Es “el” periodista gastronómico de Argentina. Nació en Génova, se crió en Cerdeña y vive en nuestro país desde hace 32 años. Escritor, columnista, cocinero, y un estudioso de la historia de la gastronomía, lo conocemos como crítico. Publicó 16 libros, algunos imprescindibles como “Los bodegones de Buenos Aires” o “Santa empanada”. Hoy conduce otra temporada de “Historias Ricas”, por TN.
“AHORA LOS COCINEROS SON FILÓSOFOS, ANTROPÓLOGOS, TODÓLOGOS Y NUNCA ESTÁN EN SUS RESTAURANTES”
– Pietro, a partir de la pandemia todos somos cocineros.
– Me parece bien que todo el mundo incursione en eso, que se entretenga, que utilice la cocina como descarga a tierra.
– ¿Aparecieron cocineros más improvisados que quieren competir con los cocineros profesionales que conocemos?
– Ahora los cocineros son filósofos, son antropólogos, todólogos, etcétera. Y finalmente nunca están en su restaurante. No es obligatorio que un cocinero esté en su restaurante o en el restaurante donde trabaja, pero no estaría mal que de vez en cuando esté ahí, que haga acto de presencia, que salude a sus comensales porque van a ese restaurante justamente porque se supone que el cocinero debería estar ahí.
– “Todólogos” dijiste porque opinan de todos los temas. Son figuras públicas.
– Así es, pero eso está bien. El cocinero salió de su capullo, estaba en un capullo. 20 o 25 años atrás nadie conocía a los cocineros que estaban en los restaurantes. Ahora una parte de los cocineros se ganó un espacio.
“EN REDES SE GENERA UNA INFORMACIÓN QUE NO ES DE CALIDAD, SE VEN COSAS QUE SON REALMENTE MALAS”
– ¿Qué pasa entonces, insisto, con los que cocinan por redes, se autodenominan cocineros y no tienen un restaurante ni nada parecido?
– Es dañino, un poco. Es dañino, no es un daño mortal, pero la verdad que desvirtúa mucho las cosas y generan una información que no es de calidad. Se ven cosas que son realmente malas. Y mucha gente no tiene la información suficiente para poder dirimir si eso está bien o está mal. Considera que eso está bien porque lo dice una persona que quizás tiene 100 mil, 200 mil, 300 mil, 400 mil seguidores.
– En redes hay mucha cocina exprés, vos siempre explicaste que se necesita tiempo y paciencia para cocinar.
– Es verdad, preparás un sándwich en cuatro minutos. Una pasta no la preparás en cuatro minutos y es una de las cosas más sencillas que hay.
– Una salsa tampoco.
– Una salsa de tomate con albahaca, pero más de eso empieza a complicarse.
“HAY MUCHOS RESTAURANTES DONDE NO SE COME BIEN PERO LAS PORCIONES SON MONSTRUOSAS. ESTAMOS ATRAPADOS POR ESTE ASUNTO DE LA CANTIDAD”
– ¿Cómo se explica que haya restaurantes en los que se come mal y están llenos?
– Porque mucha gente no sabe diferenciar lo bueno de lo malo y antepone a la buena comida otras cuestiones, como por ejemplo, la cantidad. Hay muchos restaurantes donde no se come bien, pero las porciones son monstruosas. Entonces la gente hace un cálculo, va a comer cantidad. Nosotros todavía estamos bastante atrapados por este asunto de la cantidad. Tenemos que salir de a poquito de eso y darle un poco más de importancia a la calidad. Quizás es mejor comer una milanesa más chica, pero bien hecha, que una milanesa para ocho personas. De vez en cuando está bien, puede ser un momento, un momento para compartir con amigos. Pero quiero decir, tenemos que aprender a buscar un poco más de calidad y no necesariamente significa gastar más.
“ACÁ NOS GUSTA EL PLATO GRANDE, LA PIZZA QUE DESBORDA, LA MILANESA QUE DESBORDA, TODO DESBORDA.”
– “El homenaje a la abundancia”, así describiste a la cocina argentina. Todo es grande.
– Todo es grande, sí. Las porciones son grandes, se calculan 500 gramos de carne para el asado por persona. Un plato de pasta acá tiene que tener 150 gramos de fideos porque si no, no está bien. En Italia la porción es de 70, 80 gramos. O sea, la mitad. Acá nos gusta el plato grande, el plato que desborda, la pizza que desborda, la milanesa que desborda, el puchero, todo, todo desborda. Es un desborde.
– A los argentinos nos encanta salir a comer afuera. ¿Más que otras culturas?
– Sí, yo diría que sí, sobre todo en las grandes ciudades. La gente prefiere quizás no hacer otras cosas, pero sí salir la mayor cantidad de veces posible dentro de lo que uno pueda. Para reunirse con los amigos, para encontrar lugares nuevos, para conocer, para buscar comidas étnicas que no conoce. Es un entretenimiento que está instalado dentro de la idiosincrasia.
– ¿Cómo es, por ejemplo, en Italia?
– Salen menos para ir a comer afuera. Salen por supuesto, pero no tanto como acá.
– El asado es un ritual en la Argentina para juntarse con la familia o para juntarse con amigos más que nada. ¿Hay algo parecido en Italia, un ritual o un momento donde se juntan los amigos a comer?
– El asado es algo único, porque necesita un tiempo largo para su desarrollo. Es casi una ceremonia, hay etapas. Desde que uno empieza a picar algo hasta que llega el asado, hasta que se termina con el postre, es largo.
– Ni hablar si acompañás a hacer el fuego.
– En Italia eso no es tan frecuente, esas situaciones son un poco más cortas. El asado es algo único, además, porque la materia prima es distinta, no es lo mismo cocinar un costillar o una tira de asado ancha que cocinar una pasta, una ensalada o cosas un poco más sencillas. Es muy difícil en Italia encontrar una situación donde te levantás de la mesa a las 6 de la tarde como acá.
– ¿A esta altura de la vida sos italiano? ¿Sos argentino?
– Las dos cosas, disfruto de las dos situaciones. En alguna cosa me queda el chip italiano porque nací ahí, crecí ahí. Yo llegué grande acá a la Argentina.
– Llegaste en el ‘92 a instalarte. Ya habías venido antes.
– Ya había viajado antes, pero pasaron más de 30 años, vivir 30 años en un país es mucho tiempo.
– Está estudiado que el 60% de los argentinos tenemos algo de sangre italiana. ¿Cómo sería tu proporción con la cultura argentina?
– Con la cultura argentina es matemático, es el 50% por permanencia.
– ¿Cuál es el porcentaje por cómo te sentís? Hablás el español con un fuerte acento italiano.
– Eso no lo puedo evitar porque paso períodos del año largos en Italia, el año pasado estuve cinco meses entonces esa conexión no la pierdo. Eso quizás es lo que frena un poco la adaptación definitiva al país.
– Fuera del idioma, a veces en Italia ¿te sentís ajeno? Decís en algún momento: “en esto me siento argentino”?
– En algunas cosas sí porque yo vivo en Buenos Aires que es una ciudad absolutamente caótica. Y en la ciudad donde yo nací, donde yo viví la mayor parte de mi vida que es Génova, las cosas son bastante ordenadas, eso es diferente. Normalmente voy a Génova.
– ¿A qué lugar de Génova llegás y decís, de acá soy?
– Cuando llego, el primer día voy a comer la focaccia con formaggio. Digo: volví, volví, volví, volví. O cuando camino en el casco histórico.
– ¿Vas al mismo lugar siempre a comer?
– Siempre, siempre.
– ¿Cómo es el lugar?
– El lugar se llama La Manuelina, está en una localidad a 20 kilómetros de Génova, es un restaurante histórico. Hacen eso desde hace, no sé, desde toda la vida. Y uno va y tiene la seguridad matemática de que esa receta está siempre exactamente igual. Te digo más, hace no muchos años atrás, una noche fui ahí a comer y estaba el dueño sentado en la mesa de al lado y estaba comiendo lo mismo que comía yo, la especialidad de la casa. Entonces le pregunté: ¿pero usted no se cansa nunca de comer esto? Jamás, me dijo, como esto todos los días. Y yo lo entendí, porque ese sabor adquirido no te lo sacás ni del cerebro ni de la boca.
– ¿Con quién vas a comer?
– Sí, estoy con mi mujer, con ella, pero con mis amigos voy bastante seguido. Es una suerte mantener los vínculos con los amigos de mi infancia, con los amigos de la escuela, somos un grupo que se reúne con firmeza, todos participan. Entonces siempre es muy lindo volver. Y cuando existe esa amistad es evidente que los años no pasan porque uno no ve el cambio que tiene el otro.
– Sos embajador de Génova en la Argentina, por eso tenés además este intercambio todo el tiempo, y muchos amigos acá y muchos amigos allá. Hay una mujer muy importante que nombraste, no hay anillo pero llevan una pila de años juntos. ¿Cuántos años?
– Con mi esposa Teresa ya son 35, 36. Es mucho tiempo. Es otra vida más que se suma a las otras dos.
– Una mujer argentina.
– Es Italo Argentina, nos conocimos en Italia.
– Dedicado al estudio de la gastronomía durante toda tu vida, ¿te cuidás la salud Pietro?
– Hago gimnasia cuatro veces por semana. No fumo. No tomo. No tomo súper alcohólicos, whisky o vodka, etcétera, etcétera. No como dulces. Entonces yo no sé si eso se puede definir “cuidarse”, pero sí un poco de respeto por la vida tengo.
– Vino, sí.
– Pero poco, con el pasar de los años aprendí a disfrutar de pequeñas cantidades de vino.
– Cuando llegás a Génova, además de a esa focaccia con formaggio, ¿a qué no le podés decir que no?
– Por ejemplo con mi hermano, cuando llego a Génova vamos a un lugar donde íbamos de niños con mi padre. No te horrorices ahora, es un lugar donde se venden achuras, es típico de la ciudad de Génova. También existe en Nápoles, en Palermo, es una cultura que existe en esas ciudades, son lugares muy antiguos.
– ¿Por qué me horrorizaría?
– Porque hay gente a la que no le gustan las achuras, los estómagos, el esófago, la tráquea, la molleja, la ubre, todo lo que se te ocurra. Todo está hervido, todo está impoluto y uno va y dice: quiero tanto de esto, tanto de esto, tanto de esto, tanto de esto y te hacés una ensaladita. Ellos cortan todo finito y uno se va con su paquete a su casa. Ahí iban las personas grandes en otra época a tomar caldo de mondongo a las siete de la mañana.
– ¿Como un desayuno?
– Un desayuno. Es un tónico, un vigorizante, un energizante.
– ¿Qué es lo que más te gusta comer?
– Seguramente la pasta, porque estoy acostumbrado. Pero con el pasar de los años prefiero combinaciones con cosas muy simples. En algún momento me gustó la matriciana, la carbonara, salsas muy contundentes, pero con el pasar del tiempo uno aprende a disfrutar del sabor, de la pasta, del grano, del trigo. Y aprende a combinarlo con cosas muy suaves, verduras, algún tipo de marisco pero sin tomate, sin salsa, sin nada. Muy simple, muy natural.
– Bien mediterráneo.
“EN ITALIA NO HUBIERA TENIDO LAS OPORTUNIDADES QUE HE TENIDO ACÁ”
– Deben existir mil motivos y también un momento especial en el que decidiste venir a vivir a la Argentina. La realidad es que nunca te fuiste, acá está tu casa, tu mujer argentina que tiene trabajo argentino, están tus amigos. ¿Por qué no te fuiste? ¿Por qué te quedaste? ¿Cuál es el motivo más profundo?
– Porque acá encontré un lugar donde expresarme, donde hacer cosas. Lo pienso muchas veces. Yo estoy seguro que en Italia no hubiera tenido las oportunidades que he tenido acá.
“EN ITALIA ES MUY DIFÍCIL PARA LOS JÓVENES PODER CRECER”
– ¿Acá hay más oportunidades?
– Sí, Italia en muchas cosas es un país muy cerrado. Es muy difícil para los jóvenes poder crecer, meterse en un lugar de trabajo, sobre todo en el periodismo. Tenés siempre uno delante tuyo y después, cuando estás por llegar, llega otro y vos te quedás siempre en el mismo lugar. Eso es muy común. En Argentina por supuesto existe eso, pero no tanto. Hay oportunidades, uno lo ve, los jóvenes progresan, más allá de todo.
“EL CONTEXTO NO ES EXTRAORDINARIO PERO LOS JÓVENES TIENEN LA POSIBILIDAD DE HACER COSAS. CON SACRIFICIO Y CON ESFUERZO MUCHOS LO LOGRAN”
– Hay una mirada muy negra sobre la Argentina, es muy útil si nos explicás que seguimos teniendo muchas oportunidades.
– Sí, uno lo ve. Insisto, el contexto obviamente no es extraordinario, pero los jóvenes tienen posibilidad de hacer cosas y yo veo que dentro de todo, con sacrificio, con esfuerzo, muchos de ellos lo logran.
– ¿En Europa no?
– Mucho menos.
– ¿Es más complicado?
– Se necesita mucho más dinero. Si uno quiere abrir una actividad, lo más simple, un quiosco, un pequeño bar, estamos hablando de 100.000, 150.000, 200.000 euros. Entonces acá todavía… Es cierto que nosotros ganamos menos, pero acá es mucho más posible.
– Producías chacinados y embutidos.
– Sí, me divierte.
– Se supone que no los recomiendan los nutricionistas.
– Yo no los como, como de vez en cuando. Porque en mi caso es mejor tomarlo con respeto.
– ¿Viste que la recomendación saludable ahora es que no comamos embutidos?
– Yo como de todo. Si comés cuatro salames por día, un jamón por semana, obviamente eso te lastima.
– ¡No se puede comer sin sal!
– Te acostumbrás si empezás a bajar la cantidad de a poquito. Yo, por ejemplo, casi no pongo sal en el agua de la pasta, ya no pongo más. Ya el queso tiene un montón de sal.
– ¿Por qué en Italia hay muchos platos con cortes de carne que en Argentina no usamos? No usamos habitualmente ni la lengua, ni la carrillera, ni los sesos, y puedo seguir.
– Porque la cocina italiana es una cocina pobre, donde la carne siempre fue un elemento muy valorado, una ambición, algo que uno mira desde lejos. Hoy también es un ingrediente caro. Hoy en día sale entre 18 y 25 euros un kilo de carne.
– ¿Y acá?
– Estoy de acuerdo, pero nosotros estamos acostumbrados a usar acá la carne, es un alimento muy común. No es tan así en otros lugares, la carne la miran de otro modo. Mi hermano me llama, hablamos casi todos los días, es una persona que tiene un buen pasar y me dice: hoy encontré una oferta en el supermercado, encontré tal carne a 9 euros el kilo, ¡una cosa extraordinaria!
– ¿Es por desconocimiento? ¿No conocemos los otros cortes o nos gustan? Son muy baratos.
– Eso fue se fue dando con la desaparición de dos figuras importantes: una es el carnicero. El carnicero conocedor.
– El carnicero te aconsejaba.
– El carnicero te preguntaba, ¿qué tiene que cocinar usted? No te pedía el corte, te preguntaba lo que uno tenía que cocinar, eso por un lado. Y la otra cuestión es que en los últimos 50 años se fue perdiendo esa figura central del hogar, la mamá, la abuela o quizás de manera un poco más marginal el papá, que manejaba ciertas pautas vinculadas a la alimentación. En mi casa mi madre nos enseñó casi como si fuera un juego, no era un juego pero ella lo disfrazaba muy bien, a reconocer, a guardar, a cortar el pan, hacerlo rallado, dos tipos de pan rallado. “Esta carne se corta así”, “este pescado se corta así”. Y ese esquema después te sirve toda la vida cuando tenés que ir a comprar.
– Mi abuela hacía milanesas de seso, hoy casi nadie come.
“ESE BENDITO ANIMAL QUE ES LA VACA TIENE ENTRE ACHURAS Y CORTES 42, 43 OPCIONES, NOSOTROS UTILIZAMOS EL 25 %”
– Hay cosas que ya no se comen.
– Carrillera, por ejemplo.
– No, acá no se cocina. Se lo considera un corte despreciable. La paleta de cortes de Argentina la conocemos…
– El gusto es muy rico.
– Sí, ¡claro qué es rico! Ese bendito animal que es la vaca tiene entre achuras y cortes tiene 42, 43 opciones. Nosotros utilizamos el 25%.
– Como los gauchos.
–Utilizamos una parte muy chica de la vaca. Los que pueden pagar prefieren comprar esos equipos nuevos que sirven para las cocciones largas, prefieren esperar 8 horas,12 horas, 16 horas para lograr una terneza, cuando en realidad con una olla de presión lo hacés mucho más rápido. Son las contradicciones de nuestra época. Tenemos muchas contradicciones.
– ¿El osobuco?
– El osobuco con una olla a presión en 25 minutos está domado, dominado.
– Me parece que estas recetas tendrían que divulgarse más.
– La idea es siempre esa, dar información de calidad para que el otro pueda recibir algo útil. A mí, mucho más a esta altura del partido, no me interesa hablar de cosas que no le sirven a nadie.
– ¿Cuál es esta altura del partido?
– Después de 30 años de periodismo. Pero está lo anterior, entonces después de estar en la cocina tantos años…
– Sumá todo, la cocina industrial, lo que hiciste en Italia. ¿Cuántos años son? ¿40?
– Empecé a los 14 años. Son más de cuatro décadas.
– ¿Empezaste por necesidad?
– No, empecé porque tenía una forma de ver las cosas muy independiente. Hablé con mi papá: en el verano quiero trabajar porque quiero ganarme mi dinero, no quiero molestar en casa. Mi papá me entendió, me dijo “¿querés? Andá”.
– ¿Seguiste estudiando?
– Sí, por supuesto, la universidad. A mí no me molestó hacer eso. No me lastimé psicológicamente (risas). No me pasó nada.
“SI PIERDE LA SAMPDORIA EL DÍA TIENE OTRO COLOR”
Pietro es casi un enfermito del fútbol, es su gran pasión. ¿Cómo es “vivir fútbol” todo el día? Cuando era joven pasaba desde la mañana a la noche relacionado con el fútbol. Las revistas, los diarios de papel, la radio, la televisión, todo el día pendiente de su equipo, la Sampdoria.
– Me gusta, sobre todo, estar pendiente de mi equipo, de la Sampdoria.
– Seguís pendiente.
– Sí, por supuesto. No tanto como antes, pero sí. Si pierde el día tiene otro color.
– Conocés a los jugadores.
– Sí, por supuesto. Sé cómo están ubicados en la cancha, quiénes son, de dónde vienen, todo.
– ¿Cuando vas a Génova, vas a la cancha?
– Sí, voy a la cancha porque me divierte y porque algunos amigos de la infancia son periodistas deportivos, especialistas en fútbol. Además me invitan, tengo esa suerte, voy al lugar donde va la prensa, veo el partido desde el mejor lugar.
– Y si ganan o si pierden no es igual.
– No, no es igual. Siempre hacemos algo después del partido, en un caso sirve para celebrar y en otro caso sirve para apaciguar un poco esa tristeza después de la derrota.
– ¿Cuándo viste el último partido de Sampdoria?
– Hace 25 minutos (risas).
– ¿En vivo?
– En vivo, sí. Además era el superclásico de la ciudad, así que mirá cómo te quiero.
– ¿Lo dejaste de ver?
– Lo dejé para venir a la entrevista. Así que eso te demuestra cómo te quiero.
– ¡Acababas de decir que no le das la misma importancia que antes!
– Bueno, pero es superclásico.
– ¡Y no sabemos cómo salió!
– Mirá, nos hicieron un gol en contra. Mejor olvidarse porque fue terrible. Ahora veremos qué pasó después, más tarde veré cómo terminó el partido.
– Confesame la verdad, ¿te organizás para ver todos los partidos?
– Más o menos. Ahora me sucede algo que antes no me sucedía. Si el partido no funciona, o juegan mal, después de 20 minutos veo que la cosa no va…
– “No me quiero amargar”.
– Apago. Pero después al final, miro el reloj y cuando ya se terminó miro en Internet para saber cómo terminó. Y si termina mal, se amargó el día.
– ¿Tenés amigos en la barra brava de la Sampdoria?
– Sí, sí, todavía quedan algunos. Quedan algunos viejos nostálgicos. Cuando uno los ve, dice “no, pero no puede ser!” (risas). Uno con el bastón y otro no sé qué (risas). En fin.
– ¿De acá no te enamoraste de ningún equipo?
– Enamorar no, pero sí a algunos que les tengo mucha simpatía, por ejemplo, Vélez. ¿Pero por qué? Porque cuando yo llegué en el año 1992, fue el auge del Vélez de Bianchi. Entonces, a mí que me gusta el fútbol, me enteré primero de Vélez y después me enteré de Boca, de River, etcétera.
– Llegó primero. Sos argento en eso, triunfalista.
– Sí, puede ser, sí, pero además porque algunos de mis amigos más queridos son de Vélez. No significa que no me interese lo que hace Boca, lo que hace River, lo que hace Old Boys, lo que hace Atlanta, Ferro Carril Oeste. Grabia es un gran amigo, me hizo conocer Ferro Carril Oeste.
– Estás todo el día pensando en fútbol.
– Todo el día no porque si no, no podría pensar en los cortes de carne.
– La comida y el fútbol.
– No, también hay otras cosas. Me gusta el teatro, me gusta leer, me gusta estudiar. Yo me levanto a las 5 de la mañana. Hago las cosas que tengo que hacer que no demandan encuentros o reuniones. De 5 a 9 de la mañana es un momento productivo extraordinario, nadie te llama al teléfono, silencio, tranquilidad. En cuatro horas resolvés muchísimas cosas.
– ¿Es necesario a las cinco? ¿Usás el despertador o te despertás solo?
– No es necesario, pero está bien. Solo. Solo.
“APRENDÍ A SER MÁS ATREVIDO. LA ARGENTINA ME AYUDÓ A ENTENDER QUE PODÉS AVANZAR, QUE PODÉS TENER UN OBJETIVO QUE SEA MÁS AMBICIOSO”
– ¿En qué sos argentino, Pietro?
– Es una buena pregunta. Aprendí a ser un poco más atrevido, los argentinos son atrevidos. Digo en la acepción positiva de la palabra no. Yo antes era mucho más tímido, mucho más reservado, todavía lo soy. Pero Argentina me ayudó mucho a entender otras cosas. Que podés avanzar, podés hacer cosas, podés tener un objetivo que quizás sea ambicioso. Así que en eso sí, en ese sentido.
– ¿Te interesó conocer la historia del peronismo?
– El peronismo es importante porque es una parte importantísima de la historia del país. Desconocer lo que es el peronismo sería un error, significa no entender lo que lo que pasó y lo que pasa y lo que quizás va a pasar en el futuro.
– Vos sos un estudioso, por eso te lo pregunto.
– No conozco detalles, pero me parece que sí conozco las etapas fundamentales. No conocer eso sería un error grave para una persona que, como en mi caso, decidió vivir en otro país. Uno no lo puede desconocer.
– ¿Estás al tanto de la actualidad política argentina e italiana?
– Sí, por supuesto. Todas las mañanas leo los dos principales diarios de acá y los dos principales diarios de allá. El diario Corriere della Sera, La Repubblica, más el diario de Génova, Il Secolo XIX.
– Para ver cómo le va a la Sampdoria. Los dos países hoy son gobernados por presidentes rupturistas, Giorgia Meloni y Milei.
– Sí, dos rupturistas. Son figuras emergentes en un contexto donde ese tipo de figura está teniendo cada día más fuerza, en todo el mundo es así.
– ¿Cómo describís a Milei?
– Para mí es indescifrable. Porque no te ofrece puntos donde te puedas enganchar para entender algunas cosas básicas. En algún momento pensás que las cosas serán así y después finalmente hace otra cosa y decís, me descolocó.
– ¿Podemos decir imprevisible?
– Sí, te confieso algo, con el pasar de los años miro la política y cada día la distancia es más amplia. Porque después de tantos años a uno le cuesta creer en algo o en alguien.
– Si pudieras elegir, ¿cuánto tiempo estarías en Argentina y cuánto en Italia? ¿Cuál es el ideal?
– Seis meses. Eso es para no tener nunca frío.
– Ah! Escapás del frío, no es solo porque tenés ganas de viajar a Italia.
– También por eso, para tener el verano y la primavera permanente. Si puedo, hago eso.
– Sos un privilegiado.
“PREFIERO NO COMPRARME UN AUTO, PERO VIAJAR”
– Sí, la verdad que sí. Prefiero no comprarme un auto, no comprar toda una serie de cosas, pero viajar.
– Siempre lo tuviste claro.
– El último auto lo tuve en Italia, así que imagínate.
– Pero es una elección, la plata ahorrada es para viajar.
– Nosotros como familia somos gente de trabajo, no somos millonarios, entonces tenemos que elegir. Siempre tuvimos claro que era mejor eso para nosotros, que comprar otra cosa. Es lo mejor que hay en la vida: comida, amistad, de vez en cuando un partido de fútbol, un buen libro, una buena obra de teatro, una buena película.
– Como estar de vacaciones.
– En un punto sí. Un buen trabajo, un trabajo donde uno se sienta bien, eso también es muy importante. Yo me siento muy bien con el trabajo que hago, lo hago con gusto. No pienso en ningún momento que estoy trabajando, estoy viviendo. Estar acá con vos en este momento es un privilegio, es una maravilla poder conversar.