Alfredo Casero respaldó a Milei: “No hace mucho te daba vergüenza decir en el exterior que eras argentino”

El actor volvió al teatro con Cha Cha Cha y habla de todo. Por qué Capusotto no quiso trabajar con él. La entrega de los Martín Fierro de cine y el discurso de Norman Briski. El reclamo de Mirtha Legrand por el INCAA. La cancelación que sufrió. El incendio de su campo. Y su opinión de Milei: “Por primera vez tenemos una cabeza política que internacionalmente es reconocida como una persona brillante”

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En tiempos donde el humor escasea en la televisión, la versión teatral de Cha Cha Cha -el ciclo de culto de los 90- es motivo de celebración. Y de infinidad de carcajadas en el público provocadas por Alfredo Casero y Fabio Alberti, sobre el escenario de un Teatro Metropolitan que se muestra a sala llena en las tres presentaciones semanales (jueves, viernes y sábados) de un espectáculo que se armó en tiempo récord.

“Somos dos viejos chotos que nos cagamos de la risa”, confía Alfredo, quien destaca que aquel recordado programa “tenía que ver con lo que hizo Fabio, con lo que hizo Mark Johnson, que fue el pibe que nos juntó. No con los que después se quisieron agarrar del programa. Yo escribí el primer sketch de Cha Cha Cha en un pedazo de hoja”.

Porque en este celebrado retorno también están quienes no están -valga la licencia del juego de palabras-, como Diego Capusotto, Mex Urtizberea y varias figuras más. A lo largo del reportaje con Infobae, Casero los mencionará, en forma directa a veces, de manera tácita en otras. Y mezclará entonces la política, la grieta y la cancelación; los límites entre el humor y la realidad a menudo son difusos.

“El espíritu está, y no es de un programa. No hay un programa de televisión al que emular, sino el espíritu de hacer, juntarse, festejar”, sostiene el humorista, abriendo el juego. “Armamos todo en un mes y medio, porque yo ya tengo el ejercicio y porque la gente tiene disciplina. Después, cuando terminamos, está todo bien. Pero tenés que tener disciplina, acordarte de lo que vas a decir. Al revés de lo que la gente piensa, no hay nadie que diga algo fuera de lo que tiene que decir”.

—No es improvisación.

—Es que tiene que ser Cha Cha Cha: no había cosas improvisadas. Soy una porquería de persona trabajando cuando quiero hacer algo y no me dan bola.

—Alfredo, ¿fuiste vos el que dijo: “Cha Cha Cha al teatro”?

—En realidad fue (el productor Giuliano) Bacchi el que me dijo de hacer esto. Porque yo venía de una cancelación, de no poder ir a lugares, de no poder hacer nada, de que los actores no quisieran trabajar conmigo...

—¿Quiénes no querían trabajar con vos?

—Bueno, hay un montón de actores que no quieren laburar conmigo.

—¿Me vas a decir los nombres?

—(Diego) Capusotto, por ejemplo. Hay un montón, que no entiendo por qué.

—¿Lo llamaste a Capusotto para esta vuelta?

—Me dijo: “No, ya es algo viejo”. Qué sé yo.

—¿Mex Urtizberea?

—Hace mucho que no lo veo. Lo vi muy enfrascado en lo que él hace. Yo lo entiendo a Capusotto, que no quiera laburar conmigo o que no quiera laburar. No sé, le debe producir algo. Pero las veces que he hablado con Mex, me encontré como con otra persona. Igualmente tengo mucho para agradecerle porque aprendí mucho de la música. Y hemos sido grandes amigos. Debo agradecerle mucho a él, a la familia. Los quiero mucho.

—¿Sentiste que era momento de hacer Cha Cha Cha?

—Cuando me habla Bacchi, le digo: “Mirá, lo que pasa es que tienen que estar todos los que puedan”. Después nos dimos cuenta de que yo toda la vida había hecho Cha Cha Cha: tuve un grupo que antes era más grande, que después, por política, algunos se fueron. Pero fue mucho tiempo de una cancelación que ahora los escucho a los actores llorando... No, es increíble. Ellos están del lado que pega del palo; yo estuve del lado que recibe el palo. Y ellos piensan que ahora están del lado que reciben del palo. No: los ignoran. Están los que hablaron el otro día.

—¿En la entrega de los Martín Fierro al Cine?

—Sí. Totalmente ignorado. Algo del cine en el estado que está el cine. Es lo mismo que te regalen la botella de lavandina, de aluminio. Fue una exposición de frustrados. Eso es lo que vi: gente frustrada porque no se aguantan 10, 12 años sin trabajar. A ellos les pegaron cuatro gritos, los pusieron en su lugar, les dijeron que no hay guita para pelotudeo, ni para hacer películas que hagan imbéciles que ven 40 personas. Y no entienden que eso se acabó. En Salta yo fui totalmente cancelado, en Córdoba también. O sea, no fue una vez: fueron más de 30 y pico de veces.

—¿Tuvo que ver con alguna situación en particular o por cómo te manifestás en general?

—Vamos por partes. En el peor momento de mi vida, yo me estaba muriendo...

—La infección intrahospitalaria. Estuviste muy grave. ¿Cuántas operaciones te hicieron?

—No importa. 60, 40 y pico. Un horror. Venía gente y me decía: “¿Te moriste?”. No, no me morí. Pero sí estuve muy mal. Y estaba hecho pomada, tirado así, con un iPad viejo, y les iba diciendo lo que me parecía. Aunque me muera, me vas a tener puteando. La mayoría de las cosas que dije después sucedieron, y le dio mucha bronca a mucha gente. Si vos tenés la posibilidad de que haya un cambio y no lo hacés, son un inmoral. Y si el cambio lo hacés para vos, aparte de ser un inmoral sos un egoísta y enemigo del pueblo. Por eso fue. No fue porque yo salí a gritar. Yo no soy el Dipy, que se pone la gorrita y vende herramientas.

—No tuvo que ver con lo que dijiste del flan, sino con esa continuidad.

Lo del flan lo agarró la gente que ni siquiera entiende de flan. Flan sos vos, el que fue a pedir flan. No hay nada, y venís a romper las bolas y pedís flan.

—¿En un momento decís: “Ah, me prohibieron”?

—No. La prohibición te dice: “Mirá, vos no podés”. Pero la cancelación es salir a buscar a los músicos que trabajaron con vos, y que te digan que no: “Si laburás con él, estás muerto”.

—Sos kriptonita.

Soy feliz de que me tomen por kriptonita. Es preferible eso a ser el payaso del gobierno. Yo no soy payaso de nadie. Yo soy payaso tuyo, yo soy payaso de ella. Y soy un payaso a veces con una ametralladora, como tienen que ser los payasos. Y los payasos no son buenos. Los payasos son jodidos.

—Cuando te leo en las redes sociales tan vehemente, ¿sos 100% vos o hay algo de provocador que se fue construyendo ahí y viste que funcionaba?

—¡Qué buena pregunta! No es solamente la provocación, es una patada en la garganta. Porque me pegaron a mí, a vos y a todos, riéndose y tratándote de idiota, insultándote, encerrándote, mostrando a la peor gente de la peor calaña, con los coeficientes intelectuales más ínfimos e inexistentes, sin ninguna preparación, que lo único que hacen es jugar, y que nos destruyó, y etcétera, etcétera. Todo lo que ya sabemos. Me vas a tener puteando contra cualquier cosa que me saque mi libertad, la tuya, o la libertad de que otro diga que yo soy una porquería. Porque yo sí pasé el gobierno militar. Les pregunto la historia a muchos que son amigos de Robi (Roberto) Santucho, y no tienen la menor idea de lo que pasó porque no estuvieron en la calle. Es todo una mentira y un blef de mucha gente. Cuando yo empecé a decirlo, casi me matan.

—¿Cómo fue tu historia durante el gobierno militar?

—Prefiero no hablar de eso, porque siempre hay alguno que puede cometer el error de hablar una pelotudez. Y no permito que ninguno pueda hablar una pelotudez de mi apellido y de mí. Tengo a mis hijos, que de alguna manera también fueron presionados, molestados. Nosotros somos todos estoicos. Somos un clan.

—¿A tus hijos los salpicó esta cancelación?

—No los salpicó directamente: los atravesó, como a mí, como a todo lo mío. Si vos supieras las cosas que yo tuve que aguantar de gente que vos la mirás y parece honorable... Sin saña, sin prisa pero sin pausa, voy a hacer lo posible para que esa gente me pida disculpas.

—¿Gente del ambiente artístico?

Yo no puedo ni hablar con algunos del ambiente artístico. Están todos del lado de donde chupan la teta, de donde sacan un mango, donde hacen películas de mierda. Porque hay muchas películas, no me vas a decir que no, que la vieron 35 personas y pusieron mucha guita. La única película que yo hice fue por crowdfunding, y no me dejaban pasarla en un cine chiquito porque tenía que pagarle a SICA (Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina), a esto y lo otro.

—Para quien no sabe, el crowdfunding es un sistema de financiación colectiva: se recauda plata entre mucha gente que apoya un producto, y que se asocia simbólicamente con ese proyecto.

—Cuando eso pasó, fue antes de la estupidez esta de la juventud maravillosa y todo lo demás. Fue antes de la grieta. En un momento no había una grieta.

—¿La grieta no es histórica? ¿Vos decís que vino con el kirchnerismo?

—El kirchnerismo hizo todo un trabajo horrible: los servicios de inteligencia eran todos cubanos y venezolanos. Y en este momento le está pasando a España, lo están viviendo allá: hablan igual, es de la misma manera, de la misma gente. ¿Por qué? Porque sale de las mismas personas que arman una arquitectura social para que la gente se odie. Lo hicieron toda la vida.

—¿Sentís que hay gente dentro del ambiente artístico que te debe un pedido de disculpas?

—Se los voy a sacar, se los voy a sacar...

—¿A quiénes?

—Bueno, eso también es una cuestión personal. Ahora me encontré con un amigo de hace muchos años y yo no tengo ganas de hablar. O sea, si vos sos boludo y tu vida está signada por Cristina y Néstor, y yo trabajé para vos los años que pude, haciéndote reír para que no creas en la mentira de los políticos.... ¿Se entiende lo que digo? La gente a la que vos le das, después te da vuelta la cara y te señala porque no sos amigo de ellos. Ahora, con el tiempo, las cosas vuelven y se revierte en la calle con un abrazo.

—¿Tenés apoyo en la calle?

—Sí. La gente agradece muchísimo el hecho de que yo haya dicho algo que ellos querían decir.

—En una de las últimas veces que charlamos me dijiste que estabas muy mal económicamente, que la cancelación te había impactado mucho.

—Sí. Pero yo estoy preparado también, porque hago mis negocios, mis cosas.

—El campo.

—El campo es todo una pérdida, siempre. Y acaba de quemarse todo el campo de San Luis, que es una fortuna. Ahí si voy a tener problemas. Prácticamente, lo que puedo ganar en un trabajo como éste (por el teatro) lo tengo que pagar en palos, alambre, tranqueras...

—¿Se quemó el campo?

—Se quemó todo. Los perros, muy queridos... Porque es su trabajo: sacaron a todos los animales, que ni siquiera eran nuestros. Los fueron a buscar. Chiflás, pero el fuego no deja que escuchen: los perros se van más adentro, y no podían volver. Se mueren. Pero es una gran manera de morir: siendo perros, heroicamente. El perro tiene que morir como mueren los hombres que se mueren de esa manera.

—¿Perdiste mucha plata?

—Sí. Pediré un préstamo a alguna ONG para comprar el alambre. Mil metros de alambre cuestan 300.000 pesos; son 300 dólares. Y yo tengo que hacer seis mil, siete mil metros de alambre. Entonces, sí: es una pérdida muy grande.

Cuando todo cambió

Alfredo Casero ubica el momento exacto: 2011. “Ahí empecé a pararme y decirles: ‘Ustedes son una manga de mentirosos’. Y me empezaron a pegar, y empecé a no trabajar. Trabajé solamente con Suar. Después, donde iba me levantaban. Llegamos a hacer 100 shows al año y después no podía hacer uno, dos”.

Se detiene entonces en sus colegas. “¿Te cuento algo? -dice, a modo de preámbulo-. Habían presentado a un nieto que tenía como 65 años, y no me daba... Y yo toqué pito y me destrozaron. La Asociación Argentina de Actores mandó una carta diciendo que yo era negacionista de las Madres de Plaza de Mayo, y de esto y de lo otro. Me llaman para trabajar en España, y una mina muy desagradable me tira la carta, que le dio otro actor argentino. La gente no lo sabe, pero había una especie de policía de actores, que eran los actores que iban a otro lado y te decían quién trabajaba y quién no. Ya sé quiénes son, sé cómo fue y todo lo demás”.

—¿No me lo vas a decir?

—No te voy a decir. ¿Pero me entendés cómo fue?

—¿Y estás esperando a cruzártelos por la calle?

—Lamentablemente, cuando se cruzan, vienen y te dan un abrazo como si fueran tus amigos. Para que te olvides.

—Y vos no te olvidás.

—Yo no me olvido. Pero hay una mirada, una cosita en el fondo: saben perfectamente que me deben. La piedad, ante todo. Pero no te olvides de que me hiciste una cagada...

—Durante la entrega de los Martín Fierro al Cine, Mirtha Legrand pidió que no cerraran el INCAA.

—Mirtha Legrand puede hacer lo que se le cante el culo, porque para eso es mi Mirtha Legrand, y la tuya también. Que haga y diga lo que quiera, porque ella es una parte del espíritu de lo que queda de la Argentina.

—Pero parto de ese discurso de Mirtha para preguntarte: ¿qué te pasa a vos con el INCAA?

Me importa un pedo el INCAA. No recuerdo haber pedido ninguna ayuda a nadie nunca, porque se me caería la cara de vergüenza. Actores que cobraban el IFE, ¿me entendés? No, no. Los actores quieren flan; no hay plata para flan, muchachos. Y lo que dijo Norman Briski... Es un hombre grande, fue mi maestro, le debo mucho respeto. Lamento que haya dicho eso. Porque nada más dijo “Gaza, Gaza, Gaza, Gaza”. ¿Y querés que te diga algo? No dijo nada. Dejalo, no lo repitas más. Ese tipo no tiene ni idea de lo que es el horror de la guerra, de lo que es que te ataquen de siete flancos diferentes, todos los días, 200, 300, 500 misiles, que hacen mierda cosas. Y que es un país que no dice nada.

—Israel es la única democracia de la región.

—Y aparte de ser la única democracia, es lo único que retiene una ideología donde vos tenés que estar callada, no tenés que hablar, tenés que estar tapada. Yo, personalmente, no quiero eso. Tengo una idea clara de las cosas, de lo que es la libertad. Mirá, me dieron 19 puntos. ¿Ves ahí? (Muestra una mano).

—¿Por qué?

—Porque vino un pibe y me chuzó. Estaban a los gritos con una piba, le pegué un chiflido, lo paré y me chuzó. Pero me podría haber clavado.

—¿Cuándo fue eso?

—Hace un año y medio. Me quedó la mano pa’ chiflar monos. No la puedo mover. Ahora puedo hacer el número tres.

—Me pareció terrible lo que dijo Norman Briski. Me gusta aclarar desde dónde hablo: soy judía, con familia y amigos en Israel. Y soy feminista. Pero no hay ninguna organización feminista diciendo que el 7 de octubre asesinaron y violaron mujeres, y que a otras se las llevaron y todavía las tienen secuestradas.

—No. Si hubieran visto las barbaridades y atrocidades que hicieron ese 7 de octubre, en el fondo del alma realmente se darían cuenta si ellos son eso... Porque no te olvides que tenés tres generaciones adorando al Che Guevara, cuando todos sabemos lo que era el Che Guevara, cuando la gente se caga de hambre en Cuba.

—¿Y qué es? ¿Una moda?

—No, no es una moda. Funciona perfectamente porque está tan bien organizado, con esta arquitectura social, que voy a tener a todos los resentidos porque no tienen lo que vos tenés. A todos los frustrados. Natalia Oreiro era una barbaridad, y vos decís: “Sí, bárbaro”. Bueno, vos sos la persona que menos puede porque te fue muy bien. A Natalia Oreiro le ha ido muy bien, es una de nuestras estrellas.

—¿No te gustó verla el otro día a Natalia en esa posición?

—No. Me dio pena, porque es gente que vos la querés porque tiene que ver con tu acervo cultural. Nancy Dupláa, como si fuera... no sé, Pepe Monje, ¿entendés? Los actores, las actrices, están en un lugar tuyo, que tiene que ver con tus vivencias.

—En los Martín Fierro también estaba Guillermo Francella.

Lo vi demasiado tibio. Y a mí lo tibio no me gusta. Francella, no vayas ahí la próxima vez. Ese no es tu lugar.

—¿Y Beto Brandoni?

—Beto Brandoni hizo la voz de que él es. Qué sé yo. No le creo mucho a eso. Beto se tiene que parar y decir: “¡Manga de ladrones!”. No podés hablarle con medias tintas a un tipo que se sube y le tira a Brandoni, a él y a la gente que no piensa que vos sos una porquería porque no pensás como él.

—Alfredo, ¿creés que se vienen cosas buenas para Argentina?

—Se vienen cosas buenas, y no estoy hablando de política. Ya hay un montón de cosas buenas cuando la gente se mira sin odio. Hemos vivido un período absoluto de oscurantismo y de pata en la cabeza. Y la gente se va a olvidar dentro de poco, porque te van a seguir hablando de boludeces, que el idiota este se acostó con la hija del otro...

—¿Ese sería el ex presidente, Alberto Fernández?

—El ex presidente imbécil ese. Salieron a destruir las mujeres, que pueden acostarse con quien quieren.

—¿Le creés a Milei?

—Por primera vez en la vida tenemos una cabeza política que internacionalmente está reconocida absolutamente como una persona brillante. Y nosotros nos paramos de manos a aplaudir a Messi, pero no aplaudimos un tipo que donde va, nos hace quedar de una manera... Porque a nosotros nos daba vergüenza decir que éramos argentinos afuera.

—¿Sentís que a Milei lo tenemos que aplaudir como a Messi?

—No sé si hay que aplaudirlo. Yo no aplaudo a nadie. Si tengo que hablar de Milei, creo profundamente una sola cosa: es una persona honesta. Eso sí puedo decirlo. Esa una persona ordenada. Es un científico, y un científico se mueve como un científico.

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