Adrián Cormillot en Segunda Generación: “Ni mi padre ni yo somos nutricionistas, somos médicos clínicos”

El médico pasó por el ciclo de Infobae. Contó por qué decidió seguir el legado de su padre en medicina, cómo fue su primera experiencia de trabajo en televisión y qué diferencias hay entre la crianza que recibió él y la que le brinda a sus hijas.

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Segunda Generación con Adrían Cormillot - Legado familiar

Adrián Cormillot es hijo de Alberto Cormillot, reconocido médico que hizo una destacada carrera en televisión, y de Monika Arborgast, quien se dedicó durante años a gerenciar la clínica de la familia y falleció en 2017.

Al igual que su padre estudió medicina, pero se transformó en una figura pública recién en 2006 al integral el panel médico del programa Cuestión de Peso. Hasta ese momento, no había tenido participación activa en los medios y mantenía un perfil bajo, resguardando su privacidad.

Si bien marca una distancia entre trabajar en televisión y exponerse, con los años Adrián supo ensamblar su rol tradicional de médico con la tarea de comunicar sobre salud en los medios. Padre de tres hijas, aseguró que recibió consejos de crianza de su padre, pero decidió emprender su propio camino sin “el modo Cormillot”.

Adrián: “Cuando me dicen ´me encantaría que mi papá sea Cormillot´, le digo ‘te lo presto un rato y después contame’”. (Gustavo Gavotti)
Adrián: “Cuando me dicen ´me encantaría que mi papá sea Cormillot´, le digo ‘te lo presto un rato y después contame’”. (Gustavo Gavotti)

— ¿Quién es Adrián Cormillot?

— Soy padre, médico, amo lo que hago, amo a mi familia y me gusta trabajar y estudiar.

— “Ama lo que hace”, ¿qué hacés?

— Soy médico clínico. Me gradué del colegio en el año 99, hice la residencia en el Hospital Fernández. Todo el mundo cree que soy nutricionista, pero no, soy un médico clínico que se especializó en enfermedades relacionadas al estilo de vida, al medio ambiente, a la comida. Me dedico a ver pacientes, principalmente, y a coordinar un equipo de profesionales que trata la salud.

— ¿Por qué todos asocian que sos médico nutricionista, puede ser que te asocien con tu padre?

Mi padre se recibió de médico clínico y no es nutricionista. Históricamente el apellido estuvo relacionado con la alimentación, con la buena vida, con la alimentación saludable, con la nutrición particularmente. Nutrición, en verdad, es la definición de todo lo que te nutre, uno se puede nutrir intelectualmente, se puede nutrir desde el alimento o desde el movimiento, amar es nutrirse, entonces el término de nutrición, acá en Argentina particularmente, se relaciona a los alimentos, pero en verdad sería la definición de una persona que se dedica a hacer lo posible para modificar o mejorar la salud de las personas a través de la prevención, de la alimentación y el estilo de vida.

— ¿No son nutricionistas?

— Por el hecho que sepamos mucho de nutrición es la asociación… Cuando uno piensa o asocia a Cormillot con la nutrición es claramente el reflejo de cómo la alimentación representaría tal vez el elemento más importante para cuidar tu salud. El alimento es un aspecto de muchos hábitos que sumarian o restarían la salud si lo usas o no a tu favor. Alimentarse es un arma de doble filo, uno se puede matar con grasa o se puede salvar comiendo verduras.

“Ni mi padre ni yo somos nutricionistas”

Adrián: “Ser el hijo de una eminencia en verdad es muy cómodo”.
Adrián: “Ser el hijo de una eminencia en verdad es muy cómodo”.

Estudiar medicina no fue solo una tradición familiar, para Adrián surgió como un deseo de ayudar. Ver a su padre ejerciendo esa profesión le despertó su propia vocación, que tuvo grandes sacrificios, pero sobre todas las cosas mucha responsabilidad por la vida de cada paciente y por el legado de su apellido.

— ¿Cuándo decidiste ser médico clínico?

— Cuando era chico tal vez aspiraba a ser bombero o cosas tradicionales, pero justo delante nuestro hubo un accidente muy grave. Mi padre se bajó a ayudar y yo vi como él, con las herramientas que tenía por ser médico, pudo salvar la vida o por lo menos generar que una persona que esté en peligro de muerte, tenga la asistencia lo más rápido y lo más profesional posible. Cuando yo vi ese acto y lo que podía hacer un médico, me decidí por la medicina.

— ¿Cuántos años tenías en ese momento del accidente?

— Tendría unos 11 años.

— ¿Antes, con papá médico, nunca pensaste seguir la misma carrera que él?

— Mi padre era famoso antes de que yo nazca. Ya lo conocía todo el mundo y él disfruta mucho el reconocimiento de las personas, cosa que yo no. Siempre viví el cariño de la gente o el aspecto más mediático de mi padre, que a mí no me interesaba en absoluto, y tal vez relacionaba a la medicina con seguir el camino de mi padre y esa parte no me tentaba. Me tentó al ver que, en el accidente, cuando sacó a la persona del auto tuvo cuidado en no romper la espalda. Ahí entendí todo, que se podía hacer un montón con muy poquito.

— ¿Cómo fue nacer y crecer en ese mundo con un padre tan reconocido?

— Papá no es de capitalizar la situación de que sea conocido para entrar gratis a un lugar o hacer canjes o buscar influenciar desde el provecho personal, sino que es un reconocimiento de otros hacia él. Nunca capitalizó eso, o sea que no lo viví como pueden tal vez vivir otros hijos de famosos. Mi padre siempre fue muy reservado y nunca tuvo ánimo de ser una figura pública, sí lo ves por los medios, pero nunca lo usufructuó. Nunca entro a un boliche diciendo: “Soy Cormillot”. Por ejemplo, hasta que salí en la tele prácticamente muy poca gente sabía que yo era el hijo de...

— ¿Cómo reaccionó tú padre cuando le contaste que ibas a estudiar medicina?

— Mi viejo siempre supo que yo iba a ser médico, por mi personalidad, porque soy muy curioso, modestia aparte, me destacaba mucho en el colegio, me gustaba mucho estudiar, y hubiera sido muy desaprovechable. Además soy muy malo con las finanzas, con el orden, con cosas que son muy técnicas o numéricas no me hubiera podido desenvolver como en algo tan humanístico como la medicina, ya perfilaba como médico.

“Alimentarse es un arma de doble filo, uno se puede matar con grasa o se puede salvar comiendo verduras”

“Ser una persona mediática no es sinónimo de ser un gran profesional de la salud”, advirtió Adrián. (@adrocormillot)
“Ser una persona mediática no es sinónimo de ser un gran profesional de la salud”, advirtió Adrián. (@adrocormillot)

Tener un apellido reconocido en un ámbito laboral no siempre es sinónimo de que las puertas se abran a nuevas oportunidades. A veces implica hacer un esfuerzo mayor para demostrar el buen desempeño y, en este caso puntual, el conocimiento y experiencia obtenidos por propio mérito en el área de la salud.

— Estudiar medicina y tener un papá médico imagino que ya es una ventaja, pero tener de padre a Alberto Cormillot, más, ¿cómo manejaste esa situación? ¿Te sirvió ser “el hijo de”?

— Todo lo que uno estudia en general, lo que yo estudié en el año 99 al 2004, desde el 92 hasta el 2004, que terminé mi formación, hoy en día no aplica para la salud, los medicamentos, estudios de diagnóstico que antes no existían. Hay medicamentos que antes uno jamás hubiera imaginado, entonces yo no aproveché mucho que tenía a mi papá médico, porque en verdad lo que uno va estudiando, en general, es muy novedoso. Una de mis hijas empezó a estudiar medicina hace poco, dejó la carrera; pero me preguntaba cosas y la verdad es que yo aprendía con ella más que ella conmigo.

— Con tu hija eligiendo la carrera de medicina, se repite un poco la historia con tu padre…

— Yo le decía que no, que no estudie medicina, que estaba para otras cosas. Ella tiene un perfil muy artístico, muy libre, no tan estructurado como requiere la medicina, le fue recontra bien en los dos años que estudió, pero por suerte eligió una cosa que le da más libertad. Yo tuve que esperar hasta los 30 años para poder ver un progreso personal. Cuando uno es médico estamos en el hospital hasta los 29, 30 años y realmente te perdés muchas cosas, que en la sociedad, en general, la puede empezar a desarrollar antes. Cuando vos salís del hospital que sos un junior, tenés amigos que tienen un restaurante, por ejemplo, o están viviendo en otro país instalados con casa propia, entonces en verdad hay que tener ganas de ser médico, el proceso es muy complejo, muy hincha y mi hija no estaba con ganas de resignar la libertad que le da no estudiar medicina.

— ¿Qué cosas perdiste o resignaste?

— Me perdí muchos veranos, muchas vacaciones que tal vez mis amigos se iban a disfrutar a Europa, viajes largos, ganar más plata en el momento que tal vez tenía una edad que quería ser más curioso o viajar. Cuando uno piensa que terminó de estudiar es mentira. Ahí recién empezás la formación. Yo me formé en el Hospital Fernández, la facultad fue la llave de entrada nada más.

— ¿En qué momento sentiste estar donde realmente querías?

— Estando en el segundo año en el hospital. Estaba de guardia en terapia intensiva en Bella Vista, con 27 años, tenía tal vez ya la posibilidad de tener pacientes de terapia intensiva y unidad coronaria; y uno en la cabeza, en su espíritu, siente todo lo que estás logrando, que en verdad sos vos y un paciente más complejo. En ese momento me sentía super, porque era lo que yo había estudiado.

El primer paso en televisión es algo que Adrián recuerda como una imposición que, con el paso de los años, empezó a comprender mejor. Descubrió la ventaja que tenía poder comunicarse con el público a través de los medios y puso su foco en difundir información sobre salud, lejos del show mediático.

— Al principio contaste que no te gustaba la exposición o lo mediático, pero comenzaste a trabajar en la televisión… ¿Cómo fue eso?

— Necesidad. Yo empecé en el 2006, ya tenía 32 años, yo no quería saber absolutamente nada, pero surgió de que empezaba el programa “Cuestión de peso”, un programa que la rompió en el 2006. Una de las condiciones para hacer el programa era que yo entre, yo les dije que sí, porque pensé que iba a ser como el médico detrás de cámara, porque yo no quería saber absolutamente nada con la exposición, pero el viernes dijeron: “No, el lunes arrancás, es en el piso”. Y bueno, fui con mi mejor cara de anti, estaba de muy mal humor, pero sino no arrancaba el programa. Raúl Sominsky y José Núñez fueron los productores que me chantajearon con mi participación, una cosa muy coercitiva, y después entendí que si vos tenés la posibilidad de comunicarle a alguien que comer mejor te ayuda a mejorar, está buenísimo. Entonces le agarré ese gustito, no el de la popularidad.

— ¿Vos te creíste esa condición? ¿Era una condición real?

— Mi padre está en la tele hace ya 40 años, tiene 85 ahora, ahí tendría unos 70 años y quería un panel más heterogéneo. Papá era el tipo grande, también para bajarle formación a alguien más joven, era hacer como una cuestión de emparejar para abajo. Se podría decir que estaba la eminencia y estaba el médico medio o alguien que no tuviera tan la palabra justa, porque cuando mi papá hablaba en el panel, ya está, se acababa la discusión.

— ¿Intervino tu padre en tu incorporación?

— No, por eso tuvieron que convencerme los productores. Mi papá nunca me coaccionó, ni lo que es la carrera, el estudio, el trabajo, ni en la tele, él nunca ejerció ningún tipo de presión.

— ¿Cómo fue la primera vez que saliste al aire?

— Me quería matar. Me llamó una amiga para decirme “estás al aire”, y yo quedé como un tarado. Era una cuestión rara, porque era canal 13, no hay médicos de la tele, y yo venía del hospital, de una estructura muy de parar un sangrado, cosas mucho más rústicas. Y lo que es el impacto a nivel profesional es curioso, porque otros profesionales te menosprecian a partir de eso, pero tenés más llegada a la gente. Perdés un poco el cariño profesional, pero el afecto del público lo reemplazaría. Es raro para un médico y yo me sentía incómodo.

— ¿Y cómo se trabaja estando incómodo?

— Me lo puse como propósito porque había que cuidar personas. Era un programa sobre pacientes, personas que estaban en tratamiento de salud, y ahí me di cuenta de que había que garantizar la mejor atención para los chicos y si era aparte de un juego estaba bueno, porque en verdad aprovechábamos para educar sobre salud.

Adrián Cormillot en Segunda Generación - Hijo de una eminencia

— Mencionaste que tu padre era la eminencia del programa ¿cómo es ser el hijo de una eminencia?

Ser el hijo de una eminencia en verdad es muy cómodo, es muy cómodo, porque realmente ya una gran parte de mi credibilidad es porque mi papá estudia un montón y se rompe el culo laburando. Eso es lo noble que me pudo transmitir, pero es muy complejo por todo lo que uno puede llegar a pensar de la comparación o de ser tal vez “el hijo de”, yo no lo veo así, me costó un montón. Antes me preguntabas si me había convenido en el hospital y en la facultad, y no fue a favor nunca.

— ¿Por qué nunca fue a favor?

— Porque mi viejo no es César Milstein o René Favaloro, es un tipo mediático, en lo que es en la carrera de medicina ser una persona mediática no es sinónimo de ser un gran profesional de la salud. Mi viejo es comunicador, es un excelente médico en la obesidad, pero en lo que es el mundo profesional se menosprecia. Era como “el hijo de” el de la tele. No tenía mérito porque mi viejo no era un trasplantador de corazones, entonces eso jugaba en contra.

— ¿En algún momento dejaste de ser “el hijo de”?

— Para los menores de 30 no soy “el hijo de” porque a mi padre no lo conocen, o sea hoy en día hay toda una generación que no sabe quién es Alberto Cormillot. Ahora, si me conocen a mí o me ven en algún lado soy el pibe de la publicidad, el pibe de tal lado, el doc de la tele, Cormillot por la gran presencia de mi padre.

Por ejemplo, participé en un programa de un reality de gente más o menos conocida y en la casa no me conocía nadie, eran todos pibes que me preguntaban “¿y vos?”; “soy médico”, pero si yo decía “el hijo de Cormillot” los pibes me hubieran dicho “¿quién es Cormillot?”, entonces hay una gran generación que ya no me conocen ni a mí ni a mi padre.

— Si estás en la calle ¿con quién de estas generaciones te gusta cruzarte más?

— A mí me encanta cruzarme con todo el mundo. Soy una persona que no le huye a la sociabilización, pero no me gusta la demostración de cariño pública tipo “ah, ese es Cormillot”, eso me molesta. Es decir, puede ser una persona que me ame y me diga “¿Qué tal? ¿vos sos Adrián?”, lo saludo, me encanta, una persona que no me conozca, pero si hay alguien que manifiesta mucho me molesta.

— ¿Qué te provoca que te digan “ah ese es Cormillot”?

— Me provoca salir de mi confort. Preguntále a alguien qué le provoca que le estén gritando en la calle como si fuera un compañero de colegio. Escomo que me invaden, pero es algo particular mío. Ahora, cuando voy con mi padre es una catarata, porque a mi papá le gusta y dice: “Acá está mi hijo”, porque él lo disfruta mucho.

“No me gusta la demostración de cariño pública”

Segunda Generación - Adrían Cormillot - Cómo fue su infancia

La popularidad de su padre, a partir de sus apariciones en televisión, hizo que tanto él como su hermana vivieran una infancia diferente a la de, por ejemplo, sus compañeros de colegio. El cariño de la gente y los saludos en la calle eran moneda corriente para esta familia que, aún con todo ello, durante muchos años pudo resguardar su intimidad puertas adentro de la casa.

— ¿Cuál es la diferencia de que uno lo disfrute tanto y el otro no?

— Mi papá era hijo de un carpintero y yo soy el hijo del doctor Cormillot. A mí cuando me dicen “me encantaría que mi papá sea Cormillot”, le digo: “Te lo presto, llevátelo, andá a comer al Jardín Japonés y después contame”.

— ¿Cómo es ser el hijo de Cormillot e ir a comer afuera?

— Que te observen todo el tiempo, el chiste de “estás comiendo”, “mirá, eligió tal cosa”. Es una observación constante, o sea a él le gusta, lo disfruta, pero el hecho de haber nacido con eso, hace que tal vez no sea muy fácil generar empatía con lo que pienso porque muy pocas personas lo viven. Vos fijate que mi papá estuvo en la tele antes que Mirtha Legrand, o sea Mirtha Legrand el estandarte, más grande que el Obelisco; bueno, ella estuvo en películas antes que mi padre, pero en la tele está mi papá antes que Mirtha. Yo a mi papá lo conozco bien, lo disfruto mucho, cuando viajamos realmente lo disfruto mucho más porque no está ese circo de Cormillot. Solamente alguien que nació con una persona tan correspondida con el cariño de la gente podría entender lo que se siente.

— Por ejemplo, ¿qué te dice tu papá?

— Peinate. Él está siempre ocupado en que esté prolijo, porque está muy pendiente de la estética.

— Tu padre tiene 85 años ¿de qué sigue tan pendiente además de la estética?

— Biológicamente mi padre tiene menos edad que nosotros, su alimentación, su actividad física, su disciplina, es exactamente lo que él transmite y eso a veces pesa por lo mismo que puede llegar a pesar mi apellido.

— ¿Cómo conviven con todo lo que contás, tu familia, tus hijas y tu esposa?

— Es interesante. Ya lo conté antes, pero no así tan profundamente. Yo no tomaba cerveza enfrente de mi padre. Empecé a tomar cerveza a los 20 años más o menos, y habré agarrado una cerveza a los 28, no porque no podría, sino porque yo veo que él lo ve como una actitud negativa. Mis hijas al primer día de legalidad ya estaban con la cerveza, pero como un acto natural de los chicos de la edad de mis hijas, ellas nacieron en una casa completamente sin juzgar ni nada de eso. Cuando yo era chico no se comía pizza en casa, pero no porque estaba prohibido sino por el concepto de “¿una pizza?”, era raro. Entonces esa cuestión no la vivieron mis hijas y yo siempre estuve bastante más condicionado, pero como un contrato de mutuo acuerdo, no porque podría decirme algo malo ni mucho menos, sino evitarme el tema para no tener una visión, no negativa, sino juzgadora.

Yo si me llegaba a pedir una cerveza cuando estaba con mi papá era como: “Mi hijo va a llegar al alcoholismo mañana”, mis hijas creo que yo pido y ellas están tomando la segunda botella de vino, es como que realmente no son Cormillot en su esencia, a veces digo “chicas aflojen con el Instagram, piensen en el abuelo”.

“Cuando me dicen ´me encantaría que mi papá sea Cormillot´, le digo ‘te lo presto un rato y después contame’

"A mis hijas les digo: “Chicas, aflojen con el Instagram, piensen en el abuelo”, confiesa Adrián. (@adrocormillot)
"A mis hijas les digo: “Chicas, aflojen con el Instagram, piensen en el abuelo”, confiesa Adrián. (@adrocormillot)

— ¿Cómo es tu relación con tu hermana y cómo vivió ella la infancia que describiste?

— Mi hermana lo vivió y lo sufrió porque tenía sobrepeso, entonces vivió un contexto distinto, no solamente por ser hija de Cormillot sino porque encima tener sobrepeso; es todo un lio que seguramente en un próximo episodio de “Segunda generación” lo vean porque esa es bastante picante.

— ¿Y cómo te afectó a vos el sobrepeso de tu hermana?

— Imaginate si tenés una hermana con sobrepeso y sos la hija de Cormillot. Opinión mía no voy a dar, voy a dar una descripción, imaginate que sos especialista en adelgazar a las personas y tu hija tiene sobrepeso…

“Gran parte de mi credibilidad se debe al esfuerzo de mi padre y a que se rompe el culo laburando”

— No te gusta la exposición, pero continuas en los medios. ¿Cómo te cambió la vida estar en televisión?

— Lo que me enganchó fue la comunicación y tener la posibilidad de transmitir salud y en vez de, como hago habitualmente, veo 10, 15 pacientes por día, yo podía en dos minutos de televisión llegar a miles de personas, entonces el comunicar salud y saber que era una herramienta para poder curar o prevenir enfermedades me pareció fantástico.

— Al margen de que a Cormillot padre le gusta la exposición, ¿cómo tomaste su noviazgo y casamiento con una chica mucho más joven que él?

— Mi papá siempre tuvo una vida bastante privada, pero sea por lo que sea, a veces porque baila tap, a veces porque baila o porque se casó con una chica bastante más joven cronológicamente pero no biológicamente tal vez, le encanta, él lo disfruta mucho, lo ve con mucho cariño. Ahora, con el tema de las redes sociales, puede haber algunos comentarios negativos, pero fue tan bien recibido por su círculo cercano y por la gente que lo ama que lo disfruta mucho, o sea es una situación que no le da vergüenza ni le pesa.

— ¿Y a vos te pesó por algunos segundos?

— A mí me encanta, si él es feliz yo soy super feliz. Es decir, fuimos con mis hijas al casamiento y en ese momento estaba en modo exposición, nos pusimos el traje, hicimos todo el show; cuando tenemos que hacer esa la hacemos perfecto, pero después a mis hijas preguntale si son algo de Cormillot y te juro que salen corriendo; hay un modo Cormillot y un modo que no es Cormillot. Cuando estamos con mi viejo nos morimos de risa.

— ¿Cómo es estar en modo Cormillot?

— Es estar adecuadas. Mis hijas son medio hippies, que es un término que no sé si se aplica a la libertad, son muy libres y tal vez cuando está el abuelo o hay que ir a alguna reunión o a algún acto de presencia; hay que estar presentables.

— ¿Qué heredaste de tu papá y de tu mamá?

— De mi padre tengo la curiosidad, el sarcasmo, la ironía, somos muy cómplices con la curiosidad y las ganas de estudiar y siempre estar al tanto de lo que queremos estar al tanto, sea lo que sea, dentro de mis áreas o mis expertiz. Trato de estar lo más informado, educado posible y siempre buscando la forma de comunicarlo de la mejor manera, eso heredé de mi padre. De mi madre, la paciencia, las ganas de trabajar y transmitir a mis hijos la importancia del trabajo, del esfuerzo. En resumen, sería la curiosidad de mi padre, el estudio, y la responsabilidad de mi madre.

— ¿Alguna vez, cuando eras chico sufriste bullying?

— Yo era petiso y gordito, o sea tenía una panza grande. Yo nunca sufrí de bullying, yo era el que hacía bullying a los chicos cuando estaba en el secundario, y a mí me hacían por panzón y por petiso. Es terrible, puedo estar tres horas hablando del tema, pero en ese momento no era tan grave, no lo viví como algo traumático, más teniendo en cuenta que mi hermana tenía sobrepeso y realmente la pasaba mal, lo mío no era grave. Es más mi hermana me decía “petiso”.

— ¿Cómo te manejás con las redes sociales y con las críticas en particular?

— No me expongo tanto como para tener críticas, y soy medio queso en las redes sociales. En su momento, cuando empezaron, le dedicaba un montón de tiempo y después me rendí, las uso para divertirme, no soy muy hábil. Fui trending topic, hashtag Cormillot nazi, porque quería que la gente se vacune. Fui un montón de veces vapuleado y no me molesta en absoluto, no me genera nada. Ojo, algo importante: sí me afecta como le afecta a mi padre cuando se meten con él y él sí se toma en serio las cuestiones que pasan en Instagram o Twitter, se pone mal, propio tal vez de su generación y de la no comprensión de lo superficial que son esos medios.

— ¿Qué es lo que más le afecta ?

— Cualquier crítica. Para mi padre tiene que estar todo absolutamente bien. Cualquier desaprobación se pone mal, no tolera perder o que lo desacrediten. Cuando lo critican por cuestiones que tienen que ver con la edad, la experiencia o su formación, no se enoja ni mucho menos, pero lo ve como una agresión. Yo no lo veo como agresión.

— ¿Cuál fue el mejor consejo que te dio tu padre a vos y viceversa?

— Cosas técnicas. A mi papá le metí el bichito de que empiece a fundamentar más lo que decía, un poco las referencias bibliográficas, en una época donde mi viejo decía cuestiones perfectamente validadas y completamente científicas de una manera demasiado suelta y yo, como médico formándome, le dije: “Pá, deberías poner abajo quién lo dijo”, y ahora exageradamente toda su información está referenciada y validada, creo que ese fue uno de los mejores consejos que le di. Y él a mí que sea un buen padre, que priorice eso antes que la profesión.

“Mi padre por cualquier desaprobación se pone mal, no tolera perder o que lo desacrediten”

Adrián y Emilio, su hermano menor a quien le lleva 47 años de diferencia. (@adrocormillot)
Adrián y Emilio, su hermano menor a quien le lleva 47 años de diferencia. (@adrocormillot)

— Tenés un hermano chiquito, ¿cómo es ese vínculo?

— Sí, el hermano más chico del mundo, después de Chaplin o algún actor así, no hay muchos casos de tener un hermano que tiene 47 años menos. Está buenísimo porque en verdad no lo veo mucho y pueda festejarlo y disfrutarlo sin el condicionamiento de los celos o lo que suele pasar entre hermanos.

— ¿Qué es lo que te falta hoy?

— Me parece que lo que le falta a todas las personas es tal vez un poco más de certeza de cómo siguen nuestras vidas mañana y el mes que viene. Tener seguridad en lo que pasa en el futuro, seguridad para mis hijas, tener certezas, eso me falta hoy; después en el presente creo que no me falta nada.

— ¿Cómo es ser médico hoy en Argentina?

— Ser médico en Argentina hoy es un abanico muy grande, pero me parece que después de la pandemia y el rol protagónico de los médicos, la profesión y el respeto se perdió, es como un antes y un después de la pandemia. Hoy ser médico en la Argentina es muy difícil; siempre fue muy difícil pero ahora más que nunca porque se nos está destratando desde lo profesional económico, como cuerpo de trabajo. Como profesionales no la estamos pasando bien, estamos siendo mal remunerados, estamos siendo exigidos demasiado y responsabilizados por un montón de cosas que no son responsabilidad nuestra como sujetos, sino como parte de la realidad social que no está buena.

— ¿El día más feliz de tu vida?

— Cuando me hice padre; cuando mis hijas conectaron con mi persona.

Yo quería ser papá de nenas y tuve dos juntas y eso me hizo feliz. Después de eso hubo mucha redundancia de felicidad imparable.

— ¿Qué es lo que te gustaría que sepa la gente de vos que no sabe?

— Yo colecciono Pitufos y me gusta que me regalen Pitufos. Esto no es un chiste. Si yo llego a ver este programa en algún momento y sale esta parte voy a hacer muy agradecido si me mandan Pitufos. Sepan que son de mala suerte, hay gente que le pasaron cosas terribles con los Pitufos, entonces tengan presente esto para decir “me deshago de ellos”. Me gusta coleccionar y la verdad que con muy poco tengo una colección enorme.

—¿Qué mensaje te gustaría dejar a las próximas generaciones?

— Si tengo tal vez la facultad de hablarle a las generaciones que siguen, le podría dejar un mensaje a la gente que estudia medicina y que se dedica a la salud, a ellos me gustaría decirles que se dediquen a estudiar. Si estudian, saben y están seguros de lo que hacen, les va a ir bien. Tengan mucho cuidado a la hora de tratar pacientes porque, ahí sí tengo autoridad para decirlo como médico, hay gente que hace mucho daño y está bueno tenerlo presente.

Mirá la entrevista completa:

Adrián Cormillot en Segunda Generación
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