Martín Cirio, conocido popularmente por su personaje La Faraona, es un comediante argentino que ganó gran popularidad a través de sus videos en YouTube y publicaciones en redes sociales. Su estilo humorístico irreverente y el contenido satírico lo convirtieron en una figura destacada en la escena del entretenimiento digital. Su comedia, basada en anécdotas personales y críticas a la sociedad, fue aplaudida por miles de seguidores, pero también lo envolvió en controversias debido a sus comentarios provocadores y sin filtro.
En 2020, enfrentó una grave acusación de apología de la pedofilia tras la viralización de antiguos tuits. La denuncia provocó el allanamiento de su hogar y la confiscación de dispositivos electrónicos. Este evento marcó un antes y un después en su carrera, generando una ola de críticas y la interrupción de su actividad en redes. Cirio defendió su inocencia a lo largo del proceso y en 2023 finalmente fue absuelto, lo que lo llevó a reflexionar públicamente sobre el daño emocional y profesional que le causó el escándalo.
Después de estos difíciles momentos, Martín decidió mudarse a Turquía desde donde compartió su día a día en las plataformas bajo el nombre Martina, la turca fugitiva. Según explicó, buscaba un espacio de tranquilidad y distanciarse del estrés que enfrentaba en Argentina.
A pesar de la adversidad, ha utilizado su historia para impulsar nuevos proyectos. Escribió el libro Martín Cirio. Pasaron muchas cosas, ninguna de ellas buena y el año pasado, lanzó un espectáculo de teatro en streaming titulado Martín Cirio, el documental, donde relata los detalles del caso y su experiencia personal durante esos años turbulentos.
Este renacimiento artístico, coincidiendo con su cumpleaños número 40, significó su regreso a los escenarios con una perspectiva renovada y más resiliente. Presentó su show Mis dulces 40 en Argentina y Uruguay; y realizó también el Tortufest, un encuentro musical que reúne a sus fans.
Rulo: — ¿Cuántas veces sentiste que fuiste cancelado?
Martín: — Un montón. Todo el tiempo soy cancelado. Me ha pasado mucho de meter la pata, correrme de un límite y también hay momentos en redes en que vos sos re querido por todo el mundo y te festejan todo, que a mí me ha pasado. Hice teatro muchos años y me acuerdo que le decía a una amiga: “Siento que puedo ir a un escenario y cagarme encima o quedarme callado que la gente me va a aplaudir igual”. Primero todos te aman y cualquier cosa que digas es “mirá qué gracioso”, pero después eso mismo es como que se empieza a torcer.
Rulo: — ¿Se vuelve en contra?
Martín: — No sé si es volverse en contra, pero estás bajo una lupa. No es que cualquier cosa que hagas es graciosa o está bien, se van marcando más los límites y está bien.
Rulo: — ¿Cuántos colectivos tenés en contra? Porque con el tipo de humor que hacés te has metido con todo.
Martín: — Sí, tengo a todos en contra hasta mi colectivo. El LGBT me odia, a mí los put** me detestan.
Rulo: — ¿En serio?
Martín: — En líneas generales, no es que todos me odian. Pero me han acusado de homofóbico, transfóbico, misógino, todo lo que te puedas imaginar, hasta gordofóbico porque cuando decía que me gustaban los gordos, me decían que estaba fetichizando a la gente gorda y los estaba cosificando. ¡Una locura! A mí físicamente me gustan los gordos. Todos tenemos nuestras preferencias y lo que más me calienta es alguien que sea más gordo.
Rulo: — No estás diciendo nada grave con eso.
Martín: — No, al contrario. Los estoy incluyendo. Yo soy el menos gordofóbico. Anda vos y c*get* un gordo porque me estás acusando a mí de gordofóbico y después veo a tu novia o a tu novio y es un flaco re hegemónico. Nada les viene bien y yo llegué a un punto en el que dije: “Basta”. Hay gente que se ataca con cualquier cosa. Yo nací en los ‘80, tengo 40 años y fui criado con el humor de los ‘90 que era más pesado, mucho más crudo. Cuando jodo conmigo mismo, también soy crudo.
Rulo: — Antes no había discusión con el tema del humor o nos reíamos o nos indignábamos. Ahora si hacés un chiste zarpado sos noticia y se habla de eso, ¿no?
Martín: — Yo creo que está bien que uno se ponga analizar el humor. No es que digo: “Yo fui criado en los ‘90 entonces tengo derecho”. Me parece que está bien, pero se va a un extremo. Cuando yo digo que me gustan los gordos es simplemente una característica física como puedo decir: “Me gustan altos, bajos, rubios, morochos”. No es ni buena ni mala. No estoy discriminando o fetichizando. Ahora, cuando yo la pifio, que por supuesto que la pifio, no tengo drama en pedir disculpas.
Rulo: — Es sano admitir cuando uno se equivoca.
Martín: — A veces pasa cuando estoy en el stream, que es como en el teatro, cuando te aplauden o se ríen todos, te envalentona más y duplicas la apuesta, la redoblás. Ahí es cuando la pifias porque empezás a subir el nivel del chiste y aparte la gente siempre te va a arengar. Uno ahí tiene que controlarse y saber con qué puede tirar de la soga y con qué no. Es una práctica constante en la que he pisado un palito y me equivoqué. Por eso está bueno analizar el humor.
Rulo: — ¿Cómo o cuándo aprendiste que no te tenés que ir de mambo?
Martín: — Con las cancelaciones. Todas las cancelaciones que tuve (risas). A cualquiera que lo microfoneen un montón de horas es obvio que no es correcto 24 horas. No decís lo que hay decir o te restringís, pero en algún momento te relajás demás.
Rulo: — ¿Te deprime que te cancelen?
Martín: — No, ahora me chupa. Hay algo en mí que hizo un clic y dije: “Yo sé cómo digo las cosas y por qué las digo” y ya no me como más el viaje. Antes me sentía mal y trataba de arreglarla hasta que me di cuenta que hay gente en Internet que es una mierda. Internet está lleno de gente violenta. Yo también sé que hay mucha gente que me odia y no tiene un motivo real, entonces capaz aprovecha la mínima para querer hacerme quedar muy mal. Yo ahora ya me doy cuenta de esas cosas, entonces no me importa. Sé la connotación con la que digo las cosas, tengo mucho más cuidado que antes, soy mucho más consciente de las cosas que digo. No cuidado en el sentido de restringirme sino de que trato de estar mejor plantado cuando digo las cosas. Antes estaba más verborrágico. También cuando tenés una audiencia grande algunos entienden tu código, otros no y hay que tener cuidado.
La reacción de su mamá
Rulo: — ¿Cuándo se enteró tu mamá que eras gay?
Martín: — Se enteró cuando se lo dije, que igual era medio raro porque yo tenía posters de las Spices Girls y de Madonna. Ella pensaba que era porque me gustaban las chicas, como los que tienen en la gomería (risas).
Rulo: — ¿No sospechaba nada?
Martín: — No, no. Se lo dije a los 18, 19 años. Yo ya no soportaba más porque tenía muchas amigas mujeres y ella siempre me decía: “A vos te gusta tal, ¿no? Porque siempre te veo con ella”.
Rulo: — Te empezó a resultar insoportable en un momento.
Martín: — Es que sí era muy insoportable porque todo el tiempo me quería pinchar con eso. “Te gusta Mariana”, me decía o tiraba estas frases: “Cuando tengas hijos yo los voy a malcriar” y me generaba una cosa en el estómago…
Rulo: — Parecía como que estabas viviendo una mentira. ¿Cómo fue el momento en el que se lo dijiste?
Martín: — No lo podía caretear y llegó un punto en el que no pude más. Ella una vez fue a Mar del Plata un fin de semana y dije: “Se lo mando por mail”. Pero después no sé por qué no lo hice. Y un día, un sábado, de la nada, no lo había planeado y dije: “Es ahora”. Estaba por ir a bañarme y me acuerdo que mi vieja estaba doblando ropa, de espaldas a mí, y yo le dije: “Mamá, si te digo algo ¿va a estar todo bien?” La típica pavada…
Rulo: — Bueno, pero tenías 19 años…
Martín: — Y le dije: “Soy gay”. Se da vuelta, me mira y me dice: “¿Qué?” Cuando me dijo qué se me cruzaron como 70 cosas que decir, pero ya no se podía decir otra cosa.
Rulo: — Pensaste en decirle que era chiste.
Martín: — Sí, claro. Pero ahí le vuelvo a decir: “Soy gay” y ella se queda quieta y me pregunta: “¿Sos activo o pasivo?”
Rulo: — No te creo.
Martín: — Te juro. Fue la primera pregunta. Yo pensaba ¿cómo tenés esa terminología de activo o pasivo? Vieja morbosa (risas). Creo que lo preguntó para ver si había una posibilidad de rescate. Si me podía “salvar” o no (risas). Ella se lo tomó bien, pero yo lloré un montón. Re dramático. Tenía la sensación de que la había defraudado y que no iba a poder volver a mirarla a la cara. Ella no me hizo sentir eso, era algo mío. Es que muchas veces me decía lo de los nietos y yo pensaba esto se cortó. No va a tener el sueño de ella, estos nietos no van a venir nunca al menos de mi parte, sí de mi hermano. Entonces fue duro para mí, pero después ya está.
Vida personal
Rulo: — ¿Cómo es tu vida fuera del stream y de los medios?
Martín: — Estoy tranquilo con mi vida personal. Cada tanto igual me gustan cosas que no son tan tranquilas, me gusta la jodida, salir. Dije jodita y me siento el señor Burns con la patineta (risas). Tengo 40 años.
Rulo: — Para la gente que no entiende la jerga de “jodita” es ir a fiestas electrónicas, salir, volver tarde, que tampoco no tiene nada de malo.
Martín: — Claro. Capaz termino en un after, pero no es mi habitualidad. Me gusta, pero a su vez yo soy re tranquilo. Soy muy metódico, estoy todo el día laburando y tengo una vida muy ordenada. Obviamente mis seguidores me ven en stream una hora y media o dos horas, pero para hacer esas horas estoy laburando todo el día, además soy muy obsesivo, que es algo que estoy laburando en terapia. Mi vida actualmente es casi 100% profesional.
Rulo: — Estás abocado a generar contenido, hacerlo bien y de la mejor manera. ¿Te deja tiempo para juntarte con amigos o para conocer a alguien en plan de cita?
Martín: — Lo estoy trabajando en terapia porque es como que dejé toda mi vida personal de lado y no me junto tanto.
Rulo: — Estás en modo ermitaño.
Martín: — Me pasó que cuando me fui a vivir a Egipto no me quedó otra que mantenerme en contacto por WhatsApp, entonces ahí hubo algo que se cortó y después quedé seteado como que no necesito ver a nadie. Pero ahora me estoy planteando esto de que no estoy viviendo nada, extraño lo social y lo estoy tratando de recuperar. Es el tema del momento. Es un tema que me está golpeando.
Rulo: — ¿Te escriben flacos por las redes para invitarte a salir?
Martín: — La verdad mis seguidoras son casi todas mujeres, me escriben algunos tipos pero la verdad que no es la habitualidad. Yo sé que de afuera parece que los que tienen muchos seguidores tienen atrás un montón de minas o tipos, pero la verdad es que, al menos en mi caso, no sucede.
Rulo: — ¿Cómo te va en lo económico?
Martín: — Me va bien.
Rulo: — ¿Con qué ganas plata? Porque imagino que no podés meter marcas por tu tipo de contenido.
Martín: — Lo de las marcas es algo que está sepultado, por suerte, porque yo puedo hacer la plata por otro lado y no estoy condicionado de ningún lado. Hace unos años trabajaba con una agencia que todo el tiempo me rompía con que sea más tranquilo, que baje el tono y que no putee tanto. En un momento vi que todo el mundo ganaba guita con las marcas y yo dije: “Yo también quiero esto”. Pero no es fácil porque tenés que construir tu marca para que la otra marca quiera venir.
Rulo: — Lo difícil es que te quieran.
Martín: — Claro. Entonces, en esa época empecé a cambiar un poco mi contenido y ahora es como que me siento re libre porque puedo decir lo que se me canta.
Rulo: — ¿La guita la hacés con reproducciones de YouTube?
Martín: — Con Twitch.
Por sí o por no
El comediante se atrevió al cuestionario utilizando los carteles de Sí o No, según corresponda, y se tomó el tiempo de justificar cada respuesta. En esta ocasión, los temas abordados incluyeron: relaciones de amistad o vínculos que se rompieron, críticas a figuras públicas en las redes sociales y la relación con sus fans. ¿Qué dijo?
Rulo: — ¿Seguís amigo de Yanina Latorre?
Martín: — Sí.
Rulo: — ¿De Lizardo Ponce?
Martín: — No.
Rulo: — ¿Seguís siendo amigo de Nazarena Vélez?
Martín: — No.
Rulo: — ¿Y de la China?
Martín: — No.
Rulo: — De las cuatro personas que te pregunté, ¿sólo con Yanina seguís en contacto?
Martín: — Es que Yanina es lo más. Mucha gente la bardea porque dice todo, pero es una mina re libre. Hay que tener los huevos que tiene ella para decir lo que dice. Cuando tiene la información y la certeza, se mete a full. En política hay que tener muchas bolas para hacer lo que hace.
Rulo: — Con la China, con Lizardo, con Narazarena, ¿te sentiste traicionado? ¿Te soltaron la mano en un momento difícil?
Martín: — No, son casos re distintos. Con la China en muchísimo menor medida porque no éramos amigos, nos seguíamos en Instagram, pero no era nadie en mi vida. Con Lizardo yo sí lo consideraba amigo y la situación que se dio fue rara. No fue todo tan directo como dejar de hablarme de un día para el otro sino que se fue alejando y Nazarena se portó pésimo conmigo, me prendió fuego en la tele. No éramos amigos, pero ella me había ayudado en un tema que yo tenía y que era muy íntimo. Yo había confiado en ella. Salió a hablar en la tele, paseándose en los programas. Todos los días salen fake news y cosas que son mentira, es el ABC de los medios. Ella es una mina de los medios, lo sabe perfectamente y tenía mi WhatsApp para preguntarme. Después sí tuvo un re buen gesto. Yo publiqué desde Turquía que se llamaba los que me soltaron la mano o algo así. Ella me escribió un mensaje bastante largo diciéndome: “No sabía que estabas pensando en suicidarte o que se te había cruzado por la cabeza”. No me acuerdo si me pidió disculpas, pero me dijo algo como lo siento.
Rulo: — Fue un acercamiento.
Martín: — Yo sabía que lo que pasó fue muy pesado y no pretendía que salga a bancarme, pero no me prendas fuego si no sabés la verdad. Porque después salió la verdad y dijiste un montón de cosas de las que no hay vuelta atrás. Y en esto no estoy hablando solo de ella, fue un montón de gente. Yo por eso trato de no ser tan duro juzgando y si me preguntas: “¿La odias a Nazarena?” No, ni en pedo la odio. Además tuvo un re buen gesto y entiendo que todos nos podemos equivocar porque yo me equivoqué miles de veces. Yo también tuve muchos mea culpa de veces en las que tal vez hablé demás.
Rulo: — Paso con Mariano Martínez.
Martín: — Yo le quise escribir por Instagram, pero me tiene bloqueado y justamente bloqueado. Lo banco en la bloqueada. Cuando yo criticaba o me reía de algo en general siempre era algo que ellos mismos deciden mostrar, como en el caso de Mariano. Yo tomaba esa parte y me reía de eso, hacía humor. Pasó con Marixa Balli, con Luciana Salazar que enseguida se empezó a reír de eso y se desactivó el enojo al toque. Yo entiendo que el otro se puede enojar. Pasó también con Maru Botana que subía historias a las 5 de la mañana haciendo ejercicio. Es algo muy inocente, no es algo como me pasó a mí. Yo no le inventé nada a Mariano Martínez.
Rulo: — Te reías de su contenido y chau.
Martín: — Cuando Maru Botana no entendió, que está perfecto no entender, nos escribimos, yo le pedí disculpas y se cerró el tema y no volví a joder con eso. Ya está. Yo me burlo de mí, soy el primero que hace humor conmigo mismo, entonces es algo inocente aunque entiendo que se puedan enojar. Pero a veces siento que me lo quieren comparar y dicen: “Te volvió todo lo que hacías”. Yo no hice nunca lo que me hicieron a mí.
Rulo: — ¿Le tenés miedo a tus farafans?
Martín: — Sí.
Rulo: — ¿Por?
Martín: — Porque son tremendos. Un poco me aman, un poco me odian. Son aves de rapiña, me dan miedo, he criado cuervos (risas). Al principio me dejaban pasar todas y ahora no, pero son divinos.