Carla Peterson: “Inventan relatos para tapar una realidad que es horrible”

“No me gusta que maltraten a nuestros jóvenes”, afirmó la actriz sobre los dichos del presidente Milei contra Lali Espósito. En cuanto al presente de la Argentina sostuvo: “Yo no me puedo quejar de mi realidad pero estar yo sola bien no sirve para nada”

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Carla Peterson: “Inventan relatos para tapar una realidad que es horrible”

Dentro del universo propio, Carla Peterson parece moverse siempre entre dos mundos. Los transita con naturalidad: sale de uno para sumergirse en el otro, sin dejar -aquí y allá- de ser la misma. En gran medida de esto se trata ser actriz: disociarse. “El teatro es mi realidad paralela”, describe.

En ese sentido, Reverso, la obra escrita y dirigida por Matías Feldman que protagoniza en el Paseo La Plaza, interpela al espectador sobre los límites cada vez más difusos entre el mundo real y el virtual. Lo hace en un interesante juego teatral a través de una mujer que decide volver a recrear una escena en la que se quedó atrapada desde lo emocional. “La pregunta -advierte Peterson- es también cuál de los dos mundos es mejor para ella: su vida real o este otro que ella inventa, donde es feliz”.

Pero por fuera de lo escénico, para Carla hay muchos otros mundos. La actriz -que acaba de estrenar en Star+ la segunda temporada de Terapia alternativa- residió temporalmente en distintos países -por obligaciones laborales suyas y también de su marido, el legislador radical Martín Lousteau-, aunque sabiendo que regresaría a la Argentina, inexorablemente. Y que estaría pendiente de lo que aquí sucediera.

La crianza sin apremios de Gaspar, ya de 11 años, no descuida aquel otro mundo: el que se desangra cada día en este presente social, económico y político muy delicado. Es consciente de esa realidad; busca que su hijo también lo sea. Empatía, nada menos.

En esta charla con Infobae, Carla se mostrará con esa simpatía tan suya, que se percibe natural, innata. Pero también se permitirá hacer a un lado la sonrisa al hablar de su papá. Y de nuevo, regresar de ese mundo. Y volver a sonreír.

Carla Peterson es Selva en la segunda temporada de Terapia Alternativa por Star+
Carla Peterson es Selva en la segunda temporada de Terapia Alternativa por Star+

—Esto que plantea Reverso, de entrar y salir de la realidad y de la virtualidad, y de quiénes somos, pasa mucho: en Instagram todos somos felices.

—Claro. Instagram es un mundo como Truman Show. Es todo alegría. No ves la realidad también porque hay mucho filtro. Estos relatos a los que uno también les hace caso, y los creemos. Ya no sabés cuál es la verdad. O qué es fake.

—¿Cómo te llevás con el hate de las redes?

—No, ya está. Para mí ya pasó de moda.

—No duele.

—Ahora ya no.

—¿En algún momento sí?

—Y… al principio sí. Cuando desconocía cómo era esto. Después te das cuenta de que hay trolls, gente que abre cuentas y trabaja desde ahí por otros motivos. Obvio, cuando subo algo me encanta tener más likes porque digo: “Ay bueno, subí esta foto y van a venir un montón de personas a verme al teatro, van a ver millones de personas mi serie”. Aunque yo no lo sé, eso es imposible de medir. Después te piden estadísticas, sobre todo cuando haces algún trabajo.

—¿Cuál es el canje más bizarro que te pidieron o que te ofrecieron?

—Ay, no sé. A veces subo cosas de gente que sé que se esfuerza mucho para hacer algo y que hace cosas buenísimas. Ayer fui a tomar un helado y lo subí: era delicioso. A la chica la conocí en la heladería: la abrió en la pandemia, iba a tener un bebé. Probé su helado y era riquísimo. Después, no le pido ni un canje ni le cobro. A veces sí hago cosas que son por trabajo, campañas. A veces, en tú trabajo te piden que subas a las redes. Es una herramienta que puede ser muy útil o puede ser muy destructiva, depende cómo se use.

Reverso se presenta viernes, sábados y domingos en el Paseo la plaza (Foto: Manuela Mendiondo)
Reverso se presenta viernes, sábados y domingos en el Paseo la plaza (Foto: Manuela Mendiondo)

—¿Cómo fuiste como adolescente? ¿Diste dolores de cabeza en tu casa?

—No. Me portaba bastante bien, no hacía muchas travesuras. Pero bueno, ya querer ser actriz fue…

—Fue revolucionario en tu casa.

—Y sí, claro. No hay artistas. Mi mamá era abogada y mi papá, aviador militar: fue piloto de Alfonsín.

—¿Lo conociste a Alfonsín?

—No. Se iba a trabajar mi papá. Pero a veces sí lo acompañaba.

—¿Volaste con tu papá alguna vez?

—Sí, un montón de veces. Además había veces que mi mamá tenía tres hijos y era: “Por favor llevate a alguno” Y yo que me encantaba. Me encantaba volar con él.

—¿Y cómo los convenciste de que ibas a ser actriz?

—Cuando empecé a trabajar en la televisión. Mi mamá era inmigrante, llegó de Italia a los ocho años con su familia, hablando italiano, y fue la primera que estudió acá, en la universidad pública: se recibió de abogada. La mujer de la familia. Y yo tenía que hacer lo mismo. Yo soy la más grande y le salgo actriz. Ya era uff, un montón… Para mi papá tampoco era fácil. Tampoco sabían cómo decirme qué era lo que tenía que hacer para ser actriz. Yo tampoco sabía lo que era ser una actriz; lo aprendí cuando entré a una compañía de teatro, cuando me rodeé de pares. Hasta que un día me reconocieron en la tele y mi mamá se calmó.

—”Va a poder vivir de esto”.

—Ese era el miedo. Además, era otra época.

—Pero más allá de la actuación, tus papás nunca tuvieron que salir a buscarte.

—No. Y eso que no había celulares. Siempre sabían con quién andaba. Igual, era salidora: me gustaba la noche.

—¿Rompiste muchos corazones en la adolescencia?

—Seguro, seguro. Me imagino que sí.

—¿Más de los que te rompieron a vos?

—No, no. El mío estaba roto todo el tiempo; lo llevaba así, como en pedacitos, pero porque siempre me quería enamorar. No pasaba, pero bueno… Igual me divertía mucho haciendo mi vida. También, yo me escapaba, ¿viste? No era fácil.

—¿Eras de llorar?

—Sí, ya más de grande.

—¿Había un llanto musicalizado frente al espejo?

—Todo. Reptando por el parquet, llorando, dramático, dramático... Era una ópera. Después se me pasaba.

—Martín no te ha hecho llorar.

—No, no me ha hecho llorar. No.

Carla Peterson y Martín Lousteau llevan 12 años juntos
Carla Peterson y Martín Lousteau llevan 12 años juntos

—Hablando de las redes, ahora voy a ir a la maternidad…

—(Interrumpe) A Martín.

—No, no, no.

—A mí me encanta ir ahí.

—¿Cuántos años juntos ya?

—12.

—¿Te sigue enamorando como el primer día?

—Sí. Y divirtiéndome como el primer día. Es lo más Martín.

—Bueno, estábamos hablando de las redes, y en algún momento te vi en las redes acompañándolo a Martín en la campaña.

—Sí, sí.

—Y también te vi hace muy poquito bancar a Lali.

—Ah, sí. Yo banco a nuestra juventud, a nuestros jóvenes. Me puse en su lugar: no me gusta que traten mal a nuestros jóvenes. Me parece que es lo que hay que iluminar. Y por momentos se mezclan muchas cosas, estas realidades y estos relatos que también inventan para tapar una realidad que es horrible.

—Es un momento muy difícil.

—Es un momento muy difícil. Entonces, creo que hay que tener responsabilidad, trabajar, no confundir más. Es un momento triste.

—Recontra vale que Lali diga lo que tenga ganas de decir, que siempre lo ha hecho, como también vale cuando Emilia Mernes elige no decir nada.

—También. A mí ahora me gustaría no hablar. Yo siento que soy grande y perderé gente que dice: “¡Ay, qué divina!”. Pero yo quiero dejar un mundo mejor y a mí no me gustan los insultos, no me gusta el maltrato. Y creo que siempre hay que iluminar lo bueno de la gente; desde ahí todo es mucho mejor. Yo soy actriz y aprendí a actuar porque me marcaban lo bueno que tenía, no la falla. Y estos chicos abrieron puertas, dan esperanza.

—Trabajaste mucho en Polka. Y Adrián Suar anunció su cierre.

—Pero se va a transformar en otra cosa. Adrián es un gran productor, es una persona que, además, ama lo que hace: él sigue actuando. Algo más va a seguir. Bueno, ahora se van a pasar las series en Canal 13. Mucha gente trabajó ahí. Y además, yo disfruto de que vean lo que se hace acá, sobre todo cuando se desacredita tanto lo que hacemos. Tampoco todo el mundo tiene acceso a una plataforma.

Carla Peterson elige....

—Te propongo un juego. Te voy a hacer elegir entre algunas situaciones: quiero ver qué preferís, Carla.

—¡Dale!

—¿Preferís ser siempre la que lava los platos o doblar todos los días las sábanas de abajo con elástico?

—No. La sábana de abajo con elástico. Martín lava los platos.

—¿Sí?

—Sí. El título: “Martín lava los platos” (risas).

—¿Preferís ser incapaz de mentir o siempre descubrir cuando te están mintiendo?

—Me gusta descubrir cuando me mienten. Yo descubro un poco… Yo soy observadora. Trabajo de observar.

—Te das cuenta.

—Sí. Y miento bastante poco. Es como que miento arriba del escenario. Bueno, no miento, porque me creo que es verdad lo que está pasando. Me miento a mí porque, sí, realmente creo que eso está sucediendo.

—¿Y cuando se termina la obra o la ficción, qué pasa con ese personaje que interpretás?

—Me da pena. Por eso me gusta que se hiciera la segunda temporada de Terapia alternativa: puedo seguir haciendo ese personaje hermoso, que me costó mucho descifrarlo.

—¿Sexo todos los días o una vez cada tres meses?

—Vamos a intentar ver cómo va con todos los días. Es que una cada tres meses… (Piensa) Todos los días, ¿durante cuánto tiempo? (risas). Es un montón.

—Es trabajo.

—Sí, claro. Esperá, dame una chance. No, todo es un montón: cada tres meses es un montón y todos los días también es un montón…

—¿Que no te den ni un like en las redes sociales o tener un hater que te persigue y te lastima, te da donde te duele?

—No me dolería donde me da el hate, pero no… Muchas veces me pregunto si voy a seguir usando las redes sociales. Tengo pocas. Ahora me dicen que hay que abrir TikTok. Hermana, no. Es como mucho, porque me lleva mucho tiempo, y pienso: “¿Qué digo?”. Y no sé cuánto tiempo más. O sea, disfruten de mis redes sociales porque…

Carla Peterson: "Muchas veces me pregunto si voy a seguir usando las redes sociales"
Carla Peterson: "Muchas veces me pregunto si voy a seguir usando las redes sociales"

—¿Llegar siempre una hora antes o 20 minutos después?

—No, prefiero llegar una hora antes.

—¿Tocás el timbre o esperás abajo?

—No, espero abajo. Y después llego 20 minutos tarde porque me fui a tomar un cafecito.

—¿No saber nada o saberlo todo?

—No saber nada. Estoy pensando… A veces el saber todo te cierra una puerta; me encanta aprender. Y me encantaría estudiar más. Siempre sueño: “Me voy a meter en la universidad”.

—¿Qué estudiarías?

—Letras. Historia del Arte. Escenografía. Obviamente, todo relacionado con lo mío. Me encantaría.

—¿Quedarte con tus recuerdos hasta hoy y no poder generar nuevos, o perder todos los que tenés pero poder construir de acá en más?

—Quedarme con los que tengo.

—Cerrás acá y te quedás con los que tenés.

—Sí, creo que sí. Ay, no sé. Me voy a largar a llorar (risas).

—¿Dar o recibir un baile erótico?

—Recibir. Me río mucho. Bueno, yo soy bailarina; yo bailo. Hoy pongo play. Hoy llevo el casete.

—Se arranca, con la micro bikini.

—Se la pone él.

—Bueno, podía ser una tercera opción entre los dos.

—Estuve pensando que creo que me gustaría. Es en chiste esto eh. Aclaremos.

—¿Vivir en un mundo sin delito o sin privacidad?

—Ya vivimos en un mundo sin privacidad. Preferiría sin delito, entonces.

—Si te regalo una charla de dos horas con quien vos quieras, vivo, muerto, del pasado, del futuro, ¿con quién querrías sentarte a charlar?

Si pudiera tener una charla me gustaría que fuera con mi papá, que no puede hablar ahora... Ay, me voy a emocionar. No, pero está. Y tengo conversaciones. Pero bueno, hay cosas que ahora me gustaría preguntarle y que sé que no me las puede decir. Entonces preferiría que le volviera su voz y que me contara cosas. Le dio un ACV hace un montón, como 13, 14 años.

—Y te gustaría escucharlo.

—Sí, porque teníamos buenas charlas, buenas conversaciones. Me gustaría preguntarle algunas cosas ahora, que soy más grande.

—Te voy a sacar de la emoción de papá.

—Ya salí, eh; entro y salgo. Igual, estoy muy sensible.

—Esa capacidad de la actriz: entrar y salir en las emociones. ¿Fue muy difícil lograr ese ejercicio de transitar las emociones?

—Es muy difícil. Todos los días, sí. Y volver a generarlas y tenerlas frescas también, porque se cristaliza mucho.

—¿Y cuando algo te angustia sobre el escenario, después se puede dejar ahí?

—En el escenario te olvidás todo: gran frase de Vittorio Gassman, que me encantaría hablar con él porque, aparte, me parecía tan buen mozo... Él decía que arriba del escenario la muerte es lejana. Y es verdad: a veces te sentís mal y hacés la función, y te olvidaste de los dolores, te olvidaste de todo. El teatro es mi realidad paralela. No virtual, porque es algo presente, que sucede. Hay algo que sucede que te cambia, que te mejora. Por ejemplo, volviendo a mi papá: él no puede hablar pero puede cantar. El arte mejora todo. Todo. Por eso hago lo que hago.

Carla Peterson: "Yo no me puedo quejar de mi realidad pero yo sola bien no sirve para nada"
Carla Peterson: "Yo no me puedo quejar de mi realidad pero yo sola bien no sirve para nada"

—¿Cuántos años tiene Gaspar?

—11 años. ¡Qué rápido! Cuando te dicen que es rápido… ¡es más rápido de lo que te dicen!

—¿Y cómo te estás ubicando como mamá de un preadolescente?

—Estreno la serie, estreno el teatro, y me ubico (risas). Porque cuando te das vuelta así, es un chico largo, que te hace planteos.

—¿Qué plantea?

—Ya te piden que quieren tener sus teléfonos, sus cosas. Este mundo moderno.

—¿Y qué te pasa con ser mamá de un preadolescente en esta Argentina que muchas veces duele?

—Es lo más triste. Trato de que él entienda, porque lo que yo noto en los niños es toda una confusión, que estoy tratando de entender yo también. Además de la violencia que hay, porque es normal, porque son los juegos que juegan. Yo veía La familia Ingalls, El Chavo, y ellos ven series que yo no llego a entender. O juegan a juegos que disparan; yo no vivía eso. Creo que la falta de un montón de cosas hace que todo sea peor. Y lo desparejo. Es muy triste, es muy terrible, porque son todos nuestros hijos.

—Sos una mujer con mucha conciencia social. Y entendés el lugar de privilegio en el que uno está hoy, ¿le están empezando a enseñar algo de eso a Gaspar, esa empatía?

—Sí, todo el tiempo. Creo que él también lo ve solo: sabe lo que pasa acá, lo vive. Ve gente durmiendo en la calle y chicos pidiendo. Y muchas cosas más ve; debe ver más cosas de las que yo veo.

—Ustedes tuvieron la experiencia de vivir en otro país, por trabajo tuyo y por trabajo de Martín.

—Sí, miles de veces.

—¿Nunca estuvo la idea de irse definitivamente?

—No. Siempre volvimos. Sabíamos que este es el lugar en el que nosotros queremos ver crecer a nuestro hijo. Espero que él (por Gaspar) siga queriendo vivir acá. Y yo no me imagino viviendo mi vida en otra parte, para siempre. Creo que todo lo traigo para mejorar acá, para mejorar lo nuestro. Hoy pensaba: mi abuelo vino acá (desde Italia) porque soñaba con algo mejor; de hecho yo no me puedo quejar de mi realidad pero yo sola bien no sirve para nada

El 62% de los chicos y adolescentes están debajo de la línea de pobreza.

—Es el espanto. Esa es la película de terror que no quería ver. Y bueno, mi madre también soñaba con algo mejor. Yo soñaba con algo mejor. No estaría sucediendo. Vamos a ver.

—¿Qué te pasa a vos con que de repente estemos viviendo un revisionismo de los 70?

Vivimos revisando para atrás y nunca adelante. ¿Adónde vamos? Nadie sabe adónde vamos: vamos para un lado, vamos para el otro, “vamos nosotros solos, ustedes se quedan acá y después los buscamos”. No sé, es rarísimo. Ahora vamos a ver adónde vamos.

—¿Alguna vez te vas a meter en política?

—Y… como que medio que estoy.

—Pero vos, en tu lugar, no.

—No. No tengo la pasión puesta ahí. Sí en que las cosas mejoren, pero no en un partido político. No estoy preparada, ni voy a poner el cuerpo ahí. A mí me gusta poner el cuerpo arriba de un escenario. Ese es mi lugar. Sé que desde ahí puedo dar mucho más que, no sé…

—Que en un cargo.

—Sí. Que peleándome. Y además, vuelvo a hablar de Martín: confío en él y en su mirada. Ya hay alguien en mi casa que se ocupa; yo me ocupo de otra cosa.

—Lo admirás mucho.

—Muchísimo, muchísimo.

—¿Tienen discusiones de política?

—Sí. Porque yo, muchas veces, sin saber digo cosas o me enojo por algo, y veo solamente mi partecita, que creo que nos pasa a todos. Después siempre me termina convenciendo.

—O sea, vos sos más cabrona.

—Sí. Y él me dice: “No, mirá”, y me abre así. Claro: no tengo que mirar solo lo mío.

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