Carmela Bustelo es una emprendedora e influencer que alcanzó notoriedad gracias a su inspiradora historia personal. A los 21 años, fue diagnosticada con linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer, que transformó su vida de manera radical.
Durante su tratamiento, decidió fundar su propia marca de vinchas y turbantes, a la que llamó House of Cholas. Estos productos no solo le brindaron comodidad tras la pérdida de cabello debido a la quimioterapia, sino que también le ofrecieron una vía de expresión y fortaleza. Lo que comenzó como una manera de sobrellevar el proceso se convirtió en un exitoso emprendimiento que ha apoyado a muchas mujeres en situaciones similares.
Carmela compartió su experiencia en las redes sociales, documentando cada paso de su lucha. Su contenido, cargado de autenticidad y resiliencia, se viralizó rápidamente, permitiendo que su proyecto llegara a un público cada vez mayor. Además, es madre de Ciro, cuyo nacimiento describe como un milagro después de tanta adversidad.
Coty Crotto: — ¿Cómo te presentarías?
Carmela Bustelo: — Soy emprendedora, influencer, mamá de Ciro y soy un montón de cosas. Soy multitasking.
Mariana Gándara: — Tenes una historia muy inspiradora también.
Carmela: — Sí, cuando yo tenía 21 años me detectaron cáncer. Un linfoma de Hodkin, en los ganglios linfáticos. Yo estudiaba arquitectura, estaba en cuarto año, me faltaba un año para recibirme y la vida me cambió completamente: mi laburo, mi cabeza, mis relaciones, todo.
Coty: — Tu emprendimiento tiene que ver con lo que atravesaste.
Carmela: — Sí, con la creación de vinchas y turbantes. Con el tratamiento perdí mi pelo, que era como mi identidad, y me mandé a hacer una peluca. Las hice justamente para usar la peluca y sentirme cómoda porque quería seguir haciendo mi vida lo más normal posible. Tuve que dejar un montón de cosas de lado, pero el emprendimiento y todo este mundo que vino después a mí me salvó la vida.
Mariana: — ¿Qué herramientas y aprendizaje te dejó pasar por esta situación?
Carmela: — Las herramientas y los aprendizajes son infinitos, pero creo que lo que más me quedó fue: confiar en mí y en que yo podía. A mí me pasó que yo soy la más chica, somos dos hermanas, y siempre viví como en una cajita de cristal y con esto tuve que sacar una fuerza que yo sabía que tenía, pero que quizás nunca la había puesto en práctica. Me pasó que me sentía más yo que nunca. Era muy loco porque de repente no tenía mi pelo, había perdido un montón de peso, no me estaba recibiendo de arquitecta, como yo pensaba que iba a ser y estaba siendo más Carme que nunca porque, justamente, perder todo eso me hizo darme cuenta todo lo que yo tenía adentro.
Mariana: — Y te pusiste a emprender en el medio de todo eso, como diciendo: “Voy a hacer esto para los que estén atravesando esta situación”. Es un montón.
Carmela: — Yo el emprendimiento lo empecé primero para hacerme bien a mí y para pasar el tratamiento lo más distraída posible. Después se me fue de las manos y me empecé a dar cuenta que hacía mucho bien a muchas mujeres que estaban pasando por lo mismo porque una cree que la caída del pelo es como algo más superficial y es la enfermedad diciéndote en el espejo: “Vos estás enferma”.
Atravesar el proceso
Coty: — ¿Cuántos años duró el tratamiento?
Carmela: — Yo estuve 3 años y medio en tratamiento. Fue muy largo. Además yo me sentía bien, entonces decía: “Es muy loco porque mi cuerpo no me responde a lo que yo estoy sintiendo y haciendo”. Pero uno después empieza a entender que muchas veces uno puede hacer un montón de cosas, pero hay un porcentaje que te excede.
Mariana: — Una falsa sensación de control.
Carmela: — Total. Uno siempre quiere tener el control y llevarlo a su manera. Yo hacía todo lo que me decían los médicos y sin embargo la vida quiso que sea de esa manera. Hoy en día, que lo puedo contar, veo un montón de cosas que en ese momento con angustia no lo veía.
Mariana: — Tenés muy contabilizado todo lo que tuviste que pasar y lo compartiste en las redes también.
Carmela: — Sí, todo. Me hice 20 rayos, me hice más de 70 quimios y un autotrasplante de médula, 6 operaciones, más de 500 inyecciones...
Mariana: — ¿Tuviste miedo?
Carmela: — Sí, hasta que entendí que de alguna manera, algún día, todos vamos a morir. Ahí se me fue el miedo. Más que miedo me daba fiaca. Decía: “No me puedo morir ahora, yo tengo un montón de cosas por hacer. No quiero ahora”. Pero tomé esa filosofía y por eso todos los días lo voy a dar todo para no quedarme con las ganas y que cuando me toque, listo. Ya está.
Mariana: — ¿Sentís que te quedó una especie de legado? Porque yo te veo que vas transmitiendo ese mensaje…
Coty: — Sí, le hacés bien a mucha gente.
Carmela: — Yo siempre dije lo que pasé yo ojalá nadie lo tenga que pasar. No se lo deseo a nadie, pero me siento una privilegiada de haber pasado por eso para poder aprender y poder compartir esto: mi experiencia y mi mensaje. Poder decir: “La vida es hoy”. Yo casi me muero a los 21 años. Cuando me dicen: “De acá a 20 años”. Yo digo: “Ojalá llegué a 20 o 30 años más”.
Mariana: — ¿Te pasa hoy en día de encontrarte enojándote por algo que tal vez es una pavada y replanteártelo?
Carmela: — Sí, me re pasa porque uno es un ser humano. Lo que pasa es que mi escala de preocupaciones cambió. Enseguida se me alinean los patitos y digo: “Esto no puede arruinarme el día”. Me enojo y chau, sigo para adelante.
Emprendimiento
Coty: — ¿Cómo sentís que tu peor momento se convirtió en un gran momento con el tema del emprendimiento?
Carmela: — A mí me cambió todo. Me encanta la arquitectura, pero sinceramente no creo que vaya a tener el título de arquitecta, pero el otro leí una frase que me encantó: “Todos somos arquitectos de nuestra propia vida”. Yo me siento arquitecta de mi propia vida porque realmente todos los días diseño mi vida como quiero y como la quiero vivir, justamente por esto, porque entendí que es super finita. Esos aprendizajes te cambian la cabeza para siempre.
Coty: — ¿Qué cosas te sorprendieron del emprendimiento?
Carmela: — Yo empecé haciéndolo para distraerme y de repente surgió la conexión con tantas historias. Siempre digo que son más que vinchas y turbantes, son una historia detrás de cada mujer y no solamente de aquellas que están en tratamiento también vienen muchas otras chicas.
Mariana: — Para quienes hayan estado en esa misma situación, es encontrar también a alguien que entiende lo que es.
Carmela: — Sí, yo no romantizo porque fue tremendo todo lo que yo pasé. Tuve días de muchísima tristeza y angustia, pero aprendí a surfear la ola y que pase. Aprender a transitar esas emociones.
Coty: — Tu explosión en redes y este mensaje que vas comunicando, ¿cómo se dio? ¿cómo empezó?
Carmela: — Primero se viralizó el emprendimiento. Yo había hecho quimio el día anterior y subí rápido la primera foto contando mi historia y poniendo esto de que el “cáncer no es de princesas”, decía yo a modo de broma, porque siempre decía que me creía princesa, entonces dije: “Voy a ir adelante con esto que me toca”. Le pedí a mis amigas que le pongan me gusta a la publicación porque sentía que era un quemo.
Coty: — ¿Qué contabas en el texto?
Carmela: — Esto de que me habían diagnosticado a los 21 años, que siempre me gustó mi pelo, la moda y que había volcado todo eso adentro de la marca. Me fui a dormir y al día siguiente se había viralizado. Me pedían envíos al por mayor, envíos a Tucumán y yo tenía 10 vinchas y turbantes que eran míos y ya estaban vendidos. La fui a despertar a mi mamá y le dije: “Hay que ir a comprar tela porque tengo muchos pedidos”. Mi mamá no sabía si llorar de la emoción o matarme. Fue una locura. Ahí m empezaron a llamar de los medios, empecé a contar mi historia en redes y qué iba pasando en los tratamiento, en el emprendimiento.
Coty: — ¿Cómo fue emprender estando en tratamiento?
Carmela: — Un lio (risas). Ya emprender es un desafío, imagínate estando en tratamiento. Pero mi mamá es mi socia y siempre dice que lo que para nosotras empezó siendo un entretenimiento, terminó siendo un emprendimiento. Para nosotras era un juego que hacía entre quimio y quimio. Era algo familiar, conectar con la gente. Pero después me di cuenta que era mi laburo y que era lo que me gustaba hacer. Lo mismo me pasó con las redes. Yo no dimensionaba que era mi laburo. La llegada de mi hijo también me hizo ponerme las pilas con esto porque es el pan que yo llevaba a mi casa, básicamente.
Pareja y maternidad
Mariana: — ¿Estabas en pareja en ese momento?
Carmela: — Más o menos (risas). Ya conocía a mi novio de hoy en día, pero nos reencontramos después del tratamiento.
Mariana: — ¿Y cómo se reencontraron?
Carmela: — Volvimos a hablar en la pandemia, pero yo era paciente de riesgo entonces no podía hacer nada. A finales del 2020 nos reencontramos después de 8 años y no nos separamos más.
Mariana: — Quedaste embarazada de una forma muy linda. ¿Cómo fue ese camino?
Carmela: — Sí. En el medio del tratamiento me dicen que podía llegar a quedar infértil. Decido sacarme un ovario y congelar tejido ovárico, que era un tratamiento nuevo porque no llegué a congelar óvulos solamente así que me tuve que operar y finalmente quedé embarazada con un solo ovario que se bancó todo: las quimios, los rayos. Los médicos no lo podían creer.
Coty: — Casi milagroso lo que pasó.
Carmela: — De hecho, fui a ver a mi médico que es especialista en fertilidad y le dije en ese momento: “Estoy en pareja. La verda que no lo estoy planeando, pero bueno me gustaría el día de mañana ver si puedo ser madre”. Él me dijo que era muy difícil y que iba a tener que ver con una serie de estudios si había que hacer un tratamiento u operar. A los 15 días lo llamé y le dije: “Me hice dos test que me dieron positivo”. Y ahí estaba: Ciro. No lo podía creer. ¿Mirá si no voy a amar mi cuerpo? “Te agradezco lo que me das, lo que te bancaste, lo que me diste”. Es una locura.
Mariana: — Y la maternidad te volvió a descolocar me imagino…
Carmela: — Sí, la maternidad fue y es como el broche de oro de decir: “Todo lo que aprendiste, ahora ponelo acá”. Esto de disfrutar el día a día, de que los momentos malos o angustiantes van a estar, pero también hay que pasarlos, que de ahí también se aprende y todo lo que también quiero enseñarle a mi hijo. Ser una mejor persona.
Mariana: — ¿Qué cosas le decís o te gustaría que a Cirio le queden como enseñanza?
Carmela: — Esto del día a día para mí es fundamental. Yo lo veo a él que tiene, como todo chico, ese asombro de niños, que todo les sorprende, que ojalá eso lo conserve y que no haga falta pasar por algo tan traumático para tenerlo presente. También aprendí que los vínculos, las relaciones son todo, pero que las patas de la silla sos vos y que por eso uno tiene que trabajar mucho en uno, conocerse, porque los vínculos se nutren de eso también.