Marcelo Polino es uno de los periodistas de espectáculos y presentadores más reconocidos de Argentina. Su carrera comenzó en los años ‘90 y desde ese momento nunca se alejó de los medios. Con su estilo crítico y directo, especialmente como jurado en programas populares como Bailando por un sueño, Cantando por un sueño y Patinando por un sueño, ganó tanto admiradores como detractores.
Sus primeros pasos en televisión fueron en el programa Indiscreciones de verano en Canal 9 y luego su popularidad creció a partir del recordado Zap TV. A lo largo de los años, supo diversificar su carrera y hasta lanzó su marca de ropa interior.
Al día de hoy sigue siendo un referente en el mundo del espectáculo y sorprende con su capacidad para adaptarse a los cambios de formatos en el entretenimiento. Actualmente, es jurado del certamen Cantando por un sueño y en diciembre participará de la temporada teatral en Carlos Paz junto a la actriz y humorista Fátima Flórez. Además, todos los sábados conduce su programa Polino Auténtico: Íntimo por Radio Mitre.
Pollo: — ¿En qué momento te sacas el traje de Polino y tenés una vida fuera de la tele?
Marcelo: — Cuando llego a mi casa, no hay ruidos, vivo solo. Tengo un parque muy grande y lo miro desde la ventana porque detesto la naturaleza, no tengo contacto con la naturaleza en general.
Pollo: — ¿Cómo no te gusta la naturaleza?
Marcelo: — A mí no me gusta estar al aire libre, no me gusta el sol, no me gusta la playa porque me pone muy nervioso, entonces estoy adentro de mi casa, en el living, que tengo un ventanal gigante y veo todo el parque, un parque de 200 metros que tengo y disfruto de estar en silencio en mi casa.
Pollo: — La mayoría de las personas busca estar en un espacio verde, ¿vos no?
Marcelo: — No, jamás.
Pollo: — ¿Desde siempre fue así?
Marcelo: — Sí. Cuando era chico tenía que cumplir con lo que hacía mi familia. Si tenía que ir de vacaciones, iba, obvio. Pero cuando ya pude tomar decisiones por mí mismo, ya no me contacté con la naturaleza. De hecho, siempre cuento una anécdota. Yo trabajaba en Chile todos los años en Viña del Mar y el programa que yo hacía, se empezó a hacer en el mar, que era divino, con un deck y todo, y yo dejé de ir porque era al aire libre y perdí un montón de plata en dólares que me pagaban.
Pollo: — Pero es el sueño de cualquier persona del medio hacer un programa de tele, que te paguen en dólares y frente al mar...
Marcelo: — El productor era una persona millonaria, entonces para agasajarme el primer día me alquila un piso frente al mar con todo vidriado y ¿sabés que hice cuando el tipo se fue? Puse todos los colchones de todas las habitaciones en la habitación en la que yo estaba y un mueble…
Pollo: — ¡¿Para que no se vea el mar?!
Marcelo: — Y para que no se escuche. Me pone muy nervioso el ruido del mar.
Pollo: — ¡Pero es lo más lindo que hay!
Marcelo: — No. Me pasó el año pasado que fui a hacer temporada y viví en el Hotel Provincial. La gente del hotel divina, me dieron la suite con vista al mar, que parece una postal, y yo dije: “No, esto para mí no es”. Pedí que me pongan del lado de la avenida (risas).
Pollo: — No lo puedo creer...
Marcelo: — Sí, yo paso muchas horas en silencio. Necesito mucho tiempo estar conmigo y en silencio porque hace más de 30 años que estoy todo el día generando una novedad o te traigo un chimento, te pongo un puntaje o me peleo con un mediático, entonces cuando termino de trabajar necesito bajar.
El medio
Polino es una de estas figuras del periodismo que ha sido testigo de la transformación de los medios, desde la era de la televisión analógica hasta el impacto de las redes sociales. Su habilidad para conectar con la audiencia y su conocimiento del espectáculo lo convirtieron en una de las voces respetadas, en un contexto de constante cambio tecnológico y cultural.
Pollo: — ¿Tenés amigos en el medio?
Marcelo: — Sí, muchos.
Pollo: — ¿Luciana Salazar, por ejemplo?
Marcelo: — Con Luciana soy familia porque soy el padrino de Matilda así que es como una relación familia, con Flavio (Mendoza) también y ahora estamos trabajando juntos. Pero sí tengo gente muy querida en el medio.
Pollo: — ¿Hay mucha falsedad en el ambiente?
Marcelo: — Hay de todo, como en cualquier profesión. Yo lo que siento es que en nuestro trabajo, nuestro medio, siempre te intentan bajar el precio, entonces hay como un recelo al otro. Pero más que entre pares es de lo que viene de arriba. Viste que en la televisión sos tu ultimo rating. Si mediste bien sos bárbaro y si te fue mal sos lo peor que le pasó al canal.
Pollo: — Pero hay personas, como es tu caso, que ya son una marca en sí mismas.
Marcelo: — Pero yo hablo del que te contrata. Andá a renovar un contrato con 2 puntos de rating y con 7, va a ser diferente.
Pollo: — ¿El medio es mal agradecido?
Marcelo: — Es muy descartable. Yo creo que el mayor mérito que tengo en mi trabajo es haber perdurado, ningún año dejé de estar en la tele.
Pollo: — ¿Estás dónde querés estar?
Marcelo: — Sí. Después de haber hecho todo lo que hice, encontré un rubro que me gusta mucho que es ser jurado. Estuve trabajando mucho en Chile, en Uruguay, tuve ofertas de Paraguay, este año me llamaron también para ir a Ecuador y me quedé en el Cantando porque me gustó. Pero es un rubro en el que fluyo y me siento cómodo. De hecho, estoy por ingresar al récord Guinness porque soy la celebridad que más shows de talentos hizo. Estoy transitando el número 31 con este Cantando.
Pollo: — ¿Cuántos programas hiciste en total en tu carrera? ¿50?
Marcelo: — Más. Si hice más de 30 realitys…
Pollo: — ¿100?
Marcelo: — Seguramente.
Pollo: — ¿Te sigue dando nervios cuando vas a arrancar un proyecto nuevo o ya lo naturalizas?
Marcelo: — No, me encanta la adrenalina sobre todo cuando hay un jurado nuevo porque nos reunimos y es como empezar las clases. Es divertido.
Su llegada a Buenos Aires
Pollo: — ¿A qué edad viniste?
Marcelo: — Cuando terminé el secundario.
Pollo: — ¿Qué querías ser?
Marcelo: — Yo vivía en Tres Arroyos y quería ser famoso. Veía la gente por la tele, que se reían, que comían en lo de Mirtha, estaban bien vestidos y dije: “Yo quiero estar ahí porque ahí está la felicidad”.
Pollo: — Nada que ver…
Marcelo: — Nada más lejano que la felicidad en la televisión, lo digo siempre (risas).
Pollo: — Estamos de acuerdo.
Marcelo: — Al principio vivía en la casa de mi padrino hasta que al año, gentilmente, me invitaron a que me retirara y empecé a rondar por ahí. En algunos momentos no tenía donde vivir, no me quería volver a Tres Arroyos y he dormido en una plaza. No lo veo como una tragedia igual. Yo tenía muy claro mi objetivo.
Pollo: — Pero construiste un nombre, tu imperio. Pasaste de cero a cien. Es muy valorable.
Marcelo: — Si, pero cuando tenés 17 años la pasas de otra manera tratando de llegar a lo que querés. Así que no fue tan traumático.
Pollo: — ¿Y cuándo tuviste el primer laburo?
Marcelo: — Cuando dormía en las plazas, caminaba por la Avenida Corrientes y un día pasé por un local de magia y dije: “Acá tengo una profesión”. Me compré tres trucos y me transformé en mago y con eso ganaba plata y podía pagar la pensión donde vivía. Hasta que un día Pipo Pescador buscaba un mago para su show y yo fui. Imaginate que ahí iban magos de verdad y yo tenía tres trucos. Era más parecido al mago sin dientes que a David Copperfield (risas).
Pollo: — Pero quedaste…
Marcelo: — Sí, fui gracioso. Siempre les preguntaba: “¿Por qué me tomaron a mí?” y me decían: “Porque sos gracioso, carismático”. Yo con tres pavadas te hacía el supershow de magia.
Pollo: — ¿Y cuál fue tu primer gran laburo?
Marcelo: — Me fui a vivir a España con la hija de Pipo, que era mi pareja, Carmela. Cuando vuelvo estaba muerto de hambre, empiezo a buscar trabajo y consigo para limpiar oficinas. La primera que me toca limpiar es la de la revista Tal Cual, que es ahora Caras. Entonces cuando se iban todos los periodistas yo practicaba para escribir y me leía todos los chimentos. Un día había que hacer una nota un domingo y, viste que a nadie le gusta laburar los domingos, después la vida me castigó y estuve 10 años en América haciendo programa los domingos...
Pollo: — Y haciendo radio todos los fines de semana de la vida (risas).
Marcelo: — Sí. Entonces había que hacer una nota y dije: “¿Puedo ir yo?”. Y dijeron: “Bueno, que vaya”. Me anotaron cinco preguntas y fui a hacer mi primera nota. Ahí arranqué y hasta el día de hoy nunca paré.
El secreto mejor guardado
Pollo: — ¿Por qué no se sabe nada de tu vida privada?
Marcelo: — Básicamente porque no tengo (risas), siempre digo lo mismo. Viste que yo digo que me encierro y gente amiga mía me dice: “Che, ¿en qué andas? ¿Qué hiciste el fin de semana?” (risas). Yo cuando no hago nada, no hago nada, pero de nada.
Pollo: — ¿No chongueas?
Marcelo: — Tengo la líbido puesta en otro lugar.
Pollo: — ¿Desde siempre?
Marcelo: — Sí, desde siempre. Mis amigos me joden con eso. Yo no soy una persona que tenga una vida sexual, sexoafectiva importante, a lo largo de mi vida. Siempre tuve objetivos laborales y me gusta estar solo. De hecho, no he convivido con nadie.
Pollo: — ¿Nunca?
Marcelo: — Nunca. Yo estoy tan enamorado de mí que es difícil que me pueda enamorar de otra persona. Lo que yo me doy, no me lo va a dar nunca nadie. Vengo de dormir en las plazas, vine de Tres Arroyos y no tenía dónde vivir. Yo me construí a mí mismo, entonces para que yo te incorpore a una persona a mi vida, tiene que ser alguien que venga en principio a sumar y cuando sos tan autoconstruido, es difícil compartir quién paga la boleta de luz o decidir a dónde vamos de vacaciones.