Cristian Fabbiani, popularmente conocido como El Ogro, es un exfutbolista y actual entrenador. Sus inicios como jugador remiten al Club Social y Deportivo Liniers, en el cual realizó parte de sus inferiores hasta el año 2001 cuando fue cedido a Lanús.
El Granate fue el inicio de su carrera profesional en Primera División. En 2004 tuvo un buen paso por Palestino de Chile, equipo del que su tío Oscar Fabbiani es ídolo. Luego, volvió a Lanús, fue traspasado a Israel y después al CFR Cluj de Rumania, equipo en donde fue campeón de la Liga y de la Copa de Rumania en la temporada 2007/2008.
En 2009 se oficializó su regreso al fútbol argentino, pasó por Newell’s Old Boys, River Plate, All Boys e Independiente Rivadavia. En 2014 jugó en Sport Boys Warnes en Bolivia y en 2015 volvió a Argentina para sumarse al plantel de Estudiantes de San Luis.
También integró el equipo de Liga de Portoviejo en Ecuador, CD Universitario en Panamá y culminó su carrera en Deportivo Merlo, en Argentina, en el 2020. Al año siguiente de retirarse, siempre vinculado al fútbol, inició su rol como entrenador. Actualmente, es DT de Deportivo Riestra.
Enfermedad y operación
Durante varios años su vida estuvo en el ojo de la tormenta a partir de las polémicas que se generaron por su pase de Newell’s a River, en el ámbito futbolístico, pero también por sus separaciones sentimentales con Amalia Granata, con quien tuvo a su primera hija; y luego con Victoria Vanucci.
Sin embargo, hay una etapa dura de su vida que no es popularmente conocida y tiene que ver con haber padecido una enfermedad que casi lo deja fuera de las canchas para siempre. El Ogro relató cómo su estado anímico lo ayudó a sobrellevar ese momento.
Leo: — ¿En qué otra cosa que por fuera del fútbol sos crac?
Ogro: — Hacer reír a la gente. Mi virtud es que nunca estoy mal. Yo tuve cáncer en el 2015 y la verdad que no me afectó. Al contrario, yo tenía que mantener bien a mi familia. Tuve una operación de un tumor de 16 por 6. Me lo extrajeron. Se había formado en el músculo, en la pierna.
Leo: — ¿Sentis que tu humor, tu estado de ánimo, cómo sos, te ayudó a salir adelante?
Ogro: — Sí, totalmente. Yo llego al club a las 6 de la mañana y estoy divirtiéndome ya. Yo creo que eso me ayudó mucho.
Leo: — ¿Qué estabas haciendo en ese momento?
Ogro: — Yo en ese momento volvía de jugar de Bolivia y dije: “No juego más” porque me lesionaba mucho el gemelo. No me hice estudios, nada. Me llaman para trabajar en Fox Sport, firmé el contrato el sábado y el domingo a la noche me llama Hernán Indio Ortiz, el de gimnasia de La Plata, que era técnico de estudiantes de San Luis. Me preguntó: “¿Querés seguir jugando?” y le dije que sí. Viajo el lunes, el martes tengo que hacer unas pasadas de mil metros, cuando estoy haciéndolo, me desgarro el gemelo. Me iba a hacer una ecografía y no había para hacer, así que me mandan a hacer una resonancia y ahí sale un tumor enorme. Me lo descubrieron de casualidad. Tuve tres sesiones la primera el médico me dijo que me iba a morir, que era muy grave; la segunda me dijeron que podía zafar; y la tercera que me iba a morir. Así literal el médico me dijo: “Es muy grave, no vas a poder jugar nunca más al fútbol”.
Leo: — ¿Y vos qué dijiste?
Ogro: — Yo le dije: “Operame que quiero jugar al fútbol”. Y él me decía: “No, no vas a poder golpear porque te va a rozar el músculo. Vamos a sacar un poco de músculo… no vas a tener fuerza”. Y la verdad que a los dos meses empecé a jugar.
Leo: — Después de esa experiencia, ¿le tenés miedo a la muerte?
Ogro: — La respeto y trato de disfrutar porque no sabemos cuándo partimos. Seguí viviendo de la misma manera, no le tuve miedo. Si respeto las enfermedades porque tuve gente cercana que la tuvo y murió, pero trato de ser feliz. Se disfrutar de la vida. Le doy mucha importancia a la gente que me rodea.
Familia
Para aquellos deportistas que inician sus carreras a muy corta edad, el acompañamiento de la familia es imprescindible en ese momento. El crecimiento de su desempeño deportivo, el reconocimiento del público y la denominada fama pueden hacerlos perder el foco y es ese círculo más cercano el que suele apoyar el sueño de llegar a lo más alto.
“Yo vengo de una familia humilde que cuando éramos chicos no nos faltó nada, pero tampoco teníamos para tirar al techo. En Ciudad Evita los chicos de mi barrio son mis mejores amigos hasta el día de hoy”, contó Fabbiani.
El ex jugador destacó los valores que le fueron inculcados en su casa y la compañía de sus amigos en todos sus años de fútbol profesional. “Me criaron de esa manera, de no ser agrandado, que si estás allá arriba tenés que ser igual”, remarcó.
Sin embargo, el apoyo no sólo se necesita cuando el deportista está en la cresta de la ola sino que, en general, es más menester aun cuando el desempeño no es el esperado, cuando los resultados no llegan, cuando hay malas rachas o cuando la edad del retiro se acerca.
“Lo más importante que creo que yo hice es que cuando estuve allá arriba no cambié y cuando caí, por cuestiones económicas que tuve, como no había cambiado, la gente me ayudó a levantar de vuelta. Cuando estás allá arriba y sos canchero o sos pedante, al caer sabés que la gente te va a patear”, recordó.
El dinero
El Ogro explicó que por la exposición que tienen los futbolistas “todos piensan que en toda su carrera ganan millones y al contrario”. “Yo no hice plata. Hice más plata ahora de grande con algunos equipos a los que fui a jugar que antes”, reconoció.
Leo: — ¿Cómo te manejaste con la plata durante tu carrera?
Ogro: — Yo cuando más tenía que haber ganado plata, no la gané. En Europa sí gané y después la invertí, ayudé mucho. A mí la plata no me hace feliz. Nunca le di importancia.
Leo: — ¿Fuiste cuidadoso con el dinero?
Ogro: — Por momentos sí fui cuidadoso, en otros momentos invertí mal, compraba departamentos. A veces salía menos y se abusaban de vos por la confianza, tuve locales de ropa y si no estás, te roban, entonces empecé a invertir de otra manera.
Leo: — ¿Te acordás en qué gastabas mucho cuando recién arrancabas?
Ogro: — Era fanático de los autos. Tuve todos los autos. Tenía uno, pero lo cambiaba todos los años. Nunca tuve muchos autos juntos, siempre uno, pero me daba el gusto. La plata la hice trabajando, nunca le pedí nada a nadie. Ahora es distinto porque tengo una familia que mantener. No les quiero hacer faltar nada.
Leo: — Pero fuera de eso, no sos un tipo de desea lujos ¿no?
Ogro: — No, para nada. Vivo normal. Tengo una casa que es mía. Disfruto. A la única que ayudo de verdad, de verdad, hasta el día en que se muera es a mi mamá. Es la que se merece todo. Mi papá murió cuando tenía 8 años así que me crie con ella y a la única que ayudo es a ella.
Entrenador
Desde el 2021 asumió un nuevo rol dentro del fútbol: ser DT. Inició en Fénix que milita en la Primera B; luego pasó a Deportivo Riestra, a Deportivo Merlo y retornó a Riestra donde se desempeña actualmente.
Leo: — ¿Te imaginabas como DT?
Ogro: — La verdad que me gusta mucho, me preparé. Primero en Fénix, después en Merlo, vine dos veces acá. La verdad es que no es fácil, pero es algo que me apasiona, entonces, no lo sufro.
Leo: — ¿No es fácil ser entrenador?
Ogro: — Yo tengo una virtud, me gusta lo que hago entonces no me complico. Soy muy simple. Tengo un ida y vuelta con el jugador que me hace todo más fácil. No reniego. A la mayoría les llevaré 10 años. Lo llevo mejor porque hay una cercanía, hablamos el mismo idioma.
Leo: — ¿Cuándo jugabas te imaginabas que cuando te retiraras ibas a ser entrenador?
Ogro: — Sí, desde chico. Miguel Ángel Micó era un captador de Lanús, en su momento, que para mí es uno de los mejores que tuvo el país, me fue inculcando jugar de 2, de 4, de 5, a veces atajando. Me hizo agarrar una pasión para el día de mañana.
Leo: — Jugaste de 9 y me acuerdo de un gran numero 9 y entrenador, por ejemplo, Bianchi, ¿el delantero tiene una visión de la táctica o no tiene nada que ver?
Ogro: — Por eso cuando yo jugaba en Lanús Micó me ponía en diferentes puestos y el mejor puesto para mí es el 5 o un central, que tenés la cancha de frente y ves todo. Yo tuve la desgracia de jugar siempre de espaldas al arco. Era feo, no me gustaba. Muy pocos entrenadores me hacían jugar de lo que me gustaba a mí. Se sufría mucho porque los defensores argentinos son muy complicados, te pegan mucho. Después cuando fui a Bolivia jugué de doble cinco. Doble cinco mentiroso, cuando tenía la pelota jugaba de enganche y cuando retrocedía jugaba de cinco. Veía todo de otra manera.
Leo: — ¿Estar en una cancha de fútbol es lo que te hace realmente feliz?
Ogro: — Sí, 100 por ciento. No se compara con nada. No existo sin el fútbol porque vengo de una familia que jugó al fútbol. Mis 11 tíos jugaron al futbol profesionalmente en Chile. Es imposible que no tenga que ver con el fútbol. Mis tíos tienen escuela de fútbol allá en Chile. El fútbol es lo más lindo que me pasó. En su momento me gustaba mucho el tenis o jugar al básquet. Fui un apasionado del fútbol americano. Me gusta lo que es tácticamente y tenés que ser muy preparado para ser capitán. Me gusta que toman riesgo porque a veces no les dice nada el entrenador y ellos ven situaciones que resuelven. Es un deporte que tácticamente descubrí un montón de cosas y ahí también está la mano del entrenador, como lleva a los jugadores.
Leo: — Estuviste en televisión comentando sobre deporte con periodistas, ex jugadores y ahora lo dejaste para ser entrenador, pero ¿te gusta ese rol en los medios?
Ogro: — Es lindo si no me dedicaría a esto. Podría decir muchas cosas que sirven para el show, pero no se pueden hacer las dos cosas. Si yo me tenía que tomar esta carrera en serio, no puedo estar criticando a un técnico si yo no gané un partido. Hoy la verdad que crecí un montón y me abrió mucho la cabeza.
Leo: — Y si tenés que elegir una tarea ¿con cuál te quedás?
Ogro: — Ser técnico, toda la vida. Descubrió que siendo técnico me gusta enseñar, me gusta darle una mano a los jugadores para que crezcan. Me hizo crecer en lo personal y que puedo ayudar.
Padre
Fabbiani es papá de tres hijos Uma, que cumplirá próximamente 16 años; Santino, de 9; y Ambar, de 1 año y 8 meses.
Leo: — ¿Qué puntaje te ponés como padre? Del 1 al 10.
Ogro: — 15 (risas) y ahí me tengo que agrandar. Estoy en todas, estoy presente. No es fácil, pero trato de estar.
Leo: — Fueron conocidas las historias con Granata y Vanucci, ¿crees que vos no serías El Ogro Fabbiani si no hubieras tenido esas relaciones o el fútbol acomodó todo?
Ogro: — Yo creo que es parte de la vida, pero creo que habría que preguntarle a la gente. Yo creo que me hice conocido jugando en Lanús, en Newell’s, en River, eso te posiciona un montón. Pero ahora tengo la mejor pareja hace 10 años: Gimena Vascon, que es pastelera.
Leo: — ¿Ella cambió tu vida?
Ogro: — Sí, totalmente. Hace 10 años que estamos juntos y fue fundamental en todo ese proceso.
Cuestionario Random
Leo: — ¿A qué arquero argentino lo tuviste de hijo, le hiciste goles siempre?
Ogro: — A Jorge Fatura Brown.
Leo: — ¿A cuál no le podías hacer nunca un gol?
Ogro: — A Carlos Navarro Montoya. Un genio. De cuando jugamos en contra de Chacarita, de Independiente, me tenía de hijo.
Leo: — ¿Compañero ideal para ir de joda? El que dice siempre que sí.
Ogro: — Emmanuel Culio.
Leo: — ¿El amigo más derrochador?
Ogro: —El hijo del Esteban Gallego González.
Leo: — ¿Quién te gustaría como adversario en un partido?
Ogro: — Rolando El Flaco Schiavi, lo extraño. Fuimos compañeros.
Leo: — Mi sueño pendiente es conocer a…
Ogro: — Al gordo Ronaldo. Para mí fue el mejor jugador de la historia que vi. Lo iba a conocer en la Copa América acá, pero suspendió por el dengue, me mandó un video saludándome y yo creo que en algún momento lo voy a conocer. Sí conocí a Diego Maradona, a Lionel Messi…
Leo: — ¿Con qué familiar preferirías quedarte solo en la luna?
Ogro: — Con mi vieja.
Leo: — ¿A quién invitarías a tu última cena?
Ogro: — A mi vieja, también.
Leo: — En 10 años, ¿cómo te ves?
Ogro: — Con mucha experiencia como entrenador, con mucho trabajo y con salud, obvio.
Leo: — ¿A quién elegís para bailar un lento?
Ogro: — A mi mujer.
Leo: — ¿Y para bailar una cumbia?
Ogro: — Mi vieja (risas). Es malísima bailando.
Leo: — ¿Preferirías tener tres piernas o tres brazos?
Ogro: — Tres brazos. Tengo tres hijos así que…
Leo: — ¿Quién sería la persona adecuada para hablar el día de tu funeral?
Ogro: — Mis hijos, los tres. Con eso me conformo.
Leo: — ¿Y qué dirían?
Ogro: — Yo creo que dirían cosas lindas porque siempre les di todo y no hablo de lo material sino de estar. Siempre estuve y lo voy a estar.