Esta es la historia de un hombre que se construyó y se construye a sí mismo. Que cuando era muy chico tuvo la fortuna de descubrir cuál era su pasión, su vocación, su fuego. Y que a pesar de las enormes dificultades se propuso cumplir su sueño. Es una historia de esfuerzo, pero sobre todo de determinación. Emir Abdul Gani Martinez es bailarín, profesor de danza y coreógrafo. Lo conocimos masivamente como jurado de Got Talent y antes trabajando en Bailando por un sueño. Fue coach de super estrellas como Ricky Martin, Carol G y tantas más. Es el más popular de todos los bailarines, tiene millones y millones de seguidores. Más de 32 millones en TikTok, 17 millones en Facebook, 8 en Youtube, más de 8 y medio en Instagram. Nació en Montevideo, pero decidió venir a la Argentina .
– Lo hiciste todo solo. Contra viento y marea.
– Solito. Cuando era chico soñaba con tener éxito en la Argentina y hacer lo que me gustaba. Tengo familiares acá en Laferrere y cuando los venía a visitar les pedía a mis tíos abuelos que me llevaran a la calle Corrientes a ver famosos a la salida de los teatros. Soñaba con vivir mi sueño, lograr ese cometido. Años después, con mucho trabajo y disciplina, pude.
– Empezaste a crecer con los videos en Youtube de tus clases. Sos profe desde muy chico.
– Desde los 15, sí. A los 12 empecé a tomar clases de verdad y a los 15 la profe del barrio me dijo: necesito que des clases con ese carisma que tenés. Yo no me sentía preparado, pero ella me dijo que un profe nunca se siente preparado. Cuando empecé la profesora me gritaba “no se te escucha, no se te escucha”, me hacía hablar arriba de la música.
– O sea que esa profesora a los 15 años te preparo para lo que hacés hoy con tanto éxito.
– Eran 70, 80 personas, tenía que lograr que no se aburrieran y que disfrutaran la clase.
– Bailar te gusta desde muy chico.
– A los seis años le dije a mi mamá que quería ser bailarín. Dijo “se le va a pasar”, pero no se me pasó.
“TODA MI VIDA QUISE MOSTRARLE A MI MAMÁ QUE SÍ PODÍA SER BAILARÍN”.
– ¿No le veía futuro al baile?
– Y no, tenía miedo. Mi mamá tenía miedo de que yo fracasara en la vida. Fue muy, muy ruda conmigo, pero yo simplemente quise demostrarle durante toda mi vida que sí lo iba a poder lograr. Y fue difícil, porque durante toda mi adolescencia un arduo trabajo demostrarle que sí podía. Hoy día tengo la relación más hermosa del mundo con mi madre, pero fue un trabajo demostrarle a mi mamá que sí podía ser bailarín y dedicarme a lo que me gustaba.
– ¿Ella creía que había muy pocas posibilidades de triunfar y de vivir del baile?
– Y es difícil para un bailarín. Yo lucho con mi carrera día a día para que mis colegas puedan tener más visibilidad y que podamos ser respetados, porque el bailarín siempre es el relleno. He rechazado muchas propuestas porque no sé. No, no éramos valorados como artistas.
– ¿Qué significa ser relleno?
– Y… ser uno más. Siempre somos ‘el que acompaña’. Siempre en las notas me preguntan: ¿con qué artista te gustaría bailar?
– O sea, la primera figura es otro, nunca el bailarín.
– Sí. ¿Por qué no podemos ser figuras nosotros si hoy día la música es más visual que auditiva? Hoy en día se conoce una canción por un baile. ¿Entonces por qué no? No somos tan protagonistas como un cantante. Lucho a diario para que los bailarines, podamos tener ese reconocimiento, que se nos llame artistas.
“MI MAMA FUE RUDA CONMIGO. ME HA LLEGADO A DECIR: ¿VAS A ESA CLASE A MOVER EL CULO GRATIS?”
– Volvamos a tu infancia. A tu mamá le costaba entender que podías hacer del baile una súper carrera y no te festejaba.
– Hoy se siente culpable por toda esa inseguridad que me inculcó, pero yo lo agradezco. Porque no sería quien soy si no hubiera sido tan exigente conmigo. Mi mamá fue ruda, pero agradezco esa rudeza porque me hizo ser muy fuerte. Ella me decía: no vayas a la derecha y yo iba a la derecha. Siempre hice lo que quise sabiendo que podía lograrlo. Me ha llegado a decir: ¿vas a ir a esa clase a mover el culo gratis? ¿Vas a ir a bailar gratis? Todas esas palabras me resonaban a diario en mi cabeza. Yo le decía: mamá, esto lo tengo que hacer para que me conozcan, pero el día de mañana te juro que voy a valorar mucho mi trabajo. Era parte del camino, yo iba a tomar clases para formarme.
– ¿Ser bailarín era una actividad muy poco valorada?
– Hace 15 años bailar, sí. Para la sociedad era: “¿Bailás? ¿Y qué más hacés?” Hoy es mucho más normal que un niño quiera ser un artista. A mí me pasa mucho en las redes, comentan a un niño bailando y dicen “¿qué hace perdiendo el tiempo? No está estudiando”. Pero en cambio si el niño está jugando al fútbol, es un crack. Seguimos menospreciando al bailarín, al cantante.
“YO PESABA 120 KILOS CON 14 AÑOS Y NO ENTENDÍAN QUE YO ERA FELIZ HACIENDO LO QUE ME GUSTABA”.
– A tu mamá no le gustaba ¿Qué pasaba con tus compañeros, con el colegio, con el barrio?
– Yo quería pertenecer al grupo de baile de mi colegio, de mi liceo. Hice un arduo trabajo para entrar y lo logré. Hacíamos coreos todos los años con otra compañera, Belén. Fue difícil, porque yo sentía algo dentro cuando bailaba que los demás no veían, porque estaba el prejuicio. Yo pesaba 120 kilos con 14 años y no entendían que yo era feliz haciendo lo que me gustaba. Sentían que yo me quería hacer ver, nada más. Pero lo que yo sentía cuando bailaba y que sigo sintiendo no tiene explicación. Más tarde, a los 21 años, hice un cambio físico muy grande. Pero yo siempre quise demostrar que no importa el cuerpo, simplemente ser lo que uno quiere ser sin importar nada.
– Además, no podías parar de bailar.
– Yo amo bailar. Aprendo mucho de mis alumnos y disfruto muchísimo viéndolos bailar. Me fascina ver el progreso, cómo creen en sí mismos. Ver como ese niño va construyendo su seguridad, ver como ese niño que sufría bullying hoy se lo ve muy feliz bailando, creando una coraza que le va a servir para su vida. Porque aprenden a ser disciplinados, aprenden jugando. Me emociona mucho.
“SE ME REÍAN Y ME DECÍAN: ¿QUÉ HACÉS BAILANDO? VOS SOS GORDO, ¡NO PODÉS BAILAR!”
– ¿Cuándo eras niño qué es lo que más te dolía?
– Se me reían y me decían: ¿qué hacés bailando vos? ¡Sos gordo, no podés bailar! ¿Qué hacés bailando? ¿Por qué no te dedicás una carrera real? No te va a ir bien si bailás. Esto pasaba todo el tiempo, esas palabras en mi cabeza. Había algo que me decía a mí mismo: no, yo voy a poder, yo voy a poder. Yo pagaba clases para que los maestros me corrigieran y no me corregía nadie, yo pagaba mucho dinero. Los maestros daban las clases para gente que ya sabía bailar, gente que era hegemónica. Y yo decía: no importa, cuando sea profe voy a tratar a la gente como me gustaría que me trataran a mí y voy a hacer que mi alumno no se sienta un número.
“YO DECÍA: SE RÍEN DE MÍ PERO VOY A SER EL BAILARÍN MÁS FAMOSO DEL MUNDO”.
– ¿En ningún momento se te ocurrió tirar la toalla?
– Nunca. Nunca me hicieron esta pregunta (se emociona). Yo sabía que me iba a ir bien. Quería demostrarle a mi mamá y demostrarme a mí mismo que iba a poder lograrlo. Yo decía: se ríen de mí, pero voy a ser el bailarín más famoso del mundo. Y en números lo logré.
“¿CÓMO PUEDE VIVIR UNA PERSONA CON CINCO DÓLARES POR SHOW? ¡CINCO DÓLARES!”
– A los 29 años, si sumamos todos esos números, tenés en redes más de 63 millones de seguidores, una locura.
– Lo que quiero lograr con eso es que se animen a bailar, que mis colegas puedan dejar de ser relleno, que todos unidos podamos el día de mañana decir que una marca quiere al bailarín X, que otra marca quiere al bailarín Florencio. No sabés lo que pagan por una clase. Muchos colegas apenas llegan a fin de mes, tienen que correr de Capital a provincia, a pila de lugares. Estuve en Venezuela hace poco con mi tour, les pagan por un show 5 dólares. ¡5 dólares! ¿Cómo puede vivir una persona con 5 dólares por show cuando su cuerpo además está destrozado? Tomando mi clase no podían flexionar su rodilla. Después de todo el esfuerzo que uno hace como artista de entrenar, de pagar su educación… ochenta dólares, cien dólares para bailar junto a una artista que gana miles de millones de dólares? Voy a luchar por eso, lo vamos a lograr.
– Ahora sos un hombre de mundo, recorriste América Latina, pero además hacés shows en Estados Unidos y en Europa.
– Sí, ahora tenemos un tour por 17 países. Estoy muy emocionado, estuvimos en cuatro países, nos queda México, Ecuador, Bolivia, diez ciudades de España, varias ciudades en Italia… Está casi todo agotado y es una locura.
– ¿Habías pensado, imaginado, que recorrerías el mundo?
– No. Hasta hace cinco años nunca viajé en avión. Cruzaba por tierra acá para tomar clases con artistas que venían de Estados Unidos y de otros países. Y de repente empecé a viajar a Chile, a la Argentina a dar clases. Lueg
o en 2019, fue todo el boom cuando estuve en ShowMatch.
– Pero antes, Daddy Yankee te tocó con la varita mágica, hablando de tu trabajo en Instagram.
– Sí, eso fue una locura, fue un antes y un después en mi carrera, porque yo pensé que él ni me reconocía. Cuando él se me acercó, me dijo: mi pana, admiro mucho tu trabajo. Nunca en mi vida había llorado como llore ese día, de esa manera, eran lágrimas de felicidad que caían.
– Pasaste por un montón de pruebas en la infancia, en la adolescencia, y pudiste sostener la autoestima y llegar a este lugar. Que Karol G, Ricky Martin o el mismo Daddy Yankee te reconozcan como artista. Estas muy bien plantado.
– Creo que todos tenemos inseguridades, aprendemos a vivir con ellas. Trato a las personas por igual, sean quienes sean, me criaron con valores. Si uno tiene los pies en la tierra, puede lograr lo que sea. Los artistas más grandes que he conocido son los seres más humildes.
– ¿Hay límite de edad para empezar a bailar?
– Límite mental. El límite está en tu cabeza. No importa la edad, no importa nada. Vos si querés bailar, podés.
– Límite de peso demostraste que tampoco. En cualquier momento podés empezar a aprender a bailar, decís.
– Claro que sí. Lo que más me gusta es formar gente de cero. La mayoría de los bailarines que están en los videos y ven en redes aprendieron a bailar conmigo de cero. Trabajo mucho la seguridad, el ‘sí se puede’, el verse empoderado. Los niños por ejemplo, cuando se prende la cámara son otras personas, cuando se apaga la cámara son niños. Niños que disfrutan lo que hacen. Cuando descubrí el amor por los niños fue para mí un antes y un después. En 2018 conocí a Celeste, a Cookie y a Xiomara y se despertó en mí el amor en los niños. Si les digo que ellos pueden lograrlo, lo logran, avanzan muchísimo más rápido que los adultos. Tienen su cerebro sin prejuicio, son personas libres. Yo era así, bailando ‘Ojos así’ de Shakira en mi escuela, que era una escuela cristiana. Imagínate, una locura.
“LAS MONJAS NO ME DEJABAN BAILAR EN EL RECREO. QUIZÁS NO ESTABA BIEN QUE UN HOMBRE ESTUVIERA BAILANDO, NO LO SÉ”.
– ¿Por qué?
– Porque las monjas no me dejaban bailar en el recreo. Era complicado. ¿Por qué? No lo sé. En ese momento no lo entendía. Quizá no estaba bien que se bailara en un colegio, que un hombre estuviera bailando. No lo sé. Hasta ahora me lo pregunto.
–¿No podías parar de bailar?
–Yo era un manojo de nervios. Supe cuestionarme mucho las cosas desde que tengo uso de razón. Me sentaba en la cama a la noche a ver qué cosas tenía para mejorar como persona.
– ¿Solo? ¿No tenías con quien hablar? Amigos?
– Me inventé un amigo imaginario cuando era niño. A los 15 años me di cuenta de que me quedé solo, yo era rudo con la gente que era mala conmigo.
– ¿Por qué decís que eras malo vos también?
– No era tan malo en realidad, se reían de mí o no me querían hablar y yo les desaparecía la cartuchera. No sé si era tan malo. No entendía por qué no les caía bien si simplemente yo hacía lo que me gustaba hacer. La mayoría me ha escrito igual.
– ¿Ahora que sos famoso?
– Sí, muchos pidiendo ayuda.
– ¿Te lastimaron e igual los ayudaste?
– Dándoles herramientas, dándoles ayuda, no voy a decirlo porque es privado. No hay nada más feo en esta vida que tener rencor. Yo también cometí errores cuando tenía 15 años. Me di cuenta mirando para atrás, que estaba solo, y empecé a ser más persona. Siento que no era bueno ni conmigo ni con los demás. Por eso creo que la gente cambia. Era malo robar la cartuchera a un compañero porque te estaba diciendo que no ibas a poder bailar nunca, que ibas a ser un fracasado, es accionar con la misma moneda. Hoy no lo hago. Yo quería agradar a la gente y terminaba haciendo lo contrario. Sí era un poco rudo conmigo y con los demás. Hasta que me levanté y empecé a enfocarme en mí, en mi energía, en lo que quiero generar, en escribir mi propio futuro.
– ¿Sin terapia?
– Ninguna. Perdí a mi papá justo en la peor época de mi vida, a los 15 años. Me levanté, dije ‘quiero bajar de peso’ y bajé 50 kilos en cuatro meses.
– Solo, siempre solo. Hay una receta que tenés que compartir al resto de los mortales.
– No lo sé. Es la cabeza.
– Esa determinación de ir para adelante sin parar.
– Sí, siempre fui muy constante, muy exigente conmigo, no con los demás. Durante cinco años subí un video semanal, aunque durmiera una hora por día. Soy muy, muy constante.
– En algún momento te diste cuenta que subir videos era un camino. ¿Cómo fue empezar de cero?
– Cuando arranqué éramos yo con el filmmaker y mis alumnos. Luego, fue un video por semana, y de repente, cuatro clases por día, un video por semana, tres provincias por fin de semana. Yo no podía con mi cuerpo, eso la gente no lo sabe. A veces no podía levantar el brazo, entonces la coreo era con la mitad del cuerpo y el otro brazo para que la gente no notara que yo estaba débil.
– ¿Cómo te diste cuenta que el camino hacia la fama era mostrar lo que hacías?
– Yo sabía que iba a funcionar porque había mucho amor y hay mucho amor en eso, es genuino. Antes de que empezáramos a grabar la nota me dijiste: no te quiero preguntar nada porque quiero que sea genuino. Y lo genuino es lo que atrapa a la gente. Vos atrapas a la gente por ser genuina y en los videos es eso. Es una cámara y mostrar lo que pasa en la clase. En ese momento era todo hegemónico, era ver el bailarín marcado, que tenía todos los abdominales. Y mi clase era con personas que amaban lo que hacían y yo quería mostrar eso. Siempre digo que el día que deje de ser genuino el contenido, lo dejo de hacer.
– A los chicos que no saben bailar o que les cuesta mucho ¿les seguís dando clases?
– Obvio amo, ahora estoy dando un intensivo a un pequeño grupo de 70 niños y 70 adultos, compartiendo, conociéndolos. Amo a los adultos porque hay otro vocabulario y con los pequeños es jugar.
– Dijiste que a veces duele mucho todo el cuerpo de tanto bailar. Cuando entrevisté a Marixa Balli, me contó que tuvo que ser operada muchas veces. El cuerpo te cobra tanto esfuerzo físico.
– Sí, claro. Yo desde 2019 a 2021 destrocé mi cuerpo, eran 30, 40 horas de baile semanales. Era todo el tiempo un dolor. En un momento me dijeron que no podía bailar más. Descansé un par de semanas, pero seguí después. No entiendo cómo podés bailar si tenés tendinitis en todo el cuerpo, me decían.
– ¿Ese esfuerzo no se puede administrar?
– Se puede. Es mi meta este año cuidarme un poquito más, el año pasado no bailé casi nada, estuve en televisión y con muchos problemas internos.
– Viajas mucho ¿Dónde está tu casa? ¿Está en Buenos Aires? ¿Está en Montevideo?
– Hubo un momento que no tenía casa. Ahora estoy acá y en Uruguay. Tenía cosas en todos lados. Amo a la Argentina, a mí Argentina me dio muchas posibilidades. Cumplí mi sueño acá y lo sigo cumpliendo, el argentino conmigo es todo lo que está bien. Está tan cerca Uruguay que es solo un barco que nos separa.
– ¿Tenés la casa de tus sueños?
– No, todavía no. Somos bailarines. Mi sueño, antes de tener mi casa, es regalarle una casa a mi mamá frente al mar.
– ¿En Uruguay?
– En Uruguay o en donde sea, que ella se levante y vea el mar, es su sueño. Donde yo también la pueda visitar. De niño se lo dije y se lo voy a cumplir si Dios quiere.
– ¿Vos querías venir a la Argentina porque Argentina es más grande, hay más profesores, hay más movimiento, hay más coreógrafos? ¿O porque está más aceptado un bailarín?
– En Uruguay se decía que las oportunidades estaban en Argentina, pero yo creo que las oportunidades están en donde vos creés que están. Yo creía que era en Uruguay en su momento y ahora es acá. Me encanta estar acá, me fascina, es donde tengo concentrado todo, los alumnos pequeños están acá, los teens están acá, estamos con Telefé acá, está mi pareja acá también. Mi mamá viene también, viene mi hermano, tengo un hermano mellizo.
“MIS COLEGAS EN URUGUAY ME ODIABAN. NO ENTENDÍAN COMO A MÍ ME IBA BIEN SIENDO GORDITO”.
– Me preguntaba si en esa mudanza no habían influido las ganas de escaparse de ese mundo chiquito donde ser bailarín era recuerdo de burla.
– Y sí, en un punto sí, porque en Uruguay recién ahora me quieren un poco mis colegas. Mis colegas me odiaban. Mis colegas en Uruguay no entendían cómo a mí me iba tan bien acá siendo gordito, cómo mis clases estaban tan llenas. Había mucha, mucha discriminación. Entonces yo siempre elegía cruzar el charquito, venir acá a tomar clases intensivas, a formarme con profes de otros lados, porque acá no me conocían muchos.
“NO TENÍA ESE APOYO FAMILIAR QUE NECESITABA. QUE ME DIJERAN QUE IBA A SER UN FRACASADO ERA DIFÍCIL”.
– A veces un pueblo chico te atrapa, te encierra, te muestra solo una mirada.
– Si, fue muy difícil, fue todo un proceso interno el que tuve que hacer para que me dejara de importar lo que pasaba alrededor, lo que decían los demás. Porque en ese momento yo era un niño que no tenía ese apoyo familiar que necesitaba escuchar. Entrenaba ocho o diez horas por día tomando clases de baile y que te dijeran que ibas a ser un fracasado, es difícil ¿no? Porque tu mamá te dice cuando te levantás: vas a tomar una clase de baile, qué lindo hijo, vamos, te apoyo. En cambio yo tenía que ir caminando a los ensayos. Yo tenía que juntar plata de mis meriendas para venir a tomar clases acá. Es difícil.
– ¿Ahorrabas porque no te daban plata para las clases?
– Ahorraba mis meriendas. Y los regalos que me hacían, para poder entrenar en otros lugares, tomar clases de baile. Y para las audiciones.
–¿En qué cambió tu relación con tu cuerpo?
– En 2021 hice un cambio, empecé a pesar 75 kilos. Estaba todo marcado, muy flaco. Yo me sentía muy bien, pero recibía comentarios de que estaba muy enfermo. Sentía inseguridad, pesaba 74 kilos midiendo 1,83. Bailaba muchísimo, comía poco y entrenaba mucho en el gimnasio. No sé qué me pasaba que me sentía gordo, cuando comía, comía con culpa. Luego pasó todo este último año de una decepción personal muy grande, engordé unos nueve kilos y hoy día me siento la persona más feliz del mundo. Me cuido mucho con las comidas, pero no siento esa inseguridad que sentía antes. Hoy me quito la remera sin ningún problema. En mi casa yo no podía quitarme la remera con 74 kilos ni al lado de mi mamá. Esa gente que comenta hoy ‘Emir estas pasado’, no sabe toda la lucha interna que hay. Yo me sonrío y si llego a tener diez kilos menos voy a seguir sonriendo porque ya hice todo ese proceso de amarme a mí mismo.
– Ya no son tan importantes ni la dieta ni el qué dirán.
– Pero es difícil porque la gente te ataca, por eso agradezco a la vida poder quererme. Inseguridades tengo, como tenemos todos los seres humanos.
– Nunca leas los comentarios malos en las redes.
– Se ven. Se bloquean y se borran. Tengo que hacerlo mucho porque la gente es mala. Es una masividad muy grande, la de Instagram por ejemplo, son casi 8 millones y medio. Hay gente a la que no le va a gustar lo que hacés y hay que entenderlo.
– ¿La agresividad se bloquea?
–Si, del cerebro y de las redes.
“VOY A BAILAR HASTA QUE ME MUERA, SI TENGO QUE HACERLO EN SILLA DE RUEDAS POR MI RODILLA, LO HARÉ”.
– Sos muy chico, esto recién empieza.
– Ya cumplo 30 en poco. No siento que sea mucho, pero muchas veces me ha dicho gente de mi entorno: aprovechá tu momento, porque el momento se termina. Yo creo que el momento se termina cuando uno cree que se termina. Yo me imagino de barba blanca, haciendo mis bailes, cringes, el TikTok, bailando. Voy a bailar hasta que me muera, si tengo que hacerlo en silla de ruedas por mi rodilla, lo haré. Todo lo que me genera esto Laura, subirse a un avión, bajar, dar una clase, subir, cambiarse, yo lo disfruto tanto, me apasiona mucho. Siento que no estoy trabajando ningún día de mi vida. Quizás tengo cansancio, si. Ayer llegué de Venezuela, tuve que dar dos clases seguidas más 1 millón de cosas más. O sea, no tengo reserva para dormir y no podía dormir en el avión.
– El éxito es esto que descubriste, que no hay un momento y se termina, que es una construcción a largo plazo.
– Constancia. Yo siempre le digo a mis colegas constancia. La constancia es la base del éxito y no mirar a los de al lado. Yo nunca miro un colega, nunca critiqué un colega.
– Ya no le saco la cartuchera.
– No, no más (risas)