Ernesto Tenembaum y su radiografía de Milei: la relación con sus padres, el vínculo con Karina y un consejo clave de Mauro Viale

El periodista analizó casi 500 horas de declaraciones del Presidente entre entrevistas, actos y participaciones televisivas para escribir su nuevo libro, “Milei, una historia del presente”. “Arrancó en un programa de Fantino, y siete años después es una referencia política internacional”, asegura

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Ernesto Tenembaum y su radiografía de Milei: la relación con sus padres, el vínculo con Karina y un consejo clave de Mauro Viale

El domingo 13 de agosto de 2023 Ernesto Tenembaum dio un golpe de timón tan drástico como el cambio de época que se avizoraba en la Argentina. Tenía un compromiso con Editorial Planeta: escribir un nuevo libro. Si bien no lo tenía del todo decidido, su próxima publicación sería “más de pensamiento”, según proyectaba. Hasta que ese día Javier Milei se impuso en las PASO. Y todo comenzaría a cambiar. Para el periodista, para todo un país.

“Tenías al peronismo desangrándose en el poder, en condiciones realmente horribles, y uno suponía que Juntos por el Cambio se preparaba para asumir el poder -recuerda Tenembaum-. Y para un generalista de radio como yo, había montones de cosas para atender: la pelea entre Rodríguez Larreta y Patricia (Bullrich), la pandemia, la guerra en Ucrania... Y había alguien que gritaba a un costado: un tal Milei. Algo pasaba.

Ese domingo dije: ‘¡Esto es un terremoto!’. Que además me impactaba emocionalmente Milei decía cosas que eran muy opuestas a lo que yo creo de la vida. Y quería explicarlo, entenderlo y contar su historia”. Entonces, el libro que se gestaría sería otro.

Ernesto inició un arduo trabajo con “dos colaboradores jóvenes muy piolas”, María Luisa Romanazzi y Juan Tenembaum, su hijo mayor: terminarían visualizando entre 400 y 500 horas del líder de La Libertad Avanza, entre entrevistas, actos, conferencias y participaciones televisivas. “Nos encontramos con un material espectacular: Milei bailando, simulando un acto sexual, peleándose a los gritos pelados con mucha gente, especialmente con mujeres. Milei contando lo que piensa del matrimonio, enamorándose de Fátima. Milei dando clases públicas de economía, escribiendo”.

El resultado llega hoy a las librerías: Milei, una historia del presente. “No es un hijito de cuatro patas, sino de 400 páginas. Y fueron 12 meses de gestación”, dice el conductor de ¿Y ahora quién podrá ayudarnos?, en Radio con Vos, y de Corea del Centro, en Net TV.

—Tenés tu ideología, tu opinión y tus editoriales. ¿Cómo decidís desde dónde te posicionás para contar esta historia?

—La irrupción de Milei trajo una escala de valores de los que me siento muy lejos. Me genera mucha inquietud porque veo rasgos de misoginia, de homofobia, de autoritarismo. Ahora bien, cuando vos tenés que contar una crónica, lo más importante es la historia, no tu opinión. Pero es una crónica muy difícil para mí porque soy muy crítico de Milei. Mi desafío era que eso no apareciera, sino que surja lo que yo veo y la reconstrucción de la historia.

—Esta búsqueda para el libro, ¿confirmó la imagen que tenías de Milei o la modificó en algo?

—La profundizó. En los videos, Milei habla no menos de seis o siete veces, con mucho detalle, de las palizas que recibía del padre. No eran palizas comunes: “Era alguien de un metro 90, y yo era un nene de 11 años, y es como si viniera un urso de cinco metros y me empezara a patear”. Esa imagen la repite muchas veces, con lo cual, ves el arranque de un ser humano golpeado.

—Un niño violentado.

—Milei dice: “Eso me hizo más fuerte. Porque ante situaciones que otros arrugan, yo no le tengo miedo a nada”. Y muchos profesionales dicen que un chico golpeado aguanta mejor los golpes que alguien que no lo fue. Sobrevive, está más preparado. Además un chico golpeado sabe golpear; es decir, está dispuesto. Y la característica más peculiar: un chico golpeado está esperando el golpe. Eso no quiere decir que se refleje en Milei, pero permite pensarlo. ¿Viste como esos animalitos que fueron golpeados, y cuando los vas a acariciar te muerden porque no creen que esa mano vaya a acariciarlo, sino a golpearlo? Hay un reportaje con la Gunda (Claudia Fontán): “¿Y tú mama?”. “Los padres tienen un contrato previo que genera más lealtad entre ellos que con los hijos”, le responde. Por eso Milei no quiere tener hijos: porque es una experiencia que puede salir muy mal. Milei cuenta que debutó sexualmente a los 13 años con una prostituta, y dice exactamente la fecha. “¿Fuiste con tu papá, con tus amigos?”. “No, fui solo. Yo sabía dónde iba, y dije: ‘Bueno, sigamos’”. Así, empezás a encontrar ribetes.

—¿Qué más encontraste?

—Milei dice: “Odio la institución matrimonial porque es una regulación”. Y empieza a hablar en términos económicos. “El matrimonio tiene una ley de rendimientos decrecientes. ¿Qué significa? Que cuando tomás café con leche todos los días, cada vez te gusta menos”. Además, dice que las mujeres son “dirigistas: se te meten en el celular, son celosas”. Además, ha tenido muchos trabajos como economista, pero en la mayoría de ellos ha durado poco, se ha ido. Gente importante, como Miguel Ángel Broda, lo define como un hombre brillante pero incapaz de aplicar lo que sabe a la realidad. O que es muy conflictivo y entonces se pelea con los equipos. Vas describiendo todo eso, y aparece un ser.

—En el recorrido que hiciste de todo ese material, ¿en qué momento Milei empieza a ver la posibilidad de ser candidato?

—Todo el tiempo dice que la política no era lo suyo. Pero empieza a meterse en el primer año de la pandemia, en 2020. Empiezan los primeros actos en la calle.

—¿Y la versión de que, a través de una médium, el perro Conan le dijo que fuera presidente?

—En ningún momento Milei aparece diciendo eso. Sí está probado que tenía una devoción real por ese animal; no es algo fingido ni hipotético. Y estaba tan tan triste que dos amigos, para que él tuviera la sensación de que se comunica con Conan, arman una cuenta de Twitter. Milei le habla a Conan: “Mi amor, ojalá mañana no haya mucha humedad así podemos salir a caminar”. Y desde esa cuenta le responden. Hay una interacción, obviamente ficticia, como una forma de contención espiritual frente a la crisis que le genera la muerte de su mascota.

Ernesto Tenembaum presenta su libro.
Ernesto Tenembaum presenta su libro.

—Volvamos a la campaña, en la pandemia: ahí ya lo ves con la idea de ser candidato.

—Milei es un agitador fenomenal. Y hay un personaje central en esta historia, Mauro Viale, que le da un consejo clave para su carrera televisiva, que Milei después lo desarrolla en su carrera política. Viale le dice: “Acá no hay tiempo. Tenés un minuto para captar la atención de la persona que te está entrevistando. Eso es un zócalo (televisivo). Si vos no das la piña en ese minuto, olvidate. Te sacan del aire”. Milei perfecciona esa técnica: sabe cuándo gritar, cuándo impostar la voz. Es algo muy congruente con su personalidad, pero claramente pensado. Para generar interacción, Milei imposta un personaje que es violento, carismático, taxativo, tajante, adjetivador, insultante, pero que busca transmitir algo y traspasar la pantalla. En muchos reportajes arranca arriba, arriba, arriba, y en un momento dice: “Aprendí a clavar un zócalo por minuto”, que es esa oración que llama la atención cuando aparece en la televisión.

—¿Tuvo distintas estrategias de comunicación a medida que fue avanzando en la campaña?

—Tengo la sensación de que a partir del 2020 tiene un equipo de comunicación, que orienta Santiago Caputo, su principal asesor de imagen. Antes de eso tenía Milei tenía youtubers con los que hablaba: “¿Cómo estuve? ¿Qué les parece que tengo que decir?”. Esta es una historia que arranca un día que va a un programa de Alejandro Fantino, y siete años después Milei es una referencia política internacional. Ese día, cuando termina el programa, Fantino le dice: “Estás midiendo mucho, sos trending topic, todo el país está hablando de vos. Estábamos en tres puntos de rating y pasamos a cinco”. Al día siguiente lo invita de vuelta: “De cuatro pasamos a seis”. Lo vieron en Intratables y lo llaman: estaban en seis puntos, pasaron a nueve, y no se fue más. Con este tipo de personajes muchas veces pasa que tienen una fama efímera: los invitan hasta que de repente el rating empieza a caer, y listo. Fuiste. Que venga el que sigue.

—Como con los participantes de Gran Hermano, por ejemplo.

—Por ejemplo. Y todo el mundo esperaba eso con Milei. Pero él empezó a entender que esos dos, tres, cinco puntos de rating pasaban a ser tres millones de visualizaciones en las redes. Y entonces, ya hay un equipo pensando: “Milei empieza en la tele, va a las redes, baja a la calle, se filman los actos y se suben a las redes, se hacen pequeñas cosas para TikTok...”. Y encuentran que cada cosa que decía, lo veían millones de personas.

—Hay algo carismático, algo magnético cuando habla. Pero al final todo eso se trasladó a las urnas, no se quedó en el personaje de la tele.

—Milei surge y sintoniza con una parte muy importante de una sociedad. Hay un hombre que empieza a dar señales de estar enojado con todo, y expresa su enojo no solo en términos de contenido, sino también de forma. Es un tipo muchas veces sacado, enojadísimo con todo. Y como mucha gente que está perpleja y enojada con todo, empieza a decir: “Che, votemos a éste que es el único que dice las verdades”. Hay un predicador norteamericano, que no voy a contar mucho porque no quiero spoilear…

—¡Spoileá todo!

—Ese predicador se transforma en una especie de profeta, y dice: “Salgan a la calle”, y grita en su enojo como el articulador de todos los enojos de una sociedad. Creo que Milei tuvo mucho de eso: ese hombre que expresa el enojo de una sociedad.

—En tu libro, mientras vas contando quién es Milei y de qué manera llega adonde llega, vas explicando quiénes son todos esas personalidades que lo influyeron.

—Él habla de Rothbard; de Hayek, de Mises, los de la escuela austriaca; habla de Gramsci: yo cuento quiénes son. A riesgo de ser demasiado simplificador, porque no es un libro sobre ellos, le doy al lector una leve pincelada de quién es cada uno de los autores de los que habla. Y hay un episodio que me impresionó muchísimo. Cuando Milei era una estrella televisiva en ascenso, va a Salta a dar una charla, invitado por el diputado Olmedo. En esa charla la periodista Teresa Frías le pregunta algo muy sencillo: “¿Por qué Keynes tuvo éxito en Estados Unidos y no en la Argentina?”. Milei lo odia porque Keynes, básicamente, plantea que cuando hay crisis social y desocupación, el Estado tiene que invertir plata para incentivar la demanda y que haya más ocupación. Obra pública.

—Teresa Frías le hace una pregunta súper válida.

—Súper educada y totalmente apropiada. Milei se enoja y le empieza a gritar: “¿Cuándo fue la crisis del 30 y cuando publicó su libro Keynes?”. Ella no lo sabía. “¡¿Ves que sos una burra?! ¡Yo te voy a desburrar a vos!”. La escena va escalando y escalando: “¡Burra, no sabés que dos más dos es cuatro!”. Una persona levanta la mano: “Quería hacerle una pregunta, pero antes le solicito que pida perdón porque usted maltrató a una mujer”. “¡Vos sos un demagogo, vos sos un...!”. Y termina en un escándalo, un griterío total. La periodista tiene panic attack, le hace juicio. Por razones judiciales Milei debe pedirle disculpas, pero nunca hace una disculpa sincera. Y en sus redes sube el video de ese momento, de una agresión deliberada y totalmente fuera de proporciones. Pero cuando ves los comentarios del video, y eso me marcó, son miles a favor de él, no a de ella: “¿Te pensás que por ser mujer te va a tratar mejor que a otros?”, “Andá a aprender”, “No te victimices”. Haber gritado, maltratado, despreciado y humillado a una mujer, violentamente y en público, a cualquiera lo hubiera dejado afuera de la carrera política. Pero Milei, con eso ganaba más y más popularidad.

Ernesto Tenembaum con Tatiana Schapiro
Ernesto Tenembaum con Tatiana Schapiro en Infobae

—¿Qué encontraste respecto al vínculo con su hermana, Karina?

Es lo más sólido que tiene. Es el punto fijo donde Milei se refugia: ella siempre era la que lo acobijaba. Cada vez que Milei habla de Karina, lo hace como cuando habla de Conan: con devoción por ella. Hay una paliza: Milei tenía 13 años, el padre se enojó y lo molió a palos. Karina tuvo una crisis por la violencia del episodio y debió ser internada. Desde el hospital la madre lo llama a Milei: “Si a ella le pasa algo va a ser por culpa tuya”. Ese es el mundo donde crece Milei. Muchos años después, Novaresio le pregunta en un reportaje: “¿Tenés posibilidades de decirle a tus padres que querés verlos de nuevo?”. Y él lo saca carpiendo. “De ninguna manera, es gente tóxica. Hace diez años que no hablo con mis padres”. Pero Milei se reconcilia con sus padres en el 2020: pasa la pandemia en su casa.

—¿Qué hacía el papá de Milei?

—Era colectivero. Arranca como chofer y le termina yendo muy bien: tiene dos líneas de colectivos. Es decir, termina siendo una familia de clase media alta. Karina cuenta: “Celebraba con mi mamá las Fiestas arriba del colectivo porque se podía quedar con la recaudación, que era mayor. Y así fue creciendo”. Cuando hablan bien de los padres, hablan de una familia trabajadora, esforzada, que termina haciendo un patrimonio importante en base a eso. Cuando habla mal, cuenta esa historia que se vive en la casa.

—Recién hablábamos de los comentarios en redes. Y en cuanto al enojo social y los bandos, ¿estamos igual o creés que se profundizó?

—Me da la impresión de que se profundizó. Y eso es muy estimulado desde el poder: el conflicto es la estrategia de Milei para mostrar que es un líder. Surge así: con grandes bataholas, grandes riñas en la televisión. Eso le da una presencia muy fuerte. Y más allá de que pueda haber trolls, surge algo muy genuino: hay gente que no diría que daría la vida por Milei, porque es algo muy exagerado, pero sí que siente que con Milei, se le juega mucho en su vida.

—Hay gente que viene muy harta y agotada, y siente que Milei es la última posibilidad.

—Y que cuando lo critican a él, siente que los critican a ellos. Con Milei pasa lo mismo que con Cristina cuando gobernaba. Mucha gente lo sigue, lo venera como un líder, y entonces cuando alguien dice: “Che, pero tal cosa no me cierra”, inmediatamente la reacción es defensiva y muy agresiva.

—¿En qué momento Milei entiende que va a ser presidente?

—Hay una ola que lo va empujando, y él trata de orientarla. Me imagino que se habrá preguntado mil veces hasta dónde iría esa ola. Ve que mendigaba espacios en la televisión, y la televisión lo empieza a amar. Después ve las cifras en las redes sociales y sale a la calle: el fenómeno callejero no es masivo, pero sí muy cálido.

—¿Cuán lejos está su discurso de lo que está llevando adelante?

—Muy lejos. Ha dicho un montón de cosas que son claramente contradictorias con lo que está haciendo. El eje de su discusión era que una devaluación no funciona porque genera recesión y más problemas. Y lo que hizo cuando asumió fue la devaluación más grande que hubo alguna vez por vía voluntaria, no en medio de una crisis. Cuando habló de Caputo, dijo: “Se fumó irresponsablemente 15 mil millones de dólares”. Lo caracterizó de esa manera, y después lo hizo ministro de Economía.

—Bueno, Patricia Bullrich.

—Era la terrorista que mataba niños, y la hace ministra. Pero después, muchas cosas. Hay una entrevista espectacular con Fantino: “Vos me dijiste fuera de aire que si asumís, vas a dolarizar”. “Estoy en condiciones de dolarizar a 320″, dice Milei, lo que estaba el dólar en ese momento. Fantino le dice: “Te está mirando Ariel, el camarógrafo, ¿va a sacar dólares de cajero automático?”. “Sí, sí. Va a cobrar en dólares”. “¿Y cómo lo vas a hacer?”. Entonces Milei dice: “Bueno, te voy a explicar cuánto hay de circulante, cuánto hay de deuda del Banco Central, cuánto hay de reservas...”. Y termina diciendo: “Faltan 10 mil millones de dólares. Si yo tengo 10 mil millones de dólares, dolarizo a 320″. “¿Y los tenés?”, le dice Fantino. “Los tengo”.” ¿Y de dónde los sacás? Una institución financiera, internacional, ¿de verdad va a apostar por la Argentina?”. “¿Querés que te muestre el celular? De verdad: te muestro el celular si querés”, le responde. Y en el celular no había nada. Era un invento. Por eso no dolarizó. Por eso todavía no puede salir del cepo: no puede conseguir ese tipo de apoyo.

—¿Qué te pasó cuando viste al Presidente adentro de un tanque, en el acto por el 9 de Julio?

—Me hizo acordar a Chávez, o al líder de Corea del Norte. No me gusta la imagen de un Presidente con un arma; los chicos ven eso. Prefiero un presidente con un microscopio, con una tiza en un pizarrón, con muchas otras cosas. Los países también se forman con ejércitos, y los ejércitos merecen ser respetados. Pero en función de ir contra de todo lo que vino antes, Milei se pasa varios pueblos, se va para el lado contrario de una manera que vos decís: “Che, esperá. Hay cosas que están mal, pero no tenés que llegar hasta ahí...”.

—¿Las piensa o lo hace de provocador?

—Las dos cosas.

—¿Cómo creés que la historia va a recordar a Milei?

—Sé que van a pasar cosas importantes, no sé si positivas o negativas, pero importantes. Es un tipo que va a dejar una marca, de lo que hay que hacer o de lo que no hay que hacer. Pero no va a pasar desapercibido.

—¿Le vas a mandar el libro?

—Él sabe que lo escribí. En el libro también cuento un poco la relación que tengo con él. Ha sido siempre muy amable conmigo, últimamente en Twitter no tan amable. No me gusta que un Presidente reaccione frente a un periodista de esa manera. En Milei hay un método muy ofensivo, muy exagerado: muchas veces él ataca sin que nadie le diga nada. Por ejemplo, lo que está pasando con Silvia Mercado es un disparate. Le molestó que dijera que los perros habían llegado a la Quinta de Olivos: “Esta mina es una mentirosa. No la dejo entrar nunca más a la Casa Rosada”. Es lo mismo que te contaba de Teresa Frías.

—Pero, ¿le vas a mandar el libro?

—Se lo voy a mandar. Sí, sí, claro.

—¿Creés que te va a decir algo?

—Mirá, te voy a contar algo que no conté. Varias veces Milei había opinado sobre cosas mías en Twitter, con cierta adjetivación/insulto: comunista, kirchnerista, mentiroso y esas cosas. Y entonces él había dicho que iba a ser Premio Nobel porque iba a resolver un problema histórico de la economía: iba a explicar cómo se resolvía una contradicción que Adam Smith tenía entre dos conceptos. Hablé con algunos macroeconomistas: “Explíquenme qué es lo que va a resolver. Quiero entenderlo”. Me explicaron algunas cosas, y traté de explicarlo al aire. Milei me escribió; hacía un tiempito que no hablábamos. “No te voy a caer encima porque no sos economista, pero esa parte que explicaste estaba mal. La otra parte la explicaste bien; revisá tal otra”, me dice. A Milei no le interesa que yo diga que es autoritario o misógino; le interesa que no explique mal lo que está diciendo de la economía. “Mirá, no soy economista, voy a tratar de explicarlo hasta donde puedo. Das conceptos que son difíciles y yo trato de entenderlos, pero puedo pifiar, con lo cual, estás en todo tu derecho de caerme encima”, le digo. Y me responde: “Hace rato que no insulto a nadie. Y a vos nunca te insulté, por lo menos no lo recuerdo”. Y una semana antes, me había reputeado (en Twitter). O sea que en su vorágine...

—Si te escribe con la salida del libro, contame.

—Le dije: “Estoy por sacar el libro, quiero llevártelo”. Me puso: “Lo arreglamos”. O sea, dio una apertura que eso suceda, pero no dijo: “Avisame cuándo y venite”. Si me atiende, te cuento.

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