Emilia Claudeville es actriz, modelo y bailarina. Desde muy joven inició su carrera en las pasarelas y se abrió camino en los medios de comunicación. Se volvió popular como panelista en el programa Duro de Domar, pero luego de varios años decidió volver a su origen: la actuación.
Participó en las series Frágiles y Limbo, se destacó en la película 30 noches con mi ex y actualmente forma parte de la obra teatral Reverso, una comedia dramática anclada en el metaverso que cuestiona cuándo la mentira es la verdad.
Emilia integra el talentoso elenco junto a Carla Peterson, Marco Antonio Caponi, Nicolás García Hume, Diego Cremonesi y Juan Isola, bajo la dirección de Matías Feldman, quien además es su pareja.
Belén: — ¿Cómo estás viviendo esta experiencia de Reverso? La crítica dice que estás brillando.
Emilia: — Quizá es de la alegría del entusiasmo que me está generando. La obra está buenísima. Con mis compañeros estamos muy contentos con lo que está pasando con la obra. La experiencia de estar haciendo teatro en un circuito comercial, en mi caso es la primera vez que estoy en este formato, así que lidiando y saliendo a jugar con una platea enorme porque son 400 y pico de personas cada noche y con un material que nos tiene encantados y en lo personal es un material que me fascina, que me conmovió desde el principio por la temática, por el desafío actoral, sobre todo. Es difícil explicar por dónde o de qué trata, pero te puedo decir que como actriz tengo todos los chiches y los juguetes para salir y darlo todo; y eso es una oportunidad grandiosa que se agradece muchísimo.
Belén: — ¿Por qué decidiste cambiar de televisión a teatro?
Emilia: — El cambio quizás no vino con tanta claridad de decir: “Dejo esto para pasar a hacer esto otro”. Pero sí hubo algo en los últimos años en los que yo hacía Duro de Domar, hubo algo que ya para mí empezaba como a desgastarme más que a nutrirme y tiene que ver con que mi formación tiene que ver con la actuación, con la danza. Yo no estudié periodismo. Estaba hace cuatro años haciendo un trabajo que tenía que ver con lo periodístico. Estaba en Duro de Domar, en CN23, o sea, estaban apareciendo cosas que estaban buenísimas porque tenían que ver más con, quizás, mi lado de mujer curiosa que tiene ganas de hablar, que le gusta preguntar, que quizás da bien en cámara también, entonces había algo con eso, pero mi formación, lo académico, mi estudio, mi interés, mis lecturas, mis amigos, estaban en otro lado, estaban en el teatro. Entonces, estos últimos años de Duro fueron como muy clave para decir: “Acá ya siendo que estoy terminando” y era o redoblar la apuesta y me hago cargo de eso y agarro un programa y acepto alguna de las propuestas de conducción que estaban viviendo más por ese lado o me hago cargo de, quizás, lo que más miedo me daba, que era esta decisión de apostar a vivir de la actuación, con todo lo que eso implica en este país y fue muy claro el tiempo. Dije: “Le voy a dar la chance a la actriz con crecer, no haciendo otra cosa mientras tanto”.
Belén: — Has contado que en Duro de Domar sufriste acoso
Emilia: — Sí, los últimos años con (Roberto) Pettinato.
Belén: —¿Sentis que esa experiencia te alejó de ese rol en la televisión?
Emilia: — Sí, por supuesto. No puedo ponerle la responsabilidad 100% a eso porque también me parece injusto con lo otro que sí me estaba pasando y es real no es discursivo. Eso definitivamente ayudó, pero no mi experiencia con él. De hecho, a mí me pasa que cuando me preguntan por el tema no es que me cuesta hablar porque no quiera hablar de él sino que lo que pasó es que yo me vi muy desprotegida siendo parte de un sistema, de un engranaje que sentía que a mí no me protegía, que protegía, avalaba y celebraba ese tipo de conductas. Y era como que yo por ser mujer, por ser chica, por ser como me veo, un poco no me quedaba otra que lidiar con eso. Y en su momento lo acepté e hice lo que pude, pero el desgaste que yo tenía en comparación con mis compañeros fue muchísimo mayor. Entonces tomé conciencia de lo que me estaba implicando el desgaste que era para mí ir a lidiar con eso a diario, además de hacer trabajo…
Belén: —¿A qué te referís con el desgaste?
Emilia: — El desgaste en comparación a mis compañeros era muchísimo mayor. Mis compañeros se tenían que ocupar de ir, revisar los temas, tomar nota, hablar y hacer un buen programa. Yo tenía que hacer eso más estar atenta a que este sujeto no me avasalle o me haga algo desagradable. A eso me refiero, otro desgaste. Yo tenía 25, 26 años, yo lo que quería era conservar mi laburo, que me había costado un montón de trabajo permanecer, crecer, crear mi identidad ahí también y no ser algo liviano y pasajero, entonces, yo lo quise defender.
Belén: —¿Tenés registro de la primera vez que sentiste que eso que estabas viviendo no era parte de tu laburo? El momento en el que se estaba cruzando un límite.
Emilia: — Sí, por supuesto. Sí, pero prefiero no entrar ahí. Pero sí es muy claro, es muy claro. No es necesario que sea una violación para sentir esa violencia tan directa y violenta.
Belén: — En estos últimos años cambiaste tu aspecto, tu look, ¿tuvo que ver con esto y con el cambio de rumbo que decidiste dar?
Emilia: — No, no sé. Ahí eso creo que tiene que ver más con mi acuarianes y con que si me pinta hacerme algo, lo hago. No tiene que ver con cómo me veo o el estilo, fui rubia desde que trabajaba de modelo y había algo también más despampanante. Sí hay algo de que tenía que parecer más grande de lo que era en el programa. Un poco porque me lo pedían y un poco porque también era una manera de estar más plantada, ser más escuchada o respectada, en ese momento sentía que daba más grande, aparentando algo.
Belén: — ¿Hay más presión en cuanto a lo estético en la televisión que en el teatro?
Emilia: — Sí, al menos en mi experiencia sí. Yo tenía que ir de vestido y tacos todos los programas con el aire acondicionado en menos 20 y mis compañeros iban de suéter y zapatillas.
Belén: — ¿Era una condición cómo tenías que ir vestida?
Emilia: — Sí, obvio. Y si vas demasiado tapada decían: “Necesitamos piel”. No victimizo por demás porque también era el rol que yo estaba jugando, yo estaba jugando el rol de la femme, de la chica linda del panel y entendía que ese era mi juego y en el corte me ponía una manta. Es una experiencia de la que también tengo un montón de cosas maravillosas que decir y es la que me formó, conocí gente maravillosa. También Duro para mí fue una vidriera espectacular, a raíz de eso a mí me empiezan a llamar directores para filmar. Yo también tenía noción y conciencia de eso y decía: “Ok, es un buen lugar para estar y mostrarme”. Pero el teatro nada que ver. Ahora estoy jugando completamente otro juego; y lo nombro como juego con toda la seriedad que eso implica para mí. Estoy haciendo teatro y desplegando toda mi formación, mis herramientas, que están al servicio de esa obra y con muchos deseos de que vengan más por ahí.
Belén: — ¿Tuviste la oportunidad de hablar con Roberto Pettinato después de todo lo que pasó?
Emilia: — Sí, tuve la oportunidad. Pero prefiero dejarlo ahí. Prefiero no hablar de él porque la reflexión que más me llevo yo de esa experiencia es cómo funcionaba el sistema en ese momento, lo desamparada que estaba a nivel producción, a quién recurrir, cómo recurrir. Me parece más eso que demonizarlo a él. Él ya está. Ya hablé. No es él el asunto. Eso me dio definitivamente herramientas para estar más atenta al tipo de estructura que necesitamos o que yo hubiera necesitado a esa edad para poder trabajar tranquila. Una estructura que no estaba.
Belén: — ¿Cuál fue el mayor aprendizaje de tu vida en estos 35 años?
Emilia: — El mayor aprendizaje es no creer que se demasiado algo.