Gustavo Cordera: “No me gusta Milei, no quiero ser utilizado; la libertad no le pertenece a él ni a nadie”

“Me he inmolado muchas veces, no tengo miedo a morir. Pero si tengo que morir, será por algo que siento y creo”, asegura el músico, que lanzó “De la cabeza al corazón”. En este mano a mano cuenta la relación que construyó con Maradona, los últimos mensajes que intercambiaron y cómo le impactó su muerte

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Gustavo Cordera: “No me gusta Milei, no quiero ser utilizado; la libertad no le pertenece a él ni a nadie”

Cuenta que cierto día, hace muy poco, compuso siete canciones en 25 minutos. Así, una atrás de la otra, fueron surgiendo “cantándolas, improvisándolas. Y son hermosas. Me brota la música”. Gustavo Cordera asegura que nunca dejará de hacer temas, de producir arte. Lo que podría cambiar en un tiempo -vaya uno a saber cuándo- es el modo: “¿Sabés qué voy a hacer? Voy a agarrar una guitarra y me voy a poner en una plaza, sin estructura, sin nada, a tocar y a cantar con amigos”.

No obstante, estos días son muy distintos a esa imagen cargada de bohemia. Cordera -que al culminar este invierno cumplirá 63 años- presenta su último disco, que lo llevará de gira por todo el Interior primero, por Uruguay, por Centroamérica después, por Europa más adelante. En De la cabeza al corazón, el músico fusiona nuevos temas con reversiones de varias canciones que cantaba en la Bersuit Vergarabat. Al fin, la síntesis de un pasado que se niega a soltarlo -por más que lo intente-, de un presente que -como deja entrever- lo encuentra ensimismado, de un futuro que siempre será una incógnita.

Cordera traerá sus canciones al estudio de Infobae: acompañado por el músico Marcelo Predacino, compartirá algunas. Y también traerá su mirada sobre los desafortunados dichos en aquella charla con estudiantes de periodismo. Y hablará de los últimos días de Maradona, en los que se sintió presente. De la profunda conexión que experimentó con un grillo moribundo. Y de la depresión, de los miedos, de la muerte. De la nueva generación “lavada” de músicos. Y de Javier Milei.

“Hay ganas de Cordera -dice, al repasar la extensa gira que se avecina-. ¿Quieren Cordera? Tienen...”.

—Escribiste “Abrazo de gol” para Maradona.

—El día que falleció Diego, cuando me enteré de la noticia, escribí inmediatamente esta canción. Y cuando se la mostramos a Claudia, a Gianinna y a Dalma, ellas nos pidieron ser parte del video. Me imaginé a Diego diez minutos antes de morir, regalando estas palabras y esta música para nosotros. Yo supe de su muerte por la familia, por el hermano.

—¿Te avisaron? ¿Cómo fue eso?

—Lo que pasa es que yo me estaba comunicando con Diego: le mandaba videos cuando estaba internado, tirándole onda, hablando con él, boludeando, para que se sintiera acompañado.

Gustavo Cordera juntó a Marcelo Predacino presentó "De la cabeza al corazón" en Infobae (Candela Teicheira)
Gustavo Cordera juntó a Marcelo Predacino presentó "De la cabeza al corazón" en Infobae (Candela Teicheira)

—¿De dónde venía ese vínculo entre ustedes?

—Vino con Giannina a un concierto de Bersuit. Y nos hicimos muy amigos porque yo lo enfrenté. Entra al camarín a saludar y me dice: “Quiero que vengas a mi programa (La Noche del 10) y no me podés decir que no”. “¿Por qué no te voy a decir que no? ¿Quién te crees que sos? ¿Maradona?”. Y se cagó de la risa. Ahí entablamos una amistad. Tuvimos muchos, muchos, muchos encuentros; en Colombia, en Venezuela. Siempre fue distinto, lo atraparon distintos personajes. Pero detrás de él siempre estaban esos ojos hermosos de una persona con un candor y un corazón enorme. Era muy difícil ser Diego, ser Maradona.

—Y esos últimos días, le mandabas videos.

—Sí. En el fondo, yo quería que se aliviara de una vez, porque cargarse esa vida que ya tenía... Ya no podía más con su cuerpo, no podía más con él, y yo sentí como un alivio.

—¿Vos creés que fue un alivio para Maradona?

Para él, sí; para los demás, no sé. Nadie quería que Diego se vaya, pero hay veces que es necesario cambiar de estado, partir. Y él no podía más... Había mucha presión sobre él, también de todo el entorno. Una vida muy muy intensa, que terminó de esa manera. Esa canción es mi regalo a ese ser por todas las alegrías que nos dio.

Gustavo Cordera canta "Soy Campeón" en los estudios de Infobae

—Nuestra última nota fue hace diez años. ¿Cómo titulás estos últimos diez años de tu vida?

—Por lejos, fueron los años más intensos y prolíficos a nivel artístico. Y estoy llegando a un broche interesante a mi trayectoria musical y también humana: estoy empezando a valorarme como ser humano. Sin darme cuenta, cuando uno sale con un personaje a provocar o a buscar reconocimiento, la mirada del otro, de alguna manera hay una desvalorización, inconscientemente. Yo me dedico a hacer canciones, no me dedico a provocar.

—¿El provocador que yo conozco es un personaje, no es un Gustavo Cordera auténtico?

—¿Qué es ser auténtico?

—Cuando decís cosas que sabés que van a ser picantes.

—Eso no quiere decir ser auténtico.

—¿Las pensás o las decís para provocar?

—Forma parte de mi naturaleza inconsciente. Es una bestia que no puedo gobernar. De alguna manera tiene que ver también con mi inocencia. Y hago terapia para eso, porque me trae muchos problemas.

—¿Siempre hiciste terapia?

—Hago terapia desde hace mucho tiempo. Y sí, me trae muchos problemas. Si bien puede llegar a ser interesante porque ese personaje en algún momento te hace crecer, en otro momento se puede poner muy autodestructivo y hacerme mucho daño. Y lo hice muchas veces a lo largo de mi vida. Entonces, no sé si es auténtico. Cada uno de nosotros tiene un personaje, ese ser social, lo que queremos mostrarle al otro, y que de repente dura toda una vida. Es para agradar, para complacer, para que la gente venga a los conciertos. Siempre trato de ser lo más profundo y auténtico que puedo conmigo y eso lo comparto. En ese sentido soy muy honesto: lo que me pasa lo expreso, inevitablemente.

—¿Sos un tipo sensible?

—Demasiado. Tengo mucha sensibilidad con lo pequeño, con la locura, con los adictos , con la gente que está encerrada en la cárcel, con la que tiene depresión. Con la tristeza también, y no solamente humana, sino con todos los seres. Por ahí la gente se burla de mí, pero lo cuento porque es real: hace muy poco tiempo estuve conectado con un grillo que estuvo agonizando durante 24 horas. Estuve a su lado, comunicándome con él. El grillo tenía una vibra, le vibraban las patitas, y si yo le ponía agüita o lo que sea, me agradecía con las patitas. Empecé a tener una comunicación con ese animal a través de la yema de mis dedos, o sea, con lo sutil, con lo pequeño. Me conmueve todo.

—Te conmovía realmente lo que le estaba pasando a ese grillo.

—Estuve ahí con él. Lo encontré tirado. Stella (Céspedes, su esposa) lo vio y pensó que estaba muerto. Vio que se movía un poco y yo lo tomé para ver si lo podía reanimar. Me pasó con muchos pájaros también; a veces termina mal la cosa porque se mueren. Y con gatos, con perros, desde chiquito. Esa sensibilidad es también la que me lleva a empatizar con alguien y poder hacer una canción.

"Si me imponen una forma de pensamiento, no la voy a recibir. Pero sí puedo aprender. Y sí pude aprender, muchísimo." asegura Gustavo Cordera sobre el taller de género que debió realizar por orden judicial.
"Si me imponen una forma de pensamiento, no la voy a recibir. Pero sí puedo aprender. Y sí pude aprender, muchísimo." asegura Gustavo Cordera sobre el taller de género que debió realizar por orden judicial.

—Hablabas de depresión. ¿Estuviste deprimido alguna vez?

—Sí, sí. Yo tengo secuencias de depresión. Ahora entendí que el cuerpo y la mente de alguna manera necesitan restablecer un equilibrio cuando uno vive cosas muy intensas. Y yo soy una persona muy intensa; entonces, tiendo a la depresión. Y le doy un tiempo, y después intento salir, porque si no, me toma...

—¿Pedís ayuda?

—A veces recibo. Medicación, no. No tomo medicamentos.

—¿Ningún tipo de medicamento?

—No.

—¿Por qué?

—Porque confío en que mi cuerpo y mi aparato inmunológico funcionan perfectamente. Entonces cuando tengo una enfermedad, busco limpiar aquello que me enfermó para que el cuerpo restablezca un equilibrio. Por ahí puedo experimentar cosas como los hongos adaptógenos, la psilocibina, la microdosis de ayahuasca, el ormus, el agua de mar. Meditar. Me gusta experimentar. No creo en las cosas, sino que las cosas que vivo, las experimento yo.

—En ese experimentar, ¿ciertas cuestiones se volvieron un problema, como la cocaína?

—Es que las experiencias siempre son amenazadoras porque de alguna manera te van a mover de tu zona de confort. A mí me da miedo cada cosa que hago. Siempre tengo miedo.

—¿Y por qué las hacés?

—Porque el miedo es la señal de que tengo que atravesar algo. Si le tengo miedo es porque tengo que enfrentarlo. Cuando mi corazón me pide algo, voy y lo hago, con las piernas, temblando, aunque sepa que me va a traer problemas. Le doy más entidad a mi corazón que a mi cabeza, que siempre me tiende la trampa del miedo. Mi cabeza tiene que ver con el ego y mi corazón, con mi alma.

—¿Podés identificar cuando algo de todo eso se vuelve nocivo para vos, y entonces parar a tiempo?

—¿Qué es nocivo?

—Que te haga mal.

—¿Y que es que te haga mal?

—Que no lo puedas controlar. Por ejemplo, que te dañe, que te pueda matar.

—Hay muchísimas cosas que los seres humanos no podemos controlar. El inconsciente, por ejemplo. A veces, las emociones no las podemos controlar.

—Hablaste de cancelación, ¿sentís que te ayudó a reencontrarte con vos mismo, con este Cordera auténtico y más conectado?

—Si. Con mi ser artista.

—¿El arte fue un refugio en ese momento?.

—Fue una liberación y un encuentro conmigo mismo. En ese momento, el arte fue mi único amigo y mi único compañero. La guitarra y las canciones.

—¿La familia?

—Por supuesto que estuvieron conmigo, hasta que en un momento les pedí que se vayan porque necesitaba soledad. Socialmente tenía como mucha importancia personal, entonces, avasallaba un poco las vidas de las otras personas. Los chicos ni siquiera podían contar cómo les iba en la escuela porque era más importante lo que había dicho un medio de comunicación sobre mí. Entonces tuve que preservar a mis seres queridos, decirles que se vayan, y poder estar en momentos de soledad porque hay heridas que se cuecen con uno mismo.

—¿Esas heridas cicatrizaron?

—No, no, no. Las heridas son parte constitutiva de mi vida. Puedo convivir con ellas, pero no cicatrizan.

—¿Y qué hacés cuando esas heridas duelen?

—Me abrazo, me quiero. Me digo cosas copadas. Yo no me victimizo con las heridas, porque tienen que ver con vivir. O sea, ¿quién no tiene heridas? Lo que pasa es que las de Cordera se ven porque soy un hombre público. Pero está buenísimo vivirlas. Y las heridas enseñan mucho. Mi verdadero poder son mis heridas porque con ellas hago canciones, hago poesía. Con las heridas, el dolor se transforma en arte.

—¿Le respondés a la gente que te escribe en las redes sociales?

—Sí.

—Porque en las redes está la buena onda de los fanáticos, pero también una cantidad muy importante de hate.

—Me parece que son energías contrastantes que se necesitan para que haya movimiento. Si no tenés hate, no crecés. La fuerza que propulsa es acción y reacción. Si quieres jugar a este juego, que es heavy, te la tenés que bancar. La fama tiene precio, no es gratis para nadie. Preguntale a cualquier persona con reconocimiento social si no tiene que atravesar por mucho castigo, por mucha condena. ¿Sabes por qué? Porque la gente proyecta. Sobre esa persona que admira, o que detesta, proyecta lo que le falta, sus frustraciones y su dolor.

—¿Sentís que el taller de género te aportó algo o lo hiciste porque había que cumplirlo?

—Me aportó humildad. Nadie que me quiera enseñar me va a enseñar nada. Si me imponen una forma de pensamiento, no la voy a recibir. Pero sí puedo aprender. Y sí pude aprender, muchísimo. Y eso es un acto de humildad.

—¿Entendés que estuvo mal?

—Lo dejo por tu cuenta.

—¿Te dolió más lo que pasó después, la respuesta de la gente?

—Es algo que ya está trascendido. Es un tema muy complejo que tal vez no sepa comunicar como corresponde. Entonces, en este caso preferiría callar.

—Mencionaste la agricultura cannábica. ¿Es para consumo propio o también para comercializar?

—No, no. Ninguna de las dos cosas. Prácticamente no estoy consumiendo marihuana, salvo recreativo, en algunas circunstancias, porque me jode a la voz. Uno de los inconvenientes que estoy teniendo es que la flexibilidad de la voz no es la misma que tenía cuando era más joven. Necesito cuidarme mucho.

—Pero no va a haber un Gustavo Cordera que se retire de la música para dedicarse a...

—(Interrumpe) Fumar porro. Me gusta, me gusta.

—No iba por ahí. Digo, retirarte para convertirte en un terrateniente de sus campos cannábicos. Hay un gran negocio, y en Uruguay está permitido.

—Si querés hacer negocios con la planta sagrada te va a salir mal. Con ninguna cosa sagrada podés hacer negocios. Eso tiene que ver con la generosidad, con el espíritu. El porro no se vende, se regala. A mí me gusta tener relación con la planta, porque es una planta maestra, como todas las plantas. Tengo muchas plantas en donde vivo que nacen solas, como el llantén.

—Hablaste de rosaura...

—(Interrumpe) Rosaura... ¿No me dejás desarrollar las ideas? Te estás comportando como una periodista.

—Al contrario, te quería aportar. Todo tuyo.

—Dale, dale, dale.

—No, no. Me hablabas del vínculo con las plantas.

—Claro. Esto es interesante: las plantas te enseñan. La planta (de marihuana) toma mucho vigor y las hojas crecen con mucha fuerza hasta que nacen los cogollos. Cuando nacen los cogollos, las hojas empiezan a entregarle su fuerza al cogollo y empiezan a morir. La planta empieza a morir. Y en el momento en el que el cogollo tiene su mayor poder, es la sabiduría que te da cuando la planta muere. Y esa es una alegoría interesantísima: los seres humanos también encontramos nuestro mayor poder el día que nuestros cuerpos envejecen y finalmente mueren. Yo voy en búsqueda de eso.

—¿Por qué no votás desde hace 40 años?

—Porque no creo en el paradigma político. Para mí es dual, y es un partido, otro partido, un partido... Hace años que estamos viviendo la misma secuencia. Entonces, el día que en vez de partidos políticos haya enteros políticos, ahí me sumo a la política.

Gustavo Cordera: "La libertad no le pertenece a Milei ni a nadie"
Gustavo Cordera: "La libertad no le pertenece a Milei ni a nadie"

—¿Escuchaste la versión de Dillom de Señor Cobranza? En lugar de hablar de Cavallo, se la dedicó a Caputo.

—No es una canción mía, así que...

—Es de Las Manos de Filippi. Pero bueno, la cantabas.

—Sí. En otro momento. Y ya no soy actor de lo que fui.

—¿Te gusta cómo Milei usa “Se viene el estallido” y cómo respondió a tus declaraciones de hace algunos días?

—Mirá, de alguna manera pude atribuir algo a mi vanidad y a mi importancia personal social, pero a mi orgullo... qué sé yo. Como lo hizo en su momento Néstor con “La argentinidad”, Cristina con “El viento trae una copla”, Macri con “La bomba loca”. O sea, van a pasar muchos políticos, van a entrar y van a salir, se van a morir muchos políticos, y esas canciones son de la gente. Le pertenecen a la gente y muchos las van a utilizar a su favor. Y no voy a poder hacer nada con eso, solamente observarlo. Imaginate peleándome primero con Néstor, después con Cristina, después con Macri, después peleándome con Milei, y seguramente me tenga que pelear con no sé quién, alguien nuevo que aparezca. No estoy en ese viaje. Es más: yo no soy el dueño de ninguna canción que le regalo a la gente. No puedo decidir sobre la libertad de las personas porque las canciones son libres. Y si las toman, por algo las toman.

—¿Y Menem?

—Lo que pasa es que en ese momento a mí no me conocía nadie, sino Menem las hubiera usado también. Entonces ahí me encontró como oposición.

—En ese momento esas canciones eran oposición.

—Yo te pongo ahora “Tiradera para vos” o “¿Cómo enfrentar el miedo?”, y son canciones que traspasan la política y pueden llegar a ser un tiro en la frente para los que gobiernan el mundo. Tienen muchísimo más poder. ¿Pero qué pasa? No tienen la trascendencia que tuvieron (esas otras) en aquel momento. Son hijas de aquellas. Y posiblemente en luchas futuras, dentro de 15 o 20 años, sean utilizadas. Y yo ya voy a estar en otro lugar, en otra instancia, y no puedo pelearme con los que la usen dentro de 20 años.

—Esas canciones las han usado desde distintas posiciones políticas, enfrentadas entre sí.

—Soy una persona que tiene un compromiso social muy fuerte. Y yo canto para la gente. No me importa el partido político que esté.

—Está clarísimo. Y hay un mimo al ego en que el Presidente, sea cual sea en ese momento, use tu canción, no te enoja.

—Me siento muy importante, ¿viste? Siempre que haya algo que tiene que ver con el descontento social o con oposición... Porque ojo, esto hay que decirlo: las cantan cuando son oposición, cuando están buscando los votos; después, empiezan a olvidar.

—Pero fijate que Milei cerró su show en el Luna Park con “Se viene el estallido”, ya siendo gobierno. Y después tuiteó sobre un mensaje tuyo, que diste en una entrevista con Juan Etchegoyen.

—Sí, hablando de hongos. Hice una nota para ayudar a una gente amiga, que tiene un microemprendimiento de hongos adaptógenos: yo estaba en otra cosa y me preguntaron cualquier cosa. Y dije exactamente lo que dije porque está en las redes, pero eso no trascendió.

—Yo lo vi: hablaste de la libertad.

—Y voy a seguir hablando de la libertad toda la vida. Es un valor muy importante la libertad. La libertad no le pertenece a Milei ni a nadie. La libertad la ejerzo yo, no se la pido a nadie, y nadie en nombre de la libertad me viene a decir a mí ni a nadie cómo cada ser humano concibe la libertad. Para mí la libertad son las canciones que hago, pararme arriba del escenario y decir lo que siento.

—Yo vi el fragmento. No hablaste de la figura de Milei en particular. Sí hablaste de la libertad, que es un eslogan de Milei; por algo son los libertarios.

—Veremos.

—El propio Milei te retuiteó.

—Veremos con el tiempo. Me han utilizado todos los políticos. Quédate tranquila.

—¿Pero te gusta o no te gusta?

—La verdad que no. No quiero ser utilizado. Yo me represento a mí mismo. Y esa es mi libertad. Y le pido respeto a todos los presidentes, a todos los políticos, a todas las personas: no me pongan en ese lugar. Yo me represento a mí mismo y lo hago muy bien y soy muy valiente con lo que digo. No necesito representar a nadie.

—Te lo quería preguntar porque quedó instalado que Gustavo Codera banca abiertamente a Milie, lo que sería recontra válido.

—Si fuera sincero y honesto conmigo mismo, no tendría ningún problema. O sea, me he inmolado muchas veces, me he suicidado muchas veces. No tengo miedo a morir. Ya morí muchas veces. Pero si tengo que morir, será por algo que siento y creo. Y en este momento siento y creo lo que me pasa en el corazón, a mí. Y yo me represento a mí mismo y a nadie más.

—¿Te dolió que se interprete así?

—Sí, me dolió muchísimo porque fui operado otra vez más. Cada vez que soy ingenuo me hago mucho daño a mí mismo. Otra vez como un pelotudo, hablando en un lugar que no tenía nada que ver, y un tipo con muy mala leche editando porque a él y a su diario le sirve la noticia. Eso ya me tiene cansado, no se los voy a permitir más. Al ratito subí la nota para que la gente la vea y punto. Se terminó la joda.

Abrazo de gol, el tema que Cordera escribió el día que murió Maradona.

—¿Hablamos de arte?

—Por supuesto.

—¿Te gustan las nuevas generaciones y lo que está pasando con el movimiento musical en la Argentina?

—La palabra me gusta en el arte, no me cabe. Cuando alguien me dice por ejemplo, hiciste una linda canción, me siento mal. ¿Te conmueve? ¿Te sentís interpelado? ¿Te moviliza?. ¿Te provoca emociones? ¿Te hace sentir algo nuevo? ¿Hay sorpresa? ¿Hay fuego?. ¿Hay valentía?

—¿Hay algo de todo eso?

—No, no, no hay absolutamente nada de eso. Hay gente que canta muy bien. Melodías copadas. Ritmos que pegan en el plexo solar y que te dan ganas de bailar. Y hay belleza física y belleza de energía. Todos son políticamente correctos: nadie en este momento está intentando interpelar a la sociedad en la que vivimos, desafiarla, porque tienen miedo. A través de las redes se generó esta cosa de agradar, de los “me gusta”, y la gente está buscando seguidores desde ese lugar.

—Hay algo del algoritmo que es enloquecedor; está muy bien plantado.

—Por supuesto, porque restringe aquellas palabras e ideas que salgan de lo diseñado por el algoritmo. El algoritmo es un programa, y como todos los programas tienen un programador. Pregúntense quién es el programador del mundo en el que estamos viviendo. Es una pregunta que dejo en el aire, y que cada uno, con su inteligencia y su profundidad, busque la respuesta.

—¿No te voy a ver haciendo una colaboración con Duki o con Trueno?

—Sí. ¿Por qué no? Yo les puedo aportar muchas cosas a ellos y ellos a mí también, porque son muy buenos intérpretes. Me gusta el flow que tienen. Pero bueno, lamentablemente forman parte de una generación que fue lavada. Pero me encantan esos pibes. No estoy hablando mal. Simplemente, estamos hablando de arte. Y de algo que es muy difícil que tenga incidencia en el algoritmo. Es muy difícil. Al algoritmo no le interesa la Capilla Sixtina, y desde hace 500 años tiene cinco cuadras de cola. El arte es eterno.

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