Luis Scola es un destacado ex jugador de básquet argentino que se desempeñó como ala-pívot a lo largo de 25 temporadas profesionales en Argentina, Europa y logró destacarse en la NBA. Comenzó su carrera en Ferro Carril Oeste y a los pocos años se trasladó a España, donde fue fichado por el Saski Baskonia (Tau Cerámica) y luego cedido al Gijón Baloncesto, con el que ascendió a la Liga ACB.
En la temporada 2000-2001 con Baskonia, donde jugó durante siete años, alcanzó una final de Euroliga y tres Final Four consecutivas. Aunque no ganó la Euroliga, conquistó la Liga ACB en 2002, tres Copas del Rey y tres Supercopas de España, además de ser seleccionado en varias ocasiones para el Mejor Quinteto de la Euroliga.
Su camino siguió en la NBA tras ser seleccionado en la segunda ronda del draft de 2002 por los San Antonio Spurs y sumarse a Houston Rockets en 2007. A lo largo de su trayectoria, jugó para equipos como Phoenix Suns, Indiana Pacers, Toronto Raptors y Brooklyn Nets, entre otros, antes de concluir su carrera en Italia con el Pallacanestro Varese en 2021.
Scola fue un pilar fundamental en la selección argentina. Fue parte de la generación dorada que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. También es el segundo máximo anotador en la historia de los mundiales de la FIBA. A lo largo de su carrera con la selección, participó en cinco Campeonatos Mundiales y Juegos Olímpicos, logrando múltiples medallas y reconocimientos, incluyendo el título de MVP en el Campeonato FIBA Américas de 2011.
Tras dejar la NBA en 2017, jugó en ligas de China e Italia, destacando su paso por el Olimpia Milano y Pallacanestro Varese. En 2021, tras su retiro como jugador, se unió a Pallacanestro Varese como director ejecutivo.
Durante su carrera fue reconocido por su liderazgo y habilidad en la cancha. En 2021, el público lo ovacionó en su último partido con la selección argentina durante los Juegos Olímpicos de Tokio, donde se despidió como uno de los jugadores más respetados y admirados.
Leo: — Hay una admiración mutua de toda la camada de ustedes con los otros deportes e incluso desde los otros deportes hacia lo que generó la generación dorada, ese respeto y cariño de los pares ¿lo sentiste siempre?
Scola: — Sí, yo sentí mucho respeto y cariño. Después con el paso de los años se va enfriando, como tiene que ser, pero siempre sentimos un cariño y un respeto muy grande de todo el mundo. Incluso, había un momento que era medio incómodo porque la gente usaba al básquet y a otros deportes, pero al básquet sobre todo para criticar al fútbol. Cada tanto me llegaba una mención: “Si llega a jugar Scola, ganamos”.
Leo: — Porque no era este momento de Messi con cuatro títulos seguidos, Scaloni, etc. Ustedes agarraron el momento en el que fútbol estaba flaco y en el básquet estaban vos, Manu Ginóbili, Chapu (Andrés Nocioni), (Fabricio) Oberto, que venían de mundial, Juegos Olímpicos y uno atrás del otro.
Scola: — Sí, era también un poco injusto porque nosotros no ganamos todos los campeonatos que jugamos. Perdimos un montón y por ahí te decían: “Perdieron la final” y te usaban a vos para criticarlos. Y vos decís: “Están jugando la final del mundo, nosotros también la perdimos”. A veces nos daba vergüenza.
Leo: — Ante una cultura resultadista en el deporte, ustedes generaron algo en la gente que no tenía que ver con ganar o perder.
Scola: — Sí, eso es bueno. Pero también pertenece a un nicho. Entramos a la fama, si se quiere, al ojo popular, desde un lugar diferente. No entramos en el día a día, era una cuestión más esporádica. El día a día es mucho más cruel. El Boca- River es mucho más cruel que el Real Madrid- Barcelona desde la óptica del argentino porque uno es el día a día y el otro es más esporádico. Lo mismo el jugador de selección contra el de club. Es mucho más cruel siempre el día a día. Nosotros entramos desde un lugar en el que el público no consumía tanto nuestro día a día, era más esporádico y eso nos permitió estar en una especie de nicho en el cual la gente siempre fue muy buena con nosotros. Se dio un poco así, de forma particular, y lo aprovechamos. Pasa también con otros atletas de forma esporádica donde el día a día no cuenta tanto.
Leo: — Más allá del resultado, que terminó siendo muy positivo, la generación dorada dejó un legado que marcó otra cosa que en ese momento la Argentina no era: de ejemplo, de educación, de deportista ideal…
Scola: — Sí, es posible que hayamos roto alguna que otra barrera ahí y es muy posible también que hayamos tenido algún mérito en eso.
Leo: — Después de tu retiro en 2019 en China, donde jugamos la final contra España, lamentablemente no se clasificó al mundial ni a los juegos olímpicos. ¿Qué visión tenés sobre eso?
Scola: — La gente busca un poco esta respuesta más marketinera y más ruidosa: “Fue porque me fui yo”. Pero la realidad es que no es tan así. Obviamente, hay varias cosas singulares que pasaron. Yo seguramente fui parte en algún lugar o con un nivel de responsabilidad, pero no fue eso ni lejos. La respuesta es bastante menos glamorosa. Si vos agarrás la historia del básquet argentino, por poner un ejemplo, de los 100 años -son un poco menos, pero para redondear digamos 100- estuvimos 10 años la generación dorada en el Top3, cinco años la generación del 50 en el Top 5, 3 o 2, lo que vos quieras. Serían unos 15 años, sumémosle de regalo 5 más que no fueron pero no importa. ¿Cerramos en 20 años? Es el 20 por ciento. El otro 80 por ciento nosotros estuvimos entre el puesto 15 y el 30 del mundo. ¿Qué es más lógico estar entre el 15 y el 30 o estar entre el 1 y el 5?
Leo: — Por lo que significó Argentina como potencia basquetbolistica, es más lógico lo segundo.
Scola: — Es más lógico que estemos entre el 15 y el 30. Eso está recontra estudiado. Vos tarde o temprano volvés a lo que sos. Eso es lo que somos nosotros como básquet. Pasaron cosas que pasan dos o tres veces y que pueden volver a pasar, pero son cosas que no describen lo que somos nosotros. Nosotros no somos una potencia mundial del básquet, transitoriamente lo podemos ser.
Leo: — Potencial hay, pero tal vez también se reduce a dos partidos finales que se perdieron.
Scola: — Sí, hay potencial y al final cuando entrás a hilar o a desglosar lo que pasó vas a encontrar un montón de motivos. ¿Cuántos partidos estuvimos a un tiro de quedar fuera de tantas cosas? Muchísimas. Esa pelota que golpea en el aro y entra o que pega y sale pasa todo el tiempo. Pero tampoco te podés quedar con eso. Tenés que entender que como nación de básquet te corresponde un lugar y no podés pelear contra eso. Si vos te crees que sos tu mejor día o tu mejor periodo, estás equivocado. Lo mismo pasa si agarras el peor periodo. Los rendimientos extraordinarios para bien o para mal los tenés que eliminar, sos la línea del medio. El promedio.
Italia
Leo: — De repente la vida te llevó a Italia. A los 40 te fuiste a NBA, jugaste en China, hiciste los últimos años de carrera en Varese y te quedaste allá.
Scola: — Muy random (risas). Sí, se dio así. No tiene una explicación lógica. Pasó que salió esa oportunidad de Milano en ese momento, la agarré, después nos agarró la pandemia. Yo tenía ganas de encarar un proyecto de básquet y me dieron la posibilidad de hacerlo ahí. Nos gustó mucho el lugar a nivel social.
Leo: — Tenés cuatro hijos…
Scola: — Sí, cuatro hijos varones que juegan al básquet.
Leo: — Cuando decís “nos fuimos” es toda la familia.
Scola: — Sí. Yo también ya estaba un poco cansado. En realidad, la familia estaba muy cansada de la dinámica. Era muy difícil. Ya se hacía cuesta arriba y yo tenía ganas de quedarme en algún lugar. Justo era un momento de Argentina difícil a nivel social y económico; y la pandemia agravó eso. Ahí nos planteamos quedarnos a ver qué pasaba, asentamos un poco y un año se transformó en cinco.
Leo: — ¿Fue una sorpresa para vos?
Scola: — En realidad era lo que quería hacer, después se terminó haciendo en un lugar que fue aleatorio. Pero no es algo de suerte, es lo que yo quería para mí vida.
Leo: — ¿Qué era lo que querías hacer? ¿Dirigir un club de básquet a tu manera, con tus objetivos y tu experiencia formativa?
Scola: — Sí, un proyecto de básquet 360, es decir, a todo nivel. No solamente contratar a un jugador y que el equipo gane sino generar un proyecto a largo plazo y a 360 grados.
Leo: — Está instalada la visión de que al final Scola, que es una mente brillante del básquet para los argentinos, no pudo hacer esto en la Confederación local y lo tuvo que hacer en un club de Italia. ¿Esa visión es correcta?
Scola: — Es correcta. Pero también es un poco cizañera. Se dio así y ya está. Lo hablo mucho porque caigo siempre en el mismo lugar, la gente me lleva a ese lugar. Hay que tener una alternativa para lo que se está criticando. En el básquet en Argentina yo durante mucho tiempo fui muy crítico, pero tenía una alternativa. Decía esto está mal y esto está bien y yo lo quiero hacer. Tenía una idea, un plan y una voluntad. Hoy no tengo esa alternativa y voluntad, me fui y la vida me fue llevando por otro lugar y tomé otro proyecto. Al final ahora ponerme a criticar algo sin tener alternativas ni la voluntad de ejecutar una alternativa es tirar basura y yo antes que todo, antes que jugador, dirigente, empresario y papá, soy hincha de la selección. Yo no quiero que le vaya mal y hoy yo no estoy involucrado y no tengo esta motivación de ser crítico ni decir qué está mal y qué está bien porque no tengo alternativa para proponer.
Messi y deportistas
Leo: — Siempre halagas de Messi que tiene la famosa picardía sudamericana y argentina, pero que es un tipo que no busca sacar ventaja, que no se tira por tirarse. Lo pensabas antes de las cuatro finales consecutivas ganadas, ¿cuál es hoy tu mirada sobre él?
Scola: — Es la misma. La máxima. Ahora estoy contento que él, a su propia manera, de una manera escandalosa, sepultó cualquier tipo de argumento en su contra. Como todos los grandes, se encargó de solucionar todos los problemas que pudiera llegar a haber en esa discusión de bar.
Leo: — ¿Charlaste con él? ¿Lo conocés?
Scola: — Sí, lo conozco. Lo crucé en algún juego olímpico, vino una vez a ver un partido cuando yo jugaba en Indiana. Siempre con la mejor onda. No tenemos amistad porque no tenemos lugares dónde coincidir. Pero siempre que tuve la oportunidad de dialogar con él, mil puntos.
Leo: — ¿Te cholulearon algunos jugadores de fútbol?
Scola: — En realidad más que cholulear se acercaron siempre con muy buena onda. Tuve una linda experiencia con la mayoría de los jugadores.
Leo: — Es algo que pasa mucho entre deportistas. ¿Vos sos fan de alguno?
Scola: — No soy fan de ninguno en realidad. No tengo esa cosa fanática, en algún momento cuando era más chico de River. Pero después con el tiempo perdí mucho el fanatismo. Sí admiro mucho a los deportistas, la opinión deportiva de un deportista es más válida que otras. Pero me pasa también con otras personalidades, como Elon Musk y otros. Tengo esos mismos niveles de admiración por gente que logra hacer cosas que nunca nadie hizo o que pensamos que eran imposibles. Tengo mucha fascinación por esa gente que dice: “Voy a cambiar el mundo”. En el deporte ni hablar: Lionel Messi, Rafael Nadal, Roger Federer, Novak Djokovic, Cristiano Ronaldo. Y hay una cosa que a mí me genera muchísima admiración que es perdurar en el tiempo. Muchos pudieron tener un o dos años de gloria o un pico de rendimiento, pero hacer lo que hicieron estos deportistas… Esas cosas que pensábamos que eran imposibles y ellos las vuelven realidad, me generan mucha admiración.