Leonora empezó a trabajar siendo muy joven, a los 15 años. Su mamá la sacó del colegio privado cuando ya no lo podía pagar y la escuela pública le pareció demasiado común y ordinaria, como para mandar a su hija. Empezó como actriz en la televisión a los 17 años en ‘Montaña rusa, otra vuelta’. Pero casi inmediatamente la llamaron para trabajar en cine. La primera película fue Martín Hache, de ahí en más se sumaron otras como la emblemática ‘La ciénaga’ de Lucrecia Martel y más películas y obras de teatro. Acaba de publicar su primer libro ‘Una perla en la arena’. Un libro apasionante, valiente, entretenido, en el que Leonora se anima a hablar de su propia historia. Leonora nunca habló de su intimidad públicamente, ni de su vida privada. Hoy habla de su historia en su primera novela y en la voz de su madre, Sara.
– ¡Qué presentación!
– Es una historia increíble, nada de esto se supo. Leí ‘Una perla en la arena’ de un tirón. Un libro que habla de tu mamá, Sara, y que está dedicado a tu mamá Sara.
– Lo interesante de este libro es que en realidad no es mi voz, sino que es la voz de una madre, que en este caso sería la mía. Tiene muchas cosas que son reales y muchas cosas de ficción.
– Me interesa y me conmueve tu decisión de hablar, de poner tu historia ahí.
– Siempre me gustó escribir y tenía ganas de escribir. Es una historia que tenía muy cerca porque es bastante mi historia, la tenía en la cabeza y me parecía que tenía muchas cosas muy ricas para contar.
– ¿Te costó hablar en la voz de tu mamá?
– Fue mucho más fácil escribir en su voz que escribir como hija, creo que tiene que ver con ser actriz, fue escribir esta novela desde un personaje. Más allá de que sea mi madre, no dejé de interpretar lo que ella pensaba, por más que la conociera. No es lo mismo contar lo que uno vivió que verlo desde ese punto de vista. Me pareció una movida narrativa muy interesante para el libro.
– Hablás además de una mamá que es muy particular, no de una mamá común y corriente, que además te hizo sufrir.
– Creo que hizo lo que pudo, porque ella sufría también. Al ser un niño que ve a su madre en situaciones que por ahí no debería ver, al verla sufrir, enojada o en muchas situaciones límite también sufrí. No creo que haya sido adrede hacer sufrir, pero sí, por ahí podría haber hacerme vivir ciertas situaciones.
– Es la historia de una mamá con su hijita, con un nombre muy parecido al tuyo, que vive una vida de lujos pero que no paga por esos lujos.
– Exacto.
““LOS NIÑOS VEN EL MUNDO COMO LO VEN SUS PADRES. YO NO ENTENDÍA SI ESO ESTABA BIEN O ESTABA MAL. DESPUÉS ME EMPECÉ A DAR CUENTA”
– ¿Tenías conciencia de todo eso que pasaba cuando eras chica?
– Sí, tenía conciencia de eso. Pero viste que los niños ven el mundo como lo ven sus padres, porque es la primera visión que tienen. Entonces yo no entendía si eso estaba bien o estaba mal. Después me empecé a dar cuenta, por todo lo que eso acarreaba, de todos los problemas que venían después de eso.
– Difícil hablar en nombre de tu mamá y tomar una cierta distancia para no involucrarse, porque Sara hacía cosas condenables.
– Sí, eran condenables. Yo escribí este libro, más allá de que me gusta escribir, porque es una expresión artística, la idea no es bajar línea ni tener una ética. De hecho, elegí que sea la voz de ella para que no haya una moral ni una ética. Esta mujer pensaba de esta manera y era así.
“ERA UNA GRAN ACTRIZ, PERO EN LA VIDA REAL”
– Sara mentía.
– Era una gran actriz. Pero en la vida real. Sí. Creo que si hubiera usado eso para su propio bien o su beneficio, hubiera tenido una mejor vida. Como un buen uso de su talento, porque realmente tenía un talento para mentir para conseguir muchas cosas.
– Para hacer personajes y hacérselos creer a los demás.
– Sí, creo que ella también se los creía también. El título es ‘Una perla en la arena’. Ella estaba segura de que era una perla en la arena y yo un poco lo ratifico porque era una mujer muy especial, en un mundo muy complicado y consiguiendo cosas muy insólitas. Siento que era realmente especial.
– ¿Qué fue lo que te llamó más la atención cuando eras chica?
– Todos los años que vivió de una manera insostenible. Lo logró y logró encantar a la gente todo el tiempo hasta que en un momento se cansó. En la historia se cuenta eso.
– Vivió en un hotel muy lujoso.
– Sí, en muchos lugares muy lujosos.
– Y no pagaba. ¿Sabías eso?
– Sí. Yo sabía eso.
– ¿Estaba como normalizado?
– Sí. Es la vida que ella eligió. Es la vida que yo tuve. Y eso me hizo ser actriz, me hizo escribir. Entonces agradezco mucho también haber tenido una vida especial.
– Pareciera que describirla es juzgarla, y no es juzgarla.
– Pero estamos diciendo que no pagaba.
– ¿Cómo la describimos? ¿Era una estafadora?
– Como lo que te estoy diciendo. No diría eso, me parece fuerte. Era una mujer que con las herramientas que tenía conseguía muchas cosas. Lo que rescato más allá de todo lo otro, es que luchó, que fue una mujer que crió sola y no es poca cosa, y que también fue muy juzgada en una época en la que a las mujeres se las juzgaba muchísimo más que ahora.
– ¿Cómo fue el trabajo de racionalizarlo y de perdonarla? ¿Fue posterior? ¿Fue durante tu adolescencia o después?
– La verdad es que yo estuve enojada un tiempo, pero yo no tengo nada que perdonarle, ésa es la verdad. ¿Porque, quién soy yo para perdonar?
– ¿Estabas alejada?
– Sí, eso sí, pero de una manera más física. O sea, sabía lo que estaba pasando con su vida y todo. Lo que pasa es que no me llevaba muy bien.
– ¿No la veías?
– No, no la veía. Pero sí hablaba.
– Hay anécdotas que contás increíblemente bien en el libro, además de situarlas en la época, que son muy crueles en relación a un niño. Eras vos la niña
– Hay una escena donde hay un poco de verdad y un poco de ficción, como en todo el libro donde está Sara con su hijita recorriendo la ciudad en un taxi, viendo donde dormir esa noche, con la perra. Es una escena que me habla mucho del libro. Sí, es una escena desgarradora, tiene bastante real y un poco de ficción. Si pensás en un niño en esa situación, y sí, es desgarrador.
– Las anécdotas de ese libro son las de una niña sola, de una niña bastante abandonada por sus dos padres, decidiendo las cosas sola.
– Sí, es lo que toca.
“ELLA ARMÓ UNA PUESTA EN ESCENA PARA QUE UNOS PARIENTES QUE NO ERAN REALES LE PAGARAN UN ADELANTO POR UN CAMPO QUE NO LE CORRESPONDÍA”
– Una niña que no pudo vivir una infancia normal. Hay anécdotas muy locas. Como por ejemplo cuando se fueron a Europa sin saber a dónde iban a vivir.
– Sí, todo era bastante irreal y no era creíble. Pero ella armó una puesta en escena buscando a estos parientes que ni conocía y que ni siquiera eran parientes reales. Y se fue a pedirles un adelanto para que compren un campo en la zona norte de Argentina, un campo que era un campo que existía, pero no le correspondía a ella. Tampoco estaban los papeles. Estos parientes vieron a una persona que no aparentaba tener problemas económicos, cargada de tapados de piel. Entonces la respuesta de esta española fue: ¿por qué no vas a vender un tapado de piel en vez de pedirme dinero con esta niña? Por supuesto ella se ofendió, sus tapados de piel eran intocables. Y todo su plan fue totalmente truncado y volvimos sin conseguir lo que quería conseguir. Pero por suerte, con todos los tapados de piel intactos, eso sí.
– ¿Los tapados de piel existían en la vida real? ¿Tenía muchos tapados de piel tu mamá?
– Sí, existían, tenía de todo tipo. Eran bastante lindos, hoy la verían con eso y les tirarían pintura.
– Pero para ella eran los objetos más preciados.
– Sí, eran muy preciados. En un momento se iba a llamar ‘Tapado de visón’ el libro. Tenía admiración por todo lo que era lindo o lujoso, un lujo de otra época. Pero sus tapados eran como sus hijitos, algo así.
“QUIÉN SOY PARA JUZGAR? POR MÁS QUE HAYA SIDO MI MADRE, ¿QUIÉN SOY PARA BAJAR UNA LÍNEA?”
– Fuiste tomando una distancia. Se te ve muy racional en relación a todo lo que atravesaste.
– Sí. ¿Quién soy para juzgar? Por más que haya sido mi madre, ¿quién soy para bajar una línea? Porque es una mujer que cría sola, que no está tan bien de la cabeza y que hace lo que puede. Entonces tengo distancia y aprendí también a tener un poco de empatía. El libro me ayudó en ese sentido, por eso también se lo dedico a ella, porque entiendo que, es muy cliché lo que voy a decir, hizo lo que pudo.
“ESTUVE ENOJADA TODA LA VIDA CON MI MAMÁ. ELLA SUFRÍA Y HACÍA SUFRIR A TODOS LOS QUE TENÍA ALREDEDOR”
– ¿Cuánto tiempo estuviste enojada? ¿Cuánto duró el proceso de entenderla y desenojarte?
– Toda la vida, sí. Hasta después de tener hijos no la podía ver desde otro lugar, yo seguía un poco enojada con ella. Después entendí que hizo lo que pudo y que también sufrió mucho todo el tiempo. No es que ella estaba en los laureles y trataba mal a la persona que tenía al lado, ella sufría y eso hacía sufrir a todos los que tenían alrededor.
– Cuando escribiste la dedicatoria pusiste entre otras cosas, ‘la tengo impregnada, me veo en ella’. ¿En que la tenés impregnada?
– Son los primeros ojos que tenés en el mundo, la primera manera de ver las cosas que tenés. Y uno sabe que cuando sos chico se te graba todo para siempre. Entonces más allá de que no me parezca o sí en algunas cosas, siempre va a estar en mí. Más allá de que haya tenido una buena relación o no, es algo ya casi como sanguíneo.
– ¿Cuando ella murió estabas desenojada?
– Ya estaba desenojada. Fue un proceso, ya lo tenía más resuelto.
“ ‘¿CÓMO ESTÁ HUMOR HOY?’ ERA UNA PERSONA INESTABLE. DE LA SALUD MENTAL EN ESA ÉPOCA NO SE HABLABA”
– El personaje de la niña parecía sentir miedo.
– Sí, yo creo que sí. No creo, sí, sentía miedo. Por la inestabilidad, no saber cómo se va a levantar un día, cómo va a estar al otro día. Todo podía cambiar de un momento a otro. Siempre venía gente a casa a visitarla y preguntaba ¿cómo está? ¿Cómo está de humor hoy? Era una persona inestable. Podía estar muy bien, deprimida o de mal humor. De la salud mental en esa época por supuesto que no se hablaba, es algo que se habla desde hace muy poco tiempo. Y tampoco hubo una red de mujeres, pienso que si hubiera habido una mujer o alguien que la hubiera ayudado, que dijera: ‘esta mujer está con una chica sola, tiene problemas, hagamos una red de contención, aunque sea por la niña, llevémosla a que se trate’. Creo que en ese sentido estuvo muy sola.
– ¿Se hubiera dejado ayudar Sara?
– No, no se hubiera dejado, pero nadie lo intentó tampoco. Eso es cierto, no sé si se hubiera dejado. Es verdad lo que decís.
– Tenía amigos
– Tenía gente que la quería mucho, sí. Y alguien muy cercano que estaba todo el tiempo con ella, era incondicional el amor que le tenía. Por eso te digo que tiene una personalidad muy querible.
– A esta niña la mamá saca del colegio.
– La saca porque le parece muy mundano mandarla al colegio. Piensa que su hija tiene que estudiar como las hijas de los diplomáticos. No tiene ganas de mandarla a un colegio público y tampoco tiene ganas de levantarse a la mañana y tener esa rutina de tener que mandarla y todo lo que implica, ya sabemos, ese trabajo que implica llevar a un niño al colegio.
“NO ES NORMAL NO HABER MANDADO A TU HIJO AL COLEGIO”
– Eso no es normal.
– Por supuesto que no, no es normal. Pero terminé el secundario en un colegio de adultos dentro de ATC los cinco años en tres años. Después hice dos carreras terciarias que no terminé porque no me interesaban, me aburrían, pero sí, obviamente no es algo normal no haber mandado a tu hijo al colegio. Y la explicación es porque le parecía algo muy ordinario. Como decir ‘no puedo sostener esto, no tengo ganas, que estudie con una maestra particular’. Y estudiaba en casa con una maestra particular, como los hijos de los diplomáticos, decía, después rendía libre. El secundario no lo terminé, después lo terminé por cuenta mía. Yo tenía re ganas de ir al colegio obviamente, veía a los chicos que iban al colegio y me moría de ganas. Las veces que cursé, que fui al colegio, me encantaba estar. Iba tan poco que quería ir.
“ESTUDIABA CON UNA MAESTRA PARTICULAR. YO VEÍA QUE LOS CHICOS IBAN AL COLEGIO Y ME MORÍA DE GANAS.”
– ¿Se lo decías?
– Con un poco de miedo le preguntaba, yo veía que se acercaba la fecha y no sabía. Yo esperaba la novedad, la noticia y algún que otro año llegaba y a veces no llegaba, no llegaba... Y pasaba que le faltaba un certificado porque nos habíamos mudado, entonces hablaba con la directora y la directora le hacía la gamba y me anotaba unos meses, pero ese certificado nunca llegaba. O la plata ella no la usaba para pagar el colegio y se armaba una cuota gigante, entonces terminaba sacándome. Pasaba eso. Una amiga me decía el otro día que la directora del colegio podría haber entendido que yo tenía que ir al colegio y hacerle la gamba si la conocía de hace un montón, estaba también muy sola.
– Me arriesgo a pensar que tenía una personalidad tan fuerte que tampoco nadie se le animaba, digamos.
– Yo creo que sí, no aceptaba un no como respuesta, eso era. Por ahí no se atrevían a decirle que no a algo, pero porque era encantadora. Sí, terminaba comprándote o terminabas comprando lo que te decía y para mí eso es un don gigante. Siempre pensé, qué trabajo tan grande o qué esfuerzo tan grande, ¿por qué no usar todo esto para otra cosa?
– ¿Cómo era ese esfuerzo que ella hacía?
– Hablar con alguien y no pagar, no podía pagar la luz y conseguir que posterguen el corte de luz, que le reconecten la luz por falta de pago. Cosas muy impresionantes. Tanto esfuerzo lo hubiera usado en lo que era su sueño que era decorar, decoraba increíble. Yo digo, ¿por qué no se dedicó realmente a hacerlo? Le hubiera ido muy bien.
– Lo que decís es que trabajaba para no trabajar, pero que trabajaba muchísimo.
– Muchísimo, ¿entendés? Muchísimo. Iba a Tribunales a las 7 de la mañana. Mil horas hablando con abogados, con jueces, con secretarios… Era muy gracioso, decía que ella era abogada ya. Te juro que ya sabía tanto de cosas, de juicios, de fechas y de expedientes que casi que podría haber sido abogada.
– Hay algo de admiración en lo que transmitís.
– Sí, para mí tenía mucho coraje ella. Lo que pasa es que no sé con qué fin. Por eso te digo lo de la salud mental, mal enfocada.
– Me impresionó que sea tu primer libro y que esté tan bien escrito. Hay algo que no habías mostrado antes, el libro te lleva.
– Me han dicho mucho eso, que es fácil de leer, me parece que es porque soy una narradora de acciones, tiene que ver con la actuación y la formación en cine y en teatro. No tanta atmósfera, sino ir al hecho de lo concreto.
– Por momentos Sara parece Joan Crawford en ‘Mamita querida’, una gran diva que hace y deshace, súper glamorosa. ¿En ese lugar elegiste ponerla para quererla?
– Sí, yo me acuerdo que vi esa película cuando era chiquita y que me sentía un poco identificada, pero sí. ¿Querer? Bueno, sí, quererla, podemos decir quererla. Pero en realidad la pongo más en un lugar más de empatía que de diva. La veo como frágil. Pobrecita, pienso. Sufrió mucho e hizo las cosas difíciles para los demás y para ella, sobre todo.
– ¿No había alguien más con vos?
– No. Ella estaba conmigo. Por eso te decía la mujer sola, luchando, criando. Por supuesto, el libro es para ella. Está dedicado a ella. Y es que también el material y la historia y el personaje es tan rico que era algo que yo tenía en la cabeza para contar. Si hubiera sido otra cosa, por ahí no hubiera tenido la inspiración para escribir. Desde ese lugar se lo agradezco.
“EL LIBRO LE HUBIESE GUSTADO, PORQUE ES ELLA LA QUE HABLA. Y PORQUE EN LA FOTO DE LA TAPA ESTÁ LINDA TAMBIÉN.”
– ¿No se hubiera enojado si lo hubiera leído?
– No, yo creo que yo creo que le hubiera gustado, sobre todo porque la voz es la de ella la que habla. Creo que estaría bastante conforme, porque la foto que puse en la tapa está linda también.
– A mí sola me sorprende cómo lo hablás, con qué distancia, con qué tranquilidad y con qué racionalidad todo lo que atravesaste
– No, que hablo con liviandad el tema me lo han dicho, sí, pero me parece que está bien.
– Como si no lo hubieras vivido, sufrido. Como si trabajaras un material.
– Es que ya lo viví. Lo del material está claro ahí. Y sí, hice un trabajo. Yo creo que el psicólogo que tenía me vino muy bien, hice con muchos, supongo que es por ahí. Yo le agradezco a la terapia, o qué pensás? Me parece que salva vidas la terapia. También lo que dijiste antes es muy interesante. Me dijiste, ¿ella hubiera soportado? ¿Una persona así con esta personalidad? Mucho narcisismo. Hay personas que no se bancan que el psicólogo les diga cosas que no les gustan. Entonces no sé si todos se lo bancan. A mí me sirvió mucho la terapia. Siento que a todos nos pasan cosas en la vida, de todo, y que hay que atravesarla. Si te seguís castigando y victimizando... La vida es un montón de cosas buenas, malas, dolorosas y uno tiene que ver qué puede hacer con eso, es re cliché lo que dije (risas).”
“YO QUERÍA IR A TRABAJAR PORQUE NO IBA AL COLEGIO. SOBRE TODO IRME. AIRE. OTRA GENTE.”
– Tu primer trabajo fue en una panadería.
– Sí, eso es real. Una amiga mía trabajaba ahí, me consiguió el trabajo. Yo quería ir a trabajar porque no iba al colegio, o sea salir sobre todo, irme.
– Irte de tu casa.
– Aire, otra cosa, gente. Me echaron a los 15 días porque me reía mucho con mi amiga. Después trabajé en un bar un año entero, de noche. Hacía milk shakes y postres en la barra. Primero me habían puesto de moza pero no me bancaba a la gente y la trataba re mal. Entonces el encargado, que era muy buena onda, me mandó a la barra porque era el pre de antes de ir a un boliche. Bien chiquita, 16. A mí me encantaba ir a trabajar. Después empecé a trabajar de actriz y en el medio también de vendedora, estudiaba diseño de indumentaria.
– Para poder irte de tu casa.
– Sí, me parecía recontra necesario.
– Empecé la entrevista contando que hiciste muchas películas. Desde La Ciénaga, Martín Hache, Cordero de Dios y mil más. Y obras de teatro, tele. Sin embargo, nunca subiste el perfil, poco se sabe de tu vida privada. Elegiste no contar por ejemplo acerca de tu larga pareja con Gustavo Cerati. Quizás todo lo contrario a lo que hubiera hecho tu mamá. Uno se identifica o elige diferenciarse supongo,
– Sí, es verdad, hubiera hecho un montón de bombos y platillos. Tiene que ver con eso. Totalmente. No lo había pensado. Si ella hubiera hecho todo eso sería con fuegos artificiales directamente, por su personalidad. Supongo que debe tener que ver con eso. De la vida privada, contar por ahí no tanto. Ahora escribí un libro y hablo de mi mamá (risas). Pero sí, son muchos años.
– De vida, ¿decís?
– De vida, de trabajo. Desde los 17 años como actriz es un montón.
– Imagino la cantidad de cosas a las que le dijiste que no, notas, tapas de revistas, exposición.
– Sí, es que antes era un poco más reacia a todo eso, de hecho me reconocían en la calle y yo decía: no, no soy yo. Pero es imposible disimular porque era la de ‘Montaña rusa’ con el pelo indisimulable. Era yo sí o sí, ¿entendés? ‘No, no soy, no soy’.
– ‘Una perla en la arena’ se llama porque Sara, tu mamá, se destacaba, porque era perfecta, porque era preciosa. Eso se lo había dicho el papá, tu abuelo. Le quedó grabado para toda la vida.
– Mirá cómo te quedan las cosas que te dicen cuando sos chico. Sí, y hay que trabajar con eso todo el tiempo.
Hacerse cargo de lo que cuenta un libro duele, pienso. ¿Cómo separar la ficción de la realidad cuando escribimos acerca de nosotros mismos, si además no nos gusta hablar públicamente de nuestra vida privada? ¿Si siempre guardamos celosamente nuestra intimidad? Leonora atraviesa ese proceso por estas horas, este dilema. Contarles a todos la vida de Sara y a la vez, atravesar el pudor de que la reconocemos en las anécdotas. Vivir ese vértigo del primer paso de una futura gran escritora. Lo único que escribimos para nosotros mismos los escritores, dijo Umberto Eco, es la lista de las compras.