Hay muchas maneras de presentar a Martín Garabal porque tiene muchas ideas, muchos intereses y mucho talento. Ideas que se convierten en guiones, o en personajes, o en dibujos, o en libros. Un punteo por sus trabajos más conocidos a modo de síntesis: ‘Famoso’, ‘Últimos cartuchos’, ‘División Palermo’, ‘Envidiosa’, ‘Edición especial’ ‘Nadie dice nada’.
– Bien. Yo me sentí recontra identificado.
Dibuja desde muy chiquito, estudió la carrera de Diseño de Imagen y Sonido en la UBA, empezó escribiendo guiones y haciendo cortos animados. Fundó la productora ‘Grandes éxitos’ después de publicar su libro ‘Grandes éxitos’, trabajó en ESPN y ahora en Luzu tv.
– Hiciste de todo, Martín.
– Bueno, soy grande. No soy un pibe.
– Pasaste los 40. ¿Estás grande o sos joven todavía?
– En algunas cosas me siento grande, sobre todo al no entender algunas tendencias, algunas cosas de las que se habla, y al no estar preocupado por entender todo, reconocer que no le voy a hablar a determinado público.
“A LA GENTE MUY JOVEN LE EMPEZÁS A DAR CRINGE. PARTE DEL OFICIO DE ESTAR EXPUESTO ES A VECES DAR VERGÜENZA”
– ¿A quiénes no les vas a hablar?
– A gente muy joven a la que le empezás a dar cringe, un poco de vergüenza. Tampoco me preocupa, parte del oficio de estar expuesto es a veces dar vergüenza. Trato de hacer lo que me gusta y si hay otra gente a la que le gusta me pone muy contento.
– ¿En qué te sentís joven?
– La profesión te obliga a tener distintas rutinas y a vincularte con gente y eso te mantiene joven, la posibilidad de aprender.
– Vos no hacés una cosa sola.
– Eso tiene que ver con el privilegio del oficio de los medios y también con las desventajas del oficio, a veces tenés que hacer muchas cosas para armar un sueldo.
– ¿Cuáles son las muchas que hacés hoy además del programa en Luzu ‘Edición especial’?
– Hace poco más de un mes me sumé a ‘Nadie dice nada’ en reemplazo de Nachito Elizalde. Estoy escribiendo ideas para series más propias, con un coguionista. Y lo que hago en las redes sociales, que son las que me generan un mejor ingreso.
– La segunda temporada de ‘División Palermo’ está terminada. Y la segunda de ‘Envidiosa’?
– También. Creo que eso no se podía decir, pero bueno.
“PODÉS QUEDAR PRESO DE TU PROPIO CONTENIDO, QUE EL ALGORITMO DIGA QUE SI TE HICISTE FAMOSO COCINANDO CON PAPAS NO PODÉS CON ZANAHORIAS”
– Exitazos.
– Sí, es una bendición, porque fue una decisión empezar a actuar más. Yo había estudiado teatro, pero siempre me dio mucho pudor. Soy muy respetuoso de los buenos actores, pero quería mostrar esa faceta y por suerte me llamaron para proyectos con gente que admiro mucho. Los que empezamos a trabajar en los medios en los últimos diez años, tenemos una escuela diferente que la escuela tuya. Antes la única vía para trabajar era que en un canal de televisión te vieran una condición y te conocían a través de esa pantalla. El que era famoso en televisión era reconocido en varios estratos sociales y medios. Ahora, con los medios digitales, podés estar en un bar, que haya diez personas con más de 1 millón de seguidores que no se conocen entre sí y que su nicho sean las personas más famosas del mundo. Cada uno puede armar su propio contenido y puede quedar incluso preso de ese contenido, porque los algoritmos te dicen ‘vos sos el que se hizo famoso cocinando con papas, que no se te ocurra cortar una zanahoria’.
– ¿Los virales esclavizan?
–Pasa. Y si vos hacés una entrevista espectacular pero el diseñador gráfico de Infobae hace una portada que no es tan llamativa, la gente no entra a ver la entrevista porque la portada no es buena. Es muy loco, pero funciona así.
– Es muy feo lo que le estamos diciendo al diseñador.
– Yo no lo conozco, ahora veo que sale una foto en la portada... No es lo mismo que cuando hacías ‘Causa común’ con la doctora Moreschi y la canción Capullo de alelí y la tribuna… Yo lo veía y crecí con eso, era un talk show, pero amable.
– La amabilidad ahora no está garpando, querer al otro aunque opine distinto.
– Yo soy muy crítico con mi trabajo, soy muy exigente, me gusta que las cosas salgan bien y no tengo problema en decirlo en el fuero privado, pero en mi contenido yo hablo solo de lo que me gusta. Nunca uso las redes sociales o un programa para hablar de lo que no me gusta.
“LA POLARIZACIÓN NO ES REAL, NADIE ESTÁ TAN CONVENCIDO DE SUS POSTURAS”
– ¿Cómo te llevás con la polarización y la cancelación?
– Sobre la polarización, la base de la computación son ceros y unos, es binaria y se terminan volviendo binarias las opiniones. Si algo me pareció ‘más o menos’ y alguien dice que es ‘espectacular’, yo tengo que decir que es ‘malísimo’, no puedo decir que es ‘más o menos’. Te va llevando a eso, pero en el mano a mano no funciona así. En nuestras familias, con nuestros amigos, las opiniones diversas se van macerando y vas encontrando puntos de acuerdo. Entonces no discuto en lo digital, en la polarización, porque sé que no llegás a un buen puerto. Sabés que no es real, que nadie está tan convencido de sus posturas. Yo era un gran consumidor de televisión y fui soltando. O sea, nunca fui un snob. No sé si la televisión empezó a tener menos presupuesto y entonces menos desarrollo para lo que a mí me gustaba. En el programa que hacemos en Luzu, hablamos mucho de Nico Repetto, no porque yo sea especialmente fan de Nico Repetto, sino porque me fascinaba que él tuviera una tribuna de artistas increíbles, Pablo Cedrón, Favio Posca. O que en ‘Sábado Bus’ llegaran todos los platos de comida al mismo tiempo, todos con comidas diferentes, y que girara la escenografía. A mí me fascinaba y eso ya es imposible de pensar. Ahora son todas unas pantallas de LED y el programa es gente sentada.
“AHORA EN LA TELEVISIÓN SON TODAS PANTALLAS Y GENTE SENTADA. EL STREAMING ES LO MISMO, GENTE SENTADA”
– Ya no te divierte.
– No me divierte, creo que por eso florece el streaming, que vuelve a ser lo mismo, gente sentada.
– Pero tiene más repentización, va más rápido el streaming.
– Sí. ¿Esa repentización no lo vuelve un poco efímero? Y poco memorable también, lo digo como persona que lo hace.
– Cuando uno empieza a ser más conocido, te hacen entrevistas con preguntas más profundas, más sesudas, te piden definiciones. Ya estás en condiciones de opinar de todos los temas, Martín.
– Lo odio. Me encantaría un programa de panelistas y que la gente diga: ‘no sé. Yo no sé un montón de cosas. Entonces prefiero no hablar.
“EN LAS REDES SOCIALES HAY UNA PRESIÓN POR OPINAR DE ABSOLUTAMENTE TODO.”
– ¿Te animaste a contestar: no sé?
– Sí, lo he dicho, me gusta. Y elijo no hablar de cosas que no sé. En las redes sociales hay una presión por opinar de absolutamente todo. No es a lo que me dedico, mi opinión no le va a cambiar la vida a nadie, no tengo idea. Puedo pensar una cosa y puedo pensar una muy distinta. Es más, a mí me llaman para un trabajo María Laura y yo me puedo poner contento y triste al mismo tiempo. Digo guau, ¡qué bueno! Uf, Dios, no sé si quiero. Las dos cosas pueden pasar.
– ¿Y eso se lo mostrás al que te llama para trabajar?
– ¿Esas dos emociones? Sí, para negociar mejor. Jajajaja
– Desde hace muchos años hacés terapia, tenes papás psicólogos. ¿La terapia es para catarsis, para descarga?
– No, no es descarga. Estoy esperando una intervención terapéutica.
– ¿Una hipótesis?
– Una hipótesis amable. Hay analistas que pueden ser un poco excedidos en la palabra.
– Sos un tipo con ideas, ideas para escribir guiones, para publicar un libro, para hacer dibujos, ideas, ideas. ¿Cuándo o dónde te aparecen las ideas?
– No lo sé, para mí la clave es trabajar con gente, no soy ni quiero ser una persona que trabaja sola y le baja la inspiración. Lo más lindo de escribir ‘División Palermo’ no era cuando estaba solo y tenía que resolver algunas escenas, era juntarme, tirar una idea y que Santi Korovsky la mejore. Y que aparezca Martina, que es la otra guionista que también hizo ‘Porno y helado’ y la mejore, y aparezca Andy y la mejore. Se va armando el desafío de hacer crecer una idea entre todos. Por ahí la idea estructural se me ocurrió a mí, pero estos chistes se les ocurrieron a otros. Hay una entrevista a Orson Wells que me gusta mucho, que es sobre trabajar con amigos. Le preguntan: ¿trabajó con amigos alguna vez? Siempre. ¿Se arrepiente de eso? Sí, me arrepiento. Salió mal. ¿Salió bien? No, no salió bien. ¿Pero lo volvería a hacer? Sí, lo volvería a hacer siempre. A mí me pasa eso, me gusta trabajar con gente que quiero. Y querer a la gente que no conozco y con la que empiezo a trabajar, es lo que más me gusta del trabajo. Estoy aprendiendo también a que no necesariamente esa gente con la que trabajo sean amigos íntimos y profundos.
– No se habla de los cuerpos, no se hacen chistes homofóbicos, podría hacer una lista larga. ¿Te sale naturalmente no hacer humor con esos temas?
– Está lo público y lo privado. Uno puede tener un humor en privado, donde están las convicciones claras de quién es uno y está lo público. En lo público nunca hice esos chistes. El humor está puesto sobre que mis personajes sean absurdos o perdedores. ‘Famoso’ es un periodista que no sabe entrevistar y tiene problemas con su familia, no soy yo porque mis papás no trabajan en una inmobiliaria, ni tengo problemas con mi papá ni estudié comunicación y dejé. Es un personaje con mi mismo nombre. En ‘División Palermo’ soy un policía que parece malo pero termina siendo excluido de su grupo de policías. En ‘Envidiosa’, soy un tipo que se separó y fue dejado por su novia porque no ponía primera para casarse, es un tipo que está presionado por la familia, no es un mal tipo.
– Siempre son perdedores.
– Siempre son un poco perdedores, a mí me parece más divertido eso. Siempre hay algun chiste que puede ser para joder un poco al otro.
“LO MISMO QUE HIZO ESPECIAL ‘ÚLTIMOS CARTUCHOS’ FUE LO QUE HIZO QUE TERMINE”
– Cuando hacían ‘Últimos cartuchos’ con Migue Granados se tiraban con todo. No había cuidado por lo público y lo privado.
– ¿Entre nosotros? Sí, un montón. Pero porque ni Miguel ni yo nos íbamos a ofender. Nunca tuvimos una discusión por un chiste entre nosotros, nos decíamos cualquier cosa. A mi me gusta que me bardeen mis compañeros porque se arma una situación de comedia.
– Cuando dicen que ‘Últimos cartuchos” cambió la manera de hacer radio. ¿Exageran o es así?
– Fue el último programa que presentó algo disruptivo, porque éramos dos conductores y eso lo volvió especial, lo mismo que hizo que termine. Las diferencias entre nosotros y que los dos propusiéramos cosas a veces opuestas al mismo tiempo, sumándonos y creciendo, es lo que hizo que dure lo que duró.
– ¿Porque al final explota y no se puede sostener?
– Y sí. Porque a Migue le gusta ser capitán, tener su equipo y llevarlo para donde él quiere. Y a mí también me gusta, los dos tenemos carácter fuerte. Podemos convivir un rato, pero no sé si eso es sostenible en una diaria. Él tenía ganas de tomar más decisiones y por eso armó este canal que es espectacular y yo también tenía ganas de ir para otro lado. Pero lo que se da cuando se prende es lo que lo volvió único.
– Me enteré que vos sos fan de buscar cafés.
– Sí, bastante. Nuevos, y en los que ya conozco pido siempre lo mismo.
‘NO TOMO CASI ALCOHOL, TAMPOCO FUMO PORRO. AGUA Y CAFÉ. Y SI QUIERO HACER UNA LOCURA? AGUA CON GAS.”
– Hablamos de una costumbre diaria. ¿En qué horario?
– Puede ser a cualquier hora, Pero no pueden ser más de tres cafés por día porque me duele la cabeza, me hace sentir mal.
– Siempre con el café, no es que vas a una vinería.
– No tomo casi alcohol. Soy medio medio boy scout con eso, nunca enganché. Puedo tomar un día que me enganche un vino, una cerveza, pero casi no tomo alcohol.
– ¿No te divierte lo que provoca?
– No lo necesito.
– ¿Sos raro?
– Sí, claro. A los que hacemos humor nos dicen: uy, ¿qué te fumaste para esto? Tampoco fumo porro. Agua y café. ¿Y si quiero hacer una locura? Agua con gas.
– A la mierda.
– Ahí se rompe todo. Mis viejos me hacen bullying porque una vez a los 19 años salí y dije: ‘me pedí un agua con gas y me puse la noche al hombro’. Lo dije de verdad. Siempre me hicieron bullying por esa frase. Lo dije a los 19, pero lo podría decir ahora, ¿eh?
“TENGO MELANCOLÍA DEL FUTURO. CUANDO SE LLENE DE HUMEDAD… CUANDO SE VENGA ABAJO…”
– ¿Si hay que elegir una neurosis, cuál te representa?
– Un poco de obsesión y un poco de melancolía. Pero tengo melancolía del futuro. Alguien pone un local divino, hermoso, y yo entro y digo: uy, cuando se llene de humedad esto, cuando se venga abajo…
– ¡Pero quizás faltan décadas!
– Veo cómo se va a arruinar eso que me hace feliz.
– ¿Te pasa solamente con los locales?
– No, con mi cara también, jajajajja Con un paisaje.
– ¿Por ejemplo? ‘Cuando haya una inundación’…
– Cuando se incendie… ¡De hecho se incendian todo el tiempo! El verano pasado fui a Córdoba y se incendió. Íbamos recorriendo y me decían: ‘acá es donde se incendió’ y se veía el árbol seco.
– Sos un pronosticador de deterioros.
– Sí, y ¿también sabés con qué me pasa, que es una de mis obsesiones? Me obsesionan los archivos de las cosas. Vos ves un documental norteamericano y tiene archivos Johnny Carson, David Letterman... Acá los canales de televisión tuvieron la política muchas veces de borrar, grabar encima, se prendió fuego el archivo de un canal… y eso a mí me destruye. A mi me gusta mucho verlos, porque la memoria de las cosas que hacemos da un contexto. Habían digitalizado un par de programas de ‘La noticia rebelde’, hacían cosas innovadoras a nivel humor, espectaculares. Fueron una cosa aislada, después pasa el tiempo y se olvidan. Cuando se borran esos archivos, desaparecen. Por ejemplo, ‘Causa común’, ¿está?
– Yo lo tengo, lo guardé.
– ¡Eso me gusta!
– Quiero que sepas que podemos ser amigos. Me gustan los archivos.
– Estoy haciendo muchas entrevistas. Vino Favio Posca, vino Wainraich, y les pregunto: ¿tenés archivo? ¿Tenés lo que hacés? No, no lo tengo. Nadie lo tiene. Qué lástima. Decís, mirá todo lo que pasó en el 92, yo tenía ocho años, no es una nostalgia de algo que yo me acuerde, pero me encanta.
– ¿Obsesivo y un poco acumulador?
– Sí, pero ordenado. Viste que a un acumulador le abrís un cajón y tiene unas medias, un frasco con pickles... No, eso no, yo sé identificar todo, tengo listas de cosas.
– ¿Tenés los pickles con los pickles y las medias con las medias?
– Exacto. Hay una aplicación muy famosa que se llama Letterbox, es como una red social para hablar de cine. La uso como archivo de las películas que vi y de las que quiero ver.
– Soy una persona muy fan de las listas Martín.
– ¡También, re fan! El otro día no podía dormir, hice una lista de las obras de teatro que vi. ¿Para qué sirve? No sé, pero anoté todas.
– Yo hago listas de lo que voy a hacer y de lo que no me quiero perder.
– Me encanta también ¿Y con las obligaciones también lo hacés? Yo lo hago para saber cuál de esas obligaciones me interesa más. Es la primera vez que encuentro una freak como yo de las listas. Yo lo cuento esto y me miran como… ‘pobre’.
– Tengo hijas que hacen listas. Tus hijos van a hacer listas. Por ahora tenés a tu perra Francisca, la perra que tienen con Violeta Urtizberea, tu ex novia. Tenencia compartida. ¿Cómo se organiza eso?
– Muy fácil. Nosotros salimos tres años. Cuando nos estábamos por separar, nos provocaba a los dos un poco de angustia el tema de la separación de la perra. La perra no era una excusa para seguir en contacto, nunca los encuentros por la perra derivaron en una charla de la relación. Es por el amor a Francisca. Nos organizamos muy bien y somos muy buenos compañeros. Mis viejos también están involucrados en este combo, porque cuando me separé de Viole tenía que comprar todos los muebles de cero y los primeros meses volví unos meses con mis viejos.
– Y llevabas a Francisca.
– Mi viejo se había recién jubilado y como estaba todo el día en casa porque empezó a atender como psicólogo, generó un vínculo con Francisca muy fuerte.
– Tiene tres casas hoy Francisca.
– Sí, y también la de Mex Urtizberea donde va a veces. Es una terrateniente.
– Con Violeta trabajan juntos en ‘Envidiosa’.
– Sí, espectacular, muy divertido.
– Soy muy moderno, trabajo con mi ex y compartimos el perro.
– Es que no sé cómo decirlo: no pienso que es mi ex, no hay tensión como si fuera una ex. A mí me encanta como actúa y es muy buena compañera. El equipo de ‘Envidiosa’ es espectacular, era muy divertido cuando hacíamos escenas multitudinarias todos los actores.
– No solo por tu talento no pasas desapercibido, sino por tu tamaño. Medís 1,96 que es más que un montón.
– Mucho, demasiado, al pedo. No sirve para nada, después un metro 90, para nada.
“ME TOMAN COMO PUNTO DE REFERENCIA ‘ESTOY A TRES METROS DE GARABAL’. SOY COMO UN OBELISCO DE CARNE”
– ¿Qué es lo bueno de ser alto? Además de estar en el campo de los estadios en los recitales.
– No se pierde la gente. O sea, no es tan bueno para mí que veo bien de todos lados, sino para alguien que va al baño y cuando vuelve me toma como punto de referencia. Me escribió gente que no me conoce, ‘estabas a tres metros en diagonal de unas amigas’. Gente que yo no conocía me usaba de referencia.
– ¿Sos como un obelisco?
– Como un obelisco de carne. ‘Vi tu cabeza ahí y sabía que a dos metros estaba mi familia’.
– Pobre el que está atrás tuyo.
– El otro día fui a ver a Dillom y una chica hizo una historia y dijo ‘estuvo buenísimo el recital, lástima que tenía delante a Martín Garabal’ y sacó una foto de mi espalda tapando absolutamente todo. Eran entradas numeradas.
– ¿Para qué es muy malo ser tan alto?
– Los pantalones, estoy cruzado de piernas y se me ve media pierna. Que ahora me digan que tengo un principio de escoliosis.
– Las puertas que son bajas…
– Si, subte.
– ¿Te hicieron bullying por alto?
– No, no me hicieron bullying por alto, por boludo por ahí, creo.
– ¿Y para el levante?
– Yo mido esto desde que tengo 15 años, tengo 41. No, el levante nunca fue mi fuerte. En esa época me importaba mucho charlar, y tampoco se me daba tan bien. Tuve unas novias de la adolescencia, pero era un queso. Había que bailar bien cuarteto, ser buen deportista o ser medio canchero para hablar con alguien a la noche y no es lo que mejor se me daba. Como soy más diurno, hablarle a alguien cuando ya está explícito que te estoy chamuyando me daba mucha vergüenza. Recién en la facultad empecé a conectar con la gente de otra manera.
– Nachito Elizalde me contó que por ser bajito no ganaba nunca, las mujeres ni lo miraban.
– O sea que la silla de ‘Nadie dice nada’, por altos o por bajitos, es de fracasados.
Yo creo que debe ser mejor ser alto que ser bajito en ese sentido, o que todos nos quejamos de lo que nos toca. Pero a mí no se me daba bien.
– Te tenés que agachar para dar un beso.
– 100%, Pero hay otras técnicas. Podés abrirte un poco más de piernas o jugar con el cordón de la vereda. Te ponés abajo el cordón, esperás a que ella se suba a un escaloncito, hay maneras. Pero si me agacho me muero mañana de un dolor de espalda terrible.
– ¿Le tenés que decir a ella que se suba a la vereda?
– Vas caminando y te bajás en el cordón en la calle. Yo me hice toda la casa con escalones para eso jajajaja. No, mentira, te sentás en una casa. Yo fui a un colegio público, al Normal 6, todos con el guardapolvo blanco, podías pedir el boleto escolar. Yo me subía al colectivo, decía ‘escolar’ y me decían: vos sos el preceptor flaco. Así que pagaba 60 centavos. Todos pagaban cinco y yo pagaba 60. Me salió bastante más caro el secundario.
– ¿Querés tener hijos en algún momento?
– Sí, me gustaría, no tengo tan claro en qué momento. Con mi novia, tenemos una relación espectacular y creo que seríamos muy buenos padres juntos. Lo que me pasa es que no existe el momento ideal, siempre tenés ganas de hacer algo más, un viaje más, desarrollarte profesionalmente un poco más, lograr una estabilidad.
– Padre a los 60.
– Me parece que voy camino a ser un padre de esos a los que les dicen ‘muy simpático tu nieto’. Me voy a teñir el pelo, me voy a poner la gorra para atrás, me voy a disfrazar de joven.