con la China Suárez...
Pollo: — Sí, Abzurdah.
Esteban: — Otra con Isabel Macedo, grabé con Celeste Cid y de un jueves para un viernes salía a la calle y todo el mundo me quería cog*** y yo nunca fui el más lindo del colegio ni nada. Era normal. No me iba mal, pero estaba tercero, cuarto o quinto entre las opciones.
Pollo: — Y cuando te empezás a hacer conocido te diste cuenta de todo eso que trae la televisión o el cine, que hay un poquito más de facilidad para todo.
Esteban: — Sí. Cuando me hice “famoso”, empecé a laburar y a tener un poco más de plata, porque los trabajos que tenía antes no eran muy bien pagos. Y esto que digo del deseo de algunas personas, era el deseo de lo que veían en la tele. No es que me deseaban a mí y yo lo entendí enseguida. Lo mismo me pasa con los halagos o cuando hablan bien de uno, siempre lo relativizó para estar enfocado en lo que tengo que hacer. Por ejemplo, si vas a un boliche después de que sos famoso y las minas o los chabones se te acercan y vos haces uso de eso, te queda un vacío terrible.
Pollo: — ¿Sos sexual?
Esteban: — Sí y lo digo. Hay gente que es sexual y no lo dice. Es re importante el sexo en mi vida.
Pollo: — Es decir que cuando conoces a alguien si hay conexión sexual decís: “Acá hay algo”.
Esteban: — Sí, obvio.
Pollo: — Si arranca y no pasa nada, ya te das cuenta de que eso no va a andar.
Esteban: — Igual la primera vez siempre es difícil porque estás nervioso…
Pollo: — Hay que dar más oportunidades.
Esteban: — Sobre todo si alguien te gusta mucho. Eso te puede jugar en contra. Si es que la otra persona quiere también, ahí se dan dos o tres oportunidades, pero no más que eso. Creo que es re importante la conexión. Aún si la primera vez no es wow, te das cuenta si hay piel con esa persona, si hay un potencial. Decís: “Hoy perdimos 1 a 0, pero nosotros dos podemos ganar 6 a 0″ (risas).
Pollo: — Podemos salir campeones.
Esteban: — Sí, lo ves.
Pollo: — Sos muy noviero.
Esteban: — Sí.
Pollo: — Vi por ahí que contaste que desde los 5 años noviabas, ¿puede ser?
Esteban: — Sí. Capaz que antes también, pero no me acuerdo (risas). Igual estuve soltero. Siempre son cuatro o cinco meses porque me enamoro.
Pollo: — ¿Sentís que es el estadío ideal?
Esteban: — No sé. Es el que me gusta a mí. Cuando me gusta mucho una persona, me gusta conocerla mucho.
Pollo: — ¿Pero es ir a tope y después baja la emoción? ¿O lo podés sostener en el tiempo?
Esteban: — Soy un guerrero del amor (risas). Sí, lo sostengo. Con la mamá de mi hijo estuve 10 años, con mi primera novia estuve también 10 años. Los finales siempre son un poco tristes o desprolijos o lo que fuera. Cada uno se separa como puede, pero yo siempre la pasé muy bien con las personas con las que estuve. Obviamente tuve crisis y todo eso, pero cuando estoy ahí me gusta estar juntos, comer rico, inventar cosas, todas las que pueda, para estar bien porque si estás más de un año, dos o tres, no sé cuál es el estudio químico que hay del amor, pero está analizado cuánto dura el enamoramiento y todo lo que te hace hacer. Pero después está la construcción del amor que uno lo puede construir, como todo, o también podés ser Cacho y Graciela y decir: “Me tenés podrido”.
Pollo: — Pero la peleas…
Esteban: — Sí, la peleo porque me gusta el amor, la familia.
Pollo: — ¿Hace cuánto estás de novio?
Esteban: — Poquito. Tres o cuatro meses.
Pollo: — ¿Lo llevan de forma intensa?
Esteban: — Sí.
Pollo: — ¿Viven juntos?
Esteban: — ¡No! Es muy pronto. Aparte vivir conmigo es también vivir con un adolescente porque tengo un hijo. Así estoy re bien, re enamorado, re contento, estoy disfrutando de esta etapa, construyendo la historia y las bases de esa pareja.
Pollo: — ¿Les pesa salir en los medios? Porque los dos son actores.
Esteban: — No, la verdad que no. En la calle la gente nos reconoce porque los dos estuvimos en la misma serie y dicen: “¿Qué hacen estos dos juntos?” (risas).
Pollo: — Aparte en la historia de Envidiosa había algo ahí entre ustedes también.
Esteban: — Sí, es muy gracioso porque hay gente que nos para y nos saluda. Otros le pegan un codazo al del al lado y lo vemos.
La anécdota
Pollo: — ¿Hiciste el cuerpo de Cristo en Tierra Santa?
Esteban: — Sí.
Pollo: — ¿Es posta?
Esteban: — Sí. Mi cuñada, en ese momento, hace muchos años, cuando yo tendría 20 años, hacía los muñecos de Tierra Santa y precisaban un molde para hacer el cuerpo de Cristo y yo era flaquito. Pesaba como siete kilos menos que ahora...
Pollo: — No estabas tan armado.
Esteban: — No, era flacucho. Ellos nunca habían hecho eso, entonces me tiraron boca arriba en una camilla y me pusieron una bolsa de residuos en los genitales para que me cubra y me tiraron todo el yeso arriba del cuerpo.
Pollo: — ¿Cómo te tiraron el yeso?
Esteban: — Sí, te tenés que quedar quietito. Primero te pasa que no podés respirar. Tenés que tener control mental porque sino te da un ataque de pánico.
Pollo: — Parece que estás adentro de un ataúd...
Esteban: — Lo peor fue que cuando me lo sacaron, que me arrancaron todos los pelos.
Pollo: — ¡Qué dolor! ¿Cuánto tiempo estuviste con el yeso?
Esteban: — Como media hora, hasta que se seca todo. Me pagaron 500 pesos, que en ese momento era plata. Eran 500 dólares.
Pollo: — ¿Ya fuiste a ver tu escultura? ¿La conociste?
Esteban: — No, vi fotos. No fui nunca.
Pollo: — Tenés que ir.
Esteban: — Tengo que ir a sacarme una foto. Igual ahora estoy más grandote (risas).
Pollo: — ¿Será la misma?
Esteban: — Quiero pensar que es la misma, pero no sé. Tal vez en el medio se echó a perder la mía y la cambiaron por otro modelo.
Pollo: — Es un desperdicio que no vayas a ver tu escultura de Cristo.
Esteban: — Fue mi primera actuación y la mejor (risas).
Pollo: — ¡Hiciste de Cristo!
Esteban: — Sí, en versión muerto. Pero después resucitó.
Juego del millón
El Pollo colocó una valija de dinero en la mesa e invitó al actor a gastarlo en lo que quiera. Puede utilizarlo en una o en varias compras. El único requisito es que no puede donarlo.
Pollo: — ¿Alguna vez viste un millón de dólares?
Esteban: — No.
Pollo: — ¿En qué lo gastarías?
Esteban: — Va a ser un poco aburrido porque mi mamá no tiene departamento y tengo cuatro hermanos que tampoco tienen.
Pollo: — ¿Le querés comprar un departamento a tu vieja?
Esteban: — Sí a ella y a mis hermanos. Ya con eso gasto 750.
Pollo: — Un dos ambientes para cada uno. Son cinco departamentos.
Esteban: — Les doy la plata y que elijan dónde lo quieren.
Pollo: — ¿Esto es algo que te daría placer? ¿Pensás en la posibilidad de que algún día puedas hacerlo?
Esteban: — Sí, me haría muy feliz. También es re egoísta porque me daría mucha felicidad a mí, a ellos imagino que también. Sería como lo más lindo que me pasó en la vida. En realidad, me gustaría que puedan trabajar y comprárselo ellos. Pero hoy es difícil. Laburaron toda la vida, son re honestos, re trabajadores y tienen que tener su casa.
Pollo: — Te quedan 300 mil.
Esteban: — Con 50 lucas pongo un gimnasio de boxeo. Alquilo un lugar…
Pollo: — ¿Peleas?
Esteban: — Soy fanático, pero no. Soy estudioso del boxeo.
Pollo: — Viste que dicen que si peleas te van a romper el tabique.
Esteban: — Y yo con esta nariz, si me la llegan a romper (risas).
Pollo: — ¿Nunca peleaste?
Esteban: — No, ni de amateur. He guanteado, pero ya soy grande. Ahora entreno y miro muchas peleas. Me gustaría tener un gimnasio que sea un lugar para que los pibes puedan tener un lugar de pertenencia, amigos, gente que los escucha y los ayuda.
Pollo: — Una rutina, también.
Esteban: — Sí, una contención, un lugar a dónde ir. Me imagino viejo en un gimnasio con los pibes entrenando.
Pollo: — Tomando mate con la musculosa.
Esteban: — Sí, en un cuartito chiquito con una garrafa (risas).
Pollo: — Que te digan: “Esteban vino el pibe este que promete”
Esteban: — Sí, ese es mi sueño.
Pollo: — Te quedan 200 lucas.
Esteban: — Con 100 me compro un departamento más grande paría mí.
Pollo: — Con las últimas 100. ¿Ropa?
Esteban: — Tengo canje (risas).
Pollo: — ¿Viajes?
Esteban: — Sí, me los guardo para gastarlo en viajes. Me voy a Europa con mis amigos. Me compraría una campera de Gucci. Lo usaría para jugar un poquito a ser ricos en otro país.
