Fabricio Oberto es exjugador de básquet argentino. Con su 2,08 metros de altura, destacó como pívot en su paso por equipos de la NBA, la Liga ACB de España y la Asociación Deportiva Atenas. Su habilidad y consistencia lo llevaron a formar parte de la legendaria Generación Dorada, un grupo de basquetbolistas que marcó una era en el deporte nacional y obtuvo numerosas medallas en competencias internacionales.
Con la selección argentina, Oberto debutó en 1995 y se convirtió en uno de los pilares en la conquista de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. También fue parte del equipo que logró medallas en los Juegos Panamericanos y el Mundial de 2002. Su última participación con la selección fue en el Campeonato FIBA Américas de 2011, donde cerró su ciclo con otra medalla de oro.
Fabricio inició su carrera profesional en 1992 con Atenas, un club icónico de Argentina. Tras ganar múltiples títulos locales y ser nombrado Jugador Más Valioso de la Liga Nacional en 1998, comenzó su carrera internacional en Europa, jugando para Olympiacos y TAU Cerámica. En 2005, se unió a los San Antonio Spurs de la NBA, equipo con el que ganó el campeonato en 2007. Aunque su tiempo de juego era limitado, desempeñó un papel importante en el equipo y tuvo la oportunidad de competir al más alto nivel.
Tras retirarse del básquet, se reinventó en otras áreas. Incursionó en los medios de comunicación, la música y el mundo de los eSports. Lanzó su podcast De todo menos básquet, produjo documentales y hasta creó su propia línea de vinos. Su versatilidad y pasión por el deporte y la cultura lo ha convertido en un referente tanto dentro como fuera de las cancha.
El próximo 2 de noviembre en Parque Roca, los campeones de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 celebrarán los 20 años de la obtención del oro en un partido inédito que reunirá a importantes deportistas argentinos, artistas musicales y figuras del mundo del streaming.
Leo: — ¿En qué momento sentís que te transformarte en un campeón más allá de los resultados?
Fabricio: — Es seguir asimilando. Estamos cumpliendo 20 años de Atenas 2004, de la medalla de oro, y cuando agarrás la medalla todavía decís: “Wow. Esto pasó”.
Leo: — La gente los ama.
Fabricio: — Siempre lo tomo a todo esto como responsabilidad no derecho. Uno mantiene los pies en la tierra. Sabemos que es algo muy difícil lo que se logró. Uno ve la estadística y se da cuenta. Por eso lo tomo como responsabilidad y creo que ese el mensaje que tenemos que dar. El derecho en ese momento que jugas y representas al país, después ya está. No tenés derecho de decir: “Puedo hacer lo que quiero” y el equipo creo que lo ha manejado muy, pero muy bien. Por eso se extraña tanto. Tenemos la melancolía de no tener ese fuera de tiempo juntos. Es dificilísimo esto que va a pasar de juntarnos los 12.
Leo: — ¿Por qué sentís que la gente quiso tanto a ese equipo?
Fabricio: — Lo más fácil de analizar es que a todos queríamos, genuinamente, que al otro le vaya mejor. Entraba uno tres minutos para tirar un triple o el que jugaba 35 minutos, todos estábamos felices. Cuando entraba el compañero que no jugaba mucho, estábamos todos felices y creo que en el correr de los años el equipo ha tenido una metamorfosis, cambiaron los roles y se ha adaptado, ha encontrado la forma. Se pone el talento a disposición del equipo, que es muy fácil decirlo y muy difícil llevarlo a los hechos. Es mantener las normas, esa salud del equipo y movemos todos juntos. Eso llamó mucho la atención siempre que íbamos todos juntos a comer, a entrenar.
Leo: — Compartiste mucho con Manu Ginóbili, ¿qué admirás de él?
Fabricio: — Ya sea en todo lo que hemos compartido como equipo con la Selección, siempre digo es una persona que se puede reinventar, que está, te escucha y siempre está prestando atención. Eso ayuda a mejorar en lo personal y como equipo. En toda su carrera uno trata de buscar qué es lo que lo hace diferente y es eso: todos los años venía con un chip diferente y se adaptaba.
Leo: — En la despedida de él en San Antonio dijiste unas palabras muy emotivas y recordaste el momento en el que te acompañó cuando afrontaste tu afección del corazón.
Fabricio: — Sí, siempre estuvo ahí. Incluso, en un momento me tenían que hacer un reset, que te dan un shock y te resetean el corazón. Le dije: “Esta vez grabá”. Yo le hablaba en español y estaban todos los médicos alrededor. Él agarró el teléfono y lo terminaron sacaron porque el médico lo vio. Cuando me despierto de la anestesia le digo: “¿Y? ¿Grabaste?” Y me dice: “No, no pude” (risas).
Leo: — Estuvo como Manu amigo no como el crack que todos los medios ven.
Fabricio: — Sí, aparte eran momentos difíciles. Ese reseteo y la primera que me tocó fue toda una experiencia donde estaba analizando si podía jugar o no, qué podía pasar, después la segunda y la tercera vez, con familia y todo, las prioridades empiezan a cambiar.
La anécdota del arma
Leo: — Tenés muchas historias, pero hay una que es increíble cuando un compañero llegó armado al vestuario en Washington. Era el gran jugador Gilbert Arenas, un point guard espectacular. ¿Cómo fue ese episodio?
Fabricio: — Llegar temprano por ahí te puede traer un problema (risas). El arma fue un problema de que jugaban a las cartas y discutieron. No eran los montos que dicen, pero esto fue escalando y la discusión se hizo más grande.
Leo: — ¿Dónde estaban?
Fabricio: — En un avión. Volvíamos de Phoenix a Washington y comienzan a discutir, ir y venir. Yo iba con los auriculares, viendo un equipo completamente diferente al que había estado antes.
Leo: — Venías de San Antonio Spurs que era más tranquilo.
Fabricio: — Sí. De repente le dice: “Mañana si no me pagas, te voy a prender fuego el auto” y estaba Antoine Jameson al lado mío y me dice: “No estaciones al lado del auto de él” y yo pensaba ¿estará hablando en serio?
Leo: — Pensaste que era un chiste.
Fabricio: — Claro. Pero me vuelve a decir: “No estaciones al lado de él”. Al otro día llego, los vi que estaban en el vestuario, miro al costado y había armas en una silla. Le decía: “Elegí una”. Comenzaron a discutir y cuando veo todo eso, lo primero que pensé es ¿a quién le van a pegar el tiro si sale una bala? Entonces, salgo, me voy al gimnasio y me quedo ahí con el preparador físico.
Leo: — ¿Todos sabían que adentro del vestuario se estaba por pudrir?
Fabricio: — No sé si iba a pasar algo, pero se toreaban y había en una silla cuatro armas y en otra una más. Pasa todo esto, viene la policía porque alguien lo filtra. Estamos en el vestuario unos 6 o 7 y alguien se ve que avisó. Me llaman y me dicen: “¿Qué viste?” y yo digo: “No, yo estaba en el gimnasio” (risas). No quería tener problemas de nada. Ahí mi agente me llama y me dice: “Misma pena que lo que están haciendo ahí adentro si vos viste algo”.
Leo: — Por falso testimonio.
Fabricio: — Claro, es la misma pena. Le digo: “¿Me pueden llamar de nuevo?” (risas). Y le dije: “Buzo verde, pantalón negro, se dijeron esto, con punto y coma” (risas). Les dije todo lo que vi. Eso llevó tres o cuatro días estar inmerso en el sistema de justicia de Estados Unidos, tener que declarar ante el gran jurado, pero bueno después eso fue avanzando, cortaron contrato y se terminó un poco ahí, pero las cosas que a veces pasan por malas decisiones.
Cortitas random
Leo: — ¿Qué es más fácil defender a Shaquille O’Neal o que el Chapu Nocioni se calle la boca un rato?
Fabricio: — Mmm no sé. Lo he escuchado al Chapu debatir de lo que quieras (risas).
Leo: — Hasta el cansancio te preguntan la comparación sobre Michael Jordan y LeBron James. ¿Cómo te cae eso como basquetbolista?
Fabricio: — No soy creyente de la comparación. Me parece que hay que aprender a disfrutar de los talentos que podemos ver, de los que son contemporáneos. Yo tuve la suerte de ver por televisión, de conocer en algún momento a Maradona y lo he podido ver a Messi.
Leo: — Y los entrevistaste en algún momento en tu programa...
Fabricio: — Sí y no pienso si hay uno mejor porque digo: “Estos dos pibes nacieron acá” y los podemos disfrutar y juegan para Argentina. Pudimos ver a Jordan en su momento, nosotros lo veíamos por tele en los ‘90 y todas las semanas tratábamos de aprender sus movimientos y a LeBron también.
Leo: — Y a vos te tocó jugar contra LeBrown y ganarle con San Antonio en la NBA y con la Selección contra Estados Unidos.
Fabricio: — Le Brown James tiene todos los números, todo lo que hace, la forma que juega, la cantidad de minutos, con 39 casi 40 años, los números que maneja son increíbles. Mete 8 de promedio.
Leo: — Tu diente de lata es un distintivo, ¿te preguntan mucho sobre eso?
Fabricio: — En algún momento me lo saqué y no me hallé. Lo tengo de toda la vida, desde la primaria. Claramente, no es el original de la primaria porque me lo he golpeado y me lo han sacado dos o tres veces por codazos.
Leo: — ¿Te pusiste un diente blanco y no te encontrabas en el espejo?
Fabricio: — Sí, es como que me hubieran cambiado las piernas (risas). Me duró dos meses y un día le dije: “Sacameeste diente y poneme el otro de nuevo”. Muchas veces pensé sacarlo y a los que le pregunto qué hacer me dicen: “No, no. Ya es así”. Es como una marca.