Leo Montero entrevistó al preparador físico en Random, el ciclo de Infobae. Contó cómo era su vínculo con Diego Maradona, recordó el doping del Mundial 94 y explicó a qué se deben tantas lesiones en el fútbol actual.
Fernando Signorini, conocido popularmente en el mundo del fútbol como “el profe,” es un destacado profesor de Educación Física especializado en la preparación de deportistas de alto rendimiento. Nacido en Lincoln, una ciudad de la Provincia de Buenos Aires, comenzó su extensa y prestigiosa carrera en 1972 en el club Rivadavia de Lincoln.
A lo largo de su trayectoria, ha trabajado con dos entrenadores campeones del mundo César Menotti y Carlos Bilardo. Fue el histórico preparador físico de Maradona y de diversos futbolistas de renombre.
En la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010, fue el responsable de la preparación física de la Selección Argentina.
Signorini entrenó a jugadores de la talla de Javier Mascherano, Juan Román Riquelme, Carlos Tévez, Diego Milito, Sergio Agüero, Esteban Cambiasso, Vincenzo Montella y Jürgen Klinsmann, entre otros.
Su carrera incluye experiencia en clubes argentinos como Atlético Quiroga, Independiente, Racing, Rosario Central y Banfield. En el extranjero, trabajó en Sampdoria, en Italia; y en varios equipos mexicanos, como Tecos, Puebla, Venados, Coras y Atlético Zacatepec.
Leo: — Maradona, Messi, Riquelme, guiaste a tantos buenos jugadores, ¿te preguntaste alguna vez por qué te tocó estar con todos esos grosos? ¿Por qué te tocó a vos y no a otro?
Fernando: — Sí, lo pensé muchas veces hasta que Borges me convenció de ser partidario del determinismo y no del libre albedrío. Me tenía que pasar y aunque parezca increíble, porque es un privilegio desmedido y exagerado, me tenía que pasar y me pasó. Y todo lo que me pasó era porque me tenía que pasar y todo lo que me va a pasar es porque me tiene que pasar y no me va a pasar nada que no me tenga que pasar. Me convencí porque sino es hacerse problema por cosas que además no van a pasar. Es como esos que dicen: “Yo dentro de 15 años”. ¿Por qué dentro de 15 años? Quién te dijo que en 15 años vas a estar acá.
Leo: — ¿Cuándo empieza tu función como profe con Diego?
Fernando: — Él me vino a buscar para ofrecerme esa descabellada idea de transformarme en el primer preparador personal para un jugador de deporte de equipo. Eso no existía. Me invitó porque yo empecé ayudarlo en la recuperación dinámica, en el ‘83, después de que el doctor Rubén Darío Oliva, médico nacido en San Justo, traumatólogo, que fue el médico del cuerpo técnico de César Menotti en el 78 y en el 82, durante los dos mundiales, gracias a él Diego volvió a jugar al fútbol y nadie lo nombra. Yo lo empecé a ayudar después de una fractura que tuvo ese año, como un amigo que estaba cerca y un día le gustó mucho lo que hacíamos. Y no sé. Habrá visto en mí la persona que lo podía ayudar. Me lo ofreció, lo puse en duda, le dije que me dejara pensarlo, y cuando acepté, me dijo que tenía que pasar por la oficina de su apoderado para firmar un contrato. Y yo le dije: “Mirá yo con vos no voy a firmar ningún contrato. Esto tiene que ser una relación de mucha honestidad, mucha nobleza, vos me dijiste que le ofreciste ayuda a muchos amigos que después te terminaron haciendo juicio, así que de nuestra relación no va a comer ningún ave negra. Así que vengo en apretón de manos y vamos. El día que no te sentís más a gusto, venís y me lo decís y me voy sin reclamarte nada. Pero yo juego con las cartas del mismo mazo”. Así le dije textual y tan mal no nos fue. Estuvimos más de 11 años así.
Leo: — ¿Maradona fue el punto inicial? Porque se te pregunta mucho por él por la cantidad de años que estuviste a su lado, pero ¿ese fue el inicio real?
Fernando: — El primero que me abrió la gran puerta fue Menotti porque cuando a mí no me conocía nadie, yo venía de Rivadavia, de Lincoln, ni siquiera de Buenos Aires o de un gran club, de Atlético Quiroga del partido de 9 de Julio.Le pedí permiso después de mucho bregar porque no me dejaban llegar a él en Barcelona y sin conocerme, sin saber quién era, cometió un acto de gran irresponsabilidad porque me dijo que sí. Y ese sí, significa que hoy, entre otras cosas, esté hablando con vos porque si él hubiera dicho que no. No sé qué hubiera sido de mi vida. A partir de ahí lo conocí a Diego y me pasó todo lo que me pasó.
Leo: — ¿Diego era un dotado físicamente, de aire, de piernas, de salto, de estatura, biomecánicamente tenía un talento especial?
Fernando: — Yo digo que estos chicos no nacieron para ser explicados. Es como explicar un paisaje maravilloso que cuando lo ves, volves a tu casa, querés explicar los rayos del sol en el agua, la nieve… no podes. Ellos son iguales. Leo es igual, Román es igual, se igualan en eso en que son inexplicables. Ni hablar de lo mental. Una vez a raíz de la lectura de un artículo que se llama Conferencia sobre la Estrategia, de François Jullien, que es un filósofo francés,él trae el concepto de estrategia desde la antigua Grecia pretérita, antes de los filósofos, y explica que si uno lee la Ilíada y la Odisea uno descubre que Ulises no era una persona inteligente desde el punto de vista psicológico, pero lo era desde el punto de vista estratégico, él llegaba al combate, llegaba al combate y miraba por dónde podía ir. Tres mil años después, Diego, Leo, Román, Ronaldinho, los grandes jugadores de fútbol, de báquet, pero fundamentalmente en el fútbol que es el más complejo de todos, ellos están dotados, según los Elenistas, de una inteligencia que se denomina Metis, que es una palabra griega que significa inteligencia astuta, una inteligencia que está mucho más cerca del instito animal que de ser racional. Ni ellos lo saben, por supuesto que no lo saben, pero están dotados además de un campo de visión. Una vez el doctor Antonio Dal Monte, que era quien nos ayudó en la preparación de Diego para el Mundial 86 y después para el 90, dijo: “Tu amigo hubiera sido un excepcional piloto de prueba de aviones de guerra”.
Leo: — ¿Por Diego lo dijo?
Fernando: — Sí y también Messi y Riquelme por la visión periférica. Eso desmiente eso de que Dios hizo a todos los hombres iguales (risas).
Leo: — Además de inteligencia, intuición también.
Fernando: — Sí. Cuando cualquiera de ellos tres se meten entre 6 piernas ahí no puede pasar por la razón la decisión de ir para un lado o para el otro, ahí pasa por el instinto. Son animales que están jugando al fútbol y están resolviendo un problema a favor de la eficacia.
El doping
Después de vencer 4-0 a Grecia en su debut mundialista en el estadio Foxboro de Boston el 21 de junio de 1994, comenzó a circular un rumor en la concentración del equipo dirigido por Alfio Basile, en Babson College, debido a la forma en que Diego Maradona celebró su gol.
Cuatro días más tarde, tras la segunda victoria de Argentina en Estados Unidos, un 2-1 contra Nigeria con dos goles de Claudio Caniggia, Maradona salió de la cancha acompañado de una enfermera rubia, vistiendo una camiseta blanca con una cruz verde en la parte delantera. Su función durante el Mundial era la de “chaperona”, como denominaba la WADA (Agencia Mundial Antidoping, creada en 1999) a los oficiales antidoping que escoltaban a los futbolistas seleccionados para el control.
Diego y la oficial se dirigieron de la mano al control antidoping rutinario. El otro jugador argentino seleccionado fue Sergio Vázquez, defensor de Ferro Carril Oeste.
Leo: — Dijiste en algún momento que Grondona lo entregó a Diego en el doping del Mundial 94 en Estados Unidos. Una enfermera entrando al campo de juego, nunca visto.
Fernando: — Sí, pero no tuvo nada que ver eso. Esa historia fue porque ella había estado en pareja con un argentino y se lo había comentado al doctor, entonces él después del sorteo, que le había tocado a Diego y a Vázquez, le dijo: “Porque no lo vas a buscar a Diego, que van a ir todas las cámaras con él, así te ven todos tus amigos de Argentina”. Fue por eso simplemente.
Leo: — ¿Entregaron a Diego con el tema de la efedrina y lo dejan fuera del Mundial para que Grondona después consiga un puesto en FIFA? Finanzas y no sé qué más…
Fernando: — Fue por dos puestos. Finanzas y Vicepresidencia. Lo dije muy poco tiempo después, se hizo público años más tarde.
Leo: — ¿Lo seguís ratificando?
Fernando: — Absolutamente.
Leo: — ¿Grondona lo entregó al doping cuando no le hubiese correspondido?
Fernando: — No sé si no le hubiera correspondido. Pero yo sé y el Ernesto Ugalde, que después nunca más habló, también lo sabe. A 8 días del inicio del Mundial y con todas las dudas que teníamos por toda la parafernalia de pastillas que Diego tomaba, yo le sugerí a Ernesto: “Por qué no le pedís a Grondona que baje un protocolo, para hacer un antidoping sorpresa”, que era algo que ya estaban permitido y a él le pareció una idea brillante.
Leo: — ¿Te querías quedar tranquilo de que Diego estuviera limpio?
Fernando: — Todos nos queríamos quedar tranquilos. Ya estábamos en Estados Unidos, él lo comentó con Grondona y Grondona dijo que no. Dijo que era molestar a los jugadores, que llevaba tiempo. Pero ya se habían comprado todos los tubitos, era un minuto por jugador.
Leo: — ¿Cómo lo entrega? Porque dicen que se buscó una droga que no estaba en el doping habitualmente.
Fernando: — Lo cuenta mejor Pedro que estuvo presente. Él era el médico encargado de ir a defender a Diego en la contraprueba y cuando entró, en los tubitos decía la sustancia que tenía que buscar y eso invalida cualquier tipo de examen porque el protocolo ha sido violado.
Leo: — ¿No funciona así? No se busca una droga en particular
Fernando: — Claro que no funciona así porque sabes lo que vas a buscar.
Leo: — ¿La droga era efedrina, que estaba prohibida?
Fernando: — Sí, efedrina y sus derivados. Después dijeron que era un cóctel.
Leo: — Eso te lo cuenta el doctor a vos y te cuenta que Grondona cuando lo llama le dice: “A Diego lo saqué del Mundial o no hablés de esto”.
Fernando: — Sí, le dijo: “Callate la boca, no hablés nada con nadie de esto, pero ya lo saqué”. Y ahí él le pregunta para qué y le cortó.
Leo: — ¿La frase textual fue: “Ya lo saqué del Mundial”?
Fernando: — Exacto. Sí, además otra cosa. En el Mundial anterior (Ramón) Calderé, un jugador de la selección española, por el mismo problema le dieron un partido. Pero el Pelu de Fiorito había dado demasiado fastidio. Se rebelaba demasiado, los ridiculizaba.
Leo: — De ahí vinieron muchas frases como “me cortaron las piernas”, “la pelota no se mancha”, todo relacionado con un sueño acabado de sacarlo de un mundial con todo lo que se había preparado. ¿Te dio lastima lo que estaba viviendo?
Fernando: — Sí, aparte el esfuerzo que había hecho en esos días que estuvimos. Me dio mucha lástima porque Diego para mí fue siempre un nene. Un nene que jugaba maravillosamente bien a la pelota. Le dije: “Vamos, vamos Diegucho. Nos sacaron”. Para no decir te sacaron porque nos sacaron a todos con él. Entonces, no fuimos de la habitación fuimos a la otra para esperarlo y al minuto se escuchó un grito desgarrador, un golpe, seguramente contra la pared, como una descarga, y a los 10 minutos apareció con la cara congestionada para la nota esa en la que dicen que le habían cortado las piernas.
Leo: — Nos sacaron a todos los argentinos del mundial cuando sacaron a Diego.
Fernando: — Sí. Sino era como dejarlo solo.
La culpa
Leo: — ¿A Daniel Cerrini fue que le dijiste tomate un avión ya porque si te ve Don Diego te mata?
Fernando: — Sí. Me acuerdo que habíamos terminado ese día el último entrenamiento y fuimos con Claudia los tres; y Diego en un momento logró una posición de amplitud que hacía mucho tiempo que no lograba. Sentado en el suelo con piernas separadas y las manos detrás de la nuca empezó a inclinarse hasta que pegó el tórax en el sueño. Se quedó ahí 3 o 4 segundos y pegó un salto la abrazó a Claudia, me abrazó a mí como que era una muy buena señal en su recuperación. Cuando volví a mi habitación, me golpean la puerta y era Daniel llorando. Le dije: ¿Qué te pasó?
Leo: — A él se lo señaló como un culpable de todo esto, ¿no?
Fernando: — Sí. Fue una lástima porque yo desde el principio cuando Diego me informó que había incluido a Daniel, que se lo había presentadoGuillermo Coppola, para el tema de la nutrición, yo vi que había un montón de pastillas y dije: “No, mirá vamos a dejar esto clarito desde el principio. Nada de cosas raras. Si el doctor Néstor Lentinilo avala seguimos sino no”. Y nos reunimos todos y aparentemente estaba todo bien, pero después quedó la duda.
Leo: — ¿La efedrina estaba en el cuerpo de Diego?
Fernando: — Sí.
Leo: — ¿Pero nunca se enteró que era algo prohibido?
Fernando: — No porque él (Diego) cuando confiaba en vos te daba la vida. Por eso hay que tener mucho cuidado con estos chicos.
Leo: — ¿Y la droga estaba en alguna de las pastillas que le daba Cerrini?
Fernando: — Sin ninguna duda porque, según él, se le había terminado lo que había llevado de Buenos Aires y lo fue a comprar en Estados Unidos y no leyó el proctólogo porque ahí también decía Efedrina y sus derivados; y eso que estaba permitido en el básquet y en el fútbol americano, estaba prohibido en el fútbol. Yo creo que hubo un poco de negligencia de irresponsabilidad, pero también comprendo que estar al lado de una persona como Diego. A mí me favoreció que yo ya tenía 10 años de experiencia con futbolistas. Cuando llegué a él para mí el futbol siempre significó otra cosa, no lo que significa para la mayoría. Nada que ver con el sentido de pertenecías, para mí es como alguna vez señaló Menotti, es una fantástica excusa para ser feliz de un modo maravilloso de ayudar a los padres y a los profesores para guiar al niño en el mejor camino posible que la sociedad espera.
Leo: — ¿Ellos te ayudan a vos a ganar más dinero, a estar en clubes grandes?
Fernando: — Cuando más famosos son depende de ellos, pero alguna vez me preguntaron a vos Diego que te regaló porque a uno le regaló una casa, a otro un auto y yo siempre digo: “A mí me regaló una vida maravillosa que no se puede medir en dinero”. Yo ni en mis mayores sueños me imaginaba eso. Tal vez estaba predeterminado a una vida gris, monótona, aburrida y él puso más colores que el arcoíris.
Selección, fútbol y lesiones
Un privilegio que vivió Signorini fue entrenar a Maradona y años más tarde a Messi, dos glorias del fútbol argentino y mundial. Si bien cada uno tiene sus particularidades y han desarrollado sus carreras en periodos muy diferentes, existen algunas similitudes físicas que no explican su talento, pero dan indicios de la construcción de sus figuras en el deporte.
Leo: — ¿Él te llama a la Selección cuando dirige? Ahí tenés a Messi en 2010. Cuando ves a Messi y lo comparásfísicamente con Maradona, ¿hay algo que uno tenga mejor que el otro?
Fernando: — Desde el punto de vista físico, se igualan en un montón de cosas. Casi en la altura. Una neurocorinación que es extraordinaria. Vos ves el segundo gol de Diego contra Bélgica en 1986, que arranca del medio a la izquierda y le cambia el palo a (Jean-Marie) Pfaff, en ese momento si cortás la imagen y preguntas: “¿Se cae o no se cae?”. Decís: “Se cae” y no pasa. ¿Y por qué no se cae? Ni él lo sabe. ¿Por qué? Porque son dueños de eso. No se pueden explicar. Leo es igual, Román lo mismo y tantos otros jugadores argentinos (René) Houseman y antes lo habrá sido (José Manuel) Moreno, (Ángel) Labruna y (Félix) Loustau.
Leo: — ¿Se lesionan más los jugadores ahora porque hay más competición, más desgaste o siempre fue igual?
Fernando: — No, ahora hay más estrés. Antes el jugador salía a la cancha sonriendo porque iba a hacer lo que más le gustaba, hoy en vez de una sonrisa tienen un rictus porque saben que si fallan, pierden el puesto, la posibilidad de un contrato, un traspaso, enfrenan la crítica de los medios, que generalmente está lleno de tipos que de esto saben poco y nada, pero el negocio es el morbo, es criticar, es la perversidad, así estamos. Se lesionan por el estrés y por un modo exagerado, debido a las presiones y al miedo que todo el entorno sufre, entonces le hace creer que más es mejor. Porque dicen: “Si hoy no entrenamos, ¿qué va a decir la prensa?” Y a mí que me importa lo que va a decir la prensa, si no sabe nada. Sino que vengan ellos a hacerlo porque el entrenamiento consta de dos grandes partes. Uno es el entrenamiento, por supuesto, para producir cambios de adaptación, pero el otro es el descanso. Si no hay descanso, no hay recuperación de todos los sistemas de reportación de energía ni tampoco de la mente. Hoy parece que un equipo que no tiene drones, GPS, como dijo Román, sino está ligado a la neurociencia o no tiene gimnasio, el jugador no puede jugar. Mirá si hubiera tenido todo eso Ariel Ortega en Ledesma o Carlitos Tévez en fuerte apache. Qué jugadores hubieran sido. Hubieran jugado peor porque los hubieran puesto en riesgo de lesiones y los hubieran intoxicado.
Leo: — Se nota la presión cuando cobran cualquier falta y al instante el árbitro tiene a 10 jugadores alrededor prepeándolo porque si no lo hacen la tribunales dice que no son “guapos” o no son líderes y en Europa eso no pasa. ¿Es una diferencia social?
Fernando: — Sí, claro. Obvio. Lo dijo Jung Paul Sartre el hombre es lo que hace con lo que hicieron de él. Acá nos hicieron salvajes, irrespetuosos, frívolos, groseros y respondemos a ese tipo de estímulos. Por eso yo digo que entrenar, antes que nada, es educar.
Leo: — Si pudieras elegir entre cualquier deportista de todo el mundo ¿A quién te hubiera gustado entrenar?
Fernando: — Me hubiera gustado con Ricardo Centurión, con esos chicos que tienen tantas condiciones, pero que nadie los ayuda. Todo el mundo está dispuesto a condenarlos, como pasó con Ezequiel Cirigliano. A esos me gustaría ayudar sobre todo a aquellos que salen de los lugares postergados porque yo digo si Román, Carlitos, Ariel Ortega, Diego y tantos otros chicos que salen de esos lugares, de debajo de tres chapas y cuatro cartones, si no hubieran jugado bien al fútbol, ¿hubiera ido algún presidente a invitarlos al salón blanco de la Casa Rosada? ¿Algún Papa? Entonces la hipocresía y la instrumentalización que hacen a mi sinceramente me da asco. Parece que la sociedad argentina y sobre todo las hinchadas de fútbol, parece que tienen los bolsillos llenos de soluciones para los problemas de los demás, pero los tienen vacíos para los propios porque si a los que exigen, a través de insultos, agresiones y vulgaridades, tanto a los jugadores, exigieran la misma perfección para ellos mismo, esto sería Noruega por lo menos.