Andy Clar: cómo comenzaron los viajes a New York, qué opina sobre la vejez y cuál es el aprendizaje de la maternidad

En Somos Todas, la emprendedora multifacética recordó cómo nació el proyecto de la comunidad de mujeres viajeras que la hizo popular en América Latina. Resaltó la importancia de reconciliarse con el paso del tiempo y de disfrutar las conexiones emocionales con la familia y los amigos para alcanzar el “éxito”.

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Somos Todas - Andy Clar

Andy Clar es emprendedora, publicista, artista plástica, autora de tres libros y madre, entre muchas otras cosas. Es una inspiración para miles de mujeres que siguen su carrera y su historia de vida superadora. Actualmente, conduce junto a Beta Suárez, conocida como Mujer, madre y argentina, el streaming Hola Vos de Telefé.

Cuando tenía 23 años Andy sobrevivió a un trágico accidente. Un colectivo la atropelló. Pasó literalmente por encima de sus piernas dejándola sin caminar por más de un año. Debió someterse a numerosas intervenciones quirúrgicas y, contra todo pronóstico médico, se hizo la promesa de que no sólo volvería a caminar sino que lo haría recorriendo ciudades del mundo.

En 2010, creó el blog Chicas en New York, que se transformó en el más leído de Latinoamérica y en 2016 lanzó su guía de New York, libro que rápidamente se convirtió en un best seller. Su comunidad hoy cuenta con más de medio millón de seguidores en las redes sociales.

En diálogo con Coty Crotto y Mariana Gándara, Andy recordó cómo se gestó el proyecto que la hizo popular entre mujeres de Latinoamérica y cómo su vida fue cambiando desde ese momento al día de hoy, asumiendo nuevos roles tanto en lo personal como en lo profesional.

A sus 51 años, remarcó que “la edad hace magia” frente a las decisiones trascendentes y reivindicó el paso de los años. “Es una batalla que todos queremos correr y que es imposible ganar. Ya está perdida. No hay forma: vas a envejecer. Como decimos con mi amiga Beta Suárez, si no envejeces es porque estás muerto o muerta”, sostuvo.

Andy: “Mi mejor momento laboral fue a partir de los 40 años”. (Credito: Candela Teicheira)
Andy: “Mi mejor momento laboral fue a partir de los 40 años”. (Credito: Candela Teicheira)

Mariana Gándara: — ¿Cómo te gustaría que te presentemos?

Andy Clar: — ¡Qué difícil! ¿Qué parte de mí? (risas). En realidad, antes que nada, soy creativa. Esa es como mi definición porque creo que la creatividad es como el hilo conductor para todas las cosas que hago en mi vida: las personales, las emocionales y las cosas que tienen que ver con mi carrera, el trabajo. Creo que las chicas me conocen más por haber creado Chicas en New York, la primera comunidad de mujeres viajeras en Latinoamérica cuando todavía ni existía Instagram.

Coty Crotto: — Había algo ahí de Sex and the City, ¿no?

Andy: — Claro. La serie había terminado, pero había algo ahí del aspiracional de las mujeres en New York. De hecho, muchos años después conocí a Sarah Jessica Parker y cuando le dije que estaba haciendo Chicas en New York, se sorprendió.

Mariana: — “¿Cómo no se me ocurrió a mí?”, te debe haber dicho (risas).

Andy: — En algún punto agarramos esa olita, pero fue natural porque era algo que estaba en el ambiente. Si ibas a New York te sentías una chica glamorosa, pero en realidad nada que ver. Todo empezó de otra forma, en la crisis de la maternidad.

Coty: — ¿Cuántas mujeres llevaste?

Andy: — Muchas. En realidad empezamos haciendo algunos viajecitos, tímidamente y terminamos llevando hasta 400 mujeres. Pero fue muy poquito tiempo, fueron dos años y pico que hice viajes. La gente siempre recuerda eso porque antes no existía. No había comunidades tan grandes en ese momento de muchas mujeres. Parece que fue hace mil años, pero fue hace muy poco.

Mariana: — Dijiste que todo empezó por una crisis de la maternidad. ¿Qué te pasó?

Andy: — Yo estaba buscando un bebé, quedé embarazada y perdí el embarazo. Estaba muy triste y mis amigas me dijeron: “Vamos a New York que todo lo cura”. Juntamos unos mangos entre todas, en esa época era mucho más fácil viajar, y nos fuimos. La pasamos tan bien, fue tan espectacular… Yo hacía un tiempo que ya había ido por trabajo así que iba anotando lugarcitos diferentes, cosas que no son las típicas, cosas que no existían en las guías tradicionales. Cuando hicimos ese viaje yo las llevé a ellas a vivir ese New York, que era totalmente distinto. No existía Instagram, no había todas las guías que hay hoy online y todas las cosas que podés ver con localización, Google Maps, etc. Nosotras íbamos con mapa de papel. Yo me metía en todas esas puertitas que nadie se animaba, entraba a los lugares, era muy arriesgada. Mis amigas se quedaron sorprendidas y me dijeron: “Tenés que escribir sobre esto”. A partir de ahí empecé a escribir Words a los amigos que me preguntaban a dónde ir y después eran amigos de mis amigos y empezó a crecer. En un momento dije: “No puedo seguir escribiéndole un Wordpersonalizado a cada uno. Era una locura”. Era el boom de los blogs y empecé a escribir ahí como podía, todo desprolijo, para mis amigos, pero un día me doy cuenta que había 30 mil personas que estaban mirando ese blog y me dio vergüenza. Bajé todo, lo ajusté, le cambié el nombre y le puse: Chicas en New York.

Mariana: — A partir del dolor, pudiste crear algo muy lindo.

Andy: — Sí, ahí empecé a escribir y a partir del segundo dolor empezó a crecer.

Mariana: — ¿Cuál sería el segundo dolor?

Andy: — Tuve a mi hijo, Eliseo, que eso fue una hermosura. Pero después de que nació, cuando todavía no había cumplido un año, yo estaba desbordada porque en paralelo nunca había dejado de trabajar en mi otro trabajo que es la publicidad. El que trabaja en publicidad sabe que es un trabajo muy estresante, que lleva muchas horas, mucha carga horaria y presión; y yo estaba trabajando, estaba con Eliseo y en mi casa había 4 niños más. Eliseo era el más chiquito, entonces la casa era como una revolución total. Mi revolución hormonal, también, posparto, estaba como loca haciendo mil cosas y mi cabeza no paraba de tirarme ideas y cosas para hacer porque me agarró justo muy productiva.

Mariana: — Y estabas muy limitada también porque tenía muchas cosas a tu responsabilidad.

Andy: — Sí. Ahí viene Karina, mi amiga Kari, que no estaba trabajando y tenía un bebé de la misma edad que el mío. Ella estaba muy relajada, pero con ganas de hacer cosas y me dice: “¿Qué necesitás?” y yo llorando con mi hijo en brazos, dándole la teta, toda despeinada, le dije: “No puedo más. Estoy agotada. Tengo muchas cosas para hacer. Tengo muchas ideas y no puedo hacer nada porque no me da la vida”. Y ella me dice: “Yo te ayudo”. “No podés, no tengo plata para pagarte”, le digo en medio de esas situaciones en la que uno se pone super negativo (risas). “Yo te conozco y apuesto a esto porque de lo que hagas y lo que sueñes vas a salir algo espectacular”, me contestó. Yo emprendí desde los 14 años y en ese momento tenía 39 así que ya conocía mis limitaciones. Aparte estaba en plena crisis de los 40, con un bebé, todo junto. Y ahí dijimos: “Probemos” y empezamos un camino juntas, que fue hermoso porque también en paralelo iba creciendo nuestra amistad. Nosotras nos conocemos desde muy chicas, pero a través de otra amiga. Éramos las dos mejores amigas de nuestra mejor amiga y ahí se armó el triángulo de la amistad. Esa crisis fue explosiva y también era expansivo el amor y las cosas que empezaron a surgir y no paramos. Empezamos a usar la palabra experiencia, que era algo que en ese momento no se usaba, y resonó en todos lados.

Coty: — Fueron pioneras.

Andy: — Sí. Ahí mucha gente nos empezó a escribir que quería viajar con nosotras. Todo eso empezó a hacerme ruido en la cabeza y pensé que podía hacer un viajecito por año. Yo no ganaba un peso con eso. La parte turística nunca me dejó dinero porque yo no soy una agencia, era la experiencia, lo que yo armaba y el branding que se generó atrás de eso. Yo con el viaje no ganaba, pero las experiencias eran extraordinarias: el MoMA a puertas cerradas para las chicas, de todo…

Mariana: — Con Merchandising incluido. Yo me acuerdo.

Andy: — Claro, les dábamos bolsas con zapatillas de primera marca, perfume importado, etc. Era muy impactante lo que pasaba. Yo buscaba generar alianzas con varias personas porque me parecía que sumando, iba a ser mejor. Eso también era raro en ese momento. Hice algunos viajes que fueron como un boom, pero no lo podía sostener en el tiempo a nivel energético. Tenía mucha exigencia. Yo me levantaba a las 5 de la mañana para estar lista para las chicas y me acostaba a las 2 o 3 de la mañana. Dormía tres horas por día porque mi autoexigencia de esa edad, que ahora cambió porque la edad hace magia, me llevaba a que todo tenía que ser perfecto porque era un servicio. Yo hacía un laburo de servicio con las chicas, no viajaba como una diva, al contrario, estaba para ellas. Ese era mi rol.

“La vejez tiene muy mal marketing”, advirtió Andy Clar. (Credito: Candela Teicheira)
“La vejez tiene muy mal marketing”, advirtió Andy Clar. (Credito: Candela Teicheira)

El paso del tiempo

Coty: — Me quedé con la frase de “la edad hace magia”

Andy: — Sí, yo ya estoy transitando los 52. La edad me trajo te diría casi todo lo más lindo. Yo disfruto mucho más de la vida, me siento mucho más joven, más consciente, más fuerte. Valoro mucho más las cosas, y mirá que yo tuve un accidente muy grave y pasé por muchas cosas muy terribles cuando era muy joven y el golpe de que un colectivo te pase por arriba, literal, el golpe que te hace emocional también te hace sentir que la vida es muy cortita y que hay que vivir el hoy. Yo siempre fui así, pero la edad te da una seguridad, una fortaleza que ni el bondi me la dio (risas).

Mariana: — Y tan mal marketing que tiene, ¿no?

Andy: — Exacto porque vos decís la palabra vieja o vejez y está relacionado directamente con la decadencia, con la tristeza, con que se te cae todo, con que se te seca todo, con que se te olvida todo y no te digo que no pase. Pero también pasan muchas otras cosas en la adolescencia y nos olvidamos. Hay muchas cosas que vivimos y que no son más graves que la vejez. Creo que la vejez tiene muy mal marketing sobre todo en este lado del mundo en el que vivimos porque hay otras culturas en las que los viejos son honrados o son considerados sabios. A veces te dicen: “Se te notan un poquito las arrugas, ¿querés que te las tape?” No, son mías. Es una batalla que todos queremos correr y que es imposible ganar. Ya está perdida. No hay forma: vas a envejecer. Como decimos con mi amiga Beta Suárez, con quien hablamos de esto habitualmente, si no envejeces es porque estás muerto o muerta.

Coty: — Antes mencionabas que cuando viajabas querías que todo fuera perfecto. ¿Qué te pasa con eso ahora?

Andy: — No, ahora no. No quiero que sea perfecto, quiero que sea disfrutable. Creo que eso también es un gran regalo que te da la edad que primero empezás a saber decir que no a cosas. Hay que enfocarse en lo que tiene que ver con cosas simples, como rodearte con gente que realmente te quiere, de tener relaciones sanas, de dedicarle tiempo a la amistad. El valor de la amistad siempre fue importante, pero ahora es fundamental. Poner en la agenda el tiempo para tus amigas es clave. Yo disfruto mucho, le dedico mucho tiempo a mi amigas, a mi familia. Otra gran crisis también es cómo organizar el tiempo que a los 30 y pico o 40 para mí fue fatal.

Coty: — ¿Estabas pasada?

Andy: — Sí, pasada literal. Cuando Eliseo tenía 5 o 6 años yo estaba en el boom de Chicas en New York, había salido el libro que a la semana fue un best seller. Yo nunca me imaginé que podía llegar a pasar eso. Estábamos por salir con el primer programa de tele sobre viajes, estaba escribiendo mi segundo libro, por hacer un programa acá en Infobae Chicas que Corren y yo viajaba todos los meses a un destino diferente del mundo a cubrir todos los meses con un destino con un nene chiquito y era la gran culpa. Mi marido, un monumento, porque nada de lo que yo hice lo habría podido hacer si no hubiese elegido. Yo siempre dije: “No es casual”. Yo elegí que me acompañe alguien en el camino, y yo acompañarlo a él, obviamente, que entiende y es feliz con mi crecimiento. Creo que eso es importante más allá de cómo lo organizas. Eso hace que puedas acomodarte mejor y ser mucho más feliz. Pero igualmente todo ese mandato de ser la mamá perfecta, el tiempo que tenés que estar, ir al buscar al pibe al colegio, que tenés que poder tener tiempo para cocinar, para trabajar, ser exitosa en el trabajo pero también en la casa, era demasiado. Yo vengo de otra generación, nunca fui así, pero está todo eso en el inconsciente.

Mariana: — Hay una vocecita interior con culpa y también a veces del afuera, ¿no?

Andy: — Sí, me daba culpa de madre. Yo trataba de hacer coincidir todo para no faltar a las cosas del colegio o las cosas importantes para él. Tenía un calendario que era una locura y estallé porque me iba muy bien, pero estaba recontra estresada. Empecé el segundo programa y el primer día tuve un ataque de pánico.

Coty: — Era cantado que por algún lugar tenía que salir todo ese estrés.

Andy: — Ahí paré y dije: “Tengo que organizar esto porque así no puedo seguir”. Ahí me empecé a acomodar, pero también tenía que ver la edad que me fue acomodando. Cuando me empecé a acomodar tenía 42 y digo: “Nunca es tarde” (risas). Fui encontrando la forma aunque me costó. Todo el mundo me preguntaba: “¿Cómo hacés para irte de viaje y no tener culpa?” y yo la trabajé. Me di cuenta que la clave estuvo cuando mi hijo me lo dijo, cuando lo escuché de sus palabras.

Mariana: — ¿Qué te dijo?

Andy: — Yo me sentía tan mal de que me iba y eso que eran 6 o 7 días al mes, no es que me iba 20 días y él estaba con su papá y sus hermanos, tenía su rutina, todo. Pero un día le digo: “Mi amor, ¿vos tenés miedo de que yo no vuelva más? Y me miró como no entendiendo que le planteaba y me dijo: “¿Por qué no vas a volver?”. Para él era normal. Desde sus dos años y medio yo estaba haciendo viajes, menos de los que hacía en ese momento, pero para él era re normal. Cuando yo me iba mi casa era una fiesta para él, los hermanos son grandes entonces lo malcriaban. Yo quería entender qué le pasaba a él con esto y le pregunté: “¿Qué opinás de que viaje”. “Yo cuando sea grande quiero tener un trabajo que me guste tanto como a vos te gusta el tuyo”, me dijo. A partir de ese momento no tuve más culpa y pude disfrutar un poco más de lo que estaba viviendo.

Mariana: — Que importante es preguntarles y que entiendan también los sentimientos encontrados que uno tiene en esas situaciones.

Andy: — Sí, yo siempre digo que es educar con el ejemplo y no con la palabra. El pibe mira todo el día lo vos estás haciendo y eso es lo que queda. Hoy tiene 14 años y a veces me dice: “Pasaste un montón de cosas, ¿cómo hiciste?” y es hermoso. Pero también vienen otros desafíos cuando son más grandes, empiezan otros temas.

“Un gran regalo que te da la edad es aprender a decir que no”, explicó Andy en diálogo con Coty y Mariana. (Credito: Candela Teicheira)
“Un gran regalo que te da la edad es aprender a decir que no”, explicó Andy en diálogo con Coty y Mariana. (Credito: Candela Teicheira)

Mariana: — Volviendo al paso de los años y al recorrido que vamos haciendo en la vida, la juventud siempre está muy linkeada al éxito. ¿Se puede ser exitoso más allá de la juventud?

Andy: — 100 por ciento. Mi éxito laboral o el reconocimiento del afuera, porque para mí el éxito pasa por otro lado, yo lo tuve a los 40 años tampoco es que lo tuve cuando era pendeja. La peleé y vengo de una familia muy humilde que no tenía un mango para nada. No es que fue fácil. Entonces, primero no hay edad para el éxito y a los 40 tampoco es que sos tan chiquita. A mí el mejor momento laboral fue a partir de los 40 y después el éxito para mi pasa definitivamente por un lugar mucho más emocional, por sentirme contenta, plena.

Coty: — ¿Se puede decir que estás en tu mejor momento ahora?

Andy: — Sí, pero te digo que me lo hubieras preguntado en otro momento y te hubiera dicho lo mismo porque valoro mucho el momento. Parece una frase hecha, pero realmente es así. Igual, creo que estoy mejor ahora que a los 20. Yo no cambio esta edad por los 20, los 30 ni los 40. Siento que tomé decisiones para mi vida que no importa lo que pase después, pero sí sé que hay muchas cosas que dependen de nosotras, cosas que se pueden trabajar y prever, desde la salud, la alimentación, el ejercicio, etc., para llegar en las mejores condiciones.

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