Gabriel Corrado es actor, presentador, productor y escritor argentino. Ha participado en numerosos proyectos televisivos y cinematográficos, tanto en Argentina como en el ámbito internacional. Algunos de sus roles más destacados en televisión incluyen personajes protagónicos en telenovelas como: Princesa, Chiquititas, Perla negra, Luna salvaje y Máximo corazón, entre muchas otras.
En 1999 y 2001, presentó la Gala de la Hispanidad en Sevilla, España, que fue vista por más de 400 millones de espectadores de habla hispana; y en 2005 fundó su productora con la cual crea formatos de ficción para el mercado global.
Su carrera también incluye una destacada incursión en la literatura. En 2013 presentó su primer libro El Secreto Aladina en la feria internacional del libro de Bologna, seguido por otros títulos como El fuego es la respuesta y El Último Deseo.
A lo largo de su trayectoria, demostró una versatilidad que abarca desde telenovelas hasta cine, dejando una marca significativa en la industria del entretenimiento en Argentina. Este miércoles se estrena Estamos en una, el nuevo programa de la TV Pública. Bajo su conducción, este magazine con estilo de streaming ofrecerá entrevistas y debates sobre temas de actualidad.
Rulo: — Sos un galán histórico. ¿Cómo vivís el paso del tiempo?
Gabriel: — El paso del tiempo es inevitable y yo la verdad que nunca lo padecí. Por ahí cuando cumplí 40 años me había pegado, pero no porque me sintiera mayor sino porque son crisis que uno tiene y que tiene que ver más con lo psicológico que con lo físico. Pero yo siento que está bien que el tiempo pase, en la medida que uno tenga cosas para hacer. El tema es que uno sepa renacer en cada etapa de su vida.
Rulo: — ¿Tuviste miedo en algún momento que el paso del tiempo te saque del rol de galán?
Gabriel: — No. Es como cuando comparan a un galán con un jugador de fútbol. Cuando vos sos galán de una telenovela o de una ficción diaria, tenés ese rol y tiene una fecha de vencimiento. No podés ser galán toda tu vida, está claro. Pero yo soy mucho más que eso internamente. Lo digo con humildad, pero soy más que un actor que actúa de protagonista en una telenovela. Hice Tiempo Final, que no era una telenovela, Chiquititas, conduje programas, también soy productor de televisión, produzco ficción desde el año 2005 en Europa del Este, precisamente porque me conocían como actor. Tengo una productora con base en Madrid. Yo no necesito la exposición de la cámara. Hay gente que se deprime si no está en el aire. Yo tengo otras cosas para hacer.
Rulo: — ¿Sentís que la belleza, haber sido fachero toda la vida, te abrió puertas?
Gabriel: — Yo creo que sirve, pero si te quedás con eso estás jodido. Tanto los hombres como las mujeres, si uno se queda envanecido en que tengas unos lindos ojos o una linda figura: ¿cuánto dura eso? Cinco minutos. De hecho, muchos compañeros de mi generación, que habían querido ser actores, que eran muy pintones, se fueron cayendo porque no tenían sustento, no tenían contenido. Si sos solamente una cara bonita no alcanza, tenés que ser interesante y no solo en una cita romántica. Yo siempre me preocupé por hacer reír porque el sentido del humor siento que es la clave para un montón de relaciones y en un vínculo de pareja ni hablar.
Rulo: — ¿Te sentiste en algún momento cosificado?
Gabriel: — Cuando te tildan de lindo o galán, pero a mí no me jode la palabra galán. Siempre me he defendido, no necesito un abogado que me defienda de esas cosas…
Rulo: — Cuando te pasó lo supiste neutralizar.
Gabriel: — Sí, con ironía. Es como la frase: “No insultes mi inteligencia”. Si uno se queda en la cosificación o que te rotulen de tal o cual cosa, el que te jodés sos vos. A veces hay que hacer un esfuerzo doble para explicar que uno no es solo su aspecto.
Amor
Gabriel está en pareja desde hace 38 años con Constanza Feraud, quién lo ha acompañado a lo largo de su carrera. Juntos formaron una sólida relación y una familia. Tienen tres hijos: Lucas, María Lucía y Clara, quienes comparten un estrecho vínculo con ellos.
Rulo: — ¿Hace cuánto estás casado?
Gabriel: — Con Constanza nos pusimos de novios en el ‘86 y nos fuimos a vivir juntos en el ‘87. Ahí yo empecé a trabajar en televisión y pasé de cero a 100 en popularidad.
Rulo: — ¿Estuviste con ella en todo tu momento de popularidad y siguen juntos hace 38 años?
Gabriel: — Sí. Estamos juntos, somos un equipo y estamos muy bien así. Hemos formado una familia divina y Constanza es parte del secreto de mi éxito, en el buen sentido, porque ella me ha acompañado y me ha apoyado en todo.
Rulo: — ¡Debe ser la mujer menos celosa del mundo!
Gabriel: — Ella la verdad que lo maneja bien. Soy más celoso yo que ella, pero he aprendido mucho con el psicoanálisis. Ella me ha bajado a tierra desde que nos fuimos a vivir juntos y dejó en claro los roles. Ella cocina muy bien y yo soy muy malo en la cocina, entonces yo lavo los platos. Somos un equipo en todo, siempre nos dividimos las tareas.
Rulo: — ¿En qué cosas sos celoso?
Gabriel: — Hay hombres que les gustan que les miren la mujer…
Rulo: — ¿Pero te molesta cuando la miran o cuando se la encaran un poquito?
Gabriel: — Me he civilizado, pero cuando recién empezamos a salir no me gustaba mucho. Yo soy de armas tomar, soy cinturón negro de taeokwondo (risas).
Rulo: — Pero sos tenista, tocas en una banda de rock, sos productor, formaste una familia hermosa, ¡¿cuál es tu defecto?!
Gabriel: — Tengo muchísimos…
Rulo: — ¿Qué hubiera pasado si ella era actriz?
Gabriel: — A mí me hubiera costado. Valoro mucho que ella haya entendido mi pasión.
Rulo: — Pero vos te chapaste a toda la grilla de actrices. ¿Cómo se lo tomó tu mujer durante estos 38 años?
Gabriel: — Yo no me chapé a todas las mujeres (risas). Yo hice escenas románticas, en donde el beso es parte del género. Y lo ha tomado muy bien.
Rulo: — ¿Nunca te hizo un planteo o tuviste un cortocircuito por alguna actriz? ¿No te dijo: “Ojo con esta”?
Gabriel: — Ella sabía dónde yo iba, sabe lo que es esto y hay laburos que son muchos más riesgosos y nadie lo ve. Para hacer una escena romántica en tele, detrás de cámara siempre hay un montón de gente. Es como una coreografía, hay una técnica, entonces está todo ahí, se ve todo.
Anécdota
Rulo: — Contame una anécdota que te haya quedado en el recuerdo.
Gabriel: — Una de cuando era chico. Habíamos ido a Mar del Plata Sergio Frenkel, Luis Majul y yo. Íbamos al departamento de los abuelos de Sergio porque de los tres él era el que tenía un sope, nosotros con Luis no teníamos nada. Éramos muy amigos los tres, pero teníamos poca guita, estábamos muy justos y habíamos encontrado un restaurante muy popular.
Rulo: — Un lugar accesible donde podían comer.
Gabriel: — Sí. Cuando llegamos, Luis dice: “Me voy a hacer el sordomudo. Vos haceme señas y vamos a ver si esto funciona”. La cuestión es que la moza que nos atendió, se enterneció con nosotros y nos preguntaba cosas. Yo le decía a Luis: “¿Vos qué querés comer?” y le hacía unas señas que no tenían nada que ver y Luis me contestaba con señas también.
Rulo: — Milanesa con papas fritas (risas).
Gabriel: — Claro. Le dijimos a la moza, nos gustaría comer: “Un bife con papás fritas, pero la verdad que tenemos para pagarte tres platos de fideos”. La chica nos dijo: “No se preocupen”. Entendió directamente lo que nosotros necesitábamos, enterneciéndose porque teníamos a Luis haciendo eso, que era una joda pesada en realidad, pero éramos tres chicos de 13 años...
Rulo: — Eran muy chiquitos. Ya prescribió.
Gabriel: — La verdad es que transcurrió toda la semana y obviamente nuestro almuerzo era ahí. Pedíamos tres platos de fideos y ella nos traía carne o milanesa, que era más caro.
Rulo: — O sea que durante una semana Majul se hizo el sordomudo para no pagar (risas).
Gabriel: — Llegó el último día. Le dijimos con Sergio a la chica: “Muchas gracias por atendernos”. Luis se levanta y le dice: “Gracias, María”. La chica se puso a llorar pensando que era una especie de milagro que había hablado. Él la abrazó y nos tuvimos que ir rápidamente. Nos fuimos para no hacerla pasar un mal momento a ella y todos muy emocionados por cómo reaccionó y porque realmente nos dio de comer al precio más barato.
