Ezequiel Iván Cwirkaluk, conocido como El Polaco, es un reconocido cantante, compositor y un referente de la cumbia en Argentina con casi 20 años de carrera. Inició a los 17 años como vocalista de una banda y en 2006 debutó como solista con el álbum Vuelve, te lo pido. El éxito de ese disco lo llevó a que rápidamente editara su segundo material: Agradeciendo a Dios.
Desde el 2007 a la actualidad, lanzó más de quince discos con temas populares que quedaron en la historia de la música tropical y que lo llevaron a realizar shows por todo el país y en el exterior. En televisión incursionó como actor en la tira Viudas e hijos del Rock and Roll y en 27: El club de los malditos. Además, participó en tres temporadas del reality Bailando por un sueño y, en 2020, en la edición Celebrity de Masterchef Argentina.
Próximamente se presentará en Neuquén, Rio Negro y Mendoza. “El 19 de octubre se viene una fiesta en el estadio Kempes, en Córdoba, con La Mona Jiménez. Va a estar increíble”, adelantó el cantante.
Su vida
El Polaco tuvo una infancia marcada por la adversidad. Su padre luchó contra la adicción al alcohol y las drogas, que llevó a la familia a una fuerte crisis económica. En la adolescencia, decidió internarse en un centro de rehabilitación en Córdoba, no por adicción, sino para aliviar la carga en su hogar.
Ezequiel es padre de tres hijas: Sol Celeste, nacida de su relación con la cantante Karina La Princesita; Alma, fruto de su vínculo con la modelo Valeria Aquino; y Abril, la más pequeña, que nació en 2019 y es hija de la bailarina Barby Silenzi.
Pollo: — Tuviste una infancia difícil. ¿Vos de chico te fuiste a un hogar por propia voluntad?
El Polaco: — Sí, a un centro de rehabilitación cuando tenía 14 años.
Pollo: — ¿Por qué?
El Polaco: — Porque mi casa era un quilombo. Mi viejo chupaba y mi vieja sentía que no podía con todo, entonces directamente fui y me interné yo solo. Era un lugar en donde estaba mi papá, que yo después un día lo fui a visitar.
Pollo: — ¿Pediste permiso?
El Polaco: — Sí, mi vieja me dijo que sí. Ahí aprendí de todo: a cocinar, a limpiar. Nos levantábamos a las 6 e la mañana y laburabamos. Yo era jardinero y me encargaba cortaba el pasto. Aprendí de albañilería, a pintar. Te hacías un hombrecito ahí y empezabas a ver la vida de otra manera. Era la vida que yo tenía que enfrentar porque no me quedaba otra. Tuve que ser un guerrero de chico y ponerme los pantalones.
Pollo: — ¿A qué edad saliste de ahí?
El Polaco: — Estuve siete meses. Entré a los 14 y salí con 15.
Pollo: — ¿Y a dónde fuiste después?
El Polaco: — A mi casa.
Pollo: — Pero más armadito...
El Polaco: — Parecía alguien de 40 años. Yo me sentaba solo a ver todos los contratos de la música, directamente. Es la vida que me tocó. Cuando volví de Córdoba era un chico de 14, 15 años, pero con mente de 40. Aprendí responsabilidades. Igual ya estaba eso en mí. Yo soy una persona responsable, aunque aparento que no.
Pollo: — ¿Se lo recriminaste a tus viejos todo esto?
El Polaco: —No, porque uno va creciendo y también te das cuenta que la vida no es fácil y que cada uno tiene sus formas de afrontar las situaciones. Ellos hicieron lo que pudieron y a su forma me dieron lo que pudieron darme.
Su papá
Pollo: — ¿Cuál fue el vínculo que más te dolió haber perdido?
El Polaco: — Mi papá.
Pollo: — ¿Cuándo fue?
El Polaco: — 2021. Es el día de hoy que todavía no puedo superarlo.
Pollo: — ¿Estaba mal?
El Polaco: — Era un rockero mi viejo. Yo siento que hay personas que no nacen para ser viejos. Tienen mentalidad de adolescentes y jóvenes toda la vida, van creciendo y no cuidan su salud, no les importa nada...
Pollo: — ¿Vos le decías: “Che. Papá cuídate que ya no tenés 20″?
El Polaco: — Mi viejo podía estar cinco días sin comer, no se cuidaba para nada.
Pollo: — ¿Por qué?
El Polaco: — Tenía una depresión muy grande. Hizo todo en su vida…
Pollo: — ¿Alcohol y drogas?
El Polaco: — Sí, alcohol y drogas. La depresión más las adicciones es la muerte. Es la muerte de verdad.
Pollo: — ¿Vos lo cuidaste a él más de lo que él te cuidó a vos?
El Polaco: — Sí, yo era como el papá de mi papá. Mis hermanos también lo cuidaban. Cada uno se iba yendo con la familia que iba construyendo y quedaba el siguiente. Mis hermanos son lo más, son guerreros. Me llevo muy bien con ellos y con mi mamá.
Pollo: — ¿Renegaste mucho con tu papá?
El Polaco: — Sí, lo iba a buscar a los boliches, a los bares. Cosas re triste, pero que después las pude resignificar para bien. Pasaba que lo esperamos en Navidad y no venía. También me ha pasado de quedarme con mi viejo cuando mi vieja se iba. Nos quedábamos solos en Navidad y comíamos empanadas. Yo veía como mis amigos a las 12 festejaban y esas son cosas que, después de grande, veo todo lo que Dios me dio: mi familia, mis hijas y digo: ¿De dónde me salvaste, loco?
Pollo: — ¿Te metiste en quilombos por tu papá? Ya sea una deuda…
El Polaco: — Sí, todo. Olvidate. Le compré una casa a mi viejo. Laburé dos años gratis cuando empecé y le compré una casa a mi viejo. Lo saqué de donde vivía para que viva en un lugar mejor y yo no ganaba lo que gano ahora, pero te puedo asegurar que, todo eso que yo hice con el corazón, Dios me lo dio cinco veces más.
Pollo: — ¿Sentís que sanaste todo eso que viviste?
El Polaco: — Sí, son aprendizajes y es como él me pudo enseñar la vida. Es lo que me tocó. A mí me tocó un papá así, otros tuvieron otro tipo de papás. Es la vida que Dios me dio y estuvo destinada para que yo la enfrente a mi forma.
Juego del millón
El Pollo invitó al cantante a comprar todo lo que desee entregándole la valija llena de dinero. El único requisito es que el dinero no puede ser guardado o donado sino que tiene que gastarse todo junto o en partes.
Pollo: — ¿En qué lo gastarías un millón de dólares?
El Polaco: — (Saca fajos de la pila) Con esto me compraría un departamento en Estados Unidos.
Pollo: — 300 mil dólares para un departamento. ¿Para habitarlo o para rentarlo?
El Polaco: — Para habitarlo.
Pollo: — ¿Miami?
El Polaco: — Sí.
Pollo: — Hoy está muy caro. Va a tener que ser en las afueras de Miami.
El Polaco: — No, pero con 300 sacás un crédito y creo que te lo dan. Habría que averiguarlo...
Pollo: — ¿Qué más?
El Polaco: — 100 mil para irme de vacaciones con mi familia.
Pollo: — ¿A dónde te gustaría ir?
El Polaco: — Hacemos una gira por Europa y por Estados Unidos, México…
Pollo: — ¿Quiénes irían? Porque son un montón de familia.
El Polaco: — Sí, todos. Mis tres hijas, mi mujer, su hija y yo. Lo llevo a mi hermano, a mi hermana y a mi vieja.
Pollo: — ¿Cuánto tiempo irían?
El Polaco: — ¿Un mes?
Pollo: — Necesitás más.
El Polaco: — Vamos con 200 entonces y la hacemos bien: alquilamos un yate…
Pollo: — Te quedan 500.
El Polaco: — Me compro un auto con 150 lucas.
Pollo: — ¿Qué marca te gusta?
El Polaco: — No sé. Vemos… Pero esa plata la destino a buen auto.
Pollo: — Quedan 350 mil.
El Polaco: — Y esta plata la invierto. Compro dos terrenos en un barrio cerrado.
Pollo: — ¿Canning? ¿Hudson?
El Polaco: — Vamos con Canning, un terreno en donde de bien el sol.
Pollo: — ¿Con vista a la laguna?
El Polaco: — No creo que alcance. Esos están más caros.
Pollo: — ¿Qué haces con lo que queda?
El Polaco: — Con lo que sobra, construimos.
Pollo: — Mucha inversión, poco disfrute.
El Polaco: — Disfruto invirtiendo (risas). No soy una persona con grandes lujos o que le gusta ostentar cosas.
En números
El Polaco se atrevió al cuestionario y reveló intimidades sobre el sexo, las emociones y su vida personal. ¿Qué dijo?
Pollo: — ¿Hace cuántos días no tenés sexo?
El Polaco: — Horas.
Pollo: — ¡¿Cero?! Me molesta cuando los entrevistados vienen en cero (risas).
El Polaco: — Igual veníamos de una semana floja. Me agarraste en un buen día.
Pollo: — ¿Cuántas veces lloraste en los últimos 30 días?
El Polaco: — No lloré mucho este mes.
Pollo: — ¿Pero sos de llorar?
El Polaco: — Sí.
Pollo: — ¿Cuántos bóxers tenés?
El Polaco: — Yo tengo unos bóxers viejos y Barby, mi mujer, me dice: “Están todos gastados”. Pero para mí son cómodos. Tengo nuevos y tengo los que para mí son cómodos.
Pollo: — ¿Y cuáles usas?
El Polaco: — Vamos variando, depende el día. Pero sí me gusta usar casi siempre blancos...