En un nuevo episodio de Espacio Único, el ciclo de entrevistas de Infobae y Banco Comafi, Patricia Pomies, Chief Operating Officer (COO) en Globant, compartió cómo fue su evolución profesional como mujer en el mundo de la tecnología y qué desafíos enfrentó en los distintos roles que ejerció. Además, se refirió al vínculo que creó la empresa con el piloto argentino Franco Colapinto en la Fórmula 1.
Patricia vivió en Pigüé, un pequeño pueblo al sur de la provincia de Buenos Aires, y estudió estudió licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente, forma parte del alto mando de una compañía que ha alcanzado el estatus de unicornio, supera los US$1.000 millones de valoración y opera en más de 30 países.
Antes de unirse a Globant, Patricia desarrolló una carrera en educación y comunicaciones, trabajando en iniciativas gubernamentales en Argentina para integrar la tecnología en el ámbito educativo, y enseñó en universidades, donde promovió la adopción de habilidades digitales entre sus estudiantes. También apoya la diversidad de género en la industria tecnológica y es una de las impulsoras de iniciativas que promueven achicar la brecha vigente.
— ¿Cómo es ser parte de una empresa a la que se la denomina unicornio?
— Para mí es muy desafiante, lindo, divertido y muy creativo. La verdad es que esta teoría de los unicornios es espectacular. Hay un imaginario de un unicornio blanco que vuela, un personaje mágico y mitológico (risas) y en realidad no es así. No hay nada más real que una empresa que logró ser pública y una valuación muy alta en poco tiempo. En Latinoamérica nos costó mucho lograr ese lugar. Ahora hay varias empresas, como es el caso de Mercado Libre, pero Globant cuando sale al mercado de New York fue sumamente estresante porque eso significaba que hay un montón de inversores que están mirando lo que estás haciendo y, junto a los clientes, están exigiendo que des lo mejor.
— ¿Cómo manejas el estrés y esa presión?
— Tengo 44 años y es una pregunta que me la hago bastante seguido. Estas últimas dos semanas estuve en más de cinco husos horarios diferentes: desde Los Ángeles hasta Austin, volví a Madrid, estuve acá en Argentina viendo a mi familia en el campo y ahora vuelvo a ir a Europa. Es una vida que primero te tiene que gustar y después tenés que lograr compaginarla con tu historia personal. De la única forma que logré hacerlo es involucrando a la gente que más quiero: a mi familia, a mi hija, a mis amigas de toda la vida, en mi vida laboral. Me acompañan a eventos, a conferencias y eso es una forma de manejar ese estrés diario y de no volarte porque a veces en esta vida perdés la noción de lo que realmente viniste a hacer.
— Estás en un sector que siempre mira hacia el futuro y a la innovación, pero te voy a llevar un poco al pasado, a tus orígenes. ¿Cómo fue tu historia de transformación?
— Mi infancia fue maravillosa, pero muy embarrada, literal. Vivía en el campo y mi mayor deseo todos los días era ir a jugar en el barro que estaba enfrente de mi casa, ir a la casita del árbol. Tenía esa imagen metal de libertad. Con mi familia después nos mudamos a Pigüé y eso para mí fue un gran cambio. Pigüé tiene 20 mil habitantes, pero para mí fue un cambio ir del campo hasta ahí porque había que socializar y no era fácil para mí.
— Te costaba socializar de chica y terminaste estudiando comunicación. ¿Te imaginabas este futuro?
— Me costó mucho porque cuando era chica era muy introvertida. No, no me imaginaba el futuro, lo único que sí sabía y que tenía claro era que quería conocer el mundo. Ya desde chica tenía esa visión de que el mundo era inabarcable y que yo necesitaba conocerlo. Quería viajar y tener libertad; y fue lo que traté de construir después con el paso de los años.
— ¿Cómo llegaste a Globant?
— Globant era muy chiquita, todavía no había hecho el IPO, no era una compañía pública. Yo venía de otro lugar y un día me reuní con los fundadores, me contaron lo que hacían, fueron meses de varias entrevistas para entrar en una posición que era para manejar la vertical de educación y tecnología de la compañía, que es solo un pedacito de lo que hago hoy en día. Yo manejaba la parte digital y le dábamos soporte a clientes. Al principio fue difícil, no entendía nada. Lo que nos pasa a todos en un nuevo lugar. Me senté en mi casa, mi teléfono no sonaba, no me llamaba nadie, me subían a calls en donde hablaban de siglas y nomenclaturas que yo no entendía nada, me mandaban 200 excel por día. Yo ahí salí de mi casa y dije: “Tengo que armar equipo” porque trabajando sola desde mi casa no voy a lograr nada. Ahí me junté con los project managers de la compañía y les dije: “A mí me pusieron en un rol que no tengo ni idea lo que tengo que hacer”. Ellos supuestamente se reportaban conmigo y les dije: “Necesito que ustedes me digan qué esperan de mí”. Y fue maravilloso. En realidad mi rol me lo definieron las personas que me reportaban y eso es un montón. Yo no sentí que estaba perdiendo autoridad o que mi rol no estaba bien, al contrario, dije: “Armemos el equipo”. Y todos los días nos reuníamos y de ahí es que tomé tanto conocimiento de cómo operaba Globant en las bases. Ahí entendí cómo funciona la empresa, pero ahora quería saber qué era lo que el cliente buscaba de nosotros de primera mano. El mercado más grande nuestro es Estados Unidos. Me fui a vivir a Nueva York y me senté con muchos clientes. Fue un súper desafío.
— ¿Cómo fue volver y asumir este rol que desempeñas actualmente?
— Había estado dos años en Globant de New York y tenía la posibilidad de tomar un puesto global, que era este, desde Argentina. Tomé el puesto de COO y a los 5 o 6 meses quedé embarazada de Filippa, así que fue estresante el momento de decir: “Bueno, estoy embarazada”. Una de las decisiones que tomé en ese momento fue que en todos los viajes que hago, mi hija viene conmigo. Fue una de las negociaciones que generó una especie de antes y después en muchas empresas que, con el tiempo, empezaron a aplicar esta política para determinadas personas que tienen que viajar, para que puedan llevar a sus niños.
— Ahora estás viviendo en Madrid.
— Sí.
— Hablas de Madrid y me acuerdo de Colapinto. ¿Cómo Globant descubre a Franco Colapinto?
— Sería hermoso que lo hayamos descubierto, pero no. La verdad que él por suerte se descubrió solo, se destapó solo y logró lo que es hoy. Realmente es un fuera de serie. Veníamos trabajando muy fuerte toda la vertical de deportes con FIFA, con la NBA y surgió la posibilidad de estar en Fórmula 1, que estaba buscando un partner de tecnología. Ahí nos convertimos en partners, pero de la Fórmula 1 en general, por eso en las carreras se ven los carteles de Globant. Eso no tiene que ver con Franco. En el medio de eso, con mi sobrino, hace algunos años atrás, fuimos a ver Fórmula 3, que él es fanático y me dijo: “Hay un piloto argentino”. Ahí fue la primera vez que lo vi a Franco y que me hablaron de él.
— ¿En qué año fue?
— Fue en Barcelona, hace dos años. Lo apoyamos en realidad en Fórmula 2 y de ahí se creó el vínculo. Para mi Franco es tan especial, es tan especular él y todo su equipo, su mánager María Catarineu, James (Vowles), que están todo el tiempo con él, son tan especiales que fue muy natural, muy argentino todo. De repente pasaron un par de meses en Fórmula 2 y nos llama un fin de semana y nos dice: “Tengo la posibilidad de ir a Formula 1 ¿Me acompañan?”. “¡Obvio! Te acompañamos hasta acá, ¿cómo no te vamos a acompañar en Fórmula 1?”, le contestamos. Y así fue que se sumaron otras empresas argentinas, como Mercado Libre, Quilmes, YPF a apoyar este talento. La relación con Franco es esa. Es una relación en la que lo apoyamos a él, pero en la realidad el que hizo la carrera es él. Es una persona que luchó mucho para estar donde está, entonces que le esté yendo bien es hermoso y ahora está su futuro en 2025 definiéndose.
— ¿Cuál es tu corazonada?
— Mi corazonada es que sí, que sigue corriendo. Los argentinos difícilmente nos bajemos una vez que nos ponen (risas).
— ¿Cómo hacen ustedes que están muy cerca de él para acompañarlo y apuntarlo?
— Una de las cosas que te puedo contar desde mi experiencia, obviamente somos muchos en Globant, pero mi experiencia fue espectacular cuando él hace su primera carrera en Milán en el circuito de Monza. Yo tuve la posibilidad de ir ese domingo a verlo, entonces le avisé previamente. Le dije: “Voy a estar ahí”. “¿En serio?”, me dice él. “Sí, voy a ir a verte porque es tu primera carrera, me parece que está buenísimo que estemos”, le respondí. Yo había llevado varios clientes y estaba con María, su manager, y ella me dice: “¿Querés saludarlo?”. Era su primera carrera en Fórmula 1, domingo a la mañana y le digo: “¿Te parece? Debe estar re nervioso”. Y me dijo: “Él te va a querer saludar”. Lo fue a buscar y bajó de su camión y cuando lo veo me dice: “¡Viniste!”. Nos dimos un abrazo muy grande y me dijo: “Gracias”. Ahí me di cuenta que para él era muy importante el apoyo. Era la primera carrera, no es lo que está pasando ahora. Ahora hay millones de argentinos que lo van a ver. En Austin la mitad de la carrera está pintada de celeste y blanco en Estados Unidos. Son momentos clave y si bien tiene un equipo muy profesional, como son todos los deportistas de élite, es lindo acompañarlo. En Austin invitamos a Manu Ginóbili, que es muy amigo de la casa y nuestro; y San Antonio está cerca de Austin. Le dijimos: “Che Manu estaría bueno que hables un rato con Franco para que le cuentes tu experiencia sobre un argentino en el mundo haciendo historia” y nos sentamos con los dos y era hermoso verlos. Ginóbili le preguntaba: “¿Cómo te preparás? ¿Cómo bajás la adrenalina después de las carreras?” Y él, con 21 años, con esa espontaneidad que lo caracteriza, le decía: “Bueno, generalmente termina la carrera y tengo un montón de notas, un montón de cosas para hacer y después me tengo que ir a dormir porque al otro día sigo”. Y era todo muy natural, lo disfruta muchísimo. Tiene esa humildad y esa espontaneidad de reconocer lo que logró, pero también de decir: “Represento a Argentina”.
— ¿Creés que casos como Bizarrap, Franco Colapinto, Messi, Ginóbili, están cambiando culturalmente la imagen de los argentinos en el exterior?
— Yo creo que sí.
— Parecen generaciones mucho más sanas, formadas en la cultura de trabajo y del esfuerzo, pero también de cumplir sueños.
— Sí, también tienen otras posibilidades ¿no? Y las tecnologías permiten que ellos puede entender fenómenos que nosotros no entendemos. Como el caso de Bizarrap, que es muy genio en lo que hace. Yo creo que lo que estamos haciendo es lograr finalmente tener la posibilidad de contarle al mundo lo que nosotros vivimos a diario. Soy una fanática del talento argentino y del latinoamericano, obviamente. Siempre trato de mostrar, ya sea desde diseñadores hasta música y arte, que estamos en muchos lugares y podemos llegar a todas partes del mundo. No sé si ha cambiado tanto la cultura, para mí siempre tuvimos la visión de ser aquellos que desafiamos los límites, que logramos entrar en un escenario y cambiarlo completamente, y creo que esto de los unicornios tiene que ver con eso: ver a una empresa de origen argentino, latinoamericano, que de repente pasa a ser global y estar en 35 países. Cuando podemos llegar, la rompemos y trascendemos. En Argentina estamos muy preparados para eso.
— ¿Qué te hace única?
— Ser auténtica. Nunca quiero ser algo que no soy. Nunca dije algo que no quería decir, nunca fui a un espacio en donde no quería estar. Cuando hay algo que no tiene que ver conmigo, prefiero evitarlo. Esa autenticidad creo que se transparenta bastante en el día a día de lo que hago y con mis equipos. Y cuando hablo de equipos no me refiero solamente a los equipos profesionales sino a los personales también. Cómo nos construimos nosotras como mujeres también en lugares de liderazgo es porque podemos armar buenos equipos.
— Te hago la última, que es la pregunta Comafi. ¿Crees que a las mujeres nos falta más educación financiera?
— Sí, creo que nos falta. Creo que hay una brecha bastante importante y tenemos que ser un poquito más conscientes de que la independencia de la que siempre hablamos, queremos y gritamos al mundo, está generalmente asociada a una independencia también económica. Entonces, poder entender sobre tus finanzas y empezar a manejar tus fondos de una forma más inteligente es fundamental. Creo que todavía nos falta trabajar un montón. Muchas mujeres trabajamos tanto y cuando dejamos de trabajar estamos con la familia y no tenemos tanto tiempo, entonces la pata financiera es a la que menos tiempo le dedicamos y lo tercerizamos. Eso es lo que me pasó a mí muchos años y de repente cuando dije: “Yo hoy estoy trabajando y tengo una responsabilidad financiera por mi familia y el futuro de un montón de gente que depende de mí”. Fue ahí cuando tuve que meterme a estudiar y fue difícil, no fue fácil ni me salió natural. Es como ir al gimnasio, es un poco por obligación. Hay que hacerlo y es fundamental porque es un antes y un después.