Es uno de los más importantes periodistas de temas judiciales y policiales de la tele. Hoy trabaja en Telefe, en C5N, Olga y La pop. Nació y se crió en Gualeguay y en una familia numerosa, eran ocho hermanos. Su mamá enviudó muy joven y quedó sola a cargo del familión, ocho chicos entre tres y quince años que debieron organizarse para llevar adelante la casa. Paulo sabe hacer todas las tareas: cocinar, lavar, limpiar, coser.
– Yo exagero, digo que soy muy bueno cosiendo y la verdad que no soy tan bueno.
– Te hemos visto cocinar en Masterchef.
– Las cosas del hogar me gustan, las aprendí en mi casa. No soy tan bueno limpiando como cocinando. No lavo muy bien, pero soy bueno haciendo la cama, también cosiendo. Si se me descose un pantalón, lo puedo coser.
“32 AÑOS JUNTO A MI MUJER, CUATRO HIJOS Y UNA NIETA. NUNCA NOS CASAMOS, YA ESTÁ”
– ¿Cuántos años llevás junto a tu mujer?
– 32, cuatro hijos, una nieta. Es muchísimo, tremendo. Pasás los 20 años y ya está. Y ya llegamos a los 32, cuando lo hablamos no lo podemos creer. Fueron apareciendo los hijos y la vida fue marchando, marchando.
– Me acuerdo que ya tenían los cuatro hijos y no se habían casado.
– Y sigo en esa situación. Nunca me casé, estado civil: soltero. Me mira el del banco cuando piden un dato. Hijos cuatro, nietos uno.
– A esta altura, ¿para qué? No hace falta.
– Ya está, ya está. Siempre hacemos el amague, ‘nos vamos a casar’, ‘nos casamos’. Nunca nos vamos a casar, nunca.
– Tu personalidad fue forjada por esta historia de una mamá que se quedó viuda con ocho niños. ¿Qué recordás?
– Yo soy el segundo, tenía 14 y 3 años mi hermana más chica. ¿Sabés que nunca escuché a mi mamá rezongar? O decir, ¡qué vida horrible! ¡Qué momento de mierda! No lo soporto más, no me alcanza la guita… Mi vieja era docente, docente de artes plásticas. Yo nunca la escuché rezongar, quizás no tenía tiempo para hacerlo.
– Además hacía varios trabajos para sostener la familia.
– Era básicamente docente, pero era buena pastelera. De ahí aprendimos todos a cocinar un poquito, en mi familia materna son todos cocineros. Ella hacía facturas para vender, para completar el sueldo. El sueldo docente era mucho mejor que el de ahora, pero no mucho más, estamos hablando de la época de Alfonsín, los 80.
– Estuvieron mucho solos. ¿Cómo se organizaban ocho niños chiquitos?
– El lunes lavaba la cocina mi hermano Pedro. El martes me tocaba a mí, el miércoles a Carlitos, jueves Guillermo y viernes Martita.
“ÉRAMOS MAMA CON OCHO HIJOS. NO HABÍA EMPLEADA DOMÉSTICA, NOS ORGANIZÁBAMOS Y FUNCIONABA LA CASA”
– ¿Y con la ropa?
– A la tarde poníamos en el lavarropa la ropa, nos tocaba un día cada uno, que colgaba mi mamá cuando llegaba a la tarde noche. La limpieza de la cocina era de mayor a menor, las dos más chiquitas zafaban. Era una casa grande, la casa que tenemos todavía en Gualeguay, tenía tres dormitorios: los varones, las nenas y mamá que dormía con la nena más chica. Estaba todo dividido, todo organizado y funcionaba la casa. No había empleada doméstica, no había nada, éramos mamá con ocho hijos.
– ¿Funcionaba y había buen humor a pesar de todo?
– ¡Sí, sí! Y buena relación! Hasta el día de hoy somos una familia muy unida.
– ¿Cómo hacen ocho hermanos para lograr juntarse?
– Es un lío bárbaro porque siempre falta uno, por esto o por aquello. No estamos en la misma ciudad, yo estoy acá en Buenos Aires, muchos de mis hermanos viven en La Plata, dos de mis hermanos en Gualeguay y la más chiquita en Capitán Sarmiento. La más chiquita… (risas) tiene 40.
– Cumpleaños de mujeres, maridos, hijos, nietos, fiestas religiosas.
– Es un lío, somos un montón, pero nos juntamos. No pasa un año sin que nos juntemos todos. Al menos una fiesta, puede ser Día de la Madre, Navidad o Año Nuevo o un cumpleaños coincidimos todos. Todos estamos en permanente contacto. Tenemos un grupo, hablamos. No es que somos una familia en la que la vida te lleva y te va separando. No, estamos presentes.
– Tuvieron que empezar a trabajar siendo chicos.
– Chicos, no con exigencias, se fue dando naturalmente. Uno consiguió una cosa, el otro otra y empezamos a laburar. Yo, por ejemplo, ayudando a mis tíos a hacer repartos de golosinas, otro tío tenía distribuidora de bebidas y descargábamos los camiones. O apareció un vendedor de helado y con mi hermano nos presentamos y andábamos por las calles en bicicleta al grito de ‘helado helado’. Siempre algún laburito había.
– Había una abuela.
– La abuela Rosa, gran cocinera, la única abuela que conocí porque mi otra abuela murió en el Líbano. Casi todos los domingos había raviolada, una locura. Raviolada, asado, siempre alguno hacía un asadito, y comida árabe por mi viejo. En mis reuniones familiares había siempre tres tipos de comida. Y esa abuela fue una abuela muy presente.
– Todos tienen muchos hijos. Vos decidiste tener cuatro.
– Una familia enorme. Pedro, que trabajó en esta casa, que es editor. Diego, que es fotógrafo, Facundo que se dedica al periodismo conmigo y Joaquín.
– ¿Cuál es el peso de la cultura libanesa en tu vida?
– Culinaria. Te interesa lo que le pasa a la colectividad, pero la cultura árabe, que es igual a la judía por lo que veo, la maneja la mujer. La transmisión del idioma y de las tradiciones, son de la mujer. En el caso nuestro de El Líbano vinieron cinco hombres, mi papá y cuatro hermanos, no había mujeres árabes nacidas en la familia. Entonces no aprendimos a hablar árabe. Sí, el arte culinario, la comida árabe era como sagrada.
– Mauro Szeta y vos son hoy los periodistas de policiales más conocidos, más populares, y son amigos.
– Con Mauro hicimos una dupla, primero desde el antagonismo y después siendo equipo. Siempre fuimos amigos, desde siempre, desde antes de empezar la televisión.
– Hicieron carreras paralelas e incluso trabajaron juntos en una obra de teatro que duró años.
– Sí, un tiempo, casi siete años. La verdad es que en la época que faltaba para llegar a fin de mes o para las expensas, ir al teatro y volver con la “viva” era hermoso. Pero más allá del dinero, fue una experiencia muy linda. Daniel Dátola nos escribió un guión actuado y contábamos casos reales, esa era la mecánica. La pasábamos muy bien, viajábamos.
– ¿A dónde fueron, por ejemplo?
– A todo el país. No hay una capital de la Argentina que no conozcamos haciendo casos policiales. Estuvimos en la Avenida Corrientes en algún momento con la producción de don Gustavo Yankelevich, arrancamos arriba arriba, top top.
– ¿Cómo es el vínculo?
– Somos amigos, muy amigos. Tenemos una relación casi familiar con Mauro. Este fin de semana estuvimos dando una charla juntos, hacía varios días que no nos encontrábamos, hace dos o tres años que no trabajamos juntos. Estamos los dos en Telefé, pero él en un horario y yo en otro, no nos cruzamos, hablamos por teléfono. Por los horarios de trabajo, los dos somos enfermos del laburo, nos cruzamos poco pero somos muy amigos. Tengo un diálogo familiar con él.
“CON MAURO SZETA NOS TOCÓ DORMIR EN LA MISMA HABITACIÓN Y EN LA MISMA CAMA”
– ¿Dormían juntos en las giras?
– Alguna vez no ha tocado alguna producción que nos reservó solo una habitación de hotel y nos tocó dormir juntos.
– ¿En la misma habitación?
– En la misma habitación y en la misma cama. Entramos a un pueblito y había una sola habitación y una cama grande. ¿Bueno, quién va de la derecha? ¿Quién va de la izquierda? A partir de ahí ha construido enorme cantidad y catarata de chistes.
– Sobre esa noche.
– Sobre esa noche. Que uno usa slipeta o slip y el otro no, que es más cariñoso, menos cariñoso. Toda una construcción de Mauro.
– ¿Pero fue una excepción o les tocaba dos camas?
– Nos tocaba dos camas y nos dejaron una cama.
– O sea que se conocen íntimamente ¿Vos decís que inventa Mauro?
– No, es un gran constructor de historias.
– Pero en este caso, en relación a vos, cuenta muchas cosas. ¿A vos te divierte aunque no sean ciertas?
– Me divierte. La verdad es verdad cuando nadie te la contradice después. Jajajajajaja.
– O sea que va a quedar, digamos, en el imaginario…
– Que dormíamos juntos durante mucho tiempo.
– Y que vos usás slip.
– Slip, sí, colorado.
– ¿Hablan de casos policiales entre ustedes?
– Mauro es más estricto que yo en cuanto a la producción o preproducción de información. Él vive produciendo, es una máquina. Entonces cuando te llama… ‘¿viste que pasó tal cosa? Bueno, por la dudas te sirva, te tiro la foto’ y después charlás de algo más familiar ¿Viste que pasó tal cosa con el estafador? Acá tengo la foto, te la paso, la voy a tirar un rato, tirala después. ¿Cómo estás?’ Ahí arranca Mauro Jajajajajajaja Es así.
– ¿Es cierto que se ponían de acuerdo para ver cuánto cobrar a un canal de televisión?
– Sí, claro. Mauro es mucho mejor negociante que yo. Entonces iba Mauro y negociaba. Yo sabía que negociaba bien y cuando me tocaba a mí.. ‘quiero cobrar lo mismo que Mauro’. Mauro me decía el monto, entonces no me podían decir que no.
– Le preguntabas cuánto había arreglado ganar.
– Él me decía: che, arreglé tal cosa, me corrieron tanto, terminé arreglando 100. Entonces yo decía “quiero lo mismo que Mauro, 100′. Y no había mucho margen, si nos querían a los dos juntos tenían que pagar lo mismo.
– ¿Eso pasó muchas veces? ¿Si no estaban trabajando juntos también? ¿Chequean cuánto le ofrecen al otro?
– Muchas veces, sí, lo hemos hecho mucho.
– Es como tener un representante, genial.
– Claro. Mi representante es Mauro, porque sabe negociar más que yo.
– Vos has incursionado en otros rubros, como la cocina en MasterChef haciendo delicias.
– Sí, Mauro igual fue el Señor Hamburguesa en “¿Quién es la máscara?” Era la hamburguesa que cantaba. MasterChef fue para mí un antes y un después.
– ¿En qué sentido?
– Entrar en otro tipo de hogar. El policial duro es otro tipo de información, puedo hacerlo más entretenido, menos. Pero es un segmento muy específico de la sociedad que te está viendo. En MasterChef prendió la tele otro tipo de gente para verme que no sabía quién era yo.
– Te hiciste más popular.
– Claro, entré en la cena de la familia. Salí de la lógica del noticiero.
– Te re gustó.
– A mí me encanta la televisión y me gusta, totalmente.
“HAY UNA GENERACIÓN QUE ESCUCHA TÍTULOS, Y EN LOS TÍTULOS TENÉS QUE CONTARLE UNA INFORMACIÓN”
– Un dato de que te gustó salir del noticiero es que estás en un canal de streaming, Olga, y hacés humor.
– Eso me encantó. La paso muy bien, es muy divertido y genera tener que preocuparme y ocuparme por armar otro tipo de discurso. La misma información, la misma fuente, contada de otra manera, porque el que me está viendo tiene otra edad, otro interés y otro tiempo para escuchar la noticia. Por lo general es un cortecito chico de teléfono.
– El relato tiene que ser corto, bien sintético, muy claro.
– Hay una generación que escucha títulos y en los títulos tenés que contarle una información, hay muchos chicos más jóvenes. Y después, obviamente, buscar el punto divertido. El periodista de policiales, que no es gracioso, haciéndose el gracioso.
– Ése es el punto más importante de tu trabajo en Olga, la parte en que sos gracioso y cómo te reís.
– Lúdico. Se ríen porque no soy gracioso y tiro una palabra fuera de lugar. Hemos estado juntos participando en el último Movistar Arena de Olga.
– Que participes en “Hablemos sin saber”, es un antes y un después también.
– La cantidad de chicos jóvenes que me reconocen por eso ahora en la calle o que me tiran frases de cosas que dije o que se dijeron… Lo del merengue italiano. Y lo del primo del petiso orejudo. Pero lo dije muy serio.
– ¿Viste que uno creía que ese tipo de espacios estaban vedados para los periodistas serios?
– Sí, obvio, yo era de esos. Me daba mucho miedo al principio. Porque después tengo que sentarme y contar un caso, el más terrible, a la gente que siempre me vio. Yo dije: me va a generar algo negativo. Y no, la verdad que no.
– “Esto va a destruir mi carrera”.
– Sí, claro. ¿Ése es el temor que tenemos siempre, no? Pero no es así.
– Podés poner ahora los huevos en distintas canastas, digamos.
– Sí, alguna vez alguien me enseñó eso, los huevos nunca ponerlos en la misma canasta. Por lo general arranco a la mañana temprano en Telefe, a veces a Olga voy. Después Rial en C5 y grabo “El expediente” un día a la semana y una columna en la pop con la Negra Vernaci. Tengo mucha actividad durante el día.
– Resulta que trabajabas en un diario y un día alguien te dijo: “salí al aire mañana”, ¿no?
– Sí, era pibe. Me gustaba la radio y hacía radio. Pero en mi cabeza me preparé solamente para la gráfica, entonces la televisión no era para mí, nada que ver. Me pasó en Canal 9, “salís mañana al aire”, había pasado el caso García Belsunce, año 2002. “¿En serio? No, no, que vaya otro”. No, vos lo contás, vos tenés la información. Lo que me arrepentí… ¿Qué hago acá? Después, me sumó Daniel Hadad al noticiero de Canal 9, “mañana presentás un informe”. Ahí, con Claudio Rígoli, con toda esa gente que yo miraba de toda la vida, ¡pero ni loco! Y me largué y no abandoné más. Era algo que veía muy distante, que no era para mí. No sé si era, pero al menos me divierto jajajajjaja.
– Más allá de que hables de cosas muy serias, se te ve relajado, no estás tenso ni sos solemne.
– Será porque cuando se me pasó el miedo, el miedo escénico, empecé a contar las cosas como si estuviera en mi casa. El mismo diálogo que tenemos ahora lo puedo tener en mi casa, tengo ese chip.
– ¿Hay algo más aburrido que la solemnidad?
– Claro, trato de ser informal y de ser obviamente serio, sin ser soez. No te entienden si hablás con terminología policial.
– ¿Qué fue cambiando a lo largo de las décadas en relación a la comunicación de los casos policiales? Cuando yo era joven en algunos diarios se veían fotos muy escabrosas que ya no se publican más.
– No se cuenta ni se muestra lo que no es necesario, eso ha ido cambiando por suerte. Al principio había cadáveres. Hoy no hay más cuerpos, no hay sangre, no hay tampoco en la televisión aunque la historia sea terrible. Me parece que lo que ha ido mejorando es la forma de contar la historia y de presentarla. Cada caso policial es una historia de vida, no es un parte policial ni un expediente judicial, aunque te remitas estrictamente al expediente.
–Más humanizada.
– Porque no son números, son historias de vida. Y se lo contás al vecino que lo conoce, entonces tiene que tener los datos precisos y además contarlo en el lenguaje que habla ese vecino.
– Hace décadas he hablado de crímenes pasionales y no existen tales.
– Sí, porque nos enseñaron así, somos de esa generación, se hablaba de crímenes pasionales. Si la mujer violada tenía un pantalón de jean, dudaban porque creían que seguramente colaboró con el violador, locuras como ésa no son de hace 200 años, hace 20 años era así en la Argentina. Por suerte ha ido cambiando.
– Hemos ido aprendiendo. Todos han ido aprendiendo. Sin embargo, una cantidad de cuestiones siguen siendo muy machistas relacionadas con la comunicación y con el sistema en general.
– Sí, totalmente, estamos a mitad de camino. Quizás hemos aprendido a hablar, hemos aprendido a comunicarnos, hemos aprendido a entender ciertos flagelos, ciertos dramas. Pero todavía el sistema sigue siendo el sistema. Incluso hasta desde el lado positivo “mirá qué bien esa mujer, mirá qué autoridad tiene, es una mujer”. Por eso nos falta todavía.
“ALBERTO FERNÁNDEZ HOY ESTARIA EN CANA SI LA CAUSA ESTUVIERA EN UNA JURISDICCIÓN NO POLÍTICA”
– La causa por violencia de género contra el ex presidente Alberto Fernández, ¿cómo creés que va a terminar?
– Para ser absolutamente honesto, en Comodoro Py entre bomberos no se pisan la manguera. Si esa causa hubiese sido en Lomas de Zamora, por ejemplo, con algunos jueces de garantías que conozco y que sé cómo actúan, hoy está en cana. Hoy estaría en cana si hubiese sido un caso de violencia de género, con los ribetes, los detalles que conozco en una jurisdicción no política.
“EN COMODORO PY ENTRE BOMBEROS NO SE PISAN LA MANGUERA. EN OTRA JURISDICCIÓN ESTARÍA EN CANA”
– ¿Por qué de todo estaría en cana? Por las pruebas en su contra.
– Sí, siempre por las pruebas. Estoy sacándolo del uso de la utilización política de la causa. Alguien que golpea a la exmujer desde una posición de autoridad, de autoridad extrema utilizando recursos públicos. Tenés todo para que esté en cana. En Lomas de Zamora estaría en cana, en Comodoro Py entre bomberos no se pisan la manguera, se amagan no más.
– ¿Pensás que no lo van a detener nunca?
– Yo creo que no, ojalá. Porque no podemos a veces estar del lado correcto y a veces no, tiene que ser siempre tenga el nombre que tenga y haya ocupado el cargo que haya ocupado.
– Supongamos que, como dicen, habrá un llamado a indagatoria y después un procesamiento. ¿Cómo termina esa historia?
– Sí, después de una elevación a juicio, habrá un juicio, pero no sé si va a terminar… Yo no le tengo fe a esa causa.
– ¿A pesar de las pruebas?
– A pesar de las pruebas. Porque hay lugares en donde se actúa más rápido en este tipo de causas, en forma más correcta. Se han aggiornado. Ahí yo no creo que termine.
– Quisiera hablar de alguien que no nombraste y creo que hoy es la persona más importante de tu vida.
“A MI MUJER LE DIGO POR EL APELLIDO”
– ¿”La Garibotti”, mi mujer, quién?
– Paulina, tu nieta.
– ¿Paulina? Sí, siempre decimos eso. Que vino Paulina y nos cambió todo. Te dije “la Garibotti” porque pensé que iba por ese lado, yo a mi mujer le digo por el apellido. Ella me dice Kablan a mí. Desde hace 32 años que es “la Garibotti” y yo soy Kablan.
– ¿Pero dentro de la casa también es “la Garibotti”?
– Sí, sus hijos también le dicen Garibotti. Ahora que son grandes, le dicen más Garibotti que mamá. Vino Paulina y nos cambió la vida. Hoy toda nuestra familia gira alrededor de Paulina, que es un terremoto.
– ¿Cuántos años tiene?
– Cumple cuatro el 15 de noviembre. Es la primera nieta de ambas familias, primera sobrina, primera en todo. Es un demonio.
– ¿Se llama Paulina por Paulo?
– Mi mujer le quería poner Paulina a su hija, y no tuvo nunca. Esperaba una mujer y tuvo cuatro varones. Cuando Mili, mi nuera, se enteró le dijo que Paulina le gustaba. Sí, tiene que ver conmigo también. Yo siempre digo: pobre nena, cuando sea adolescente y los viejos le den vergüenza como a todo adolescente, cuando le pregunten en la escuela secundaria ‘vos qué sos de ese viejo de los policiales, ¿sos algo?’, me va a odiar.
– ¿Pero si todos te quieren? Mucha gente te dice Pablo y no Paulo.
– Si Pablo es Kaplan, Paulo es Kablan. Siempre hago esa broma porque me dicen Pablo Kaplan, Paulo Kablan.
– ¿Vos respondés en cualquier caso? ¿Te da lo mismo?
– Exactamente lo mismo.
– Tenés un hijo que se llama Pedro. Y tu hermano se llama Pedro. Si quiere tener hijos, ¿no le puede poner Pedro a su hijo entonces?
– Son todos Pedro. Mi hermano mayor se llama Pedro. Mi hijo mayor se llama Pedro, el hijo mayor de mi hermano mayor también se llama Pedro. Mi hermano, mi hijo y mi sobrino.
– ¿Tu hermano no te lo echó en cara?
– No. ¿Viste esa costumbre de poner el nombre del abuelo? Pedro. Mi hermano mayor, Pedro, mi hijo Pedrito. Pedrito, que es mi ahijado, mi sobrino, le decimos Pipi, tenemos apodos. Mi abuelo, el que murió y vivió en el Líbano, se llamaba Yussif, la traducción es José. Entonces todos mis tíos de segundo nombre se llaman José, mis primos, prácticamente todos los de Entre Ríos se llaman José de primer nombre o segundo nombre. Vos preguntás por José Kablan y no es un dato, puede haber 50 José Kablan. Tenés que preguntar por José hijo de quien para ubicarlo.
– ¿Qué tiene Garibotti para que te quedes junto a ella?
– Ella tiene paciencia conmigo. La verdad es que somos muy complementarios, es totalmente distinta de mí. Ella, muy generosamente pasó a segundo plano para que yo pudiera hacer lo que hice. Tiene muchas actividades, es pastelera, ha tenido algunos proyectos, pero siempre los dejó en segundo plano, me doy cuenta con los años. En el momento no te das cuenta, pasó a un segundo plano para dejarme crecer a mí. Y esa generosidad vale.
" ‘NO PUEDE COMER CARAMELOS’ ME DICEN. DECÍSELO VOS! YO NO”
– ¿Qué es lo que les mueve tanto, Paulina? Podrás explicar y transmitir qué es lo que pasa con los nietos?
– Ya los vas a tener. Es todo lo lindo de ser papá sin lo feo de ser papá o mamá. Todo lo bueno te queda con una nieta. Es como ser papá, pero mejor. Es una cosa maravillosa. Es espectacular.
– Por ejemplo, ¿son más desinhibidos entre ustedes? No hay que poner límites.
– No, nada, los límites son de los padres. “No puede comer caramelos”, decíselo vos. Yo no. Es todo lo bueno, no tenés los límites, los horarios, los problemas, los retos, todas esas responsabilidades que tenés al ser padre, no las tenés.
– También para ella es espectacular, sos una persona que quiere mucho, que tiene cerca y que nunca le va a poner límites.
– No le pones nunca un límite, entonces, te tiene como ídolo. Sí, es hermoso ser abuelo para los dos. Estamos enamorados de Paulina. Todo gira alrededor de Paulina en casa.
“LO MÍO GIRA TODO EN TORNO A LA FAMILIA, MI VIDA LA PENSÉ ASÍ”
– ¿Paulina es lo más importante de todo en este momento?
– Sí, totalmente, yo le doy mucho valor a la familia. Lo mío gira todo en torno a la familia. Mi vida la pensé así. Y Paulina es algo que vino para mejorar todo.
– No me quiero despedir sin hablar de Facundo, porque no sé si es bueno o malo tener un hijo que siga los pasos de uno.
– Qué sé yo. ¿Viste que te pasa eso? En nuestra profesión no sé. Si hubiese sido médico como mi hermano o abogado, se hace cargo del estudio, viene una sangre nueva al consultorio, pero en el periodismo es todo tan relativo…
– ¿Por si le va mal, decís?
– Sí, claro, porque nuestras carreras fueron así. Nos fue bien, sí, pero en el camino quedaron muchos a los que les fue mal siendo mejores que uno. En lo nuestro tenés asegurado este mes, no el mes siguiente. Él sigue haciendo exactamente lo mismo que yo y me genera cierto temor, pero también es un placer hacer un programa con Facundo. Sabe un montón, es un tipo que es perfeccionista de la información, de averiguar datos. Pero también me genera esa pregunta que me hago, ¿habré hecho bien en apoyarlo tanto cuando me dijo quería ser periodista?