Es periodista, y venía desempeñándose en los medios desde hacía tiempo hasta que diez años atrás todo cambió. Y por decisión propia: Vanesa Pellizzeri entendió que debía renunciar a su trabajo para acompañar la aventura de una actriz que, sin el respaldo de ninguna discográfica, había invertido su propio dinero para sacar un disco. Fue un riesgo para ambas. Pero no había dudas. “Claramente iba a triunfar porque es de esa gente que está angelada”, dice Pellizzeri hoy, a una década del lanzamiento de A bailar, de Lali Espósito.
A partir de aquella experiencia exitosa, Vanesa inició una carrera en ascenso que la llevaría a abrir su propia agencia: VP Management representa hoy a 56 influencers, creadores de contenidos, actores, cantantes y conductores de primera línea. Para ella, simplemente “artistas”. Desde Marcelo Tinelli y sus hijas a Yanina Latorre, Lourdes Sánchez y Ángel de Brito, pasando por Momi Giardina, Sofi Morandi y Lucas Spadadora, entre muchos otros. Si uno enciende el televisor, encontrará a alguien que Pellizzeri represente. Si va al streaming, también. Y si una marca busca hacer un publicidad y quiere contactar a la figura del momento, ubicar a la celebridad de la que todos hablan, primero deberá hablar con ella.
Ahora, en este mismo momento, Vane está nerviosa. Todavía más: cuenta que, sentada con Infobae, “sufre”. La mujer que conoce como pocos los hilos del mundo de las redes sociales, allí donde -no- todo se expone, se sincera: “Soy de detrás de cámara, no soy de delante de cámara”, advierte, y muestra su entusiasmo por un nuevo proyecto junto al creador de contenidos Fermín Bo, más conocido como Ferbo. “Creamos una empresa en la cual les damos herramientas a creadores, marcas, medios y empresas para que puedan desarrollar lo que necesiten”, explica.
Porque siempre hay un paso más a cubrir. Esta mánager de artistas no se detiene. “Hoy tengo a dos chicas en un reality que, por confidencialidad, no puedo decir el nombre. Una de ellas me decía: ‘Es mentira que me propusiste para esto’; ‘No. Vos lo podés hacer’; ‘No, dale…’; ‘No estás entendiendo: vos lo vas a hacer. Y vas a llegar lejos’”.
—De esos 56 artistas que representás, que les manejás todo, muchos vienen de las plataformas o las redes sociales y son creadores de contenido.
—Muchos son creadores que nacieron en las redes, y también hay actores que abrieron sus redes. Por ende, les manejo la parte comercial de redes, la parte contractual en lo que es televisión, teatro, stream. Y después, manejamos todo lo que son notas en la prensa y producciones de fotos. Este es un laburo 360.
—Hoy sos Vanesa Pellizzeri: todos sabemos, todos te llamamos, todos te pedimos notas con figuras, todos quieren que los representes. Pero al principio hubo que ganarse un lugar.
—Sí. Fue un laburo de menos a más, donde fui buscando con quién trabajar. Siempre cuento que me llaman mucho para trabajar conmigo, y la mayoría de las veces digo que no. Pero no porque: “Ay no voy a trabajar con vos”, sino porque, básicamente, primero hay que ocuparse. Y a mí me gusta ocuparme, más allá de que laburo con un equipo de siete personas, pero no hace tanto tampoco: recién en la pandemia empecé a tomar gente porque sola, no puedo. Y además busco que el artista, porque para mí son todos artistas, no influencers, tenga algo más que mostrarme un video en una red social. Si no tiene ese condimento artístico, si no encuentro una veta, un talento artístico, no lo puedo tomar.
—¿A mucha gente le dijiste que no?
—Mucha. Y muy conocida. Si a mí no me convence, yo no lo puedo vender. Hay gente que tiene un don para vender, aunque no le guste. Bueno, yo necesito que me guste, realmente.
—¿Hay un perfil determinado con el que trabajás más cómoda?
—Con el perfil de alguien que puede actuar, cantar, bailar. Que puede conducir un evento. Que puede sentarse en un panel a hablar. No todos, porque no a todos les gusta lo mismo. Y de quienes tienen ganas de superarse todo el tiempo.
—Algunos ya son amigos.
—Muy amigos. Ya somos una familia, digo yo.
—¿Quiénes son?
—No quiero que se arme lío…
—Momi es amiga.
—Momi Giardina es amiga. Juli Castro es amigo. Santi Talledo es amigo. Lucas Spadafora, Sofi Morandi, Yani Latorre, Lourdes Sánchez, Lola Latorre. De verdad: Mica Tinelli, Cande Tinelli. Santi Raimundo. De las 56 personas que tengo, soy amiga de la mitad. Cuando hay que trabajar, hay que trabajar. Y cuando uno está mal, desde un ataque de ansiedad hasta una pelea con el novio, estamos ahí.
—Sos la que atiende a las marcas que quieren pautar en redes. ¿Qué es lo más delirante que te han propuesto?
—Las marcas a veces creen que cualquiera puede hacer cualquier cosa: “Como te pago, lo vas a hacer”. Y no. Un sex shop me pidió a figuras que nada que ver: lanzaban unos consoladores que venían de afuera y querían que los promocionaran artistas que no da el perfil. “Pero podemos pagarle lo que sea”. “No es un tema económico. ¿Vos realmente lo ves promocionando consoladores, juguetes sexuales? Nada que ver”. Otro sex shop me pide por Kevsho, que es protagonista de Disney. O sea: nada más lejano. “No importa. Igualmente los puede usar. Si en la intimidad los quiere usar, que los use”. Imaginate que yo era… “¡Pero tenemos dólares!”; “Yo te entiendo, pero no es un tema económico esto: es un tema de lógica”. Y le digo: “Yanina Latorre te lo hace. Y te lo hace convincentemente”. Lo terminó haciendo durante un año entero. Yanina es una persona muy genuina y orgánica para vender. Lo digo siempre: es un caso de éxito porque te vende desde la funda de un teléfono hasta un juguete sexual. Y te lo vende de una forma…
—Yanina vende como nadie productos para la sequedad vaginal, que la mayoría te diría: “Yo ni loca hago eso, me da cosa”.
—Hemos rechazado contratos de publicidades de estos temas de hongos y sequedad vaginal porque querían chicas de veintipico, y ellas me decían: “Ni loca lo hago”. Y una marca muy conocida empezó a hacerlo con Yanina porque ella siempre bromea con “concha seca, concha seca, concha seca”. Y nunca mejor contratada para esto. Lo vende increíblemente y además, lo usa; no es que lo vende y lo tira, ¿entendés? Es muy difícil vender en redes y que no sea un chivo. Ahí también está la viveza de las marcas: cómo te dejan comunicar. El creador o el artista debe hacerlo genuinamente, sino, prefiere no hacerlo. No es que agarran todo.
—Es la mejor: a Yanina las cosas le salen naturalmente.
—Es la mejor porque te hace un cuentito de todo. Arranca su día contándote cómo se levantó, tomando el mate, y después te cuenta si se pone un producto para la cara, si se pone un producto para el pelo, si se tiñe, si no se tiñe. Cosas de la vida cotidiana. Mis amigas me cuentan: “Compro todo lo que dice Yanina”. Funciona. Y de verdad, usa la mayoría de las cosas. Aunque hay marcas a las que directamente les dice que no. Es muy selectiva.
—¿Quién es la figura más buscada para una presencia?
—Momi Giardina, Santi Talledo y Sofi Morandi, que son como las cabezas del stream. También tenés un Fermín Bo, Juli Castro, Manu Donz; son otro perfil, más chicos. Y siempre Yanina y la familia Tinelli. Siempre.
—Se pagan distintos valores, por supuesto.
—Sí, todos distintos valores. Y depende la presencia que sea y el tiempo: si es una conducción, si hay que subir historias. En general lo suelen hacer si está el dinero, pero también si les gusta el evento y la marca que hay que promocionar.
—Cuando un famoso va a un evento, en el 95% de los casos está cobrando por asistir.
—Siempre. Muchas empresas se confunden: “Escuchame, este producto vale 10 pesos”, por decir algo; “¿Y?”; “No, bueno… te estoy regalando el producto”; “No, no, de verdad: si lo quiere usar se lo va a comprar, ¿entendés?”. Además, que esos famosos vayan implica que convoques a los medios. No es solamente vender.
—Recién me decías que sos selectiva.
—Por los menos en mi empresa, hay más no que sí. Y eso está bueno también: sus redes no son un supermercado. Algo que pasa con otras personas y no voy a criticar, obvio. Vos sos fanática de una marca de ropa y esa marca te contrata y te quiere vestir todo el año, por supuesto: te voy a decir “¡hacelo!”. Ahora, después, no vamos a hacer un canje de…
—Tres empanadas.
—¿Me entendés? O sanguchitos de miga. Porque no sabés las cosas que hay... O sea, ¿de verdad? No sé… ¡una torta! “¿En serio no te podés comprar una torta? ¿De verdad? Creo que sí lo podés comprar. Por eso te digo…”.
—¿Te toca ponerle el límite a los artistas en ese momento? Decirle: “No, la torta la comprás”.
—Sí, lo he hecho. Ahora bien, tenés que hacer una fiesta con 100 invitados y hoy en día, es un presupuesto. Tenés marcas de primer nivel que quieren acercarse a vos para estar en esa fiesta. Ahí te digo que sí, que está bien. Ahora bien, sin menospreciar, la segunda marca… y, no. Prefiero que labures con una primera marca porque tu contenido es de primer nivel, y no bajes de categoría y que te hagan un descuento.
—¿Cuánto es lo máximo que se puede pagar hoy por una historia?
—5000 dólares.
—¿Y la media, lo normal?
—Entre 200 y 600 dólares. Te lo digo en dólares; se paga en pesos, claro, pero en un país con tanta inflación, y con pagos a 60 o a 90 días, lamentablemente tenés que pasar un precio en dólares.
—¿De qué depende ese monto? ¿Del personaje, de la cantidad de seguidores, de su imagen?
—La gente se confunde: no depende de la cantidad de seguidores. “Si tengo más seguidores, voy a trabajar más”: error. Depende de crear una comunidad con la gente que te sigue y que tengas una interacción. Hay que estar activo en redes: si sos un personaje público que trabaja con las redes sociales, no pueden pasar 24 horas sin que vos subas una historia. “No, pero hoy estoy triste”; “Te entiendo perfectamente; un día puede pasar, dos a lo sumo, pero ya tres días es un montón de tiempo”. Y eso la marca lo ve y te dice: “No lo contrato porque hace dos días que no sube nada”.
—¿Nada vinculado a esa marca o nada vinculado a su vida?
—A su vida. Es un laburo tener redes sociales. Yo no lo podría hacer.
—5000 dólares por historia. Pero la mayoría de tus representados, por ir a un panel o conducir un streaming no ganan eso por mes…
—Pero ni cerca. Ni cerca. Te da pantalla, te da popularidad, sí; pero la plata no se hace ahí. Y también está bueno saber administrarla, sobre todo los más chicos, que eran youtubers y de repente con la fama hicieron así. Y si vos no tenés una familia que te baje a tierra y que te pueda administrar la plata…
—Entonces son como dos canales distintos: uno te da la popularidad para que por el otro lado, ingrese dinero.
—En algunos casos sí. Y en otros casos ya tenían popularidad y el streaming les vino a sumar y a mostrar cosas que saben hacer.
—¿Cuánto puede ser hoy un sueldo promedio de un panel de televisión?
—500.000 pesos. Con suerte, eh.
—¿De qué depende el éxito en redes? Porque hay un montón de gente generando contenido: uno la rompe y con otro, no pasa nada.
—No es porque uno tiene más talento y el otro, menos. Pasa por hacer un contenido que llame la atención y que, además, pueda viralizarse. Y también, que estés en todas las redes sociales. No depende solamente de Instagram: hoy tenés TikTok, YouTube es súper importante, Twitch es la nueva televisión, o sea, la televisión en vivo, que es el presente. Me dicen que Twitch es el futuro; no, Twitch es el presente. Y hoy, tenés que estar. Y no estar de cualquier forma tampoco: pensar qué vas a hacer en tu canal de Twitch.
—Romperla en redes, entonces, ¿no depende del talento?
—No. En las redes no depende del talento. Después, llegar a otros lugares sí depende del talento, claramente. Vuelvo al caso de Momi: ¿cuánto tiempo estuvo para pegarla como la pegó en pandemia? La remó, la remó, y es mega talentosa, desde el día uno. Se viralizó un contenido que hizo y hoy le va súper bien. Pero es una mina que nunca dejó de mostrar lo capaz que era. Siempre les digo a los chicos: no den por sentado que todo el mundo sabe todo. Si vos tocás la guitarra, mostrá que tocás la guitarra. Porque hoy, tu Instagram es el nuevo currículum. Ya nadie te pide un video de presentación o un reel de 30 segundos mostrando tu trabajo.
—Pienso en el caso de Lali, cuando ella decide sacar un disco sin la producción de ninguno de los grandes estudios.
—Si, ella dijo: “Yo voy a poner mi plata, no tengo ninguna discográfica”. Lali era una persona que claramente iba a triunfar porque es de esa gente que está angelada.
—Y se animó.
—Se animó y la banco a muerte, así como lo banco a muerte a Nico Vázquez. Y a Tini, que se va para el otro lado, deja todo lo que es Disney y hace lo que tiene que hacer. Es gente que se anima. Y obviamente: te puede ir bien, mal, podés tener altibajos y todo, pero animarse es lo mejor que podés hacer, para mí.
—¿A cuál de tus representados echaste?
—Echar, a dos personas. No echar; tener una conversación amena. Nunca terminé mal con nadie, esa es la verdad. Decir: “Che, a mí no me está sirviendo. Y siento que a vos tampoco. Me parece que hasta acá, así en el futuro nos podemos sentar a tomar un mate, una birra, y está todo bien”. Lo que sí: yo no firmo contrato con nadie. Para mí, es un contrato 100% de palabra. Yo tengo palabra, vos tenés palabra. Todo se habla claramente.
—No me vas a decir quiénes son a esas personas con las que tuviste una conservación amena.
—No, no, no. Son personas muy conocidas, pero… no.
—Hay algo que me genera contradicción en la pauta en las redes de algunos famosos. Como cuando fue el escándalo de Generación Zoe, por ejemplo: después supimos que era una estafa piramidal y muchos lo habían estado vendiendo, en estos días en que la media de la gente la está pasando muy mal, todo lo que tiene que ver con recomendaciones de inversión y con casinos ilegales. ¿Qué pasa con eso? ¿Cómo decidís qué sí y qué no? Porque sé que pagan mucha plata.
—No. En eso, nosotros decidimos no. Siempre es un no. Estar en redes sociales es un compromiso: estás recomendando algo que no sabés. La mayoría primero se informa: de dónde es la empresa, quién la maneja, quién invierte, quién no invierte. ¿Esto está legalizado? Hace poco me escribieron por Marcelo, por un contrato grande de una empresa de apuestas. La primera pregunta de Marcelo fue: “¿Esto es legal?”.
—¿Vos hacés todo ese trabajo de chequear qué les están proponiendo?
—Sí, más que nada los abogados. Pero, digo: era una empresa que yo la veo todo el tiempo afuera. Pero chequeemos en Argentina. Y terminamos en que la mitad decía que sí, y la otra mitad decía que no. “¿Sabés qué? No lo hagamos”. Hay que tener mucho cuidado. Como lo que pasó con Lotocki: todo eso para mí es realmente muy grave de verdad. No entiendo cómo se pueden recomendar esas cosas. Tampoco entiendo lo que se tardó en que ese tipo vaya preso, pero más allá de eso, llegamos a cosas muy heavies. También decimos que no a las pastillas para adelgazar. Ese tipo de cosas, siempre no. Magia, no. Tenés gente que cuenta sus trastornos alimentarios. Por caso, lo hablé con Oriana Sabatini cuando ella subió un posteo diciendo: “Che, loco, la estoy pasando muy mal, dejen de joderme, dejen de juzgarme”. Contó un tema que tuvo con la comida, los atracones, que fue y vino, fue y vino, y que de verdad, irse afuera hizo que bajara cinco cambios. A mí me parece sano que lo cuente: es un mensaje que le da a otra gente que la está pasando mal.
—En las redes los famosos también se exponen a un nivel de comentarios y de violencia.
—Bueno, he tenido chicos que se borraron Twitter, por ejemplo. Que no lo pueden ver. Es una agresión innecesaria, gratuita, y se ponen tan mal, que entonces eliminan la aplicación por un tiempo; después la vuelven a abrir. Porque afecta groso. Si alguien me dice que le da lo mismo, no le creo.
—¿Cuando uno ya está muy curtido, no le dará lo mismo?
—Yo creo que no te da lo mismo. Te puede afectar más o menos. Tengo gente que sube algo y no lee los comentarios. Pero que no te afecte, estás raro.
—¿Alguna vez le dijiste a Marcelo: “Esto no da”? Olvidate lo comercial. Cuando lo ves bailando con el Tirri en un video, por ejemplo, ¿lo aplaudís o le decís “Marcelo hasta acá, te lo pido por favor”?
—A mí me divierte porque se muestra como es: no tiene una careta, no es un personaje. Si lo conocés, es una persona súper anfitriona, súper amiguero. Es genuino, y lo mejor que podés hacer en redes es mostrarte como sos.
—¿Cómo es Ángel de Brito para trabajar?
—Ay, es lo más. Una persona que sí, no, blanco, negro. No hay un gris ahí. Y también se muestra como es: si tiene que putear a alguien lo hace, por más que tenga buena onda y buena relación; no se vende con nada. Y sobre todo con el Bailando. Terminaba el programa, saludaba a todo el mundo, y de repente en las redes le ponían: “¿Para vos quién fue el que peor bailó?”. Y arrobaba a la persona que peor bailó. Lo pensaba de verdad. No le importaba si era la persona más popular o menos popular. Con Flor Vigna hubo un cruce ahí, y a mí no me parece mal.
—¿Nunca te tocó decirle a De Brito: “Es de la agencia, es mío, no le des”?
—No, no. De hecho cuando se rumoreaban un montón de cosas, de romances, que yo capaz estaba en el medio, me preguntaba y yo le decía: “Si es real, no lo sé”.
—¿Estamos hablando de Momi y Marcelo?
—Sí. O sea, si es real, no lo sé.
—Decime la verdad, Vanesa…
—No, no, de verdad. Momi es muy amiga de las hijas de Marcelo, y yo con ellas tengo una rebuena relación. Cuando Momi se separa la incluyo en este grupito porque había estado mil años en pareja. “Che, hay un asado en Nordelta, vamos”. Venía Ferbo, venía Sofi. Metíamos grupo. Y (el rumor) empezó por un video que salió, en el que estábamos todos. Ella la estaba pasando muy mal y la ayudó a levantar. Somos un grupo, familia, ¿entendés? Y banco eso también. A veces tengo un tema y llamo a una amiga de toda la vida, y también la llamo a Sofi Morandi, a Lucas Spadafora. “¿Che, amigo, nos juntamos? Estoy bajón”.
—¿Cuándo necesitás salir de toda esa dinámica? ¿En algún momento querés no ver a ningún conocido, a ningún famoso? ¿Y cuál es ese cable a tierra?
—En general son mis amigos de toda la vida y mi familia. Pero también te pasa que a veces te dicen: “Che, contame cómo estuvo el cumpleaños de Yanina”, ¿viste? En un momento es: “Basta chicos, basta”. A mis amigos y a mi familia a veces les pido: “No salgamos, juntémonos en una casa un asado tranca”, porque estoy de evento en evento, todo el tiempo. Que uno dice: “Tu laburo es espectacular”. No, te juro que no, te juro que no... Me encanta lo que hago, si no me gustara no lo podría hacer, tendría que laburar de otra cosa y no me imagino porque amo lo que hago. Sí mi sueño es comprar una obra de teatro y producir un musical.
—¿Cuál?
—The book of Mormon es uno de mis musicales favoritos: me encantaría comprarla y traerla acá. También sé que no elegiría gente conocida.
—Las redes son realmente un trabajo que demanda, ¿pero los que son más chicos entienden también el privilegio que tienen contra la realidad que estamos viviendo?
—Sí, lo entienden: Y no están ajenos a la realidad. Juli Castro, ponele, otra talentosísima: tiene 20 años y ahora se va a vivir sola. Y dice: “Voy a entender lo que es pagar cuentas y un montón de cosas”. Está siempre con sus amigos de toda la vida y sabe lo que ganan detrás de un mostrador, trabajando como administrativo; otros están estudiando en la facultad y no pueden trabajar porque no llegan. Y ella ha ayudado a amigos, también. Juli, como la mayoría de los chicos, son de lo más solidarios que hay. Y no viven en una nube de pedos, todo lo contrario. Y es gente que, por suerte, tiene su realidad, la de su laburo en redes, y también la realidad de juntarse con sus amigos y entender que van al supermercado y no les alcanza la plata.
—Y muchos de su propia familia, también.
—Claramente. Todos han ayudado a sus papás a comprarse una casa. Cuando me cuentan esas cosas, no entendés lo que a mí me emociona… Mica Suárez les compró la casa a sus papás. Kevsho le regaló un auto al padre. Me muero de la ternura porque yo también haría eso con mi familia. Que el hijo le compre al padre, no suele pasar, en líneas generales. Pero hay una visión de la gente que, obviamente, no está metida en este mundo: cree que porque estás en redes, sos millonario. Y eso no sucede de ninguna manera.
—Eso ha pasado también con los actores en algún momento, cuando los veías en alguna ficción.
—Obviamente. El protagonista de la tira: “Ah, este es millonario”. No, no sucede eso, de verdad. Y si hay casos, son muy pocos. Hay como una imaginación de que este mundo es para gente que empieza de abajo y se hace millonaria. No, no. Por lo menos decime algún caso cercano. Yo no lo tengo.
—En redes están los que tienen talento, pero también hay mucho ladris, ¿no?
—¡¿Qué?! El 50%. Y así como hoy estás allá, mañana estás acá. Así que ojo también con eso. Siempre la humildad, ante todo.