Julieta Puente es periodista, conductora, influencer y personal trainer. Se especializa en motivar a las mujeres a entrenar y trabajar el amor propio con un estilo aplicado a la actividad física, pero que busca impactar en todos los ámbitos de la vida.
“Entendí que mi lugar no es el de un entrenador tradicional, es el de motivar, ayudar y acompañar a través del entrenamiento, del movimiento, a transitar cualquier cosa que te esté pasando en tu vida. Mucha gente necesita ese empujón de alguien y si puedo ser yo, ya gané”, señaló.
Durante la pandemia, Juli dejó su trabajo en relación de dependencia en Canal 13 y empezó a transmitir en vivos sus entrenamientos físicos, a los que denomino “cardio de la felicidad”. Su éxito fue tal que creó una comunidad de casi un millón de seguidores en las redes sociales: las famosas Shulais.
Con su propuesta de Luna Park en movimiento, en octubre del 2023 realizó un show al que asistieron miles de mujeres que entrenaron en vivo junto a ella en el mítico escenario porteño.
Actualmente, conduce un programa en Fox, está a pocos días de casarse con su novio Facundo Miguelena y sueña con seguir creciendo en el mundo fit, integrando a los medios de comunicación y a las redes.
“Me encanta conducir, hacer notas, pero no hay nada que me llene más que sentir que motivo y que ayudo a otra persona”, reconoció.
Celos en la pareja
Faltan pocos días para su casamiento y Julieta se mostró tranquila dejando en manos de la wedding planner las corridas de último momento. La propuesta fue de lo más romántica y transmitida casi en vivo en las redes sociales.
En vacaciones, en junio del 2022, pasaron dos días en Nueva York y Facundo aprovechó una excursión que ella deseaba para sorprenderla con el anillo arriba de un helicóptero. Sellaron su compromiso y un año y medio después, se casarán por civil con familia y amigos íntimos como testigos de su unión. Luego darán una fiesta para unos 270 invitados en Mar del Plata, ciudad natal de él.
Su relación inició antes de la pandemia y atravesó varias vicisitudes, entre ellas, el amor a distancia, la pandemia, falta de trabajo y hasta cambios de profesión. Sin embargo, el sentimiento se hizo más fuerte en los momentos difíciles.
Pollo: —¿Sos celosa?
Juli: —Ahora cero, pero antes muy. Toda mi vida hasta el comienzo de esta relación. Al principio fui muy celosa con mi novio actual también.
Pollo: —¿Por qué?
Juli: —Porque había cosas que me molestaban, pero no de él. Estábamos a distancia. Él es de Mar del Plata y yo vivo en Buenos Aires; y al principio había cosas que no me cerraban. Pero no de él, del entorno, compañeras por ahí de natación o mensajes que llegaban en Instagram y yo ya me enroscaba; y me quedaba toda la semana enroscada.
Pollo: —¿Pero tenías razón? ¿Los mensajes qué decían “te quiero besar todo”?
Juli: —Sí, chanchadas. Al día de hoy le siguen mandando, pero mejor no ver.
Pollo: —Y él no responde…
Juli: —No, obvio que no. Si respondiera, me voy.
Pollo: —Y él tiene compañeras de natación y azafatas o tripulantes de cabina, ¿qué onda con eso?
Juli: —Bien porque fue un proceso. Siento que me dejé llevar mucho por lo que te dicen. Está el morbo del médico en la guarda, el piloto y la azafata. Yo cuando lo conocí a Facu arranqué en esa, pero sería muy complicado si sigo en esa onda porque cada vez que me subo en un avión son un amor conmigo y entendí que el problema no lo tengo que tener con una mujer, lo tengo que tener con él. Obvio que puede pasar que a alguien le interese mi novio, pero lo que me tengo que fijar es cómo me trata él en esa situación. A la primera que veo faltar el respeto yo no la perdono. Siento que es medio feo poner el foco en la mujer o en la profesión que tiene la mujer, que pasa un montón. Yo en un tiempo me subí a eso, pero después me di cuenta que no está bueno porque en realidad el problema lo tengo que tener con él. Y si me lo miran hoy, hasta un poco me gusta, porque digo: “Me lo como yo”. Al principio no.
Su alimentación
En varias oportunidades Julieta contó los trastornos alimenticios que sufrió de adolescente y todas las batallas que dio para salir de ese infierno. Sin embargo, con el paso de los años descubrió que consumir algunos alimentos afectaba su organismo y tuvo que hacerse una serie de estudios para determinar qué es lo que le hace bien y descartar lo que la enfermaba.
Para no quedar afuera de la vida social y poder seguir compartiendo almuerzos y cenas con su novio, familiares y amigos, optó por una solución poco convencional, pero muy efectiva. ¿Cuál es?
Pollo: —¿Es verdad que cuando vas a un restaurante te llevás un tupper?
Juli: —Tengo muchos problemas gastrointestinales. De la panza. Muchos gases. Y de repente hay muchas cosas que me hacen mal, y si las como ya sé que tengo que ir al baño del lugar en el que esté y no tengo problema, voy.
Pollo: —¿Tenés estudiados los productos que te caen mal?
Juli: —Sí, hice todo un tratamiento con una nutricionista, un gastroenterólogo y ya sabemos qué cosas me hacen mal. Generalmente, cuando voy a comer afuera hay lugares en los que si no es una parrilla o algo así, le ponen mucho picante y yo ya sé que 5 minutos después rompo la cañería. No hay límite. Al principio me daba vergüenza y ahora digo: “Bueno, me pasa. Es mi cuerpo”. Entonces para no perjudicarle el plan a nadie, si yo sé que todos quieren ir a comer a un lugar que yo ya fui dos veces y me cayó mal la comida, no voy a ir otra vez a que me caiga mal. Me llevo mi comidita en el tupper.
Pollo: —¿Y qué llevás?
Juli: —Pollo. Soy fanática del pollo. Arroz, verduritas… y toda la actitud del mundo. No me importa nada.
Pollo: —¿Y te dejan llevarlo? Porque van a querer que compres ahí.
Juli: —Sí, a veces hasta les pido un plato para poner mi comida del tupper. Ahí tiro beboteo, les digo: “Tengo problemas en la panza, sino voy a tener que ir al baño”. Les empiezo a explicar y me dicen: “Te traigo, te traigo”.
En números
Pollo: —¿Hace cuántos días no tenés sexo?
Juli: —Como 20 y me caso la semana que viene, así que espero que de acá a la semana que viene…
Pollo: —¿Es mucho tiempo o es normal para vos?
Juli: —Sí, es un montón de tiempo. Es que se me pasa volando el tiempo, porque tengo muchas cosas. Él tiene muchas cosas, no nos vemos muy seguido. Entonces en una pareja normal capaz que serían cinco días.
Pollo: —Pero por más que vos hagas cardio y llenes una Park, y tu marido sea piloto de avión. Veinte días son 20 días para todos (risas). ¿No te desespera?
Juli: —Cero y él tampoco. Yo pensé que el problema era yo hasta que, como ahora nos estamos por casar, viste que te hacen preguntas las Wedding Planner. Y dijo: “Del 1 al 10, ¿cuán importante es el sexo en la pareja para ustedes?”. Y respondimos los dos al mismo tiempo. Yo dije 8 y él dijo 7. Entonces ahí me di cuenta y dije: “Bueno, es match”. Pero nosotros estamos bárbaro así.
Pollo: —¿Qué fue lo más caro que te compraste?
Juli: —Con mi novio nos compramos una lancha. Somos muy salvajes y tenemos la teoría de que no necesitamos nada, no te digo material porque nos compramos una lancha, pero no necesitamos en el día a día los lujos. Siento que aunque tenga toda la plata para comprarme cosas no lo voy a hacer porque no me representa.
Pollo: —¿Cuántas veces lloraste en los últimos 30 días?
Juli: —Ninguna. Estoy muy feliz últimamente. Soy re llorona, soy sensible, pero siento que por lo que más lloro es por estrés. Me presiono mucho con mi trabajo, me tomo muy en serio lo que hago. Esto de ser influencer no lo hago divirtiéndome y ya. Me lo tomo muy enserio y a veces mi agenda está explotada; y eso me hace estar muy estresada, exploto y lloro. Podría tomármelo con calma, pero no me sale.
Pollo: —¿Cuántas bombachas tenés?
Juli: —Tangas tengo muchas. Debo tener como 40. Yo tengo la teoría de que la tanga usada no va. La tenés que usar un par de veces. Más si entrenás tanto como yo, que se chiva, se descarta rápido. No me gustan las estampadas, cuanto más chiquita mejor. Bien entangada porque es la que menos te molesta, la que menos se nota y bien finita al costado. Blanca, negra y gris. Las de encaje no mucho porque pican.
El juego del millón
Con una valija llena de dólares, el Pollo invitó a Julieta a cumplir sus sueños más disparatados. El único requisito es que el dinero no puede ser guardado o donado sino que tiene que gastarse todo junto o en partes. ¿Qué eligió?
Pollo: —¿En qué te gustaría gastarlo?
Juli: —Creo que lo primero que haría… Me da mucha risa decir esto porque nunca me imaginé que lo diría. Es comprar un avión chiquito de esos que solo entran dos personas, pero que tenga para acuatizar, porque el día que lo conocí a Facu, la primera cita, lo vi y sabía que iba a ser mi novio. No sé cómo, pero lo vi y dije: “Me caso”. Él me dijo que su sueño era, cuando sea viejo con su pareja, recorrer todo el mundo en un avión. En esos en los que podés acuatizar y te permiten aterrizar encualquier lugar: tierra o agua.
Pollo: —¿Esos como los que aparecen en las películas?
Juli: —Sí, esos. En el momento dije: “Qué embole este plan”. Nada me aburriría más que eso porque yo necesito estar en mi casa, mi estabilidad, y ahora me parece el mejor plan. Lo tengo en mente y lo decimos siempre, cuando seamos viejos vamos a hacer ese plan. No tengo ni idea de cuánto vale.
Pollo: —Pongámosles 400 mil dólares para el avión que acuatiza. Te quedan 600 mil, ¿qué más querés comprar?
Juli: —Un poquito me lo dejo para disfrutar con mis papás en viajes. Ellos están juntos, pero creo que en los viajes funcionan mejor separados. A veces no se llevan bien. Con mi papá me iría a Disney y con mi mamá a Nueva York.
Pollo: —Destinamos entonces 100 mil para viajar con ellos. Cincuenta para cada uno. ¿Con qué seguimos?
Juli: —Me abro un gimnasio bien de barrio. No tan cheto. En un barrio estratégico que puedan llegar todos. Uno bien grande en Palermo o Belgrano. Que sea todo mío. Máquinas, todo rosa. No un gimnasio así nomás, que sea distinto. Que vos entrés y tengas todo. Con cafetería, ahí la sumo a Maru Botana, ponele.
Pollo: —¿Darías clases ahí?
Juli: —No, pero va a ser todo mío. Va a tener mi impronta.
Pollo: —Hay que poner los 500 mil dólares que te quedan, porque es caro.
Juli: —Bueno, ponemos todo ahí y si hay que sacar los viajes de mamá y papá también, que me perdonen. Ahorraremos en otro momento o mejor no acuaticemos (risas).