Pablo Lunati es un exárbitro argentino de fútbol, conocido por su trayectoria en la Primera División de Argentina y como árbitro internacional. Dirigió en FIFA de 2007 a 2012 y se retiró en 2016, tras doce temporadas en la máxima categoría del fútbol argentino.
Se caracterizó por su estilo dialogante con los jugadores, enfatizando la advertencia para evitar expulsiones innecesarias, aunque fue firme contra el juego brusco y la conducta antideportiva.
Lunati fue el encargado de dirigir la final de la Copa Argentina 2011/12 entre Boca Juniors y Racing Club el 8 de agosto de 2012, siendo esta la primera final del torneo en su formato actual. También fue el árbitro de la primera final de la Supercopa Argentina entre Arsenal y Boca Juniors.
En 2016, decidió desvincularse de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) tras negarse a firmar un nuevo contrato. De este modo, culminó su carrera profesional en el Campeonato de Primera División 2016.
Durante su carrera internacional, arbitró un solo partido en torneos de la FIFA. Se trató de un encuentro de clasificación para la Copa Mundial de la FIFA 2010 en el que Paraguay venció a Colombia por 1-0. Además, dirigió varios partidos en la Copa Sudamericana y la Copa Libertadores, y representó a Argentina en los Juegos Panamericanos de Brasil 2007.
El 1 de octubre de 2016, después de un partido en el que River Plate venció a Vélez Sarsfield por 3-0, Lunati fue filmado en una tribuna del estadio Monumental declarando su afición por el club millonario. Tras la polémica generada, declaró que había concluido su etapa como árbitro y que deseaba dedicarse a otros proyectos.
Actualmente, trabaja como comentarista y analista de fútbol en programas de televisión y radio. Además, mantiene una activa participación en redes sociales, donde comenta y analiza eventos relacionados con el fútbol, especialmente sobre River Plate, su equipo.
Leo: — Después del arbitraje diste un gran paso hacia la televisión y las redes sociales, estás en la posición de juzgar y analizar en el televisión cuando antes eras el juzgado. ¿Cómo te llevas con eso?
Pablo: — Yo muy bien. Tal vez los colegas arbitrales de hoy, no tan bien. Tal vez ellos entendiendo poco que yo en julio del 2016, sepulté la parte arbitral y en octubre del 2016 volvió River a mi vida como pasaba de chico hasta que entré a AFA, teniendo la responsabilidad de tener que arbitrar un partido de fútbol.
Leo: — ¿Nadie sabía que vos eras de River mientras arbitrabas?
Pablo: — Públicamente, nadie. Dentro de AFA, obviamente, el presidente de la AFA, la gente de River y la gente de Boca también, aunque parezca mentira.
Leo: — ¿Por qué está mal visto? Si el árbitro seguramente es alguien que jugó a la pelota de niño y que un día decidió por esta carrera, pero que lógicamente es futbolero. El punto es si vos dirigías a River y lo beneficiabas…
Pablo: — Claro. No fue el caso. A River no le ha ido muy bien conmigo, contrariamente a lo que se podía esperar. A Boca le ha ido muy bien. La persona que arbitra generalmente le gusta el fútbol y a mí me apasiona.
Leo: — ¿Vos sabés de los colegas que hay actualmente de qué club son hinchas?
Pablo: — Sí. Obviamente. La mayoría es hincha de un club y es lógico que sea así.
Leo: — ¿Cuántas veces dirigiste a River? ¿Las tenés contadas?
Pablo: — 33 si no me equivoco y creo que ganamos 10.
Leo: — O sea como hincha de River decís ganamos 10 de las 33 que dirigiste como árbitro. No es un promedio ni alto ni bajo si vos hiciste las cosas de manera neutral como lo implica tu oficio. Bajo como hincha de River si lo querías beneficiar, hubieran ganado todos los partidos…
Pablo: — En las idas y vueltas que tengo con la gente en las redes sociales, me decían: “Y pero si sos tan hincha de River”. No pretendo que entiendan mi profesión, tampoco vas a juzgarme como hincha porque yo sé qué siento por River, cuál es la pasión que tengo, pero comprendo que la gente no entienda por qué no hice más cosas por River en una cancha porque yo era profesional y no correspondía.
Leo: — ¿Fuiste un buen árbitro? ¿Qué puntuación te pondrías en tu carrera del 1 al 10?
Pablo: — 7, 8. Entendía el juego. Vos te podés equivocar arbitralmente, a cualquiera le puede pasar, lo que no podés es no entender el juego. Entendés la temperatura que puede tener el jugador, cuándo cobrar una faltita para bajar los decibeles, obviamente no adentro de un área, que es donde se definen los partidos y es la pena máxima que se llama penal, estoy hablando de mitad de la cancha. Hay cosas que si el árbitro no las entiende, es difícil que triunfe.
Ser árbitro en el mundo
Con responsabilidad y ante la atenda mirada de jugadores, dirigentes e hinchas, el árbitro cumple una función de justicia dentro de la cancha. Sin embargo, su decisión no sólo sigue las reglas de juego sino que está sujeta a una serie de elementos y variables que pueden definir a favor o en contra de pequeños momentos que cambian el destino de un partido, un torneo o incluso el futuro de un club y su equipo. ¿Qué opina Lunati sobre esta profesión y el rol que desempeñó durante más de más de 10 años?
Leo: — En Latinoamérica los jugadores de fútbol tienen reacciones vehementes contra los árbitros, ¿por qué eso no pasa en el fútbol europeo?
Pablo: — Para mí pasa por un tema cultural y social.
Leo: — ¿Sienten que hay que ir a prepearlos?
Pablo: — Sí, claro. Es como que si no sucede parece que falta carácter en el equipo o un líder.
Leo: — Eso lo dice el hincha, pero también el periodismo.
Pablo: — Sí. Está muy instalado acá. No hay manera de que en Europa el jugador tenga una protesta desmedida. Pasa muy pocas veces, pero por un tema cultural.
Leo: — ¿Los árbitros europeos son mejores que los latinos o que los argentinos?
Pablo: — No. Hay de todo. Es más. El árbitro latino, sea argentino o brasileño, dirige tranquilo cualquier partido de Europa, pero el europeo a los 20 minutos acá se va a la casa. Deja todo y se va. Hace poco pasó en el ascenso del Málaga se fue el árbitro. Después volvió, pero se había ido porque no sé si no le llegaba la pelota o no sé qué pasó. Se fue de la cancha. Acá no hay ninguna posibilidad. Cero posibilidad de que te vayas.
Leo: — ¿Ganan bien los árbitros actualmente?
Pablo: — Yo creo que hoy el único que gana bien por los honorarios que cobra en el exterior son los árbitros internacionales. Un árbitro de primera división, la pelea. Es un laburante más.
Leo: — ¿Y cómo se cobra? ¿Es un sueldo por mes, por partido?
Pablo: — Cobran mensual creo que por tres partidos, no sé si cambió ahora. Tiene que ver con un sueldo y varía según los partidos.
Leo: — Después si dirigís Copa América, Eurocopa, Champions, si vas al mundial, es otra cosa.
Pablo: — Sí, esos son los árbitros que salen que no son todos.
Leo: — Cuando los sueldos son bajos, surge el mito de la compra de árbitros. ¿Qué opinas vos y qué se dice en ese ambiente?
Pablo: — Es un mito, sin ninguna duda. Nosotros estamos recontra expuestos públicamente. A mí particularmente no me ha pasado nunca que venga uno y me diga por tal partido…
Leo: — ¿Y sabés si pasó con otro?
Pablo: — No.
Leo: — ¿Cuál es la peor parte de ser árbitro? ¿Las puteadas, las amenazas? ¿Te pasó que te amenazaran de muerte?
Pablo: — Sí, claro. Cuando Giovanni Moreno se rompe los cruzados en la cancha de All Boys. Tuvo encontronazos durante casi todo el partido con (Hugo) Barrientos, el 5, y yo los dejé. Se dieron entre los dos, obviamente que era más fácil ver a Barrientos pegarle a Gio que Gio a Barrientos, pero los dos se castigaron, se hablaron todo el partido. Termina el encuentro y todos a casa sin problemas. Yo lo amonesto a Barrientos ese partido, pero hace una falta al minuto, una falta amonestable. Yo no lo amonesto porque es difícil para un árbitro amonestar a un jugador al minuto.
Leo: — Aunque era falta amonestable, pero dijiste este viene a marcar el camino. Le voy a pegar todos los 90.
Pablo: — No lo esperé todos los 90 porque hubo un cambio, pero si a los 60. El martes se da cuenta que Giovani tiene los cruzados rotos.
Leo: — ¿Por esa pelea?
Pablo: — No, los cruzados no se rompen por una patada. Es raro.
Leo: — ¿Y qué pasó?
Pablo: — Tuve que cambiar el celular.
Leo: — ¿Te amenazaban de muerte los hinchas?
Pablo: — Sí, los hinchas de Racing porque estaba lastimado Giovani.
Leo: — ¿Cómo era la amenaza?
Pablo: — “Te vamos a matar a vos, a tus hijos, ya sabemos al colegio que van, sabemos en Casero donde estás”…
Leo: — ¿Te dio miedo?
Pablo: — Por los chicos, por mi mujer. Por mí no. Hay una realidad. Nosotros sabemos que estamos expuestos a eso. A mí me pasó una vez sola.
Leo: — ¿Hiciste una denuncia o cambiaste el celular y ya está?
Pablo: — No, no hice denuncia.
Leo: — ¿Lo tomaste como una cosa para amedrentarte o creíste que en algún momento podrían hacerte algo a vos o a tu familia?
Pablo: — No nunca creí que lo podían hacer, pero puede haber un loco que lo haga. A mí particularmente no me ha pasado y no sé de otros que haya pasado. Pero es bravo.
Leo: — Ese contexto, ¿tiene una adrenalina que te termina gustando?
Pablo: — Sí, puede haber. Lo más hermoso es entrar a una cancha y que te puteen. A mí que me puteen en la cancha de Boca 40 mil personas, era hermoso para mí. Era divino. Yo los miraba. Es parte del fútbol argentino, sino no puedo ser árbitro.
Leo: — ¿Hay que tener coraje para ser árbitro?
Pablo: — Sí, mucho coraje porque acá no estamos hablando de que te la bancas peleando. Te bancas psicológicamente que te puteen 30 o 40 mil personas y que vos tal vez te equivoques en una jugada clara dentro de la cancha y automáticamente tenés que cobrar otra 10 u 15 y no podés volver a equivocarte. Por eso, ese mito de cuando dicen: “Compensó”. No, no compensó. No compensa el árbitro, se vuelve a equivocar, que es un horror para un árbitro equivocarse dos veces en tan poco tiempo.
Leo: — ¿Sería bueno que los árbitros hablan en conferencia de prensa post partido, ratificando decisiones y aclarando otras?
Pablo: — Sería sano y una muy buena idea. Lo que no sé es si estamos preparados como sociedad para eso. Creo que sería buenísimo, pero no estamos preparados. ¿Qué pasaría si alguien reconoce un error delante del público, delante de los periodistas? Me encantaría que pasara, pero creo que social y culturalmente restaría acá.
El penal del recuerdo
Leo: — ¿Te pasó alguna vez de equivocarte y darte cuenta después?
Pablo: — Sí. Todos me cargan por aquel penal en Jujuy, pero me equivoqué una vez. ¡Una vez!
Leo: — ¿Cómo fue?
Pablo: — Un penal al Chori Domínguez que le cobro y no era. Después River termina ganando 4 a 0.
Leo: — ¿Pero no lo hiciste adrede?
Pablo: — No, ¿cómo lo voy a hacer adrede?
Leo: — No fue penal.
Pablo: — No, después lo ví y no fue penal y me lo siguen recordando. No tienen otra cosa para decirme.
Leo: — ¿Siguen diciéndotelo al día de hoy?
Pablo: — Cada vez que subo algo a Twitter o a Instagram o a cualquier red social, me ponen el penal del Chori Domínguez, porque no tiene otra cosa para ponerme y lo único que hablan es de ese penal. No hay otra cosa. Contrariamente, con el rival de toda la vida no tienen nada ni a favor ni en contra.
Cortitas y al pie
Leo: — ¿Jugador más rompe?
Pablo: — Adrián Bastía, insoportable, y Agustín Peletieri. Increíble los dos de Racing.
Leo: — Cuando protestaban Román Riquelme, Sebastián Verón o cualquiera de los cracs ¿eran menos amonestables que otros?
Pablo: — Sí, porque tenían años de experiencia y jerarquía. No es lo mismo que te hableVerón, Ortega, Riquelme, Ponzio, Enzo Pérez, Seba Bataglia, que te hable Juan Pérez. No es lo mismo. Excepto que pegue una patada, de juego cobrable.
Leo: — ¿Te dieron ganas de agarrarte a trompadas con un jugador en la cancha?
Pablo: — Sí, con unos cuantos pero es normal. Con Teo Gutiérrez cada partido era bravo porque te la seguía y yo no podía prenderme. No podía echar a un tipo por una discusión. Sino no tenés código.
Leo: — ¿El mejor árbitro de Argentina?
Pablo: — Hasta que tuvo ese tema personal con (Javier) Castrilli, creo que(Nicolás) Lamolina entendía todo.
Leo: — ¿El más grande de todos para vos es Beto Alonso?
Pablo: — Sí, el más grande de todos.
Leo: — ¿Debajo de él quién viene? ¿Gallardo? ¿Enzo?
Pablo: — No, Marcelo no fue un ídolo futbolístico. Es ídolo como técnico y a nivel todo, porque fue el más ganador de nuestra historia. El Beto fue el más grande de la historia. Es inigualable.
Leo: — ¿Y después quién más? ¿Francescoli?
Pablo: — Sí, Francescoli, Ortega están ahí en el podio también.