Salomé Di Iorio es una destacada árbitro argentina de fútbol y abogada, oriunda de Quilmes. Comenzó su carrera en 1999 con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y ha acumulado más de 25 años de experiencia, convirtiéndose en una referente en el arbitraje tanto nacional como internacional.
Además de su labor en el campo de juego, se ha especializado en la tecnología VAR (Video Assistant Referee), siendo la primera mujer en Argentina en asumir este rol. Di Iorio dirigió importantes torneos como la Copa Libertadores Femenina 2009, los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y el Mundial Femenino de 2015.
A lo largo de su carrera, debió superar numerosos obstáculos en un entorno mayoritariamente masculino. Sin embargo, logró destacarse dirigiendo partidos tanto en ligas femeninas como masculinas. También fue reconocida con el Premio Alumni a Árbitra Destacada en 2014 y 2017.
A nivel internacional, dejó su huella en competiciones de alto perfil, como los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. También estuvo presente en la final de la Copa Libertadores Femenina 2021. Después de una pausa en su carrera por su maternidad en 2015, Salomé sentó un precedente al reclamar sus derechos laborales durante el embarazo, abriendo el camino para otras mujeres.
En 2023, Di Iorio formó parte del equipo VAR en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, consolidando su prestigio como una de las principales referentes del arbitraje argentino. A lo largo de su trayectoria, ha sido testigo y partícipe de la evolución del fútbol femenino en el país, destacando el crecimiento en exposición y profesionalización del deporte.
Leo: — ¿Es difícil siendo mujer dirigir en el fútbol argentino de varones?
Salomé: — Sí.
Leo: — ¿Por qué?
Salomé: — Porque se sigue subestimando la figura femenina dentro del fútbol en general. No solo la figura de la árbitra, la de la comentarista, de la relatora. Está siendo más abierto, pero es un mundo muy machista en algunos aspectos o muy masculinizado, entonces siempre a la mujer se la mira con otros ojos, hasta de parte del espectador que se sorprende.
Leo: — ¿Simplemente por ser mujer en el ámbito del fútbol piensan que sabes menos?
Salomé: — Está siempre presente la subestimación de “a ver cómo lo hace”, “a ver cómo decide”, “como lo resuelve”…
Leo: — ¿Te han dicho barbaridades?
Salomé: — Sí.
Leo: — ¿Jugadores?
Salomé: — No, jugadores no tanto. Al principio sí, pero ahora todo tiene mucha más difusión y el tema de la igualdad de género en algún aspecto se hizo muy presente, entonces se cuidan un poco más.
Leo: — ¿El bardeo viene más desde la tribuna?
Salomé: — De la tribuna, sin dudas.
Leo: — ¿De los dirigentes y los jugadores hay menos comentarios?
Salomé: — Mucho menos que cuando yo arranqué. Mejoramos mucho en ese tema, pero había jugadores y dirigentes que se enojaban más simplemente porque la decisión la tomaba una mujer y te dabas cuenta o mismo las hinchadas. A mí me pasó durante mucho tiempo que hice de asistente en el Ascenso. Había canchas en las que decía: “Lo mal que la pasé” y a mis compañeros nos les había pasado nada. A mí me habían tirado café, pis en vasos, escupitajos, porque estás cerca del alambrado. Una vez también me pasó que en una cancha me tiraron una alpargata cuando terminó el partido y después me pedían que se las devuelva para irse.
Leo: — ¿Crees que ese mal comportamiento es algo arraigado en el mundo del fútbol Argentino y Latinoamericano?
Salomé: — Creo que es algo cultural.
Leo: — Así como contamos las malas, también deben pasar cosas graciosas, ¿no? ¿Qué te causó gracia o recordás de algún partido?
Salomé: — Muchas veces me causaba gracia que cuando sacaba la tarjeta para anotar, de árbitra o de asistente, pero más que nada de asistente porque estás más cerca de la hinchada. Sacaba la tarjeta para anotar amarilla, los goles o lo que sea y me cantaban el teléfono. Tenía que mantenerme con la mirada seria. Al principio me causó gracia, después ya era un chiste normal (risas).
Leo: — ¿Te pasó recibir algún piropo dentro de la cancha para desconcentrarte?
Salomé: — Sí, me pasó de estar acomodando la distancia en la barrera y es un momento de tensión del juego “No te me acerques tanto o ¡Qué rico perfume!”, me decían esas pavadas y tenés que ponerte en seria por el rol que estás cumpliendo. Pero te descolocan.
VAR
El Video Assistant Referee ha significado un cambio trascendental en el fútbol, introduciendo una tecnología que busca garantizar mayor justicia en las decisiones arbitrales. Por un lado, sus defensores argumentan que redujo errores cruciales, ya que permite corregir jugadas polémicas, como goles en fuera de juego, penales dudosos o tarjetas rojas no vistas, brindando más transparencia y precisión al juego.
Sin embargo, también ha generado críticas, principalmente por la demora en las decisiones, lo que interrumpe el ritmo del partido. Además, la percepción de algunos hinchas es que aún hay criterios subjetivos que no garantizan total imparcialidad y que las revisiones suelen favorecer a los equipos más grandes o mediáticos.
Leo: — ¿El VAR está bueno?
Salomé: — Sí, buenísimo. A mí me encanta.
Leo: — ¿Por qué muchos lo cuestionan?
Salomé: — Porque lo que muchos no entienden es que el VAR no está para tomar las mejores decisiones. El VAR está para tomar la decisión correcta cuando hay un error claro y obvio o un incidente grave inadvertido. Tiene que haber una jugada clara para recomendarle al árbitro que lo evalúe.
Leo: — Si está dividida la opinión entre el VAR y el árbitro, ¿quién termina decidiendo?
Salomé: — Siempre decide el árbitro de campo. El protocolo no te autoriza a entrar porque sí, dice: “Errores claros, obvios y manifiestos”. Jugadas grises no van. Sugerís o recomendás cuando es una jugada de interpretación.
Leo: — En Argentina siempre desconfiamos de todo, ¿hay una especulación de que el VAR puede ser corruptible o se puede manipular?
Salomé: — Quizás vaya por ahí la crítica, lo que yo te puedo decir es que muchas veces no tenemos ángulos para demostrar lo que creemos que pudo haber pasado. Podemos intuir una mano, pero no todos los partidos tienen la misma cantidad de cámaras. Hay partidos que tienen un mínimo de cámaras, que son menos de 10, y a veces no te permite ver con claridad porque si la cámara está alejada, cuando acercas, se te pixela la imagen. A veces no tenemos las cámaras con la definición que se pasa en TV. Otra cuestión un poquito en defensa del sistema, pero es probable que la gente no lo sepa, es que nosotros trabajamos con un solo operador en Argentina. No importa si tenemos 8 o 15 cámaras. Él tiene en su pantalla todas las cámaras y nosotros tenemos cuatro ángulos que elegimos, según el sector del campo en el que se esté jugando y qué necesitamos chequear. Nosotros le tenemos que pedir todo al operador y es uno para la cantidad de cámaras que tengas, a diferencias de la cobertura del partido que por cada cámara generalmente la TV tiene un operador por partido.
Leo: — Faltaría afinar un poquito más la tecnología.
Salomé: — Trabajamos de esa manera y también en Conmebol y en FIFA, depende de la instancia tal vez podés tener un operador más para el fuera de juego y después los software que se utilizan en cada federación son diferentes.
Leo: — Por fuera del VAR. ¿Es bueno el nivel de arbitraje en Argentina?
Salomé: — Sí, es muy bueno. Pero también tiene que ver mucho el contexto de cómo se juegan los partidos acá. Tenemos un país que culturalmente el fútbol es lo máximo y nos guiamos mucho por la pasión. Jugamos y dirigimos como vivimos: siempre a mil. Afuera tal vez es un poco más frío, más tranquilo, pero son mucho más respetuosos con el tema de procedimientos y de ciertas cuestiones que tal vez acá no le prestamos mucha atención. Yo eso lo aprendí mucho en el mundo FIFA. Desde el 2004 soy internacional y he pasado por Olímpicos, por Mundiales y cantidad de sudamericanos. Ni siquiera es igual a nivel sudamericano en Conmebol que a nivel mundial con FIFA, por ejemplo, con las árbitras en un torneo generalmente estamos todas juntas, nos reímos, hacemos chistes.
Leo: — En otros lugares no te pasa...
Salomé: — En juegos con pelota, en la entrada en calor vos ves los grupitos UEFA, de otras confederaciones y están todas serias, no te tiran ni un chiste por casualidad. Acá hay cosas que las tomamos como habituales que afuera no te pasa porque son mucho más formales. Recuerdo siempre un instructor de FIFA que una vez hablando del tema de conducción de juego, me decía que a los sudamericanos y especialmente a los argentinos “nada los puede sorprender”. “Eso es lo que a nosotros nos deja tranquilos designando a un partido importante de cuartos, de semi o de final. Están acostumbrados a dirigir con nervios, estrés”, decía. Y es verdad. Estamos acostumbrados a los gritos, a todo. Yo creo que eso nos prepara de la mejor manera. Ellos son muchísimo más estrictos con algunas cuestiones en las que por ahí nosotros somos más relajados, sin dejar de hacer las cosas como las tenemos que hacer.
Pasión por el fútbol
Leo: — ¿Te apasiona el fútbol? ¿Volverías a elegir el arbitraje aún sabiendo todo el detrás de escena?
Salomé: — Sí. De hecho, yo soy abogada también. Doy clases hace muchos años, he dado en la universidad, en la escuela de técnicos, hago otras cosas, pero es como que todo se relaciona con el fútbol.
Leo: — ¿Y cómo surgió la idea? ¿Jugabas al fútbol?
Salomé: — Si yo jugaba y cuando era chica no era tan normal como ahora el fútbol femenino. Jugaba con varones, primero con mis compañeros de colegio que tenían la amabilidad de aceptarme a mí sola en los partidos, pero fui creciendo y a los 12 años ya me daba un poco de pudor jugar con los varones.
Leo: — ¿Cuándo empezaste a formarte?
Salomé: — Cuando tenía 16 me inscribí. En realidad nunca pensé en dirigir. Yo lo que quería era saber bien el reglamento porque siempre mi opinión era descalificada por ser mujer. Jugaba con los varones y yo decía: “¡Penal!” y me respondían: “No, eso no es penal”. Pero si me empujó tres metros…
Leo: — Decidiste estudiar y tener más conocimiento para hablar con propiedad y que no sea cuestionada tu opinión solo por el hecho de ser mujer
Salomé: — Claro. Para conocer el reglamento. Yo no soñaba con un Mundial ni nada. A mí me gustaba jugar al fútbol, ir a la cancha. Después sí me empezó a gustar. Tuve la suerte de que éramos muy pocas mujeres. En el curso éramos 60 varones y 3 chicas. No es en vano el lema de que los árbitros son jugadores frustrados. Cuando estaban las prácticas todos querían jugar, nadie quería dirigir y encima ya muchos dirigían en ligas. Generalmente el que se mete en el curso de arbitraje tiene parientes o algún amigo, algo entiende. Yo no sabía nada de arbitraje. Me metí sin tener ni un pariente, un amigo, nada, solamente para aprender el reglamento. Entonces, cuando decían: “¿Quién quiere dirigir?” Yo decía que sí porque mis otras dos compañeras no querían dirigir, querían ir a la línea.
Leo: — Ahí ganaste práctica.
Salomé: — Sí, me acuerdo que una de las primeras clases de práctica fui una hora antes para que tres o cuatro compañeros, que ya dirigían en liga, me enseñaran cómo pitar porque yo agarré el silbato y lo toqué tipo churrero y se empezaron a reír. Parece que no, pero si vos prestás atención un penal se pita más fuerte y firme que una falta imprudente o común en mitad de cancha, un saque de banda no lo pitas, un saque de meta no lo pitas y yo pitaba cuando no tenía que hacerlo. Nunca había mirado al árbitro en un partido, yo iba y miraba el partido (risas). Era excelente en el reglamento, siempre fui muy recta en eso por algo soy abogada…
Leo: — Abogada y árbitra van de la mano en lo de impartir justicia.
Salomé: — Y un poquito sí.
Leo: — ¿Te ves retirándote?
Salomé: — Lo veo mucho más próximo. Ya tengo 44 años. Podés dirigir hasta los 48, ser internacional hasta los 45, pero si bien antes ni me lo planteaba, ahora con el tema del VAR aunque me retire de campo, sigo de alguna manera involucrada porque ahí no tenés edad tope. Desde el 2022 soy árbitra VAR internacional y por ejemplo en Conmebol nos toman prueba física igual que la de campo para ser designada. Hay que ver hasta qué edad puedo cumplir con eso.