Sabrina Cortez es modelo e influencer mendocina que hace 15 años está radicada en Buenos Aires. Tiene 29 años y se recibió de contadora, pero decidió no ejercer la profesión y dedicarse al modelaje y a potenciar su imagen en las redes sociales.
En diciembre ingresó a la casa de Gran Hermano en la última edición que aún está curso. Fue eliminada en febrero con el 40.5% de los votos del público en una placa que compartió con Manzana y Agostina.
Durante su estadía en el programa, enfrentó el encierro, a sus propios pensamientos y encontró en la relación con Alan Simone, unos de sus compañeros de juego, un refugio inesperado. El vínculo romántico que parecía tener futuro fuera de la casa, pero solo fue el detonante de la ruptura con su novio Brian.
Entre la exposición mediática, las nuevas oportunidades laborales y los temas personales por resolver, Sabrina cumplió un mes fuera del aislamiento y busca definir cuáles son sus pasos a seguir. El lunes ingresó nuevamente a la casa.
Su separación
Dentro de la casa de Gran Hermano las emociones y los sentimientos están a flor de piel. Entre el nacimiento de amistades, las fuertes pelas por la convivencia y las estrategias del juego, también hay tiempo para el romance.
Sabrina ingresó con una relación en crisis y sin saber qué podía suceder puertas adentro. Su vínculo con Alan inició como una amistad, pero con el paso de los días se transformó en algo más. ¿Qué pasó con su novio? ¿Qué sintió ella en la casa?
Pollo: —¿Entraste de novia a Gran Hermano?
Sabrina: —Entré de novia con Brian.
Pollo: —¿Cuántos años estuvieron de novios?
Sabrina: —Ocho. Estuvimos separados un año y pico en el medio. Fueron dos separaciones.
Pollo: —¿Cuándo entraste tenían algún acuerdo?
Sabrina: —Nosotros ya no llevábamos una buena relación. No compartíamos muchas cosas. Esa relación que estás por estar en realidad y no tomás la decisión. Yo estaba enfocada en la casa, en entrar, en ponerlo todo ahí. La verdad que hubiese estado bueno, hoy viéndolo desde afuera, con el diario del lunes, como diría mi vieja, separarme. Pero yo no estaba para tomar toda esa responsabilidad en ese momento.
Pollo: —¿Cuándo entraste lo fichaste a Alan?
Sabrina: —No, no me pasó eso con él. De hecho era una relación muy de amigos, de llevarnos bien, de compartir todo el tiempo. Pegamos muy buena onda, pero de amistad. De hecho, a él le gustaron todas y yo fui la última que le gustó. A mí no me interesaba él para estar, pero después me empecé a dar cuenta que primero me brindaba mucha atención que era lo que más me faltaba en mi relación y segundo que me pasaba algo. Pero también me planteaba que todo lo que me estaba pasado también era por todo lo que no tenía en mi relación. Quizás no era Alan. Podría haber sido cualquier otra persona.
Pollo: —¿Cuándo entraste hablaste con Brian esto de “si estoy con alguien no pasa nada”? ¿Como un acuerdo?
Sabrina: —Lo hemos hablado porque de hecho yo en el casting lo digo, pero no sé si dijimos que pase lo que pase. La verdad no me imaginaba que la casa te puede cambiar tanto.
Pollo: —¿Qué pasó adentro de la casa con Alan?
Sabrina: —Adentro de la casa no estuve con Alan no me lo chapé, no le di un beso, pero sí me pasaron cosas. Habían sentimientos, un encierro, aislamiento, atención de parte de él hacia mí y me movieron cosas.
Pollo: —Cuando saliste de la casa, ¿lo llamaste a Brian?
Sabrina: —Yo salí de la casa ya diciéndolo que no sabía cómo había tomado Brian todas las cosas que venían pasando porque a mí se me notaba que estábamos mucho tiempo juntos con Alan. Pero que más allá de la decisión que tenga él, yo también tenía que poner muchos papeles sobre la mesa para con esa relación. No es que yo le iba a decir: “Hola mi amor, ¿cómo estás? ¿qué te pasó?” Yo sentía que yo también tenía que plantear cosas.
Pollo: —¿Cuándo hablar con Brian?
Sabrina: —Yo agarro mi celular como a los tres días porque una vez que salís de la casa tenés que seguir unos días más aislado. Sí pude llamar a mi mamá y ahí me enteré un montón de cosas. Fue un kilombo familiar por detrás tremendo. Llegó creo que el finde y nos juntamos a hablar, una charla amena para aclarar cómo estaban las cosas y bueno estamos separados.
Pollo: —¿Te quedó la ropa en la casa en la que vivían juntos?
Sabrina: —Sí, me quedó todo ahí. Ahora ya me dejó el departamento así que tendría que ir a buscar mis cosas ahí.El dolor más grande es que se llevó a mis dos perritos. Ese es mi único tema a resolver.
Pollo: —¿Tenían una pareja abierta?
Sabrina: —Parecía, pero no.
Pollo: —¿Están con Alan ahora?
Sabrina: —No, estoy sola.
En números
Sabrina se atrevió al cuestionario del Pollo y reveló sus intimidades en cuanto a sexo, dinero, emociones y ropa interior.
Pollo: —¿Hace cuántos días no tenés sexo?
Sabrina: —(risas) 70 días. Antes de entrar a la casa de Gran Hermano. Es un montón.
Pollo: —¿Cuánto te costó lo más caro que te compraste?
Sabrina: —El celu, me imagino. Unos 2 mil dólares. El año pasado lo compré apenas salió y me salió eso.
Pollo: —¿Cuántas veces lloraste en los últimos 30 días?
Sabrina: —Una banda. 100 (risas). No soy mucho de llorar, pero en la casa venía como con algunos temas y fuera de la casa alguna lágrima se me cayó.
Pollo: —¿Cuántas bombachas tenés?
Sabrina: —Una banda. Unas 50 porque recibía canjes y he trabajado en marcas de lencería; y por ahí me mandaban o las que me regalan en las producciones. Así que tengo muchas.
Pollo: —¿Tenés alguna preferida?
Sabrina: —Sí, obvio. Depende el momento.
El juego del millón
Con una valija llena de dólares, Sabrina puede cumplir sus sueños más disparatados. El único requisito es que el dinero no puede ser guardado o donado sino que tiene que gastarse todo junto o en partes. ¿Qué eligió?
Pollo: —¿Qué te comprarías primero?
Sabrina: —Lo primero es una casa, obviamente. No tengo casa propia. Me gustaría tener una casa con patio y perros. Me compro 80 chiguagua. Los amo.
Pollo: —¿Dónde te gustaría?
Sabrina: —En Nordelta. Me tengo que comprar dos casa. Una para mí y una para mi familia (risas).
Pollo: — No creo que te alcance, pero una sí va perfecto.
Sabrina: —Bueno, una para mí. Yo te diría cinco pisos, pero con dos estamos bien.
Pollo: — Vamos a poner 500 mil dólares como poco, la realidad es que valen un poco más. ¿Qué hacemos con el resto?
Sabrina: —Vamos a quemalos con viajes. A Tailandia con toda mi familia. Somos 5. Y me gustaría ir también a Disney. Nunca fui. Me gustaría ir con mis amigas.
Pollo: — Serían 100 mil para cada viaje, para ir a todo trapo. Te quedan 300 mil dólares, ¿qué más te gustaría?
Sabrina: —Cambiaría el auto. ¿En cuál me ves?
Pollo: — Yo te veo en una Q8 de Audi.
Sabrina: —Me quedo, pero estamos complicados con la plata. De última un modelo más viejito.
Pollo: — Con 200 mil te la podés comprar. ¿Qué harías con los últimos 100 mil?
Sabrina: —Me iría de shopping con todas mis amigas y mi familia; y que se compren todo lo que quieran. “¿Qué querés?”, les diría y que busquen. Una cartera para cada una y unos zapatos.
A futuro
Gran Hermano es una puerta de acceso a los medios que miles de participantes han utilizado en Argentina y en el mundo para alcanzar sus sueños y lograr popularidad de la noche a la mañana.
Pero, en muchos casos, la dificultad no es llegar a ser conocido sino mantenerse en vigencia dentro del ambiente artístico. Es allí donde el talento de cada uno para poder insertarse en una profesión es vital para poder construir desde allí una carrera que transcienda en el tiempo.
“Siento que no tengo ganas de seguir haciendo las mismas cosas. Sí me encantan las producciones de fotos y las voy a seguir haciendo porque las amo, pero siento que me gustaría probarme en algo nuevo”, reconoció Sabrina aunque advirtió que no aceptaría propuestas para ser panelista de chimentos.
Si bien admitió que no tiene una formación actoral, le gustaría incursionar en teatro o novelas o incluso convertirse en conductora. “Me gustaría que alguien me vea y diga: ‘Esta piba va para tal lugar, vamos a probarla’ y que sea lo que tenga que ser”, concluyó.