Barby Franco es una modelo argentina reconocida en el mundo del entretenimiento y la moda. Su carrera comenzó en televisión como azafata en el programa A todo o nada de Guido Kaczka, donde se ganó la simpatía del público por su espontaneidad y carisma. Su rol en el programa le brindó popularidad y la impulsó a establecerse como figura mediática en Argentina. Además de su carrera televisiva, ha trabajado como modelo, participando en campañas publicitarias y programas de espectáculos.
Hace 14 años está en pareja con el abogado Fernando Burlando. Se conocieron en televisión y, aunque su relación ha tenido altibajos, demostraron una gran conexión que perdura a lo largo de los años. En 2022, vivieron uno de sus momentos más felices con la llegada de su hija Sarah.
Actualmente, Barby trabaja los medios y tiene una comunidad de más de 2 millones de seguidores en las redes sociales, donde comparte situaciones de su vida cotidiana. Su autenticidad al contar cómo se crió en la villa 21-24 y las dificultades que atravesó en su niñez y adolescencia, la conectan de una manera genuina con el público que la sigue y le brinda su afecto. A lo largo de su carrera, ha sabido reinventarse, manteniendo un estilo de vida activo tanto en el ámbito profesional como personal.
Rulo: — Hoy a la distancia y con todo lo que has vivido hasta aquí, ¿cómo recordás tu niñez en el barrio?
Barby: — Para mí la casa era espectacular y fui feliz en ese lugar, pero hoy en día comparando con un montón de cosas que vivo actualmente, era una casilla que tenía techo de chapa, paredes de barro o algún ladrillo. Aún así fui muy feliz ahí. Para mí, siendo chica, estaba buenísimo.
Rulo: — ¿Qué era lo que más te gustaba?
Barby: — Iba al jardín, era libre, había otro código. Había mucha gente inmigrante que venían de Paraguay, Bolivia, Perú, que se instalaban en un lugar en donde todo el mundo la remaba y entre nosotros nos cuidábamos. Había respeto.
Rulo: — Ahora que podés verlo con otra perspectiva, ¿sentís que sufriste carencias?
Barby: — Carencia económica sí, obviamente, un montón. A nivel educación, también. Pero mi mamá siempre estuvo ahí al pie del cañón con mucho amor y muchos valores. En ese momento no me daba cuenta, pero mi mamá no podía darme la segunda o tercera comida del día, entonces ella se tomaba un mate cocido y a la noche me llevaba a un comedor. Yo iba chocha porque ella me lo dibujaba como que era un lugar de fiesta. Yo comía solita y ella me esperaba atrás con su mate cocido. Yo lo veo hoy y le digo: “Hiciste un montón de cosas y tuviste un montón de detalles con amor para que yo tuviese lo mejor y que física y mentalmente estuviera alimentada”. Cuando nació Saritah dije: “¡Wow! Lo que hiciste es una cosa de otro planeta”.
Rulo: — ¿Hoy está bien ella?
Barby: — Sí. Vivimos un montón de cosas con mi papá. Temas legales y un montón de situaciones, pero si. Está bien.
Rulo: — Imagino que “mister generosos”, que ya vamos a hablar de él, se habrá ocupado de resolver todas las cuestiones.
Barby: — Sí. En se momento me pasó algo muy loco con ”mister generoso”. A los 14 años yo tenía mucho quilombo con mi papá. En ese momento no se hablaba de violencia de género, ni bola, vos ibas a la comisaría 32 de Parque Patricios y no te daban ni bola. Hasta que en un momento le digo a mi mamá: “Hay que hacer algo porque no puede ser que todos los domingos estemos tiradas llorando, esperar el lunes y no poder ir al colegio porque tengo un moretón”.
Rulo: — ¿Les pegaba?
Barby: — Sí, era violento. En un momento dije: “Ya está. Tengo que buscar ayuda”. Llamo a un amigo, con mucha vergüenza por todo lo que estábamos viviendo, y le digo: “Me está pasando esto”. Yo me maquillaba los moretones para que no se note, ya en esa época quería ser modelo. Él me dice: “Tengo un amigo que te puede ayudar. Creo que es abogado”. Yo tenía 14 años y nunca me comuniqué con este señor. Mi amigo lo llama y, bien al estilo de él, me mandó Prefectura, la policía, mandó todo. Yo estaba sorprendida. Vinieron al barrio a buscar a mi viejo, me tomaron la denuncia, vino el fiscal y es re duro lo que voy a decir, pero para mí era un sueño hecho realidad que se lo lleven preso a mí papá porque ya no aguantábamos más. Pasan los años, yo estaba re feliz. Vivimos una etapa re tranquila con mi mamá. Empezamos los dos a remarla, nos mudamos solas a un departamento con mucho esfuerzo. Yo ahí ya había empezado a trabajar de azafata con Guido Kaczka y todo empezaba a florecer.
Rulo: — ¿Y cuándo lo conocés a Burlando?
Barby: — A los 22 lo conozco. ¿Qué le digo? Que tenía 30 años porque con 22 años sentía que no me iba a dar bola. Pasaron dos o tres años y en una charla muy íntima le cuento: “Una vez mi papá…” y él me dice: “¿Eras vos la chica que una vez me llamó un amigo mío y mandé toda la gente este a la 21?”. “Sí, era yo”, le dije.
Rulo: — Fue una coincidencia increíble. ¿Vos sabías que era él?
Barby: — No, no sabía. Sí, fue increíble.
Rulo: — Estaban destinados a estar juntos. ¿Por qué creías que no te iba a dar bola?
Barby: — Como un año se hizo el difícil. Yo tenía 22, él había ido al programa de Guido con su hija Delfina a jugar. En ese momento competían los colegios y lo vi y flasheé. Él estaba con los pelos de distintos colores. Otra onda. Me re gustó y dije: “¿Quién es este tipo?” Ni enterada quien era. A los 22 estaba en otra galaxia, pero había algo. Yo sentía que iba a ser para toda la vida. Sentía que con él me iba a casar, a tener hijos y él se reía cuando se lo decía. Hace 14 años que estamos juntos. Es un montón.
Rulo: — ¿Te hizo ruido alguna vez la diferencia de edad? Porque las hijas son casi de tu misma edad…
Barby: — Hoy nos morimos de risa, pero en su momento sí fue duro. Imaginate que Burlando cae con una piba de 22. Ellas tenían 18, 19 años. Yo les digo las nenas y ya voy a ser abuela (risas).
Rulo: — Claro. Vas a ser abuelastra.
Barby: — ¡Sí! Voy a ser abuelastra. ¡Estoy chocha!
Rulo: — ¿Cómo fue ese primer contacto con ellas?
Barby: — Fueron muy respetuosas conmigo en todo sentido. Nunca tuvimos problemas. Yo me poniá en el lugar de ellas y me hubiera hecho todos los días alguna maldad (risas). Al principio fue duro, obviamente había cositas, pero siempre fueron muy, muy respetuosas, al 100 por ciento. Vivimos 9 años juntas. Éramos un montón con perros y todo. Yo pasé los 30, ellas están pisando esa edad y ahora nos morimos de risa por todo lo vivido.
La pareja
Rulo: — ¿Cómo viene el electrocardiograma de esta relación? Porque tuvo altas y bajas…
Barby: — Y ya son 14 años. Hoy estamos en la mejor etapa, lejos. Estamos re enamorados, nos tatuamos juntos Sarah. También esto de que María (hija mayor de Burlando) está esperando un bebé nos unió mucho más. Pero sí antes siempre teníamos algún comentario. A mí me sale el barrio de adentro y, por momentos, lo quiero torear y me olvido de que es abogado y siempre va a tener la razón.
Rulo: — Te la discute siempre.
Barby: — Sí, siempre tiene que ganar el juicio él y lo gana. Jamás me da la razón (risas). Hoy en día lo dejo que se pelee solo.
Rulo: — ¿De dónde surgió la idea de que te proponga casamiento haciendose el muerto?
Barby: — Está completamente loco.
Rulo: — ¿Cómo fue la propuesta?
Barby: — ¿La del caballo? Porque hubo varias...
Rulo: — La del caballo es una locura.
Barby: — Yo no sé de dónde lo sacó. Esa semana me venía diciendo: “Me duele mucho el pecho, me voy a hacer un electro porque no me siento bien”. Yo estuve toda la semana preocupada y justo este día se va a comer a un restaurante conocido y a jugar un partido de polo. Yo venía todo normal, me acuerdo que estábamos con Jésica Sirio. De la nada, él se cae del caballo. Yo no venía bien y digo: “¿No me digas que es Burlando el que se cayó?” Ahí me empiezan a decir que era él. Jésica lloraba. Le digo: “¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?” y me dice: “Se murió”. Llega la ambulancia, le hacen RCP, le ponen el oxígeno. Yo lo miré y en tres segundos pensaba qué pasó, cómo le digo esto a las hijas, voy a ser viuda a los 20. Una situación terrible. De la nada, saca el anillo y me dice: “¿Te querés casar conmigo?” Después de eso tuve un estrés postraumático. Estuve 7 días con fiebre, matada, estresadísima por todo lo que había pasado.
Rulo: — ¿Y qué le respondiste?
Barby: — Le dije que sí, pero bueno depsués se suspendió (risas).
Rulo: — ¿Qué pasó con esta fiesta? ¿Cuál es el trasfondo de la suspensión?
Barby: — No sé qué pasó. Nos peleamos y fue. Claudia (Villafañe) ya tenía todo, el lugar, las mesas y no nos casamos. No se hizo, pero después vino Saritah y ya está. Es el broche a nuestro amor.
Rulo: — Hace poco se corrieron rumores de separación...
Barby: — Sí, la última pelea. Es verdad nos habíamos separados dos semanas, pero porque él estaba con un caso muy extremo y por primera vez en su carrera sentí miedo. Ha tenido miles de casos, pero en este le decía: “¿Estás seguro de ir?” Era un estresazo. Tenía un presentimiento feo. Me fui a un departamento que tenemos en Madero y estuve ahí tres semanas porque me sentía segura, cómoda. No sé. Era una situación muy extrema y me fui ahí.
Rulo: — Por eso salió la noticia.
Barby: — Y sí.
Rulo: — Te lo tomás con naturalidad.
Barby: — Sí, ahora. Pero en ese momento la pasé re mal. No sé. Tenía miedo.
Por sí o por no
Barby se animó al cuestionario de Sí o No, revelando detalles curiosos sobre su vida. Compartió con Rulo qué objetos guarda como tesoros, el lugar donde solía jugar al fútbol y cómo empezó su carrera de modelo.
Rulo: — ¿Sos acumuladora compulsiva?
Barby: — Sí, obvio.
Rulo: — ¿Qué acumulas?
Barby: — Tengo todavía una muñeca que mi mamá me había hecho cuando tenía 6 años. La sigo teniendo junto con un montón de juguetitos, de remeritas mías, cartitas de cuando tenía 5 años y me mandaba con mi grupo de compañeros.
Rulo: — Pero esos serían recuerdos que todos, de alguna manera, tenemos.
Barby: — No, pero otras cosas también acumulo. Canjes, ni hablar, todos. Ropa, zapatos, maquillaje, todo.
Rulo: — ¿Te cuesta desprenderte?
Barby: — Me cuesta mucho. Guardo hasta ropa de Sarah de cuando era bebé...
Rulo: — Por si o por no. ¿Es verdad que tenés un chip?
Barby: — Sí.
Rulo: — ¿Burlando te moniterea?
Barby: — No, no es tan así. Pero sí lo tengo. Es verdad. ¡Hoy en día hay chip de cada cosa!
Rulo: — Sí, está el chip sexual...
Barby: — ¡Hasta los perros tienen chip! Este es un chip de localización. En su momento hace muchos años nos robaron la camioneta. A mí me quisieron secuestrar y quedé re asustada. Había un sistema que en ese momento era muy nuevo y me lo puse.
Rulo: — Por si o por no. ¿Querías ser jugadora de fútbol?
Barby: — Sí, pero no (risas). En realidad jugaba en el potrero del barrio. Me encantaba. Me creía Maradona. Era “el plan” jugar con mis amigos, pero no sé si mi pasión y mi futuro era ser jugadora de fútbol.
Rulo: — ¿Llegaste a jugar en algún club?
Barby: — No, era más que nada con amigos. En ese momento Boca me quiso llevar, pero era muy chiquita y si bien me gustaba, tenía otro cuerpo, otra onda, nada que ver. De hecho, mi mama todos los días iba al colegio a firmar porque siempre hacía lío.
Rulo: — ¿Tenías mala conducta?
Barby: — Me peleaba. Me mandó a la escuela de modelos para que sea “un poco más femenina”, para que agarre unos tacos.
Rulo: — ¿Te llevó para hacerte más femenina?
Barby: — Sí, porque era un montón. Me agarraba a las piñas casi todos los días en el colegio, a ese nivel. Yo era toda flaquita y me creía mil. Un par de veces me fajaron y hasta me robaron las extensiones. Me quería matar.
Rulo: — ¿En serio?
Barby: — Te juro, yo humillada. La chica me agarra de los pelos y me lo arranca. Yo llorando porque me había robado el gato. Ahí dije: “No es por acá” y mi mamá me llevó a la escuela de modelos para que sea un poco más femenina y quedó esta mezcla rara.
Rulo: — ¿Y qué hacían en la escuela de modelos?
Barby: — El primer día caigo con unos botines, el botinero y Anamá (Ferreyra) me mira como diciendo “esta de dónde salió”. Ahí me regaló mis primeros tacos. Imaginate cómo caminaba el primer día en tacos, viniendo de fútbol, de un barrio re humilde. Fue muy divertido. Igual yo era muy pilla porque en ese momento era menor y mi pensamiento era: “Todavía puedo pelearme. Después de los 18 ya no voy a poder mandarme cagadas porque si me agarro a las piñas en la calle, me van a llevar en cana”. Era brava de chica.