Rubén Darío Insua es uno de esos personajes del fútbol que se lo podría considerar como un trotamundos. Tanto cuando fue jugador como de entrenador recorrió distintos clubes por diversos países del continente. Su huella más grande la dejó en San Lorenzo, club en donde hizo su debut como futbolista y del cual fue despedido recientemente de la dirección técnica. A pesar del fin de ciclo inesperado, el cariño de la gente del Ciclón con el Gallego sigue intacto y el hincha no se olvida de la Copa Sudamericana ganada en el 2002, ni de sus retornos a la institución cuando lo llamaron en situaciones críticas.
El Insua futbolista fue un ícono de los 80. Mediocampista elegante, de pegada excelsa (que no envejeció) y polifuncional, al punto que llegó a desempeñarse como líbero sin que se le moviera un pelo de su inmaculada cabellera (que tampoco envejeció). Hincha de San Lorenzo, al igual que su papá, fue figura en el regreso a Primera y anotó el penal decisivo en cancha de Vélez ante El Porvenir, que lo hizo subirse al póster.
Lo quiso el Barcelona, pero para fichar allí debía resignar el sueño de jugar en la Selección, y decidió con el corazón. Pasó por Las Palmas y volvió a Estudiantes, donde profundizó su afición por el pizarrón. En Independiente saboreó la gloria, luego se mudó al Barcelona de Ecuador, al Deportivo Cali de Colombia y colgó las botas en Quilmes. Fue en Guayaquil donde se sentó por primera vez en el banco. El suceso lo visitó casi inmediatamente.
Ganó el campeonato local en 1997 y un año después llegó a la final de la Copa Libertadores, que perdió ante el Vasco Da Gama de Mauro Galvao, Juninho Pernambucano, Donizete y Luizao. Tuvo un regreso a Barcelona, pero debió aguardar a que se abrieran las puertas de su casa, San Lorenzo, para una segunda oportunidad en Argentina. Sucedió en 2002, en otro contexto complicado. El Ciclón venía de ganar todo con Manuel Pellegrini, pero las deudas obligaron a la flamante dirigencia desmembrar el plantel multicampeón y recostarse en la cantera, con múltiples juveniles en las selecciones nacionales. El elegido para surfear la tormenta fue Insua, con la popular sombra del chileno acosándolo.
En diálogo con Leo Montero habló de las dificultades para desarrollar programas a largo plazo en el fútbol argentino, pero también de su pasión por el fútbol, en cualquiera de sus facetas donde fue protagonista.
-¿Es fácil ser entrenador de fútbol en Argentina?
-Digamos que es una profesión no recomendable, pero al que le gusta si, a mí me apasiona el fútbol, me gustaba mucho cuando lo jugaba y ahora como entrenador...
-Pero fácil no es…
-Es difícil ser entrenador de fútbol en la alta competencia, es muy complejo. Argentina es una liga muy poderosa, está entre las tres o cuatro más competitivas a nivel mundial y hay que prepararse mucho para ser entrenador. La alta competencia te exige una multiplicidad de factores a analizar todo el tiempo, preparar la semana , el día a día, estudiar al rival, mejorar tu capacidad, la capacidad del equipo que vos manejas, es muy complejo y no es visible.
-En líneas generales, ¿te estafó San Lorenzo?
-No, no, yo llevaba casi dos años en San Lorenzo. Todo lo que tenía que hablar del 2024 lo hablé públicamente dos o tres veces y no hay mucho más. Lo único que se modificó fue que en diciembre hubo elecciones y hubo cambio de autoridades.
-Y eso llevó a tu salida...
-Y, yo creo que sí. Yo tenía contrato hasta diciembre de 2023, la conducción que asume nos ofreció la renovación. Nosotros teníamos un plan que había empezado en mayo de 2022 y se desarrolló hasta diciembre de 2023. Nuestro plan era continuarlo porque todavía quedaba bastante a desarrollar y yo creo que las actuales autoridades tenían otra visión, nada más que eso.
-Prematuramente te dicen “Gallego no va más”. ¿Por resultado o por dinero?
-¡No!. Generalmente en el fútbol se utiliza como argumento para no decir muchas veces la realidad. En Argentina es muy común buscar caminos alternativos a la hora de explicar algo.
-Te escuché decir que hasta querías donar parte del dinero que San Lorenzo te debía por tu amor al club.
-No es lo que suele suceder, yo siempre pienso que el fútbol es como la vida, siempre quisiera mirar hacia atrás y ser agradecido. Cuando San Lorenzo me transfirió a Europa también hice una donación para las inferiores del club y hoy parte de la infraestructura que tiene el club es gracias a la donación que hice de plata que me debía San Lorenzo. Es una forma de retribuir lo que habían hecho conmigo también.
-¿Es más fácil echar al técnico que a 11 jugadores?
-Los clubes buenos, los que le va bien, los que tienen un plan a mediano y largo plazo, le dan mucho valor al técnico y los grandes dirigentes cuando hay un conflicto entre un jugador y un entrenador, al primero que escuchan es al técnico. Pero mirá, es un tema de lógica, cuando vos eliges en un club a un entrenador les estás dando el manejo de tu máximo capital, que son los jugadores. Por lo tanto, es un contrasentido que vos debilites a quien elegiste que maneje tu patrimonio. Por eso los clubes fuertes escuchan al entrenador.
-Hay entrenadores que fueron malos jugadores, pero que son muy vivos para la estrategia, el liderazgo de grupo y terminan siendo mejores entrenadores de lo que jugaron, y viceversa.
-Cuando vos sos jugador, resolvés en base a tus cualidades, cuando sos entrenador tus ideas las ejecuta un tercero, eso es un poco más complejo.
-¿Estás con ganas de dirigir en algún otro lugar, estás para Paraguay, Ecuador, Colombia, te da lo mismo?
-Siempre es importante más que el país, el club. Si me surge la oportunidad de seguir en el fútbol argentino, que es el fútbol campeón del mundo, tengo un poco más de ganas de quedarme en Argentina, me gusta mucho el país. Tuve la oportunidad como jugador y entrenador de vivir afuera, pero mi casa está en Villa Luro.
-¿Qué pasa cuando te traen jugadores que no pedís? ¿Es usual? ¿Es raro?
-No sería lo ideal, si vos contratás un entrenador, le pagas el sueldo, los premios, habría que utilizarlo.
-¿Eso te pasó en San Lorenzo?
-Estos últimos meses el club se equivocó y contrató algunos jugadores que no había pedido, pero no es usual.
-¿Te sentís desoído?
-No se siente cómodo el entrenador y tampoco el jugador, cuando el jugador viene sabe si el entrenador lo pidió o no. Es construir algo que es difícil que salga.
-¿No será otra excusa? Te traigo ocho jugadores así te vas solo...
-El tiempo pone todo en su lugar. Un amigo mío siempre dice que el tiempo te delata.