Ariel Puchetta es un destacado cantante argentino que saltó a la fama como el vocalista de la banda de cumbia Ráfaga. La popularidad de la agrupación a lo largo de los años lo consolidó como una figura prominente en la escena de la música tropical en Argentina y América Latina.
Todo comenzó en 1996 cuando Ariel se unió a Ráfaga en sus inicios. A finales de esa década, sus hits resonaban en la radio, la televisión y las discotecas. La Luna y Tú, Una Ráfaga de Amor, Mentirosa y Agüita son algunos de los temas más conocidos de la banda.
En 2003, Ariel dejó la banda debido al agotamiento y diferencias con sus compañeros. Durante su tiempo fuera, buscó desarrollar su carrera solista y explorar nuevos proyectos musicales, aunque enfrentó desafíos debido a cambios en la escena musical y el auge de la cumbia villera.
Tras 14 años de ausencia, regresó a Ráfaga en 2018 como vocalista principal. Su reincorporación fue un evento significativo para los fanáticos de la banda y marcó una nueva etapa tanto para la banda como para su carrerapersonal.
Ráfaga amplió sus horizontes realizando giras por Europa y América Latina, ganando una base de fans global, ya que la banda es especialmente popular en países con grandes concentraciones de latinos.
El próximo octubre, Ráfaga realizará un show especial para festejar de forma conjunta los 28 años como agrupación y los 50 años de Ariel. Si bien aún no están confirmados la fecha y el lugar, el cantante adelantó que el evento se anunciará en breve.
Rulo: — Que bueno poder decir que tengo conmigo al cantante de Ráfaga porque hubo como un impasse, ¿no?
Ariel: — Sí, un impasse bastante largo. Yo me fui en 2003 de Ráfaga y volví en el 2018. O sea pasaron 14 años.
Rulo: — ¿14 años no estuviste?
Ariel: — Exactamente. Todo el mundo piensa que fueron pocos.
Rulo: — ¿El otro cantante estuvo 15 años?
Ariel: — Claro, Rodrigo estuvo 14 años. Más que yo en realidad. Ahora recién lo estoy por alcanzar porque volví en el 18 y ya estamos en el 24. Pero sí estuve en los primeros momento de Ráfaga, allá por 1996, cuando salimos, que todavía no nos conocía nadie, 1997 que más o menos íbamos asomando y fines de 1998 se produjo la explosión de Ráfaga.
Rulo: — ¿Te arrepentís de haber ido?
Ariel: — No, la verdad que hoy por hoy a la distancia y con todo lo que pasó en el medio nunca me arrepentí. Fue una decisión que en ese momento necesitaba tomar por una cuestión de salud mental. Estaba muy cansado. Fueron siete años de Ráfaga muy intentos, yo era muy joven. De no tener absolutamente nada pasé a tenerlo todo y de repente te encontrás cansado, no de trabajar, porque amo trabajar. Estaba cansado de diferentes cosas. La carrera tiene eso de que luchas por hacer algo y cuando llegás, más en la juventud e inexperiencia que teníamos, nos costó mucho estar con los pies sobre la tierra. Yo necesitaba irme porque también tenía unas diferencias con mis compañeros, no pensábamos igual como al principio. Si bien tuvimos varias discusiones, no llegamos a tener una pelea o algo que no tenga solución.
Rulo: — ¿Te fuiste para ser solista?
Ariel: — Al principio tenía un proyecto en donde mi iba a ir a Estados Unidos porque tenía un proyecto allá y no se pudo dar. Perdí un año de no hacer casi nada y cuando salí después del año, cuando quiero retomar, ya no era lo mismo. Había pasado un año, cosas en el país, un desastre que ya venía de arrastre del 2001 y me encontré con que era todo cumbia villera y al no haber salido automáticamente es como que me perdí. Era algo a lo que yo estaba apostando y no salió muy bien.
Rumania
Rulo: — Si bien siempre hicieron giras por todo el mundo, ¿qué pasa que son tan famosos en Rumania? ¿Qué anécdotas tenés?
Ariel: — Nos pasa que en España, por ejemplo, somos muy conocidos, hemos hecho shows también en Suiza, Suecia, Francia, Italia para las colonias de latinos que están ahí, conocen nuestra música y les gusta. Es normal eso, pero nos pasó de que en una gira teníamos que ir a Rumania y nos parecía raro que haya tantos latinos ahí. Cuando llegamos al aeropuerto había fans que no hablaban español, con carteles, nos nombraban a los jugadores de fútbol de esa época: Crespo, Batistuta, como hoy cuando vas que te dicen Messi. Había traductores, seguridad, todo muy armado. Buenísimo. Nosotros estábamos acostumbrados a llegar ponele a Italia y que nos iba a ver algún amigo de Perú, algún latino que nos encontraba ahí (risas).
Rulo: — ¿Y en dónde tocaron?
Ariel: — Era un predio, un parque. Nos decían que esperaban más o menos 20 mil personas. Nos habían contado que una fecha anterior había estado Enrique Iglesias y llevó 30 mil personas…
Rulo: — ¿Cuánta gente metieron?
Ariel: — 110, 120 mil personas. No lo podíamos creer. Aparte estábamos ahí cuando empezó a llegar la gente y tengo en la mente el recuerdo de que veníamos cómo venía la gente como una peregrinación y tocábamos nosotros solos. No es que decís que la convocatoria pudo haber sido por varios artistas.
Rulo: — ¿Fue el mejor recital que dieron en sus carreras?
Ariel: — Así en algo raro sí. Dsepués tuvimos un montón de shows: Viña, en Mar del Plata también hicimos un recital para 140 mil personas en 2001 y fue espectacular. Esto era muy loco y aparte estábamos en el hotel, en Bucarest, y nos organizaron una conferencia de prensa. Nosotros decíamos: “¿Quién va a ir a la conferencia?”. Cuando llegamos al salón, que encima tenía auspiciantes de primera línea, teníamos las ubicaciones cada uno con nuestros nombres, el lugar lleno de gente, los periodistas nos preguntaban en otro idioma, teníamos los traductores, una locura. Yo tenía una cama gigante en la habitación. Nuestros asistentes, que muchos eran de Florencio Varela, venían y nos decían: “Me están siguiendo. Yo me doy vuelta y andan dos tipos por ahí que me siguen”. Claro, teníamos custodia las 24 horas.
Rulo: — Tenían todo el operativo de seguridad que se usa para cuando llegan artistas internacionales, como pasa acá también.
Ariel: — Íbamos en la combi con motos atrás. Éramos los Rolling Stones (risas). Nunca nos imaginamos pasar por eso. Después nos dimos cuenta que metimos más de 100 personas en un lugar. Fue espectacular.
Bublé
Rulo: — Tocan en casamientos y cumpleaños importantísimos, contame una buena anécdota que te pasó haciendo esos shows privados.
Ariel: — Tocamos para el casamiento de la hija de Ciro. Nunca me imaginé cantar Mentirosa con él, abrazados. Obviamente, yo lo vi y no lo invité al escenario por respeto. Después se subió él con la hija, todos ahí juntos.
Rulo: — ¿Te pasó alguna otra vez así con alguien famoso del ambiente musical?
Ariel: — Sí. Fuimos a tocar al cumpleaños de 15 de la sobrina de los Lopilato y estaba Michael Bublé. Yo amo su música, me encanta.
Rulo: — Aparte es buena onda, ¿no?
Ariel: — Sí, lo que se ve sí.
Rulo: — ¿No se acercó?
Ariel: — Estaba cantando yo y ya cuando íbamos yo decía: “¿Estará Michael Bublé?”. Soy muy fanático. Al tecladista le había dicho armame una pista que voy a practicar una canción de él y lo voy a invitar a cantar. Me cumple un sueño. Había practicado la canción.
Rulo: — ¿Cuál?
Ariel: — Feeling Good. Me lo había preparado. Yo pensaba que suba, canto un pedacito y después digo que canté con Bublé (risas).
Rulo: — ¿Y qué pasó?
Ariel: — Nosotros no habíamos contratado el sonido y de repente pasa él por adelante. Yo me quedé en el molde, profesional. Cuando miro para el costado estaba apoyado en un parlante mirando el show, los músicos, todo. Claro el monitoreo y todo eso sonaba como el “tuje” y pensé no lo puedo invitar a cantar con este sonido. Y no lo invité.
Rulo: — ¿Cómo no lo vas a invitar? Se hubiera quejado él del monitoreo (risas). Era una oportunidad de oro.
Ariel: — No lo invité. Creo que ya va a haber otra oportunidad. Yo lo escucho mucho, amo su música. De hecho, yo tengo muy buena relación con Darío Lopilato y le había dicho en su momento: “Llevame a comer, quiero conocer a tu cuñado” (risas).
Por si o por no
Ariel se animó a contestar el cuestionario levantando los carteles de Sí o No, según corresponda. ¿Qué confesó?
Rulo: — ¿Sos la estrella de Ráfaga?
Ariel: — Sí.
Rulo: — No se conoce mucho a los otros músicos.
Ariel: — Sí, Richard el violero es conocido, Ulises, Omar. Ellos son muy conocidos en el ambiente de la música. Los más fanáticos obviamente también los conocen.
Rulo: — ¿Te hubiese gustado que el hit Una Cerveza sea tuyo?
Ariel: — Sí, obvio. Totalmente. El tema es de nuestro representante Mauro, que era músico y se bajó del escenario para ser nuestro representante; y de Rodrigo. Los dos lo compusieron.
Rulo: — ¿Cuándo ibas a una fiesta y escuchabas la canción te molestaba un poquito?
Ariel: — No. De hecho, al principio no sonaba y cuando la escuché por primera vez dije: “¿Qué hicieron estos pibes?”. No me había gustado. Después, me la empezaron a pedir en los eventos y yo no la hacía porque no era mía. Yo hacía las canciones de Ráfaga que yo había cantado en algún momento. Por respeto, no usaba la canción que no era mía. Pero lo que me pasaba era que cuando iba a bailar, cuando estaba soltero y salía con mis amigos, ponían el tema y yo grababa cantando la canción y se los mandaba a los chicos de Ráfaga con los que tenía más relación. Ahí después me empezó a gustar y cuando la grabé, ni hablar.
Dinero
El avance en la carrera profesional trae consigo un crecimiento económico que, en algunas ocasiones, no es sencillo de manejar. ¿Cómo se administra Ariel en esta área y qué le gustaría comprarse próximamente?
Rulo: — La frase “El dinero hace sí da la felicidad” surge de un estudio de la Universidad de Princeton. ¿Qué opinas vos?
Ariel: — Sí, yo creo que sí. No da una felicidad concreta como, por ejemplo, a mí me gusta verlos cuando están jugando, cuando se ríen, cuando tengo charlas con mi hija mayor es una felicidad. Ahora, poder tener mi casa después de muchos años de mucho trabajo, y por culpa mía también porque yo he desperdiciado bastante también.
Rulo: — ¿En qué gastabas?
Ariel: — En pavadas. Salía mucho, compraba mucha ropa, cuando estaban mis viejos era muy de entregar todo. Nunca me importó la plata. A la distancia hoy uno sí quiere ahorrar, tener la casa y en eso tuvo mucho que ver mi mujer. A penas teníamos unos pesos, me decía vamos a cambiarlo para ahorrar.
Rulo: — Te refugiabas en el dólar.
Ariel: — Sí. Aparte cuando voy de gira traigo cosas para mis hijos. Ella me dice: “No traigas nada”. Pero no puedo. Soy así. Por suerte nos está yendo bien, trabajamos. Pero antes despilfarraba.
Rulo: — ¿Cuánto cobra hoy un show Ráfaga?
Ariel: — No sé exactamente, pero hay un cashe de 20, 25 mil dólares para tocar en una fiesta.
Rulo: — ¿Qué conviene más hacer un evento privado o sacar un tema con María Becerra?
Ariel: — Sacá la cuenta (risas). No, lo de María nos ayudó un montón porque nos situó en un lugar en donde no estábamos casi. Sí están los clásicos y la gente te reconoce en la calle, pero hoy por hoy, la movida está en lo virtual, la convocatoria está ahí.
Rulo: — ¿Deja plata el tema de Spotify?
Ariel: — Sí, dejar deja plata. De hecho, muchos de los artistas nuevos viven más de eso que de los shows. Nosotros vivimos de los shows. Aparte nosotros somos muchos, entonces la repartija siempre es menos porque somos 7. Todo lo que entra se reparte.
Rulo: — ¿Qué fue lo más loco que compraste?
Ariel: — Al principio de Ráfaga cuando empezamos a agarrar la primera guita que íbamos a afuera. Nos comprábamos cosas que no pudimos tener cuando éramos chicos: autitos a control remoto, helicópteros, todas esas cosas. Juguetes comprábamos (risas). Después fueron autos reales.
Rulo: — ¿Te gustan?
Ariel: — Me gusta tener un buen auto, pero esta vez prioricé obviamente la casa. Ahora tengo un auto de hace como 10 años, el próximo paso sería cambiarlo.
Rulo: — ¿Querés una nave?
Ariel: — No, tranqui. Tampoco ostentación.
Rulo: — ¿Sabés algo de criptomonedas?
Ariel: — Conozco el tema por arriba. Nunca me metí en el tema. Si tuve conversaciones con amigos que hablan de minerías virtuales y me han contado cosas, pero no me puedo meter en algo que no sé. Es como si me dijeran: “Ponete un restaurante”. Son espacios que no conozco.
Rulo: — ¿No tenés ninguna ni Bitcoin ni Etherium?
Ariel: — No nada, pero sí me interesa aprender, informarme para saber qué está pasando. En algún momento…