Gastón Massa es un arquitecto cordobés de 32 años que se convirtió en un influencer destacado en las redes sociales gracias a su humor y sus divertidos sketches. Actualmente, cuenta con una comunidad de más de un millón y medio de personas.
Su vida dio un giro inesperado el año pasado cuando le diagnosticaron linfoma de Hodgkin, una noticia que lo enfrentó a uno de los mayores desafíos de su vida. Aunque inicialmente fue un golpe devastador, Gastón superó el cáncer con un espíritu resiliente, apoyándose en su familia, sus amigos y el humor que lo caracteriza.
Durante su tratamiento, el creador de contenido decidió mantener su actividad en redes sociales, utilizando su experiencia para inspirar a otros. A pesar de los momentos difíciles que trajo la quimioterapia, nunca perdió su actitud positiva. En diálogo con Mai Pistiner, reflexionó sobre el profundo aprendizaje que le dejó la enfermedad y cómo lo ayudó a valorar la vida desde una nueva perspectiva.
Mai: — ¿Cómo ingresaste al mundo de las redes sociales?
Gastón: — Fue muy loco. Yo tengo tres hermanos, pero hay uno con el que soy muy unido desde chico que es Willy. Él es abogado y se hizo muy conocido en Córdoba por ser mago. Es un mago popular de cancha y yo lo acompañaba a todos lados. Él estaba haciendo esos actos de magia y dijo: “Tengo que estar en las redes sociales porque hoy te ven por ahí”. Pero sentía que la magia no llegaba tanto porque ahora puede estar editado y demás, entonces, pensamos que con el humor era mejor y podíamos llegar a más personas. La gente se identifica más con el que no le salen los trucos. Ahí yo empecé con el personaje de anti mago. Él hacía el truco y yo hacía la parte fallida.
Mai: — ¿Vos te hiciste tu Instagram con eso?
Gastón: — No, yo no subía nada a mis redes. Decía: “Yo soy arquitecto” y quería que mi perfil se vea un poco más serio, más profesional. Pero en el Instagram de Willy se subían todos esos videos que hacíamos juntos. Yo era parte del electo de Willy. Eso empezó a crecer y lo llevamos al teatro. Él tenía varios años de actuar en temporada, pero yo no. Y un día salí al escenario frente a 3 mil personas en Carlos Paz. Tenía un miedo, decía: “¿Qué estoy haciendo acá? Si yo soy arquitecto”. Pero me encantaba, lo disfrutaba y me di cuenta que eso era lo que quería para mi vida. En su momento ganamos el Premio Carlos los dos, viví cosas muy locas desde que arranqué con ese personaje del anti mago hasta hoy. Se me fue dando todo de forma muy natural sin buscarlo.
Mai: — ¿Y cuándo empezas a hacerlo como un proyecto tuyo propio?
Gastón: — Cuando empezó la pandemia. Hoy en día muchos creadores de contenido somos pandémicos, porque nacimos en pandemia. En mi caso el tema de la arquitectura y la construcción estaba frenada. Podíamos diseñar en la compu, pero nada más. Ahí dije: “Voy a jugar los videos” y empecé con TikTok. Yo hacía humor con audios, algunos personajes, pero muy tranquilo hasta que di el paso de subir uno de esos videos a Instagram, solo, sin Willy y sin el personaje del anti mago...
Mai: — ¿En el Instagram de arquitecto? ¿Ese que tanto cuidabas?
Gastón: — Sí. “A ver cómo reaccionan las 250 personas que conocía”, dije y tuvo muy buena repercusión. Recibí esos mensajes de la familia que te empujan, entonces empecé a subir más. En TikTok uno se viralizó durante la pandemia y después otro y así... Viralizar en ese momento era tener 50 mil reproducciones, que era increíble. Así fue como empecé a hacer videos e humor.
Mai: — ¿Cómo surge el personaje de la madre?
Gastón: — En ese momento de pandemia me mudo con mi novia a lo de mi mamá. Mi vieja estaba sola en una casa grande así que fuimos con ella para estar todos juntos. Venía pensando en hacer un video como si fuera una madre. Un día abrí un placard y encontré la peluca, que es la que tengo hasta el día de hoy, un nido de ratas, pero no la puedo cambiar (risas). Era un cotillón de algún casamiento o algo así. Me la puse, mi mamá me dio una bata que había usado para un casamiento de uno de mis hermanos y grabé el personaje. El video pegó mucho, entonces seguí con eso porque me recomendaban mucho de que las redes tuvieran una lógica y hoy en día la madre está en todos lados (risa).
Mai: — ¿La madre está inspirada en tu mamá?
Gastón: — Sí, mucho. Pero de una manera exagerada porque mi vieja es coqueta, nunca la vas a ver desarreglada, en cambio, yo al personaje de la madre la muestro siempre en bata, desalineada. Mi vieja es un 10, es divina y muy piola, pero tiene todo lo clásico de las madres. Nosotros somos cuatro varones así que todas las que ha sufrido… Nos ha retado de todas las formas. Está basada en hechos casi reales (risas).
Linfoma
Mai: — Tuviste un 2023 muy intenso. ¿Cómo estás hoy?
Gastón: — Sí. Fue muy movido y de frenar también, pero hoy estoy bien. El 2023 fue un año clave en mi vida. Son esos años que vienen a enseñarte algo. Tuve cáncer: linfoma de Hodgkinme. Me agarró en el medio de la algarabía de venir con una vida al mango, hermosa, con mil proyectos, mil planes, el teatro, proyectos a futuro con mi hermano, con la arquitectura, laburando en una empresa. Estaba todo redondo...
Mai: — ¿Cómo te diste cuenta?
Gastón: — Había tenido el casamiento de un amigo y me sentía mal hacía dos semanas. Estaba hecho pelota. Se me había inflamado un ganglio, transpiraba todas las noches y me levantaba empapado. Me picaban las piernas, tenía febrícula. Para mí era una gripe de la que me estaba costando recuperarme. No podía tragar, me dolía mucho la garganta y estaba viviendo a ibuprofeno…
Mai: — ¿No te llamaba la atención?
Gastón: — Sí, pero no me daba cuenta. Después supe que era un síntoma habitual del linfoma de Hodgkin que se te inflame un ganglio. Un domingo digo: “No puedo más”. Estamos con mi novia Cami en casa y llamé a un médico. Hasta ese momento no eran síntomas tan fuertes, me sentía decaído. Llega una médica a casa de esas que llamás de urgencia y le conté todo. Me pregunta si me picaba el cuerpo y le digo: “Sí, a la noche me rasco y me levanto todo mojado”. Y ella con todos los síntomas que le conté, me dice: “Podés tener dengue, neumonía o un linfoma”. Yo no sabía que era un linfoma. Para mí era la palabra cáncer. Linfoma no existía, no sabía que era. Yo vivía enfrente de un hospital, entonces me dijo: “Cruzate a hacer unas radiografías”. Me tuvieron 3 horas en la guardia un domingo. Cuando me muestra la radiografía, me dice: “Toda esta nube que se ve son ganglios inflamados” y mi novia se larga a llorar porque se había fijado en Internet y yo tenía todos los síntomas de linfoma. Pero en ese momento no me dijeron mucho más y me tenía que quedar internado. Yo les dije: “Vivo enfrente. Voy a casa y vuelvo mañana temprano”. “No, quédate internado”, me dijeron. Yo insistía y cuando me lo dijeron la tercera vez, me di cuenta que era grave y me largué a llorar.
Mai: — ¿Todavía no te había mencionado la palabra cáncer?
Gastón: — No, pero ya nos dimos cuenta que había algo jodido. Mi novia estaba destruida. Llamé a mi familia y les conté lo que estaba pasado. Les dije: “Me tengo que hacer unos estudios y me van a hacer una biopsia”. En eso cae un médico como de 80 años. Yo ya estaba internado y me dice: “Querido tenés un linfoma de Hodgkin. Esto va a pasar rápido, sos joven. Olvidate”. Y se fue. Yo me quedé solo ahí. Ahí lo busqué en Internet, yo no soy de Googlear temas de salud, pero ahí vi que decía que era cáncer. Fue buena la manera en la que me lo dijo porque le quitó el peso, pero me destruyó obviamente. Dije: “¿Por qué a mí? Tengo 30 años. No puede ser”.
Mai: — ¿Qué es el linfoma de Hodgkin?
Gastón: — Es un cáncer de la sangre, de los ganglios linfáticos. Dentro de todo me agarró, este tenía probabilidades de poder pasarse. Después empezás a ver gente que se murió de esto y decís: “¿Tendré la fortaleza para pasar esto?”. A partir de ahí hice un clic rápido y dije: “La verdad que tengo todo para pasarlo: mi familia, mi novia. Está en mí que le ponga las ganas, que venga a la quimioterapia y meterle todo el esfuerzo que se pueda y meterle humor”. Mi vida está basada en el humor.
Mai: — ¿Y cómo reaccionó tu entorno cuando se enteró?
Gastón: — Venía gente a mi casa a darme el pésame. Yo estaba con barbijo, pelado y hecho pelota. Me preguntaban: “¿Cómo estás?” y yo les tiraba chistes, como: “Soy tu amigo con cáncer” o “¿Viniste a visitar a tu amiguito con cáncer?” Humor negro, pero que cortaba todo y ahí nos empezamos a reír.
Mai: — ¿Cómo fue el tratamiento?
Gastón: — Tenés posibilidades de tratamientos. La verdad es que en Córdoba hay muy buenos médicos y pude charlarlo todo y evalué todas las posibilidades. Hay gente a la que no le gusta hacer quimioterapia y hay tratamientos alternativos. Yo lo respeto, pero en mi caso me ayudó y me sanó. Yo fui a la primer quimioterapia, entré y me puse a cantar Chayanne con todos y a la hora se me estaba por explotar el brazo. Sentía unos dolores que no los había sentido en mi vida y salí de ahí desmayado, me tenía que llevar y estaba amarillo. Cuando llegué a casa, me miré y dije: “Este no soy yo”. No podía hablar, no podía comer, no podía tomar agua, me molestaban los ruidos, no podía ver televisión. Los que están cerca la verdad que también lo sufren mucho. Después entendí cómo era el funcionamiento del cuerpo: una semana estaba hecho pelota en cama y una semana podía vivir bien. Ahí dije: voy a aprovechar la semana que estoy bien para hacer videos que es lo que me encanta, es mi pasión y seguí haciendo humor, seguí conectado con la gente y les contaba cómo seguía mi salud.
Contarlo en las redes
Mai: — ¿Sentiste la necesidad de exponer lo que te estaba pasando en las redes?
Gastón: — Lo conté a los meses porque ya estaba teniendo un cambio físico y se iban a dar cuenta. No quería dar lástima, no me quería hacerme la víctima porque sabía que había gente que estaba peor que yo. Dije: “Voy a contar lo que está pasando, cómo estoy y que lo voy a pasar”. Ahí empezaron las noticias: “Gastón Massa tiene cáncer” y salía una foto mía vieja. Te muestras una foto en la tele y es como que te estás muriendo. Me destruía por dentro porque me familia tuviera que vivir todo eso. Lloraba por mis viejos, no por mí. Yo estaba convencido de que iba a salir.
Mai: — ¿En ningún momento pensaste que te ibas a morir?
Gastón: — Nunca, nunca pensé en la muerte. Yo creo que eso es fundamental. Yo nunca pensé que me podía matar. Para mí era un momento que me estaba enseñando algo. Empezás a entender un montón de cosas, frenás, aprendés a estar en esos pequeños momentos... Uno que como creador de contenidos, influencer, está todo el tiempo con el celular, pendiente de las marcas, de los videos que hay que grabar, te cambia la perspectiva. Sigo aprendiendo todavía no es que soy el Ravi Shankar, pero tengo presente todo lo que viví.
Mai: — ¿Te mencionaban los seguidores algo sobre tu aspecto físico cuando estabas en tratamiento?
Gastón: — Sí, veía que se generaba polémica en los comentarios. Cuando alguien comentaba algo, la gente salía a defenderme. Unos me decían: “Gastón quédate en cama. Estás pelado y sin cejas” y otros respondían: “¿Cómo le vas a poner eso? Es un momento en el que está disfrutando de hacer lo que le gusta”. Una vez me pasó que me manda uno sin querer: “Mirá lo hecho pelota que está Gastón, pobre. Está destruido”. Se ve que se lo quiso mandar a la madre o a alguien y me lo mandó a mí por DM (risas). Yo lloraba de risa. Pasa mucho eso con las madres que me mandan los mensaje a mí en vez de a sus hijos.
Mai: — ¿Cómo te sentías cuando te veías en el espejo?
Gastón: — Yo no me vi nunca como si tuviera cáncer. El que estaba cerca de mí no sentía eso de que estaba sin cejas, pelado. Estaba destruido, pero nadie me veía así porque la actitud mostraba otra cosa. Yo creo que con actitud podés llevar estar pelado, sin cejas…
Mai: — ¿Te consulta gente que está pasando lo mismo ahora?
Gastón: — Sí, me junto mucho con gente que tiene este diagnóstico. Me he hecho amigos que me dicen: “Me está pasando esto” y les digo: “Venite a casa que charlamos, te cuento cómo es el proceso y lo que a mí me sirvió”. No todas las personas lo pasan como yo. Otras están más caídas, se ponen tristes y está bien también.
Mai: — ¿Te gustaría escribir un libro?
Gastón: — Sí, me gustaría pero no quiero hacerme el salvador o caer ahí en el golpe bajo. Hay gente que ha estudiado mucho eso. Sí di una charla TEDx, que estuvo muy linda, para contar mi experiencia apenas pasé eso, pero no quiero recaer en ese lugar siempre. Mi vida va por el humor, tratar de hacer reír y reírme de mi mismo también.