Rubén Tuesta es influencer y un poco más. Se puede decir que es todo un fenómeno latinoamericano en plataformas digitales. ¿Por qué? Porque traspasó el mundo de las redes sociales y caló profundo en los hogares. Así alcanzó una cifra exorbitante de seguidores: 66.4 millones.
Su comunidad se compone de 36.5 millones en TikTok, 22.2 millones en YouTube, 4.5 millones en Instagram, 3.2 millones en Facebook, especialmente de niños que conversan, se ríen ―me consta― a la salida del colegio sobre sus videos. Y hasta van al teatro a verlo cuando se presenta.
Su popularidad comenzó cuando se volvió viral a través de las imitaciones de personajes como Homero Simpson y Mickey Mouse, pero fue la creación de Cachetes, inspirado en el entrañable personaje de Quico, del mítico programa televisivo de El chavo del 8, lo que lo llevó al estrellato. Incluso, fue el ganador de una importante estatuilla de los TikTok Awards 2023.
Y hay más: su personaje ganó notoriedad cuando parodió las Music Sessions de Bizarrap, en especial con las canciones de Quevedo y Shakira. El video “Cachetes X Quevedo”, con su letra, fue un éxito para los niños entre los 6 y 10 años durante la época del Mundial Qatar 2022: “Quiero a Messi y me tocó Mbappé”, cantaban mientras encontrar las figuritas para completar el álbum era una odisea inédita.
Nacido en Chiclayo, Perú, Tuesta demuestra su talento artístico desde muy pequeño con imitaciones que llegaron hasta los programas de televisión en su país natal. “Un ángel que no podés comprar”, define el influencer. En 2017 quiso estudiar Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero el destino le tenía preparado otros planes: ser el “Rey de Youtube”.
“Nunca sumé la cantidad de seguidores y me sorprende el número. Es una locura”, dice Tuesta y agrega: “Por suerte, no soy una persona que está pendiente de cómo le va al video, cuántos comentarios tiene. A estas alturas, no. En los primeros años, me ponía muy de ‘sube, sube’ o ‘¿por qué se estanca?’ Ahora tiro el contenido y sé que gusta”.
Y Tuesta cuenta cuál es su secreto.
―Mai: ¿Hay alguna fórmula secreta para generar contenidos? Porque hay creadores de contenido que hace 10 años que están y vos tenés 62 millones de seguidores y empezaste en la pandemia.
―Rubén Tuesta: Hay muchas cosas. Primero, tener un ángel artista y ese ángel no lo podés comprar o estudiar. Eso, para mí, es de nacimiento. Teniendo eso, formándote ―yo me formé actoralmente― y, después, la constancia de estar todo el tiempo generando contenido, y buscar algo que te identifique en las redes sociales. Que la gente, cuando entra a las plataformas, diga “yo lo sigo a este porque hace esto”. Hay una cantidad enorme de humoristas, pero me particularicé por un personaje que la mayoría no lo hace. Y ese personaje tiene un mundito, que es la mamá, el papá, y su forma de vivir y de ser. Se identifica mucho con una familia. Me cruzo con gente que me dice: “A vos te sigo porque el papá es como yo y me veo identificado”, o “tu mamá soy yo”. Y el nene, que le encanta el personaje porque es muy llamativo y muy colorido, también. Todo eso suma para que sea lo que soy ahora en redes.
―Mai: ¿Qué te pasa con la gente en la calle?
―Rubén Tuesta: Me siento observado todo el tiempo. Me voy por la calle, me siento observado; me voy a comer, me siento mirado. Si estoy comiendo y sé que una persona más allá me está mirando cómo como y un nene está dado vuelta mirándome, he aprendido a vivir con eso. Si estoy apurado, caminando por la calle, y veo un cúmulo de gente viniendo, yo siempre salgo con gorra, entonces camino mirando al piso, pero porque estoy apurado.
―Mai: Porque no tenés tiempo
―Rubén Tuesta: Claro, porque estoy apurado. Ya he tenido experiencias de gente que se me va encima y eso hizo que, inconscientemente, cuando vea un cúmulo de niños, no saber qué hacer o querer cubrirme.
―Mai: ¿Lo tratás en terapia?
―Rubén Tuesta: Lo trato en terapia, sí, y tuve que mudarme por esto también. Vivía en un edificio y de la nada, un día, me tocaron el timbre: “Hola, Rubén. Hola, Cachetes, ¿Sos vos?”. Media hora tocándome el timbre, una hora, dos horas. Cada vez que atendía había dos, tres, cuatro personas. Entonces, los pibes, al ver que en el tercero “A” donde vivía yo, no atendía nadie, empezaban a tocar todos. El portero del edificio me dijo: “Mirá, Rubén, sé que no es tu culpa, aunque es a la vez, y los vecinos se me están quejando. Me tuve que mudar a una casa.
El furor de “Cachetes”
“Desde que nací, el recuerdo de mi infancia es de estar viendo El Chavo del ocho con mi papá a las seis de la tarde, el horario en que lo pasaban en Perú”, hace memoria Tuesta. Su infancia, sin dudas, es una gran fuente de inspiración. “Moría de la risa”, dice el influencer y recuerda que su mamá le decía que iba a “quedar torpe de tanto verlo”. Pero no.
“Ahí nació mi gran pasión por actuar”, confiesa Tuesta y agrega que siente una profunda admiración por Roberto Gómez Bolaños y Carlos Villagrán, quien encarna al mítico “Quico”. Durante la pandemia, empezó a subir videos a TikTok encarnado ese personaje que tanto le gustaba, ahora, con su estilo.
―Mai: ¿Cómo surgió el personaje de Cachetes?
―Rubén Tuesta: Fue todo casualidad que yo haya empezado a imitar a un personaje tan querido a nivel Latinoamérica, o sea, Quico. Un personaje que es tan querido y más aún que lo haga y lo haga bien, que lo haya agarrado y que ahora lo haya hecho propio yo. Fue una mezcla de todo. Al inicio, me “heteaban” mucho ―y con razón―, porque por el celo de no ser él, de que es un personaje tan querido y no lo vas a hacer bien, o no puede ser que robes esa imagen.
―Mai: ¿Cachetes es Cachetes por una cuestión de derechos sobre el nombre del personaje?
―Rubén Tuesta: Parte y parte. Cachetes es por decir “no quiero que me hagan ningún problemita, le vamos a cambiar el nombre”; y, también dije “tengo que darle mi identidad a ese personaje”. Me acuerdo de haberme sentado a dibujar el trajecito que ahora tiene Cachetes, lo terminé y lo conversé con un abogado y me dijo: “Sí, patentalo, porque lo único que tenés igual a Quico en este momento son los cachetes. Después, le diste una identidad, lo trajiste al 2024, le diste una mamá nueva, un papá nuevo, un mundo nuevo, unos chistes actuales. Todo está bien”.
―Mai: ¿Y alguna vez te cayó alguna demanda?
―Rubén Tuesta: Al contrario, nunca. Fui a México con el traje de Quico, al restaurante de los hijos. Me trataron re bien. Me siguió la página oficial de Chespirito, me propusieron trabajar con ellos.
―Mai: ¿Qué le dirías al niño que te mira, te admira y que quiere ser vos?
―Rubén Tuesta: Si es lo que quieren, primero, estudien mucho porque esto no cae del cielo. Estudien. Si están en el primario, estudien el primario y después el secundario. Y después, si quieren formarse como actores, estudien actuación. Porque si lo hacen por hacer, no va a ir bien. Sean constantes. También hay que escuchar a los papás, y si su corazoncito late por la actuación, háganlo y sean felices.
Los límites del humor
El humor es un tema que genera debate constante entre creadores de contenido, audiencias y críticos. “Al principio cometés el error de ser novato”, reflexiona Tuestas y hace referencia sobre los límites que aprendió a fuerza de prueba y error en los inicios de su carrera.
―Mai: ¿Cuál es tu límite con el humor?
―Rubén Tuesta: Es muy difícil hoy en día hacer humor sin ofender a nadie. Cada chiste, cada video tiene un límite de ofender. Entonces, yo no me hago tanto la cabeza. O sea, sí es que hay que tener cuidado, pero no hay que ser tan estricto, porque si no, no podés hacer ningún video. mi humor tiene que ser familiar.
―Mai: ¿Con qué cosas no te metes? Y decís hasta acá llego
―Rubén Tuesta: Hay muchos límites. Antes hacía cámaras ocultas en la calle y la gente me quiso pegar. Por ejemplo, había dos bolsas de consorcio, entonces yo me metía a una y me quedaba ahí tapadito, ponía una cámara en un poste de luz, hacía un huequito y cuando veía que venía alguien salía y gritaba. Ahora lo pienso y no puede ser.
―Mai: Quizá venía una señora mayor y la matabas de un infarto
―Rubén Tuesta: No veía eso en mi mente. Hasta que un día vino un grandote, un “malote”, se asustó, pegó el grito de su vida y se dio cuenta de que estaba en el medio de la calle, que la gente lo miraba y me quiso pegar. El amigo lo paró y le dije: “Pará, pará, es una cámara oculta, perdón, perdón”. Y él me decía: “¿Dónde está la cámara? ¿Dónde está? ¿Dónde está la gente? Borralo ahora”. Y me lo hizo borrar y, como era iPhone, no se había eliminado de verdad y lo subí a la noche. En media hora tenía seis millones de visualizaciones en TikTok. ¡Y cuando me llegó el mensaje del tipo! “Yo te dije que no lo subieras, ya me lo mostraron muchos familiares. Te voy a meter una carta documento, sé tu dirección, sé cómo te llamás”. Ahí me cagué y lo borré. Pero cuando lo hice, ya otras páginas lo habían subido. Eso es algo que no lo vuelvo a hacer más.
“Una buena decisión”
Tuesta tenía un sueño: estudiar en Argentina. Pero ese anhelo se fue moldeando para transformarse en su nuevo hogar. Reside en Buenos Aires desde 2017 y, con el cierre de los teatros debido a la pandemia de COVID-19, Rubén se vio forzado a encontrar formas creativas de obtener ingresos. Así aparecieron las redes sociales y la tierra de las nuevas oportunidades para toda la familia.
―Mai: ¿Cómo fue que viniste a la Argentina?
―Rubén Tuesta: Porque me expulsaron de mi país (risas). Mentira. Vine por estudios. Quería estudiar Comunicación Social en la UBA. A los 18 años vine solo. Mi tía me dijo: “¿Qué querés que te regale para tus 18 años?” “Ayúdenme a ir a Argentina, págueme medio pasaje”, le dije. Vine a veranear. Después, al mes, llamé y dije: “Papá, no voy más”. “¿Cómo que no venís más? Vos sabías que te ibas a estudiar y no nos dijiste nada”, me dijo. Pero a los dos meses, mi mamá me llama y me dice: “Hijo, decidimos con tu papá que vamos a ir”.
―Mai: Ellos dejaron todo. ¿Trabajaban en Perú?
―Rubén Tuesta: Dejaron todo. Trabajan en Perú, pero el trabajo no era estable allá.
―Mai: ¿Y ahora están trabajando acá?
―Rubén Tuesta: Ahora están trabajando y están bien. Es más, mejor. Fue una buena decisión.
―Mai: ¿Necesitan trabajar tus papás?
―Rubén Tuesta: Ahora no, pero mi mamá y mi papá no pueden estar sin trabajar.
―Mai: ¿De qué trabajan?
―Rubén Tuesta: Mi papá hace Uber y mi mamá trabaja de asistente geriátrica.
―Mai: ¿Les decís que YouTube paga bien?
―Rubén Tuesta: Sí, me pude comprar mi casa en Argentina. Me quité un peso de encima y puedo decir que tengo esto, pase lo que pase ahora, ya estoy más resguardado. Y, después, soy muy ahorrativo.