Elijo presentar a Facundo Arana como un escalador. Sí, es actor y músico, pero a lo largo de la vida se atrevió a escalar las más altas montañas, a tomar riesgos una y otra vez hasta llegar a la cumbre. No se anda con chiquitas, llegó a la cumbre del Everest y a la del Aconcagua. Todo empezó a los 17 años cuando le diagnosticaron Linfoma de Hodgkin y el mundo se detuvo. Convivió con la incertidumbre mientras atravesaba un largo tratamiento. Las ganas de vivir le ganaron al miedo y encontró fuerza cada uno de los días para poder llegar sano y salvo al final de ese doloroso camino. Las personas que atraviesan un cáncer saben, sabemos, que el cáncer es una enfermedad crónica. Saben que la vida es esforzarse todo lo que haga falta para vivir lo que nos toca pero también para cumplir los sueños. Facundo sueña fuerte, sueña alto.
– Es de Dios.
– ¿Llegar es de Dios?
– Sí. Divertirse en el camino y que el camino sea el haber llegado es de uno.
– ¿Y la decisión de escalar?
– Sí, es precioso. Una vez que fuiste y tocaste la montaña y viviste un rato eso es para siempre. No querés parar, no podés parar. Bajás jurando que es la última vez, que la próxima vez que te subas a algo va a ser con un elevador y a la semana ya estás mirando el mapa pensando dónde ir.
– No escalás cualquier montaña.
– Fui a montañas que son increíbles. Fui al Tronador, fui al Lanín…
– Te lastimás, te podés enfermar, corrés muchos riesgos.
– Sí, por eso hay que ir muy bien acompañado, hay que ir acompañado por gente que sabe bien. Si pifiás al elegir la gente que te lleva hasta te podés morir. Pero si no pifiás es probable que hagas todo bien. La montaña no es asesina.
– Para mí tu perfil de escalador define tu perfil de persona. Una persona que ama el aire libre, que busca llegar a lo que parece inalcanzable y a la que le gusta la gente. Algo tiene que ver el cáncer que sufriste a los 17 años en ponerte metas importantes.
– Sí, probablemente todos somos producto de lo que fuimos viviendo a lo largo de la vida. A todos nos pasaron cosas tremendas, pero lo que viviste te puede haber servido de trampolín para que vayas hacia dónde querés ir.
“CUANDO TE DAN EL DIAGNÓSTICO ES COMO SI TODA TU VIDA PASARA POR UN COLADOR”
– Si tu diagnóstico fue un cáncer muy complicado como es el cáncer de los ganglios, hubo que atravesar un tratamiento muy largo y vos lograste atravesarlo, contás con un aprendizaje que te deja bien parado.
– Sí, a lo largo de la vida va marcando cosas y es una oportunidad muy grande. Yo tenía 17 años, era muy chico, pero cuando te dan un diagnóstico como ése o pasa algo muy fuerte en tu vida es como si toda tu existencia pasara por un colador. Es sorprendente lo que no queda y es sorprendente lo que queda. De lo que queda vos ya tenés lo mejor, con lo que te vas a nutrir para seguir la aventura de tu vida. Todo eso que queda … es gente que no podés creer que está ahí al pie del cañón.
–Y al revés, lo que colaste con el colador se fue para siempre.
– Te da una gran enseñanza también. Haciendo ese paralelismo con la montaña, hay una cosa que se dice ‘el hombre perdona a veces, Dios siempre, la montaña no sabe perdonar’.
– ¿Con Dios cómo te llevabas?
– Siempre me llevé muy bien porque desde muy chico le pido con toda mi alma y le agradezco también con toda mi alma.
– Antes de la enfermedad, antes de escalar y llegar a la cumbre. ¿Siempre tuviste esa relación con Dios?
– Siempre, de pedir muy fuerte y rezar muy fuerte. Lo aprendí de chico y siempre me acompañó mucho en momentos donde lo único que podés hacer es rezar. Cuando vivís momentos en que lo único que podés hacer es rezar, sería un gran hipócrita si no creyera en aquello a lo que le recé, porque le recé a Dios con toda mi alma. Le pedí con toda mi fuerza, le pedí las cosas más significativas, le pedí por mi vida, le pedí por favor que terminara la vida de mi papá, le pedí por favor por mis hijos. Yo le rezo cada vez que voy a hacer una función de teatro. Lo elijo como mi cosa más sagrada en lo que para mí es lo más lindo de mi oficio que amo tanto. Son cosas que te van construyendo en el tiempo.
“ESTOY TRATANDO DE QUE NO SE ME VAYA LA VIDA Y SE ME ESTÁ YENDO EL PELO, EL PELO, LA FUERZA. TENGO QUE SEGUIR AFERRADO A LA VIDA”
– El camino de la recuperación de una enfermedad es como el camino a una cumbre. Tiene momentos de mucha felicidad, momentos de esperanza y momentos de bajón.
– Sí, sí, imaginate el océano o el Río de la Plata. Un día, de buenas a primeras, te dicen que estamos acá parados frente al río, y vos decís ‘pero yo no nado mucho’, vamos a cruzar al Uruguay a nado. ‘No, yo no puedo hacer eso’. Sí podés. Tenés que poder porque te va la vida. Entonces, de golpe mirás alrededor tuyo y tenés un equipo porque está tu vieja, está tu viejo, están tus amigos, amigos que no conocían y que se te ponen al lado, hermanos, hermanas. Entonces ahí arrancás a nadar y a los cinco minutos no podés nadar más, se te acabaron las fuerzas. Ahí aparece la vieja, aparece el buen doctor, la buena doctora, el consejo sano, el ‘yo me afeito con vos’, el ‘no te preocupes’, el ‘no nades que el agua se puso turbulenta’. Tengo miedo, decís. ‘No nades, flotá, quédate flotando’. Y entonces estás descansando.
– En el camino te encontrás sin pelo, porque hiciste quimioterapia y te encontrás más flaco a veces porque el cuerpo cambia.
– Pero no lo pienses así. Pensalo como ‘estoy tratando de que no se me vaya la vida y se me está yendo el pelo, se me está yendo el peso, se me está yendo la fuerza’. A veces se me va la esperanza y todavía tengo que seguir aferrado a la vida. Empiezo a ver que me cuesta, pero sin embargo sigo agarrado a eso. Y ahí está la vieja, el amigo, el apoyo. No tengo de donde agarrarme y de golpe me sostienen. Vos no tenés fuerza para pedir.
“ENTRA DIOS VESTIDO DE ENFERMERO, DE MÉDICO”
– ¿En ningún momento tuviste que estar aislado?
– No me acuerdo. Creo que no. En Fundaleu vos estás aislado, pero no estás aislado porque entra una persona que tiene que hacer el cuarto por ejemplo. Todas esas personas son Dios vestido de enfermeros, de médicos. Te lo juro. Vos le estás rezando y le pedís por favor y de golpe, en ese médico está tu papá, está tu mamá, están tus hermanos, está el médico que necesitabas, están todos juntos y es super. Por supuesto que es el programa que nadie quiere para su vida. Yo no lo quiero para mis hijos, doy mi vida antes de que mis hijos sufran cualquier cosa que tenga que ver con eso. Pero sí te puedo decir qué pasó después, y el después es que te dan las armas para poder llegar al otro lado de ese océano que parece tan grande, sabiendo que cuando se ponen las olas movidas no tenés que nadar, sabiendo que no tenés que tratar de mirar a la otra orilla sino concentrarte en las dos brazadas. Qué vamos a hacer hoy, no miremos mañana, hoy. Hoy tengo quimio y tengo este estudio. Listo, no pensemos en toda la radioterapia, en toda la quimio, en todo el tratamiento, en el trasplante, en las radiografías, no, no, vamos día por día. Y día por día, nada es imposible.
– ¿Escalar es así? ¿Pensás en el hoy y en lo que tenés que hacer en cada momento?
– Sí, la cumbre es cuando llegás a tu casa a abrazar a los tuyos. En la cumbre de la montaña te das cuenta que la montaña se te está riendo en la cara, ése lugar más alto lo único que te está mostrando es que la cumbre es en tu casa, cuando abras la puerta. Llegar a la cumbre es tu casa con tu familia, tener donde volver. Darte cuenta de que tenés que bajar y que no tenés fuerza para hacerlo porque la usaste toda para subir, que hay que aprender a administrarse. Darte cuenta que cuando el cuerpo no puede más, recién está entrando en calor.
– ¿Qué pasó con el miedo? Porque es un sentimiento del que no se habla y uno tiene mucho miedo de morir.
– Todos vivimos con miedo. El miedo toma mate con vos todos los días.
– Pero viste que hay momentos en que el miedo toma más mate que uno.
– Sí, cuando uno está solo. Uno en el fogón con quienes lo rodean no tiene miedo. Pero todos tenemos miedo.
“SI TE MIRÁS A LOS OJOS CON ALGUIEN TENÉS MENOS MIEDO, SEA LO QUE SEA QUE PASE”
– ¿Si hay alguien decís que uno tiene menos miedo?
– Si vos te mirás a los ojos con alguien, hay menos miedo, sea lo que sea que pase. Si yo me voy a morir y me muero mirando a los ojos de alguna de las personas que amo, está bien.
– ¿Cómo es la cumbre que describís? ¿Tu familia, tu casa, tus hijos, tu lugar?
– La describiría como el mejor sueño que pude haber soñado. Yo soy un tipo muy fantasioso, ¿pero haber apuntado al sol y haberme pasado? Mi familia es la multiplicación por infinito de eso, no me lo hubiera podido imaginar. Además, todos están sanos, todos tienen una sonrisa en el alma, todos hacen lo que les gusta realmente hacer. No podemos evitar el mandato de nuestros viejos, ¿viste? El mandato es que sean todo lo felices que puedan ser y que busquen hacer lo que los haga felices. Porque más vale comer arroz siendo feliz con lo que uno hace, que tener todo lo que puedas imaginarte y no ser feliz con lo que hacés.
“YO PENSÉ QUE LA VIDA SE TERMINABA ANTES PARA MÍ. NO ME IMAGINÉ NI DE 40 NI DE 50.”
– Me asusté cuando vi que estabas en un hospital sacándote unos carcinomas hace algunas semanas.
– Mucho sol. Y no te olvides que yo tengo radioterapia hecha, entonces mi piel en algunos lugares es sensible y no me cuidé nunca del sol. Yo pensé que todo esto se terminaba mucho antes para mí. No me imaginé ni de 40 ni de 50.
– ¿La vida decís?
– Si, te lo juro.
– ¿Cuando pensaste que se terminaba?
– Toda la vida, siempre. Siempre pensé que el tránsito por esta vida para mí era corto.
– No solamente cuando estabas con cáncer.
– Supongo que a partir de entonces, siempre. Sí, porque iba por diez años. Dios me regaló diez años más y me los voy a vivir con todo, te lo juro ésas eran las palabras. Se lo dije a mi vieja y mi vieja te lo puede contar. Dios me regaló diez años más y me voy a divertir como loco. Porque diez años es un montón de tiempo, es una eternidad cuando recién empiezan y cuando se están terminando empezás a ver cómo sobrevivir para otros diez.
– ¿No te cuidaste nunca del sol?
– Nunca del sol. Nunca, siempre lo sentí como un amigo, incluso hoy. Nunca me puse crema y hoy salgo de mi casa y me pongo crema. Si voy a manejar me pongo protector solar en las manos.
– Cuando éramos chicos no teníamos tanta información con el protector.
– Es una buena excusa, pero hoy ya no está más esa excusa. Hay que cuidarse.
“ME CHEQUEO. SI ES DETECCIÓN TARDÍA ES UNA PESADILLA QUE TE PUEDE LLEVAR AL FONDO DEL MAR”
– ¿Qué es lo que te aparece en la piel y que tenés que ir a sacarte al hospital? ¿Estos carcinomas?
– Te puede picar, es una picazón. Se puede hacer como un granito, pero es una picazón. No te vas dando cuenta, te rascás y te haces una pequeña lesión. Si no le prestas atención pasa, pero le tenés que prestar atención. Voy a una dermatóloga que me revisa de pies a cabeza, y que me dice ‘esto se va y esto se va, acá vamos a poner un poquito de crema con corticoides, y esto también se va’. Lo hago en el Hospital de Clínicas, pido el turno con mucho tiempo y me revisan.
– ¿Cada cuánto vas?
– Lo más importante es que me chequeo y voy cada tanto porque no me puedo chequear la espalda a menos que me pique. Pero si veo que me estoy rascando contra la pared, me voy a hacer ver. Pero sin drama, no es dramático. Tenemos médicos extraordinarios y están esperando que vos vayas habiendo hecho los deberes. ¿Cuáles son los deberes? Detección temprana. Si es detección tardía es un problemón y es una pesadilla que te puede llevar al fondo del mar.
– Enséñame cómo se hace para atravesar la frustración.
– Te lo hubiera preguntado a vos.
– Cuando escalás y hay que abandonar. Subiendo el Aconcagua tuviste una vuelta un edema pulmonar. ¿Cómo lo atravesaste para después querer volver?
– No sé si se atraviesa, la frustración es parte de la cosa.
– Se soporta.
– ¿Cómo pasas la noche? No sé. La noche hace que los fantasmas que tiene uno y los demonios y las tristezas de golpe crezcan. También crece la creatividad. La noche es una cosa magnífica o monstruosa. Yo trato de atravesarla parándome todo el tiempo al lado de la creatividad. Me ha pasado pararme del lado monstruoso de la noche y la frustración es parte de la cosa. No podés zafar de la frustración, que además te da tanto, pero hay que pasarla. El desamor hay que pasarlo, que te rompan el corazón lo vas a tener que pasar. Ojalá pudiéramos hacer algo para impedir que eso ocurra.
–Lo decís tan tranquilo porque ya lo pasaste.
– Por supuesto. Si no, estaría llorando en tu hombro, pero realmente lo creo. No podemos pasar por la vida sin haber sentido una frustración tremenda por algo. Nos frustró algo porque lo intentamos. Me frustra, pero lo intenté con toda mi alma. Y vuelvo. Aprendo y vuelvo.
– Hay gente que no vuelve. No te veo diciendo ‘ya está’.
– A veces está, sí. Y a veces te das cuenta tarde que está. Y a veces incluso decepcionás a alguien. ¿Pero si podés pedir perdón? ¿Y si podés entender por qué algo no te salió bien? Vos sos una buena persona. No fuiste a hacer una maldad y por ahí no estuviste a la altura de algo, es un aprendizaje. ¿Qué hago para estar a la altura?
– Le bajamos el precio. No nos sentimos muy mal porque no estuvimos a la altura entonces.
– O lo pagamos. Yo prefiero pagar el precio. De hecho prefiero sobrevalorar las cosas y pagar. Hay un momento para todo y hay un momento para decir ‘esto no vale la pena pagarlo’, pero yo intenté pagarlo. Si no vale la pena, yo me voy con la seguridad de que hice todo.
– Puedo describir también a Facundo como un gran piloto, porque él sabe manejar aviones, pero dicen que además maneja bien los aviones y que se traslada a lugares manejando aviones. Si mal maneja los aviones.
–No, soy piloto privado.
– Sí, pero si alquilas un avión, lo manejas y te lleva. Sos mil cosas.
– Soy inquieto, soy curioso. Mi hermana es maestra de música. Para ser maestro de música estudiaste tanto tiempo como para ser astronauta, muchos años,12 o 13. Yo en esos 12 o 13 estudié un montón de cositas. Cositas que para mí son cosas extraordinarias. Por ejemplo, imagínate en la cantidad de miles de millones de años que tiene el mundo, poder sentarte arriba de una cosa que vuela y poder mirar el mundo. Hace 100 años era imposible. Y me resulta muy extraordinario saltar de un avión y poder jugar a que volás. No estás volando, estás cayendo como una piedra, pero vos jugás a que volás y abrís el paracaídas. Es muy lindo aprender y ahora, en este momento, estoy aprendiendo a estar con mis hijos solo como papá.
No hace falta que les cuente la cantidad de cosas que hizo Facundo, su trayectoria es infinita. En la tele unitarios y telenovelas muy exitosas. Pero además obras de teatro, cine. Piloto y escalador, presenta ahora una obra de teatro que se llama ‘En el aire’, como tenía que llamarse. Aunque el tema que está en el aire es otro tema.
– ‘En el aire’ yo la defino como la obra más linda del mundo, pero me pasa a lo largo de la vida y me lo hicieron notar, que digo ‘esto es lo más bueno del mundo’, ‘esto es lo más genial del mundo’, ‘esto es lo más tremendo del mundo’. Evidentemente, y no me había dado cuenta, soy tremendista, pero encuentro que ‘éste es el mejor atardecer de toda la historia del mundo’. Me encuentro con esas palabras y se me pone la cara como un niño cuando lo estoy diciendo y pido con toda mi alma nunca dejar de hacer eso, porque me refugio en eso, soy feliz en eso, no hay límite en eso. Después no vas a subirte a un cohete espacial pero, ¿quién sabe?
– ¿Todo muy a fondo vivís?
– Sí, hasta la tranquilidad.
–Todo es hiperbólico, enorme, impresionante.
– Hasta la paz. Hasta la paz que busqué toda mi vida. Hasta poder sentarme a tomar mate sin estar con la cabeza corriendo demasiado rápido ni haciendo demasiada estridencia porque llegó el tiempo en que la mente se puede calmar.
– No te puedo imaginar quieto.
– Yo tampoco, pero puedo estarlo. Y siento que puedo estar quieto por toda la eternidad.
– Contame una situación en la que estés quieto por horas. Porque además venís pertrechado, con mochila como si estuvieras por ascender al Aconcagua. ¿Estás siempre listo para algo que se presente? ¿Cuando estás muy tranquilo un montón de rato dejando pasar el tiempo?
– Si hoy llegara temprano a casa, y estuviera para el atardecer… Ayer tenía que ir a un evento y pasé por aeroparque y estaba el sol en el atardecer. Estacioné. No te voy a decir que es el mejor atardecer, tenés la ciudad. Pero es tu ciudad y es tu aeropuerto. Ese aeropuerto que me vio salir y entrar desde los nueve años en que fui solo a la Casa de Tucumán por primera vez en mi vida. Me estaban esperando en Tucumán mis tíos y yo solo sentado en el avión. Ahora, con 52, paraba un camionetón que me pude comprar con mi trabajo y sentado miraba el atardecer.
– Un camionetón que tiene la intención siempre de recorrer la Argentina.
– Es que me encanta. Probablemente porque de grande, a los veintipico, pude empezar a recorrer. De hecho, en el año 2003, después de diez años ininterrumpidos de trabajo de lunes a domingo, sin parar, me quise tomar un tiempo. Yo ya tenía mi casa, tenía mi camioneta, tenía guita en el bolsillo. ‘¿Te vas a tomar unas semanitas? ¿Cuántas semanitas?’ Un montón de semanas. Me voy a tomar un año. Marcelo Rey, mi representante, que fue como un padre, dijo ‘se va un año. Andate, no te quiero ver por un año, andá’. Y me compré una casita rodante, la enganché a la camioneta y me fui seis meses. Y recorrí el país, como cortando por entre caminos. Es la cosa más extraordinaria la Argentina y la gente que la habita. De estar en una noche profunda, ver una lucecita allá en el fondo y que te recibieran. Me pasó en Entre Ríos, te lo juro, los Pascal en Colonia Ensamble 25 de Mayo. Bueno, se acordarán.
– Sos Facundo Arana…
– Yo me daba cuenta en la mirada de quien nos recibió que fuera Facundo Arana o Cacho Gómez no importaba. ‘Vení, sentate’. Iban a la huerta, sacaban un poco de lechuga, la ponían en la mesa y lo que había se comía entre todos. Y así me pasó en toda la Argentina, de punta a punta. Pero además pude ser testigo de que eso pasa con toda la gente.
– O sea que te diste cuenta que no sos dependiente de actuar o de algo en particular y que si necesitás soltar lo soltás y lo disfrutás.
– Me gusta jugar a que es así. Sé que es mucho más complejo, pero me gusta pensar que soy un desprendido. Me gusta creérmela, que soy un desprendido, y lo logro. No sé si es verdad.
– Pero te metes en ese mundo y lo disfrutás, soltar todo un rato.
– Un rato. Mirá, a veces estás enojado por nada, estás inquieto por nada. Convivís con cinco personas más. Saber cuándo es un buen momento tomar un poco de distancia, poder hacerlo y que tu compa te diga ‘qué bueno que vas un ratito a Mar del Plata’, o a donde sea. Hoy se fue María con India.
“ME GUSTA PENSAR QUE SOMOS DOS PERSONAS QUE ESTAMOS JUNTAS. A MI ME CUESTA UN POCO MÁS NO SER UNA NARANJA, PERO SOMOS DOS NARANJAS.”
– Tienen ese funcionamiento bien lindo de que cada uno entiende lo que le pasa al otro.
– Me gusta pensar que somos dos personas que estamos juntas. Dos. Por supuesto que nos encanta mezclarnos en muchísimas cosas. A mí me cuesta un poco más, pero somos dos naranjas.
– ¿Qué te cuesta?
–No ser una naranja, me cuesta más, pero somos dos naranjas. Es un buen aprendizaje y un buen momento de la vida para darse cuenta también. Algunos aprendizajes obvios me cuestan un montón y algunos otros aprendizajes dificilísimos, los agarré de movida.
– ¿Estás confesando que te cuesta ese aprendizaje en que María dice ‘chau, me voy con India’ a algún lado?
– No me costó. Pero estoy casado con la mina que más me gusta del universo. El otro día me decían algo maravilloso que me hizo reír un año y que estoy esperando cualquier discusión para decírselo: ‘si nos separamos me voy con vos’. Es perfecto, es hermoso.
– La única opción es estar con ella. Si nos separamos, también.
– Si. Recién me decía un amigo que había hablado con su ex que a su ex la había amado hasta acá. Después había tenido un montón de parejas. Hablando con su ex, le dijo: ‘no estoy más en pareja porque después de estar con vos, a quien amé hasta acá, pude amar hasta acá, menos. Me doy cuenta que nunca voy a poder llegar hasta ahí. Entonces no quisiera frustrar a nadie, no quisiera ser irrespetuoso con alguien y hacerle perder el tiempo porque no voy a llegar hasta ahí’.
– Uno lo sabe que a nadie va a querer tanto como a cierta persona.
– Nada mejor que poder decírselo mirándola a los ojos.
– Y sobre todo, sin ser la ex, antes.
– Están todos mucho más cerca de lo que te puedas imaginar. Todas esas lecciones hay que ir levantándolas y llevártelas.
““HASTA MUY ADELANTE EN MI CARRERA MIS COMPAÑEROS SE PUSIERON DE ACUERDO PARA QUE YO SALIERA ADELANTE. ERAN TODOS ASISTENTES TERAPÉUTICOS”
– ¿De quién crees que aprendiste la empatía? ¿Quién está tan conectado en tu casa?
– El mundo, te lo juro por Dios. Mi viejo, mi vieja, mis hermanas, mis amigos, con otros. La empatía es una palabra que aprendimos hace muy poco tiempo, pero es un concepto que existe desde siempre. Y ese concepto lo tenemos todos por naturaleza, lo necesitamos.
– Hay gente que no, que no conecta.
– Pero tiene un problemón.
– Vos conectas muy fácil y muy profundo. Eso es tuyo, propio.
– Cuando era adolescente, no podía mantener una conversación con nadie. Era muy tímido, demasiado vergonzoso. No podía tener una conversación con nadie mirándome a los ojos. Me daba vergüenza, enseguida me faltaba el aire, me costaba respirar. Si ves cosas mías de los primeros años en el medio verás que no me alcanzaba el aire y trataba de que no se notara. Hasta muy avanzada mi carrera todos mis compañeros se pusieron de acuerdo para que yo pudiera seguir adelante, porque no podía ni respirar. Me costaba mucho todo. Los cámaras, los sonidistas, el director desde atrás, el productor, todos parecían asistentes terapéuticos. Yo por ahí me enroscaba con algo, me enojaba con algo y he tenido compañeros que me han bancado. Y después se me pasaba y era como si nada hubiera pasado. Todo está en nuestras cabezas, por lo menos aprender la lección es una forma de respeto hacia toda la gente que anduvo al lado tuyo.
– En el complejo La Plaza, en agosto, ¿seguimos viendo ‘En el aire’?
– Sí, ‘En el aire’ yo la presento como la obra más linda del mundo. No digo que sea la única obra más linda del mundo, pero alcanzó el podio. ‘La vida es bella’, ‘El cartero’, ‘En el aire’. Es una creación impresionante de Manuel González Gil. No puedo parar. Es la obra de teatro más linda del mundo, te lo juro. Tenés que verla. Vengan los viernes de agosto.
– Me convencés.
– Vos vení y vas a ver. Arriba del escenario me encargo yo.