Miguel Ángel Fernández, conocido popularmente como Tití Fernández, es una figura emblemática del periodismo deportivo argentino. Es conocido por su trabajo como cronista en la cobertura de fútbol, tanto a nivel local como internacional.
A lo largo de su carrera, que está cerca de cumplir 50 años, trabajó para diversos medios de comunicación reconocidos y es muy popular entre los aficionados al deporte, especialmente por su estilo cercano y emotivo. Se desempeñó en radio, televisión y hasta probó nuevos formatos como el streaming.
Su carrera en el periodismo deportivo comenzó en 1983, cuando debutó en la pantalla cubriendo un partido entre Estudiantes e Independiente. Desde entonces, ha sido testigo y narrador de momentos icónicos del fútbol argentino, incluyendo la Copa Mundial de Fútbol de 1986 en México, donde Argentina se consagró campeón por segunda vez en su historia.
Leo: — Decís que te retiras, pero te estás despidiendo más que Los Chalchaleros (risas)
Tití: — Es que me siguen llamando (risas), pero creo que cumplí un ciclo. Estoy próximo a cumplir 49 años como periodista de forma interrumpidamente. Yo me pensaba retirar del campo de juego en el Mundial 2018 en Rusia. Tenía el contrato firmado, pero después decidieron que vayan otros periodistas, que lo hicieron muy bien. Pero en el 2022 me invitan para las Eliminatorias y después para el Mundial y por supuesto que acepté porque sentía que me había sacado por la ventana y yo dije: “Laburé muchos años”.
Leo: — Tenías un sabor amargo por lo de Rusia 2018…
Tití: — Yo me quiero ir por la puerta. Quiero decidir yo cuando me voy. No que decida otro cuándo me tengo que ir, entonces fui y estos pibes me regalaron la Copa del Mundo, nada más ni nada menos. Ahí entendí que era el momento oportuno de decir: “Hasta acá llegué”.
Leo: — Pero no sucedió porque fuiste a la Copa América (risas).
Tití: — No, pero no hice ese tipo de trabajo en campo. Hice dos partidos homenajes a la Selección, uno en Buenos Aires y el otro en Santiago del Estero; y después cuando Román Riquelme hizo la despedida pidió si yo podía trabajar en la cancha porque yo hice toda la campaña de Carlos Bianchi. Todos los partidos, hasta en Japón.
Leo: — Los protagonistas quieren que estés...
Tití: — Lo lindo que fue meterme en el vestuario. Fue re lindo reencontrarme con todos esos monstruos sobre todo con Bianchi.
Leo: — ¿Te hubiera gustado ser otra cosa en la vida?
Tití: — Futbolista. Me hubiera gustado tener 30 años menos y jugar con Messi, con Maradona. Pero no me puedo quejar de la vida que tuve. A mí me fue bárbaro, ¿de qué me puedo quejar? Conocí el mundo y grandes personajes.
Leo: — Te lo ganaste.
Tití: — Sí, trabajé mucho. Me esforcé mucho. Yo nunca tuve un padrino que me llevara a trabajar. Todo lo que conseguí, lo conseguí por mis propios medios.
El recuerdo de Sole
El 2 de julio se cumplieron 10 años de la muerte de su hija, María Soledad Fernández. Falleció en un accidente de auto cuando viajaba desde San Pablo a Belo Horizonte en 2014, en pleno Mundial de Brasil, que el periodista se encontraba cubriendo.
Leo: — Se cumplió un aniversario importante mientras vos estabas cubriendo esta última Copa América en la cual salimos campeones. ¿Cómo han sido estos años? ¿Cómo es recordar ese día trágico en tu cabeza hoy?
Tití: — A mí me pasó que durante los primeros tres o cuatro años, todas las noches en algún momento yo me despertaba y recordaba el momento de cómo me había enterado. Hasta que, en un momento, hubo un clic y fuimos avanzando. Norita iba al cementerio día por medio. Había una depre en casa y un día nos sentamos con Nora y le dije: “Acá hay dos caminos: seguimos para adelante, porque tenemos nietos, yo tengo hijos, tenemos laburo, o abandonamos”. Los dos decidimos seguir para adelante y recordarla siempre con mucho cariño.
Leo: — ¿Qué edad tenía?
Tití: — 26 años. Cumplía 27 ocho días después del accidente.
Leo: — ¿Te ayuda verla en fotos y videos o te pone mal?
Tití: — Me gusta verla, recordarla. Yo quiero que esté toda la vida ese recuerdo, hasta que yo esté. En las redes sociales muchos me dicen: “Dejala ir”. Yo la mantengo viva siempre y la voy a seguir manteniendo. Mi señora habla todas las noches con Sole. Es una locura lo que yo estoy contando, pero mi señora habla todas las noches con Sole.
Leo: — Son padres que perdieron a su hija, ninguna locura.
Tití: — Cuando fue el cumpleaños de Sole yo estaba allá y Norita va con un pedacito de torta con una velita y le canta el feliz cumpleaños.
Leo: — ¿Qué te ayudó en ese proceso?
Tití: — Nos ayudamos entre nosotros. Dejamos pasar el tiempo y tuvimos esa charla de pensar si nos plantábamos o seguíamos para adelante y elegimos seguir para adelante.
Leo: — ¿Gestos de jugadores que recuerdes en ese momento?
Tití: — Nora estaba en Miami de vacaciones con la familia del Mono Burgos y Sergio George con sus mujeres, los hijos, todos. Para mí fue un drama porque explotó acá en la Argentina y Nora estaba allá. Yo sabía que a esa hora estaba durmiendo. Entonces, lo llamo a Sergio, amigo querido que hoy ya no está, y le digo: “Se mató Sole en la ruta. Agarrá el teléfono de Nora y sacale el chip”. Después yo la llamé a Nora y le dije: “Sole tuvo un accidente en la ruta, está complicada. Pero ya hablamos con el médico nuestro de toda la vida, la vamos a ir a buscar con un avión sanitario, la vamos a llevar y la vamos a sacar”. Yo no le podía decir todo ahí. Cambiamos los pasajes y el Mono se vino con ella desde Miami para que no se llegue sola a Buenos Aires. Fue un gran gesto de él.
Leo: — ¿Vos llegaste primero acá?
Tití: — Sí, yo de Brasil me vengo trasladando el cuerpo de Sole.
Leo: — Tuviste que cuidar a tu mujer sobre cómo decírselo, absorbías que tu hija había fallecido mientras hacías 200 trámites, que por suerte muchos te ayudaron por el cariño que te tienen, pero acarrear todo eso debe haber sido terrible.
Tití: — A los dos días cuando la dejamos es como que me cayó la ficha.
Leo: — ¿Qué es lo que más extrañás de ella?
Tití: — Su personalidad. Era extraordinaria. Era muy amiga de sus amigos. Le gustaba mucho el rock, se había hecho amiga de un grupo de pibes que iban a ver recitales por todo el país. Vivía en un departamento muy lindo y un día dijo: “Quiero un casita con patio con una parrillita para recibir a mis amigos, hacer unos chorizos, tomar una birra” y se mudó de barrio. Yo extraño eso. La llamaba 20 veces por día a la mamá. Era un sol.
Leo: — Después de la muerte de Sole, ¿tu relación con la muerte es la misma? ¿Le tenías miedo? ¿Le tenés menos miedo ahora?
Tití: — No le tengo miedo, pero tengo 73 años, un triple bypass, una operación de carótida y 5 stent. Yo tengo fecha de vencimiento, lo que pasa es que la fecha de vencimiento en la cajita de los remedios está chiquita y te ponés los lentes para verla, pero nosotros no sabemos cuándo se nos vence. Yo disfruto la vida todo lo que puedo, no hago locuras, la paso bien.
El gesto de los campeones
Leo: — Contame anécdotas que te hayan pasado con los grandes del fútbol en estos casi 50 años que tenés de carrera periodística.
Tití: — Vamos por orden, por las tres estrellas. Mario Alberto Kempes, primero, porque sin él no éramos campeones en el ‘78.
Leo: — El matador.
Tití: — Boca contrata a Maradona, River tenía que contrarrestar de alguna manera. Contrata a Kempes que llega de Valencia a Ezeiza y de ahí en un helicóptero lo bajan en la cancha auxiliar de River, hacen una presentación para un programa de televisión y va a la revisión médica. Lo llevan a Nazca y Yerbal, a un instituto, termina como a las 6 de la tarde y lo dejan en una esquina. Yo había seguido todo el trayecto, en ese momento trabajaba en Radio el Mundo, en el ‘81. Cuando lo veo, voy con mi 128 familiar y le digo: “Marito, ¿dónde vas? Te llevo”. Sube y estaba preocupado porque quería hablar con su mujer y en aquella época no había teléfonos celulares.
Leo: — Claro era otra época completamente diferente.
Tití: — Si no tenías teléfono de línea, tenías que ir a Entel, hacer una cola de media cuadra para que te comunique una operadora. Le dije: “Te llevo a la radio, hablás y yo después te llevo al hotel” porque ahí teníamos el famoso teléfono rojo. Llego al estacionamiento de la radio y cuando nos bajamos me di cuenta lo que era un tipo famoso. En 150 metros que caminamos con Kempes se juntaron 200 personas hasta que llegamos a la puerta de la radio. Cuando entramos a la radio, había que caminar un pasillo largo, mis compañeros miraban y no entendían nada. Cuando llego le digo a mi jefe: “Mirá que lo traje para que hable por teléfono, no para hacer una nota”. Y me decía: “¿Cómo no le vamos a hacer una nota?”. “Voy a cumplir con mi palabra”, dije. Y dicho y hecho cuando terminó de hablar, lo llevé al hotel.
Leo: — A partir de ahí Kempes te hiciste amigo.
Tití: — Nos vemos, nos hablamos. Un crac.
Leo: — ¿La segunda anécdota? ¿Maradona?
Tití: — Sí, Maradona. Fuimos a grabar imágenes para la apertura de Fútbol de Primera. Cuando terminamos de hacer todas las imágenes, estábamos con Guillermo Coppola, Diego y no me acuerdo quienes más. Le digo: “Dieguito me enteré que a la noche van a hacer una reunión familiar y con amigos”. “¿Querés venir?”, me dice. “No, lo que me interesaría es si me dejás meter una cámara para el programa”, le digo. Maradona no movía un dedo si no cobraba. Y me dice: “¿Cuántos minutos necesitás?”. “Unos 5 o 10 minutos”, le respondí. Ahí lo llama a Guille y le dice: “Tití va a meter un móvil en la reunión”. Fue la primera vez en la historia que en Fútbol de Primera no se pasó ningún partido, se hicieron dos horas de la fiesta de Maradona. Estaba Charly García…
Leo: — ¿Y por cero pesos?
Tití: — Cero. Maradona es el tipo que me dio los mejores logros periodísticos. En Nápoles cuando salieron campeones, tengo mil cosas para contar de Diego, pero esta es buenísima.
Leo: — ¿Y con Messi?
Tití: — En la Copa América en Maracaibo, Venezuela. Un sábado no jugaba Argentina, pero teníamos dos transmisiones. Yo había arreglado con Carlos Tévez, con Esteban Cambiasso y alguien más hacer unas entrevistas en el estudio que estaba montado en el mismo hotel de la Selección. Yo tenía arreglado que después del almuerzo grababa notas con ellos tres, entonces tenía que meter una antes, una en el medio y una después de los dos partidos.
Leo: — Estaba todo organizado.
Tití: — Sí. Unos venezolanos me invitan a jugar al golf. Yo tenía todo arreglado. Terminamos de jugar, volvía al hotel donde yo también estaba parando, me bañaba y tenía las entrevistas. Pero subimos a la autopista y hubo un accidente, estaba todo parado, no avanzaban los coches ni para atrás ni para adelante. Los productores me llamaban a cada rato. Conclusión cuando llegué una hora y media tarde, los tipos estaban todos en las habitaciones, ninguno me pudo esperar. Los productores me querían matar. Tuvimos unas discusiones en el lobby del hotel que ni te cuento. Les dije: “No se hagan problema. Si no lo soluciono, renuncio y mañana me vuelvo a la Argentina porque soy un irresponsable. No tendría que haber ido a jugar”. Había un tipo que estaba ahí. Era representante de una empresa de zapatillas, escuchó toda la discusión y me preguntó qué pasaba. Le cuento y me dice: “Hace 5 minutos estuve acá con Messi y no sabés el embole que tenía. Se fue a la habitación”. Le dije: “Haceme un favor, llamalo, explicale lo que me pasó y a ver si me salva”. Messi le contesta: “Si me paga la gaseosa, bajo”. “Le pago dos camiones”, le dije. Bajó Messi y hicimos una nota de media hora más o menos. Podía haber hecho seis transmisiones ese día y con Messi, nada más ni nada menos.
Leo: — Lejos de renunciar…
Tití: — Me salvó la vida.